Escuela Normal de
Profesores Varones Nro. 2 de la Capital Federal “Mariano Acosta”
Urquiza y Moreno, Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Si hacés click en la foto podés escuchar el Himno de la Escuela,
que fuera compuesto
en 1924 por don Felipe Boero
Pedro Luis Comi
Blas Di Lorenzo
Luis Basile
José Enrique Morad
Luis Carrara
Juan Carlos Godoy
Jorge
Battioli
Antonio Sadi Frumento
Bautista Aizcorbe
Delia Isola
Flavio Torres Vera
Francisco Outeda
Héctor
Cabrera
Héctor Fesquet
Héctor J. Medici
Heriberto Retamar Quiroga
Irma Cairoli de Liberal
Irma Pérego
José Carlos Astolfi
José Luna
Jorge
De Luccia
José Solimano
Juan José Ribera
Juan José
Berutti
Luis Domínguez
Luis Jufre
Luis Taddei
Matías Sánchez Sorondo
Pedro Beruti
Ricardo Guillermo Mandolini
Guardo
Albertoni, Juan Carlos
Alvariñas, Eduardo
Aradas, Edgardo
Aranda, Arcadio
Aren, Fernando Jorge
Ares, Eduardo
Bergerot, José Cirano
Bianchi, Arnoldo Raúl
Bonnet, Alberto Jesús
Candela, Armando
Costa, Ricardo
Cozzi, Virgilio Domingo
D´Atri, Francisco Esteban
Di Giorgio, Francisco
Fernández, ¿ (Toto)
Fernández, Manuel
Fumo, Antonio
Gilardi, Enrique Andrés
Gimeno, Eduardo
González, ¿
Griffero, Eugenio Alberto
Guido, ¿
Kral Kaspard, Rodolfo
Lauro, Alfonso
Leivar, Bernardo
Lione, Marino
Massoia, Elio
Mikenas, Juan Alejandro
Noguera, Jorge Omar
Raggio, Juan Carlos
Regueiro, Ricardo Ramón
Rojas, Mario Edgardo
Sanz, Roberto María
Siri, Horacio
Spindler, Benjamín
Suero, Pablo
Troglio, Norberto
Troyano, Alberto
Vergani, ¿
Vita, Ruben Carlos
Zelaya, Ernesto Francisco
Algo que escribí recordando "los viejos tiempos"
TRES
HOMBRES EN MI VIDA DE ESTUDIANTE
Quiero decir que mi vida de estudiante secundario la pasé en la Escuela Normal de Profesores Varones Nro. 2 de la Capital Federal “Mariano Acosta”, una buena escuela, con no demasiado alumnado, mucha disciplina y seriedad, los profesores no tuteaban a los alumnos, era obligatorio usar guardapolvo, lo cual nos hacía sentirnos medio “especiales”. Y de mi paso por ella entre los años 1950 y 1954, afloran a mis recuerdos los nombres de tres profesores que dejaron mayores recuerdos en mi vida, y ello me lleva a preguntarme:
¿Por qué los recuerdo? ;
¿Es que los otros miembros del cuerpo docente eran ineficaces? ;
¿Que me lleva a tener más presentes en mi sobrecargada memoria a estos tres hombres? ;
¿Que me enseñaron de que me hablaron, que me inculcaron?
Pues
bien, hay un punto en común, los tres profesores nos hablaron de sexo:
¿eran
unos degenerados? ;
¿Unos
corruptos? ;
¿O
que?.
No
sencillamente nos enseñaron cosas que tenían que ver con el sexo, y eso me
lleva a describir como era nuestra época, qué nos enseñaban en nuestras
casas, y qué sabíamos del sexo.
Me
da vergüenza contar lo que sabíamos de sexo al llegar a la escuela secundaria,
hoy un niño de seis años se reiría de mí, vamos a reírnos todos,
q
Con respecto al sexo lo
ignorábamos TODO;
q
El cuento de la cigüeña,
era materia común en nuestros pibes;
q
La masturbación era
pecaminosa, prohibido, y por supuesto integrante del bagaje de nuestros
secretos mejor custodiados en nuestro
corazón, a través de ese acto conocimos nuestro propio semen, pero no sabíamos
para que servía;
q
La ropa interior de las
mujeres era ocultada cuidadosamente a la vista de los varoncitos de la casa;
q
Las madres solteras eran
todas “putas”. Los diccionarios nos llevaban de sinónimo en sinónimo, así
puta era “ramera”, “meretriz”, hasta que al final en un bendito
diccionario encontré que ramera es “persona que comercia con su cuerpo”,
bueno ya era algo, los chicos cuando hablábamos de estas cosas lo hacíamos en
voz baja y con un tono tan cómplice como el que podría haber usado Osama Bin
Laden para conectarse con sus secuaces al ordenarles volar las torres gemelas de
Nueva York, tal vez el nuestro era peor porque teníamos una terrible carga de
estúpida culpa, producto de nuestra educación “familiar y cristiana”;
q
Las mujeres embarazadas
ocultaban su panza lo más que podían,
a los niños menores que iban a tener un hermanito se les decía que la mamá
debía engordar mucho para luego poder dar la teta al hermanito que iba a llegar
(desde París colgando del pico de una cigüeña);
q
Las nenas ignoraban lo que
era la menstruación, de manera que cuando llegaban a ser señoritas, algunas
sufrían ataques de pánico creyendo que iban a morir de una hemorragia.
q Los chicos de la ciudad ignorábamos lo que era un parto, cuando alguno tenía la suerte de ver nacer a un perrito o un gatito corría contar la “novedad” a sus amiguitos;
q
Llegamos a inflar
preservativos usados que encontrábamos en la vía publica, creyendo que eran
globos;
q
No sabíamos lo que era un
aborto:
Si
alguno de mis lectores sufre un ataque de risa al leer esto, yo lo comprenderé
y no me ofenderé, ese era el nivel real de nuestros conocimientos en materia de
sexo, y esa era la forma en que nuestras madres nos explicaban las cosas, esa
era la realidad, en ese mundo de ocultamientos están padres, maestros y el
resto de la sociedad, en 3ro. Y 4to. año de
la Escuela Normal teníamos Anatomía, y el libro por el que estudiábamos la
materia era “Anatomía Humana” de Dembo S.J., el mismo en la parte referida
al aparato sexual, tenía una nota que decía que esos temas no eran para ser
estudiados por nosotros dada nuestra corta edad (promedio 15 años).
He
aquí por que aflora el recuerdo de estos profesores que rescato del arcón de
mis recuerdos estudiantiles
HERIBERTO
RETAMAR QUIROGA (Conejo): Profesor de Música, estaba considerado uno de los
mejores pianistas del país, lo recuerdo de baja estatura, siempre muy bien
vestido, calvo, usaba sombreros de muy buena calidad. Por aquellos entonces
tendría unos 55 años.
Esperábamos
sus clases, porque él nos “avivaba” de cosas sencillas con respecto al
sexo, ante nuestra ignorancia supina todo era importante, un día llegamos a
preguntarle si el coito anal dejaba embarazadas a las mujeres, a lo que el
jocosamente respondió en italiano “il cazzo un cuolo non fe figliolo”.
Nos
enseñó a limpiarnos el glande, cómo debía correrse el prepucio para efectuar
dicha limpieza y evitar así ulterioridades molestas.
Nos
previno de muchas cosas ante la inminencia de nuestro primer festejo del Día
del Estudiante, y de cómo proceder con las chicas.
Con
él también conocimos a los buenos autores de música argentina a quienes nadie
nombraba ni nombra como lo eran Alberto Ginastera o Gilardo Gilardi.
ROBERTO
TADDEI: Médico, Profesor de Anatomía, corta estatura, nada especial en
su vestimenta, más o menos la misma edad de Retamar Quiroga.
Nos
enseñó todo lo concerniente a la anatomía del Aparato Sexual, tanto del varón
como de la mujer, ahí supimos realmente quienes éramos desde el punto de vista
anatómico, lo que era un embarazo, en suma aprendimos a respetar a la mujer,
comprendiendo sus funciones que la preparaban para la maternidad.
También
recuerdo que aprendí que cuando río entra en funciones el músculo
externocleiromastóideo.
RICARDO GUILLERMO MANDOLINI GUARDO: Profesor de Geografía en 4to. año y de Sicología Pedagógica en 5to. año, alto delgado, medio encorvado, nosotros hacíamos una caricatura de él, su cuerpo era una sola línea y con un libro de Freud debajo del brazo, a dicho libro lo titulábamos “La Reproducción Sexual de los Agujeros en el Queso Gruyere”. Enarbolaba su apellido Guardo con orgullo, ya que él era muy apegado al peronismo de aquella época, y dicho apellido estaba muy ligado a ésta ideología política.
Nos enseñó mucho acerca de nuestra conducta sexual, de la conducta sexual de la mujer, del papel del sexo en las relaciones interpersonales. Nos ilustró acerca de la homosexualidad y nos inculcó la idea que los homosexuales no eran seres endemoniados ni malditos, eran seres humanos iguales que nosotros y merecedores de todo respeto. Esto (año 1954) era como predicar la igualdad entre el hombre y la iguana, sonaba a disparate y peor que eso a pecado.
Aunque no forma parte de la lista de los muy recordados profesores, debo mencionar que el sacerdote JUAN JOSE RIVERA, profesor de Religión quizá jugándose el puesto en aquellos entonces nos ilustró acerca de que las poluciones nocturnas no eran pecado, que algunos pensamientos tipo fantasía sexual tampoco lo eran (por ejemplo: si estoy de novio con una chica y voy a casarme con ella, pensar en tener sexo con ella no es pecado), en fin medio de un océano de posibles pecados, alguien que te desvinculaba un poco de él y sobre todo por tratarse de un sacerdote, ello te reconfortaba.
Esto lo escribo para que los miembros de otras generaciones más recientes comprendan por qué algunos de nosotros somos una bolsa de preconceptos, tabúes y negaciones respecto de éste tema que hoy carece de todas las rémoras que arrastramos nosotros, alguien decía la única verdad es la realidad, y esto es absolutamente cierto.
Alberto Jesús Bonnet
martes, 23 de octubre de 2001