Akhy - Egipto

 

ANTIGUO EGIPTO

 

Egipto y París

Por Weni

En busca de Isis

"Aporta [Charles Dupuis 1742-1809] una voluminosa documentación arqueológica e histórica y propone un nuevo enfoque sobre la cuestión de la existencia en Francia de esas remotas influencias [esto viene a razón de la nueva boga de la teogonía egipcia que bajo el signo de la revolución francesa y dentro del marco de las especulaciones acerca de las religiones y su espíritu se exponenen por esta época]. En lo que a París se refiere, Dupuis adopta la tesis de Court de Gébelin y sitúa el santuario de Isis en la Isla de la Cité. Pero va más allá. No es ya que la catedral de Nôtre-Dame se alce sobre las ruinas de ese santuario, sino que la propia catedral es un Iseum:

Esta famosa Isis era la diosa de los antiguos francos, o de los suevos, que asociaban siempre a su culto la nave simbólica conocida con el nombre de Nave de Isis, nave que aún permanece en el escudo de París, es decir, en el de la ciudad cuya diosa tutelar era Isis. Es a esta Isis, madre del Dios Luz, a la que el pueblo ofrenda cirios el primer día del año e incluso todos los demás días de éste, y en memoria suya se celebra la fiesta de las Luces..!!

Nuestra Isis o Nuestra Señora es, por supuesto, Isis, la Señora de los egipcios. Un análisis detallado del pórtico norte de la fachada, esculpido entre 1210 y 1220, Y donde se hallan la Virgen, los signos del Zodíaco y los trabajos de los meses, lo confirma. Emile Méile cita dicho análisis como uno de los primeros intentos de explicar estos calendarios de piedra. La demostración se deriva del siguiente postulado:

Lo más singular que hay en este monumento es que el signo celeste de Virgo no viene a continuación del de Libra, ni del de Escorpio, ni está en ninguna de las doce casillas de los animales celestes. El estatuario se puso a sí mismo en ese lugar, entre Cáncer y Libra. Lo vemos con el mandil, el martillo y el cincel en la mano, tallando y esculpiendo la piedra.

La observación es exacta [el signo al que hace referencia es el segundo hacia abajo de la columna de la derecha]. El signo de Virgo, que aparece ahora en la octava casilla del Zodíaco, es obra de Viollet-le-Duc, que nos dejó su propia descripción del personaje, escultor o albañil, que él sustituyó mientras restauraba la catedral, y cuyo estilo y ropas revelan «una época cualquiera del siglo XVlI». La figura desaparecida no sólo la reproduce Dupuis  sino también Le Gentil de la Galaisiere en 1785. Como el signo de Virgo estaba aún en su sitio en 1640, tal y como resulta de una interpretación alquímica de los "jeroglíficos" del pórtico, su enigmática desaparición y su no menos enigmática sustitución tuvieron que acontecer entre esas dos fechas.

Acompañan a la Virgen treinta y seis figuras simbólicas. A los doce signos del Zodíaco corresponden los doce trabajos de los meses del año, a los que se suman, por una parte, los seis graduales cambios de temperatura de las estaciones, representados por personajes cada vez más ligeros de ropa, y, por otra, las seis edades de la vida, consecutivas a la del niño que lleva en brazos Nuestra Señora, que representan de esta forma los graduales cambios de la luz a lo largo de esos mismos meses. Es, pues, evidente que el pórtico está consagrado a la diosa del ciclo anual. Ahora bien, según Horus Apolo, el año se encarnaba en la Isis egipcia. En Francia, el culto a esta diosa tuvo hondas raíces.

Más de cien años antes de la era cristiana, los galos honraban, en la comarca de Chartres, a la Virgini pariturae (a la Virgen que parirá) , advocación que no podía referirse sino a la divinidad que, año tras año, tenía que traer de nuevo al Dios Luz y darle una nueva vida.

Según Dupuis, la iconografía cristiana no hizo sino continuar con esa misma tradición. ¿No vemos acaso, en una medalla de Isis que reprodujo Athanasius Kircher, a la diosa amamantando al joven Horus, de forma en todo semejante a las imágenes de nuestra Virgen, madre de Cristo?. En el Zodíaco del manuscrito árabe n.Q 1165 de la Biblioteca Nacional, el signo de Virgo también va acompañado de un niño, lo mismo que sucede con todas nuestras Vírgenes y con la Isis egipcia que amamanta al Dios Luz.

Cristo no es sólo Horus, el día, nacido del sol-Osiris y de la luna-Isis. Es también sol resplandeciente, como Osiris. Los escritores de la secta cristiana establecen un constante paralelo entre su historia, su muerte, su descenso a los Infiernos y su resurrección y la epopeya del dios supremo de los egipcios. La comparación se basa en la leyenda de la resurrección de Osiris, que vino a añadirse a la del descubrimiento de su cadáver, y en la que, tras devolverle Isis la vida, se convierte en rey y juez de los muertos. Plutarco (XXXIX) y Lactancio (1, 21) describieron la celebración de estos misterios. Sabido es también que a Harpócrates lo concibió Osiris tras la resurrección de su despedazado cuerpo y se lo representaba como a un niño solar sentado en un loto (Plutarco XIX y XI). Las coincidencias entre ambas religiones son muchas:

Era, en fin, el cristianismo tan conforme al culto al sol que el emperador Adriano llamaba a los cristianos adoradores de Serapis, es decir, del Sol, pues Serapis y Osiris eran un mismo dios."

Fuentes: Jurgis Baltrusaitis, "En busca de Isis".

 


EGIPTO Y PARÍS /ANTIGUO EGIPTO / MAPA / PRINCIPAL

 

 

 

 

 

Hosted by www.Geocities.ws

1