EL ANGEL CIEGO
Un d�a estaba oyendo la brisa del mundo.
Sentado en mi nube gris palpitando el aire.
Present� una voz suave pedirme que baje.
Fue como un zumbido hipn�tico. Empujado a descender.
Con cada aleteo una pluma  se deshojaba.

Al tocar tierra mis pies se convirtieron en ra�ces.
La voz se acercaba meticulosa. Convincente.
Su armon�a sopl� en mis ojos  y me hizo ver su imagen.
Sent� caer mi pesada existencia. Por cataratas agigantadas
y desiertos malhumorados. Bail� sobre un sue�o dulce amarillo.

Todo pas� esa primera vez.  Su mirada  atravesaba mis sentidos.
Me abandon� postrado sobre las  rocas.  No escuchaba ni ve�a.
Ni  un chasquido.  Nada:  solo sent�a.
Sent�a que mis latidos se me iban desfilando como soldados
que se lanzan a una  guerra que  ya est� perdida. No  regresaban.

Sent� el peso de un lugar triste,vac�o  y despistado.
De vez en cuando ven�a a alimentar  mi sufrimiento como se riegan  las flores que no se sembraron.
Tom� la decisi�n:alz� vuelo. Con las escasas fuerzas  que guardaban mis alas  llegu� a mi nube. 

Nunca m�s la vi. Mis ojos sangraron l�grimas por su partida. 

Olvid�  como volar,olvid� como ver. 
      Y desde aquel d�a me llaman el  �ngel ciego.
* este poema serv�a de introducci�n a la novela del mismo nombre
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