TRABAJO 2

LA EMPRESA FLEXIBLE

Autor: Alvin Toffler

 

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ESTADO DEL ARTE DE LA DISCUSIÓN

 

Han transcurrido 14 años desde que Alvin Toffler publicó su libro The Adaptative Corporation (traducido al español como La empresa flexible) En dicha obra Toffler, analizó los cambios provocados por la incorporación de nuevas tecnologías; nuevas actitudes sociales y nuevas políticas gubernamentales (Toffler, 1986: 21) que estaban a punto de revolucionar todo el sistema de comunicaciones en la otrora Bell System al cambiar su denominación por AT&T. La mayor compañía del mundo le solicitaba una ruta hacia el futuro (Ibid.). Ante esta propuesta Toffler se preguntó cuál debería ser la misión de AT&T en esta fase inminente; cómo debería reorganizarse la compañía para desarrollar una tarea fundamental; cuál sería el significado exacto de su misión (como consultor), y qué rendimiento se esperaría de él. Pensaba:

Allí estaba una compañía gigantesca, aferrada a la tradición, deseosa de examinar sus problemas del próximo futuro, que no tenía inconveniente en dudar sus propios y más fundamentales supuestos referidos a su misión, en confiar a un extraño la realización de semejante prueba y permitirle incluso, que él mismo decidiera sobre la forma de presentación. El reto era irresistible (Ibid.).

Para abordar este reto Toffler desarrolló a lo largo de cuatro años una búsqueda sobre el futuro de las comunicaciones; el papel de la innovación; el funcionamiento interno; a menudo bizantino, de Bell System; y acerca de los cambios en el entorno social y político que pudieran afectar a la compañía. Como todo asesor de su época, también recurrió a métodos como visitas a las fábricas y laboratorios; entrevistas con el presidente de la compañía y sus colaboradores; reuniones con los ingenieros; personajes influyentes, contables, proyectistas y, por supuesto, con muchas personas ajenas a la compañía: desde funcionarios gubernamentales estadounidenses, hasta japoneses.

 

IDEAS SOBRE EL CAMBIO ORGANIZACIONAL

Para que ocurran cambios se han de dar ciertas condiciones, entre las que dominan: las enormes presiones del exterior, la inconformidad de los gerentes que dirigen las organizaciones y la alternativa de cambio que resulta coherente con el plan empresarial.

Generalmente hablando, las presiones del exterior pueden proceder entre otros, del ámbito político, de una decisión gubernamental, de una nueva ley o decreto que obliga a tomar previsiones para una nueva forma de operar. Es común que en las organizaciones se responda a estos ajustes o cambios con la estructura tradicional, agregando quizás nuevas responsabilidades a unas cuantas personas en puestos clave, pero sin cuestionar para nada ni la estructura ni los procedimientos. Lo anterior resulta en nuevas cargas de trabajo para los mismos esquemas, en vez de generar nuevos esquemas para vencer cargas de trabajo diferentes.

Las presiones externas no pueden controlarse, ni tampoco siempre es posible preverlas; no obstante, lo que sí se puede hacer es detectar inmediatamente, oportunamente, cualquier pequeña variación en el contexto político que lesione a la interfase de la organización.

A nadie le es posible prever con exactitud el futuro, razón por la cual para los expertos en planificación estratégica la velocidad de respuesta es la mejor opción que tiene la empresa para adaptarse al cambio.

El segundo factor señalado por Toffler como contribuyente al cambio organizacional, es la existencia de gente descontenta con la situación y ésta generalmente resulta ser la que percibe sin dilación el nuevo orden externo. Parecería que tal asunto no pasa de demandar una dosis de buen juicio, pero ocurre a menudo que la conflictiva interna de las organizaciones desvía la fuerza de los gerentes hacia gestiones para esclarecer la concentración del poder, la sucesión y otras cuestiones propias del individualismo prevaleciente. O bien puede ser la baja eficacia de los dirigentes que los sume en batallas estériles para alcanzar la normalidad, cuando lo deseable y necesario es que descubran la oportunidad.

En la empresa flexible no cabe el individualismo ni los afanes de poder porque desvían la atención del manejo del cambio. Por lo general, los gerentes individualistas tienden a la rigidez y hacia el status y harán cualquier cosa para agrandar sus estructuras a fin de gozar de la satisfacción del poder, en vez de movilizar los recursos hacia donde se encuentran las oportunidades.

El tercer factor que favorece el cambio organizacional es la existencia de una alternativa coherente incorporada al plan estratégico. Por lo general si no existe una alternativa funcional, la resistencia al cambio triunfará. Esto nos pone en la tesitura de que la percepción adecuada y oportuna, sumada a la creatividad para producir modelos alternativos de acción vigentes, realistas y congruentes, son la mejor arma para vencer la resistencia al cambio.

Las innovaciones tecnológicas y las necesidades sociales forman parte de las presiones del entorno, y éstas junto con las del ámbito político, son las que se hicieron cargo de sensibilizar a la AT&T sobre la necesidad de redefinir la misión corporativa.

El modelo de la Corporación Adaptativa (Empresa Flexible, como fue traducido al castellano el título original de la obra) entraña pues no sólo la necesidad de contar con una gerencia capaz de diagnosticar las presiones del entorno y pronosticarlas, sino más bien extender las estructuras para que se fundan con la interfase, entremezclándose con los factores dominantes del entorno, a saber: las autoridades gubernamentales, la comunidad social, la competencia. Algo así como incorporar a un todo orgánico, a otros elementos sensibles que afectan en forma directa y determinante la misión.

Plantea también la necesidad de no solamente definir el medio ambiente corporativo en términos económicos, sino que se deben incluir gran variedad de factores políticos, sociales, culturales y otros que usualmente no son considerados. La gerencia debe tener presente la existencia de una variable de peso, ineludible: la Cultura Extraorganizacional. Asimismo debe mantener bajo continua revisión las estructuras y cambiar las que resultan anticuadas para evitar que entorpezcan la operación.

Los cambios estructurales llegan a tener en la práctica un tinte de dramatismo, y a menudo son referidos como cismas, de allí la importancia de hacer del cambio algo tan normal como el transcurso del tiempo, y de planearlo con la participación de los afectados.

Para Toffler la corporación adaptativa debe mostrar una adecuada velocidad de cambio para poder vencer la rigidez estructural y esto entraña ser capaces de cuestionar las creencias de la organización que funcionaron en el pasado y que hoy ya no tienen vigencia.

En cuanto a la planificación estratégica, Toffler asegura que cuando sobreviene un período de cambio rápido, de extrapolación de tendencia rectilínea, aquélla es intrínsecamente engañosa. Lo que se requiere, según él, no es un conjunto de tendencias aisladas, sino modelos pluridimensionales que hagan relacionarse entre sí las fuerzas tecnológica, social, política e incluso cultural, junto con la económica.

El mensaje del cambio es diáfano: las compañías tendrán que revisar sin misericordia sus premisas básicas y mostrarse dispuestas a desecharlas; de lo contrario, terminarán siendo piezas escogidas en el museo de los dinosaurios corporativos”.

 

DOS TIPOS DE GERENTES

En las tareas de gestión Toffler identifica a dos tipos de gerentes, los que él llama “ejecutivos acrecentantes” y “ejecutivos radicales”; los ve divididos por una línea invisible que los separa en razón de su enfoque para ver los cambios económicos y tecnológicos actuales. El grupo de los ejecutivos radicales percibe la creciente importancia de la discontinuidad del estado de cosas y por ende percibe la creciente importancia de la discontinuidad, catalogando los cambios masivos actuales como verdaderamente radicales. El primer grupo tiende a formular estrategias rectilíneas; el otro piensa en términos no lineales.

Uno tiende a definir nítidamente los problemas, tratándolos conforme van llegando y aislando más o menos unos de otros. El segundo tiende a definir los problemas con menos limpieza pero los interrelaciona. Uno es apto para desenvolverse en situaciones de estabilidad ambiental y prefiere moverse en medio de soluciones calculables. El otro tiene aptitudes para moverse en medios turbulentos y favorece las soluciones incalculables.

El autor de “Empresa Flexible” sugiere que el medio ambiente determina cuáles son las aptitudes requeridas en cada momento, razón por la que cuando en una instancia se requiere un ejecutivo radical y se cuenta con uno acrecentante, los resultados pueden ser catastróficos. En su opinión, hay motivos suficientes para esperar un cambio tecnológico y social aún más acelerado en las próximas décadas, lo cual hace prever el ocaso de los gerentes lineales y el auge de los no lineales.

La tesis central de Toffler es que la era del superindustrialismo no sólo está tocando a la puerta sino que ya ha introducido un pie. Para él los fundamentos del superindustrialismo serán: tecnología mucho más progresiva, estilos organizativos radicalmente distintos, nuevos tipos de relaciones entre personas, nuevos valores sexuales y familiares y nuevos modos de experimentar la realidad.

Reconoce que todavía no es posible bosquejar la corporación del futuro, pero que en cambio sí se pueden analizar algunas de las fuerzas que ya están actuando en su conformación.

La desestandarización y la gerencia de la novedad figuran como unas características muy importantes del modelo superindustrial. Lo que al inicio de la era industrial resultaba imprescindible en las teorías de Weber y Taylor, la estandarización de las operaciones, en la nueva era se tendrá que avanzar en una vía de desestandarización de cara a la alta especialización e individualización de los productos y servicios de un mercado cada vez más conformado por exigencias individuales.

 

SISTEMA DE CREENCIAS

Para Toffler cada empresa tiene su sistema de creencias, mismo que reviste tanta importancia como el sistema de autoridad o el sistema contable. Sobre el sistema de creencias generalmente se construye o desarrolla la misión organizativa, razón por la cual resulta necesario cuestionar y validar el sistema de creencias en función del ciclo que vive la organización. Cuando una sociedad queda afectada por una ola de cambios tecnológicos se suele ver obligada a replantear sus creencias, ya que con frecuencia llega a descubrir que algunas de ellas, sostenidas durante largo tiempo, ahora son inaplicables o están fuera de uso.

 

LO QUE SUPO THEODORE VAIL

Los pensamientos y convicciones de Vail quedan resumidos de la siguiente manera:

1. Que casi todos los hombres persiguen las mismas cosas en la vida, y que el éxito económico es el objetivo último para casi todos ellos, de tal manera que la recompensa económica es el mejor medio para estimularlos.

2. Que cuanto mayor sea la compañía, tanto mejor, potente y provechosa resultará.

3. Que el trabajo, las materias primas y el capital -no la tierra- son los factores primarios de la producción.

4. Que la producción de mercancías y servicios estandarizados es más eficaz que la producción artesanal “uno por uno”, en donde cada unidad producida difiere de la siguiente.

5. Que la organización más eficiente es una burocracia donde cada organización secundaria tiene un papel permanente, claramente definido dentro de la jerarquía; en suma, una máquina organizativa para la producción de decisiones estandarizadas.

6. Que los procesos tecnológicos ayudan a estandarizar la producción y aportan progreso.

7. Que el trabajo debe ser rutinario, repetitivo y estandarizado para casi toda la gente.

El modelo de Vail rindió sus frutos y la organización, con su éxito notable, no dejó de ser una empresa rígida que caminaba bajo los designios marcados por el estratega, hasta que las realidades del entorno comenzaron a ser diferentes, urgiendo la necesidad de un cambio radical de enfoque.

 

LO QUE NO SUPO THEODORE VAIL

1. Que una vez satisfechas las necesidades básicas para la subsistencia, una gran mayoría de seres humanos persiguen las mismas cosas en la vida, y que la recompensa económica no basta por sí sola para estimularlos.

2. Que la economía de escala tiene unos límites máximos tanto para las corporaciones como para el organismo gubernamental.

3. Que la información es importante, e incluso quizás más que la tierra, el trabajo, el capital y las materias primas.

4. Que nos movemos más allá de la producción fabril masiva hacia un nuevo sistema de producción artesanal “manual o cerebral”, basada en la información y en la supertecnología, y que los resultados finales de este sistema no son millones de unidades acabadas, sino mercancías y servicios hechos a la medida del consumidor.

5. Que el mejor medio para organizarse no es el burocrático sino el adhocrático, de tal manera que cada componente organizativo es modular y prescindible, cada unidad cambia acciones recíprocas con muchas otras y por conducto bilateral no sólo jerárquico; asimismo las decisiones, al igual que las mercancías y los servicios, están hechos a la medida del cliente, en vez de someterse a la estandarización.

6. Que los progresos tecnológicos no aportan necesariamente progreso y que, de hecho, pueden destruir el progreso alcanzado si no se someten a un concienzudo control.

7. Que el trabajo debe ser variado y no repetitivo para casi toda la gente; además, debe implicar el sentido de la responsabilidad y estimular la capacidad del individuo para actuar con discreción, perceptividad y buen juicio.

 

LA CORPORACIÓN SUPERINDUSTRIAL

El modelo de Toffler enfatiza que la gran corporación no debe crecer más y en cambio debe plantearse una descentralización, manteniendo un gran centro cerebral sirviendo a una vasta constelación de compañías y organizaciones que estarán trabajando para el desarrollo de las comunicaciones nacionales y su capacidad para la transmisión de voz y de datos.

Mediante la creación de la constelación se buscará que la corporación pueda:

 

POSICIÓN CRÍTICA DEL AUTOR

La visión de Toffler parecería que no sale de los patrones comunes de cualquier investigación sobre cambio organizacional. Pero un comentario efectuado por él abre una línea de análisis sobre la cual se finca el presente trabajo. En este sentido Toffler afirma:

Asimismo exploré un movimiento “clandestino” de rebeldes dentro de la compañía, hombres y mujeres en todos los niveles a quienes decepcionaba lo que ellos veían como una reacción inadecuada de la Bell ante el cambio acelerado. Intuían que la estructura vigente de la AT&T estaba haciéndose anacrónica en un mundo de computadoras y satélites artificiales. Percibían que una creciente competición estaba amenazando no solo los dominios de la AT&T, sino también la eficacia del sistema de comunicaciones. Recibí por doquier un apoyo firme, a menudo entusiástico, de todos ellos. Comprometidos con la idea de servir a la nación tanto como a la compañía, todos me expusieron sus ideas, inquietudes y esperanzas (Ibid: 22).

¿Qué elementos aporta Toffler para el análisis que aquí se busca desarrollar? En primer lugar, expone en su discurso para los lectores una serie de componentes que a simple vista no se pueden observar en el quehacer cotidiano de una ingente organización como lo es AT&T. Se hace referencia a la marca de “rebeldes” que él impone a un grupo de personas decepcionadas, que observaban como inadecuada (anacrónica) la reacción de la Bell. Asimismo los calificativos de entusiastas; comprometidos; serviciales; y de actitud abierta al plantear sus ideas, inquietudes y esperanzas.

Todos estos elementos tienen en común que implican a la naturaleza particularmente humana, esto es tiene como causa y/o efecto una emoción. La tipificación que hace de este movimiento como “clandestino” encierra también, de alguna manera, sus prejuicios y emociones, al descubrir y detectar un movimiento de vanguardia que buscaba dejar atrás las viejas prácticas y creencias que hasta entonces se habían desarrollado en la compañía en cuestión. En su análisis, Toffler muestra un conjunto de emociones generadas de manera interna y externa a partir de un proceso de cambio organizacional. Así, las emociones se pueden convertir en elementos impulsores o detractores del cambio organizacional.

Para poder gestionar el cambio es necesario comenzar por sentir la necesidad del mismo, cosa que se ha señalado con anterioridad y que reclama una perceptividad tal que permita interpretar puntualmente lo que está pasando, sin deformación alguna. En la generalidad de los casos los gerentes de corte conservador y tradicional buscan imponer los modelos que funcionaron con éxito en el pasado y con ello tratan de adaptar las situaciones nuevas a sus viejos patrones, incurriendo en una forma inadecuada de la gestión del cambio: sujetar lo nuevo a lo viejo y antes que adecuar las estructuras a la situación, buscan someter a ésta para que se adapte a las estructuras.

De cuando en cuando esto es posible y hasta deseable, pero solamente en circunstancias donde el dirigente cuenta con la autoridad para regir un nuevo orden de cosas.

Se sabe bien que en materia del entorno, un solo individuo o una entidad por grande y poderosa que sea, no puede influir radicalmente en el cambio. Esto nos lleva a la noción de que la gestión del cambio tiene sus límites.

Aquí comienza la maestría del gerente flexible, en la determinación y reconocimiento de los límites del cambio, el espacio y el tiempo del mismo. Hay veces en las que es posible modificar una situación y adaptarla a las estructuras, mientras que hay otras en las que las estructuras son las que han de adecuarse. Esto es lo que ocurre a la gerencia, en ocasiones puede modificar las estructuras, en otras tiene que adaptarse a ellas.

Resulta interesante observar cómo a lo largo de la última obra de Toffler, cuando se llega a referir al cambio organizacional, él se muestra particularmente parco al tratar el cambio interno y da especial significación a los cambios del entorno.

En lo sucesivo, cierto es que se impondrá la empresa flexible, que las organizaciones tendrán que estar preparadas para una mayor velocidad de respuesta y una incrementada creatividad y que los individuos que las dirijan han de ser gerentes flexibles. Pero en mi opinión la empresa flexible no será únicamente aquella que aniquile la burocracia y adopte la adhocracia, ni tampoco el gerente flexible será el que busque la excelencia o el ejecutivo al minuto.

La empresa flexible será la que sepa reaccionar ante las necesidades individuales y las diferencias situacionales, como el gerente flexible será el que sepa enfrentar el cambio y dominarlo con la aplicación del conocimiento de todo origen y el despliegue de todas sus habilidades gerenciales a plenitud. Será el gerente capaz de buscar el futuro con la convicción de que puede crearlo y aprovechar el pasado con la certeza de que puede desecharlo, pero que hay un punto que contiene todo y demanda todo, que exige total responsabilidad: el presente.

En la medida en que los gerentes sepan aceptar, valorar, cuestionar, enaltecer y cambiar el presente, en esa proporción estarán alcanzando la flexibilidad.

Es preciso coordinar las unidades adhocráticas o módulos de la corporación desde el centro (“armazón” como le llama Toffler) cuyas funciones son la coordinación, la definición y el mantenimiento de los prototipos y la previsión de servicios especializados o recursos a todas las organizaciones que forman parte de la constelación como conjunto.

De manera muy específica, Toffler se refiere a las necesidades particulares del cambio estructural de la “Bell” en busca de la flexibilidad,

De algún modo, Toffler se mueve en esa dirección impulsando la idea de una empresa flexible, pero lo que vale la pena señalar es que en cualquier intento de flexibilización, no hay mejor modelo que la realidad y las necesidades de cada empresa, sin desconocer todo cuanto se debe conocer sobre la posible característica de la sociedad futura, la innovación tecnológica, las necesidades sociales y la economía.

Los gerentes que hoy empiezan a enfrentarse al siglo XXI habrán de ser personas abiertas al tiempo, con alta velocidad de respuesta, de mentalidad plural, libres de prejuicios y despojados de ideologías.

Habrán de ser personas impulsadas por la objetividad en una búsqueda incuestionable: el beneficio de la humanidad.

 

RELACIÓN DEL TEMA CON LA PROPUESTA DE TESIS DOCTORAL

 

La propuesta que hago se titula “COMO INFLUYE EL MERCADEO EN EL COMPORTAMIENTO ESTUDIANTIL PARA REALIZAR LA SELECCIÓN DE SU CARRERA EDUCATIVA PROFESIONAL “.

 

En este sentido, el trabajo de Toffler hace referencia directa al sistema tradicional de Enseñanza Superior, el cual, sorprendido por una crisis financiera, no puede seguir procurando todos los servicios solicitados.

Ello ha originado graves tensiones, adicional a las demandas que requieren servicios didácticos específicos, individualización de la enseñanza y nuevos tipos de cursos. Se puede decir que el sistema educativo se ha quedado anticuado.

Para adaptarse  a la nueva era serán necesarios sistemas de planificación nuevos y mejores y éstos deben fundarse en un profundo conocimiento de las fuerzas sociales que influyen sobre la compañía y en una percepción clara de las diferencias básicas entre el industrialismo y el superindustrialismo que plantea el autor.

En este sentido, hoy por hoy los gerentes tienen que incluir importantes objetivos sociales dentro de sus planes, pero lidiar con el cambio interno una vez ya iniciado, requiere altas cuotas de especialización y destreza.

Tal énfasis de Toffler es comprensible porque él es fundamentalmente un crítico sociológico y no un autor en el campo del desarrollo organizacional.

La gerencia de la novedad impulsa la idea de que cuando desciende la proporción de la novedad en una organización, el progreso se detiene; mientras que cuando aumenta, el progreso se acelera.

Tal es el estado que se prevé para la era superindustrial. La proporción de la novedad será tal que se hará totalmente necesario encontrar personas con experiencia menor a los dos años. Las necesidades de conocimientos serán tales que no habrá institución educativa capaz de preparar a la gente, con lo que resulta casi inminente que la responsabilidad de la educación especializada se descentralice hacia las corporaciones, o en un caso extremo, toda la educación.

Toffler prevé la necesidad de crear unos laboratorios de comportamiento para la investigación, dada la capacidad tan deficiente para prever acontecimientos sociales, políticos y económicos. Dichos laboratorios servirían para crear una red sistemática de indicadores sociales y ambientales, incorporándola a los indicadores económicos ya existentes.

El análisis de mercado que se realice en la propuesta de tesis, debe incluir los aspectos mencionado por Toffler sobre los requerimientos de la nueva educación superior y que aquí se reseñaron.

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