Saludo
I 1.
Salud en la paz, hijos e hijas, en el nombre del Señor
que nos ha amado.
Motivo y
objeto de la carta
2.
Como
sean tan grandes y ricas las justificaciones de Dios para con
vosotros, yo me regocijo, sobre toda otra cosa y por todo
extremo, en vuestros l)ienaVenturados y gloriosos espíritus,
pues de Él habéis recibido la semilla plantada en vuestras
almas, el don de la gracia espiritual.
3.
Por
lo cual, aun me congratulo más a mi mismo con la esperanza de
salvarme, pues verdaderamente contemplo entre vosotros cómo el
Señor, que es rico en caridad, ha derramado su Espíritu sobre
vosotros. Hasta tal punto me conmovió, estando entre vosotros,
vuestra vista tan anhelada.
4.
Como
quiera, pues, que estoy convencido y siento íntimamente que,
habiéndoos muchas veces dirigido mi palabra, sé que anduvo
conmigo el Señor en el camino de la justicia, y me veo también
yo de todo punto forzado a amaros más que a mi propia vida,
pues gran. de es la fe y la caridad que habita en vosotros
por
la esperanza de su vida; 5.
considerando, digo, que de tomarme yo algún cuidado
sobre vosotros para comunicaros alguna parte de lo mismo que yo
he recibido, no ha de faltarme la recompensa por el servicio
prestado a espiritus como los vuestros, me he apresurado a
escribiros brevemente, a fin de que, juntamente con vuestra fe,
tengáis perfecto conocimiento.
Síntesis
de la vida cristiana
6.
Ahora bien, tres son los decretos del Señor: la
esperanza de la vida, que es principio y fin de nuestra fe, y la
justicia, que es principio y fin del juicio; el amor de la alegría
y regocijo, que son el testimonio de las obras de la justicia.
7.
En efecto, el Dueño, por medio de sus profetas, nos dió a
conocer lo pasado y lo presente y nos anticipó las primicias
del goce de lo por venir. Y pues vemos que una tras otra se
cumplen las cosas como Él las dijo, deber nuestro es adelantar,
con más generoso y levantado espíritu, en su temor.
8.
Por lo que a mí toca, no como un maestro, sino como Uno de
entre vosotros, quiero poner a vuestra consideración unos pocos
puntos, por los que os alegraréis en la presente situación.
Tiempos
difíciles. Contra los sacrificios judíos
II 1.
Como quiera, pues, que los días son malos y el
poder está en manos del Activo mismo, deber nuestro es,
atendiendo a nosotros mismos, inquirir las justificaciones del
Señor.
2.
Ahora bien,
auxiliares de nuestra fe son el temor
y la paciencia, y
aliados nuestros la largueza de alma y la continencia.
3.
Como
estas virtudes estén firmes en todo lo atañedero al Señor
santamente, regocíjanse con ellas
la
sabiduría,
la inteligencia, la ciencia y el
conocimiento.
4.
En efecto, el Señor, por medio de todos sus profetas,
nos ha manifestado que no tiene necesidad ni de sacrificios ni
de holocaustos ni de ofrendas, diciendo en una ocasión:
5.
¿Qué se me da a mi de la muchedumbre de vuestros
sacrificios?—dice el Señor—.
Harto estoy de vuestros
holocaustos y no quiero el sebo de vuestros corderos ni la
sangre de los toros y machos cabríos, ni aun cuando vengáis a
ser vistos de mí. Porque ¿quién requirió todo eso de
vuestras manos? No quiero que volváis a pisar mi atrio. Si me
trajereis la flor de la harina, es cosa vana; vuestro incienso
es para mí abominación; vuestros novilunios y vuestros sábados
no los soporto.
La
ofrenda cristiana no hecha por mano de hombre
6.
Ahora bien, todo
eso
lo invalidó el Señor, a fin de
que
la nueva ley de nuestro Señor Jesucristo, que no
está sometida al yugo de la necesidad, tenga una
ofrenda no hecha por mano de hombre.
7.
Y así dice de nuevo a ellos:
¿Acaso fui yo quien
mandé a vuestros padres, cuando salían de la tierra de Egipto,
que me ofrecieran holocaustos y sacrificios? 8.
¿0 no fué más bien esto lo que les mandé, a saber: que
ninguno de vosotros guarde en su corazón rencor contra su
hermano y que no amarais el falso juramento?
9.
Debemos, por
tanto, comprender, no cayendo en la insensatez, la sentencia de
la bondad de nuestro Padre, porque con nosotros habla, no
queriendo que nosotros, andando extraviados al modo de aquéllos,
busquemos todavía cómo acercarnos a Él.
10.
Ahora bien, a nos otros nos dice de esta manera:
Sacrificio
para Dios es un corazón contrito; olor de suavidad al Señor,
un corazón que glorifica al que le ha plasmado.
Debemos, por ende, hermanos, andar con toda diligencia en lo
que atañe a nuestra salvación, no sea que el maligno, logrando
infiltrársenos por el error, nos arroje, como la piedra de una
honda, lejos de nuestra vida.
El ayuno
acepto a Dios
III 1.
Díceles, pues, otra vez acerca de estas cosas:
¿Para qué me ayunáis, de modo que hoy sólo se oyen los
gritos de vuestra voz? No es éste el ayuno que yo me escogí—dice
el Señor—no al hombre que humillo su alma. 2.
Ni aun cuando dobléis como un aro vuestro cuello y
vistáis de saco y os acostéis sobre ceniza, ni aun así lo
llaméis ayuno aceptable.
3.
A nosotros, empero, nos dice:
He aquí el ayuno que me
elegí—dice el Señor—: No al hombre que humilla su alma,
sino: Desata toda atadura de iniquidad, rompe las cuerdas de los
contratos violentos, despacha a los oprimidos en libertad y
rasga toda escritura inicua. Rompe tu pan con los hambrientos y,
si vieres a un desnudo, vístelo; recoge en tu casa a los sin
techo; si vieres a un humilde, no le desprecies, ni te apartes
de los de tu propia sangre. 4. Entonces
tu luz romperá matinal, y tus vestidos resplandecerán rápidamente,
y la justicia caminará delante de ti, y la gloria de Dios te
cubrirá. 5. Entonces
gritarás y Dios te escuchará; cuando aun estés hablando, dirá:
Heme aquí presente, a condición que quites de ti la atadura y
la mano levantada y la palabra de murmuración y des de corazón
tu pan al hambriento y hayas lástima del alma humillada.
6.
En conclusión,
hermanos, mirando anticipadamente el Señor longánirne que el
pueblo que preparó en su Amado había de creer con sencillez,
anticipadamente nos lo manifestó todo, a fin de que no vayamos
como prosélitos a estrellarnos en la ley de aquéllos.
Huyamos
de toda maldad, porque se acerca el fin de los tiempos
IV 1.
Así, pues, es preciso que, escudriñando
muy despacio lo presente, inquiramos las cosas que pueden
salvarnos. Huyamos, por
ende, de modo
absoluto de todas las obras dc la iniquidad, a fin de que jamás
las obras de la iniquidad se apoderen de nosotros y aborrezcamos
el extravío del tiempo presente, a fin de ser amados en el por
venir.
2. No demos
suelta a nuestra propia alma, de suerte que tenga poder para
correr juntamente con los pecadores y los malvados, no sea que
nos asemejemos a ellos.
3.
El escándalo consumado está cerca, aquel del que está
escrito, corno dice Henoch; pues el Dueño abrevió los tiempos
y los días, a
fin de que se apresure su Amado y venga a
su heredad.
4.
Además, el profeta dice así:
Diez reinos reinarán
sobre la tierra y tras ellos se levantará un rey pequeño que
humillará de un golpe a tres reyes. 5.
Igualmente, Daniel dice sobre lo mismo: Y
vi
la cuarta bestia, mala y fuerte, y más fiera que todas
las otras bestias de la tierra, y cómo de ella brotaban diez
cuernos y de ellos un cuerno pequeño, como un retoño, y cómo
éste humilló de un golpe a tres de los cuernos mayores.
6.
Ahora bien, obligación nuestra es comprender.
La
alianza es nuestra
Además, os ruego una cosa, como uno de vosotros que soy y
que particularmente os amo a todos más que a mi propia alma, y
es que atendáis ahora a vosotros mismos y no os asemejéis a
ciertas gentes, amontonando pecados a pecados, gentes que andan
diciendo que la Alianza es de aquéllos y nuestra. Nuestra,
ciertamente; pero aquéllos la perdieron en absoluto del modo
que diré, después de haberla ya recibido Moisés. 7.
Dice, en efecto, la Escritura: Y estaba Moisés en el
monte, ayunando por espacio de cuarenta dias y de cuarenta
noches, y recibió la Alianza de parte del Señor, las tablas de
piedra, escritas por el dedo de la mano del Señor. 8.
Mas, corno ellos se volvieron a los ídolos, la
destruyeron. Dice, en efecto, el Señor de esta manera: Moisés,
Moisés, baja a toda prisa, pues ha prevaricado tu pueblo, los
que sacaste de la tierra de Egipto. Y Moisés lo entendió y
arrojó de sus manos las dos tablas e hízose
pedazos la Alianza de ellos, a fin de que la de su Amado, Jesús,
quedara sellada en nuestro corazón en la esperanza de su fe.
No basta
poseer la Alianza: La reprobación de Israel, aviso para el
pueblo cristiano
9.
Muchas cosas quería
escribiros, no como maestro
, sino comoo
dice con quien gusta no faltar en lo que tenemos
;
de ahí que me apresuré a escribiros, aun siendo escoria
vuestra. Por lo
tanto, atendamos a los
últimos días, pues de
nada nos
servirá todo el tiempo de nuestra fe, si ahora, en el tiempo
inicuo y en los escándalos que están por venir, no resistimos
como conviene a hijos de Dios, a fin de que el Negro no se nos
infiltre.
10.
Huyamos
de toda vanidad;
odiemos absolutamente las obras del mal camino. No viváis
solitarios, replegados en vosotros mismos, como si ya
estuvierais jus
tificados, sino, reuniéndoos
en un mismo lugar, inquirid juntos lo que a todos en común
conviene.
11.
Porque dice la
Escritura:
¡Ay de los prudentes para si mismos y de los
sabios ante sí mismos. Hagámonos
espirituales, hagámonos templo perfecto para Dios. En cuanto
esté en nuestra mano
, meditemos el
temor de Dios y luchemos por guardar sus mandamientos, a fin
de regocijarnos en sus justificaciones.
12.
El
Señor
juzgará al
mundo sin acepción de personas: Cada uno recibirá conforme
obró. Si el hombre fué bueno, su justicia marchará delante de
él; si fuere malvado, la paga de su maldad irá también
delante de él.
13. Recordémoslo,
no sea que, echándonos a descansar como llamados, nos durmamos
en nuestros pecados, y el príncipe malo, tomando poder sobre
nosotros, nos empuje lejos del reino del Señor.
14.
Además, hermanos
mios, considerad este punto: cuando estáis viendo que, después
de tantos signos y prodigios sucedidos en medio de Israel y que,
sin embargo, han sido de este modo abandonados, andemos alerta,
no sea que, como está escrito, nos encontremos
muchos
llamados y pocos escogidos.
La Gracia
de la Redención
V 1.
Porque el Señor soportó entregar
su carne a la destrucción, a fin de que fuéramos nosotros
purificados por la remisión de nuestros pecados, lo que se nos
concede por la aspersión de su sangre.
2.
Acerca de esto, efectivamente, está escrito, parte que
se refiere a Israel, parte a nosotros, y dice así:
Fué
herido por nuestras iniquidades y debilitado por nuestros
pecados: Con su llaga fuimos nosotros sanados. Fué conducido
como oveja al matadero y como cordero estuvo mudo delante del
que le trasquila.
3.
Por tanto, tenemos deber de dar sobremanera gracias
al Señor, porque nos dió a conocer lo pasado, nos instruyó
acerca de lo presente y no estamos sin inteligencia para lo por
venir.
4.
Y así dice la Escritura:
No se tienden injustamente
las redes a los volátiles. Lo
cual
quiere decir que con razón se perderá el hombre que, teniendo
conocimiento del camino de la justicia, se precipita a si mismo
por el caniino de las tinieblas.
Por qué
sufre el Señor en su carne
5.
Consideremos, otrosí, este punto, hermanos míos: Si es
cierto que el Señor se dignó padecer por nuestra alma, siendo
como es Señor de todo el universo, a quien dijo Dios desde la
constitución del mundo:
Hagamos al hombre a imagen y
semejanza nuestra, ¿cómo, digo, se dignó padecer bajo la
mano de los hombres? Aprendedlo.
6.
Los profetas, teniendo como tenían de Él la gracia, con
miras a Él profetizaron. Ahora bien, Él, para destruir
la muerte y mostrar la resurrección, toda vez que tenía que
manifestarse en carne,
7.
sufrió primero para cumplir la promesa a los padres, y luego, a
par que se preparaba Él mismo para si un pueblo nuevo, para
demostrar, estando sobre la tierra, que después de hacer Él
mismo la resurrección, juzgará.
8.
Por fin, predicó, enseñando a Israel y haciendo tan grandes
prodigios y señales, con lo que le mostró su excesivo amor.
9.
Y cuando se escogió a sus propios Apóstoles, los que
habian de predicar su Evangelio, hombres ellos injustos respecto
a la ley sobre todo pecado—a fin de mostrar
que no vino a
llamar a los justos, sino a los pecadores—, entonces fué
cuando puso de manifiesto que era Hijo de Dios.
10.
Porque de no haber venido en carne, tampoco hubieran
los hombres podido salvarse mirándole a Él. como quiera que
mirando al sol, que al cabo está destinado a
no ser,
como obra que es de sus manos, no son capaces de fijar los ojos
en sus rayos.
11.
En conclusión, el Hijo de Dios vino en carne a fin de
que llegara a su colmo la consumación de los pecados de quienes
persiguieron de muerte a sus profetas.
12.
Luego para ese fin sufrió. Dice Dios, en efecto, que la
haga de su carne procede de ellos:
Cuando hirieren a su
propio pastor, entonces perecerán las ovejas del rebaño.
13.
Ahora bien, Él mismo fué quien quiso así padecer, pues
era preciso que sufriera sobre el madero. Dice, en efecto, el
que profetiza acerca de Él:
Perdona a mi alma de la espada. Y:
Traspasa con un clavo mis carnes, porque las juntas de
malvados se levantaron contra mi.
14.
Y
otra vez
dice: He
aquí que puse mi espalda para los azotes y mis mejillas para
las bofetadas; pero mi rostro lo puse como una dura roca.
Preludios
de la Pasión del Señor
VI 1.
Ahora bien, ¿qué dice cuando hubo cumplido el
mandamiento?
¿Quién es el que me juzga? Póngase frente a mí.
¿Quién es el que se justifica en mi presencia? Acérquese al
siervo del Señor.
2.
¡Ay de vosotros,
porque todos habéis de envejecer como un
vestido y la polilla os consumirá. Y
otra vez dice el profeta, una vez que fué puesto Jesús
como roca fuerte para despedazamiento:
Mira que voy a echar
en los cimientos de Sión una piedra de
mucho valor, escogida, angular, preciosa. 3.
¿Qué dice después?
Y el que esperare en ella, vivirá
para siempre. Luego ¿nuestra esperanza estriba sobre una
piedra? De ninguna manera. Lo
que
significa es que el Señor puso su carne en fortaleza. Pues
dice:
Y púsome como una roca dura.
4.
Pero dice de nuevo el profeta:
La piedra que
desecharon los constructores vino a ser cabeza de ángulo.
Y otra vez dice:
Este es el día grande y
maravilloso que hizo el Señor.
5.
Os escribo con
demasiada sencillez, a fin de que entendáis, yo, que soy sólo
barredura de vuestra caridad.
6.
¿Qué sigue, pues, diciendo el profeta?
Me rodeó la junta
de los malvados; cercáronme como abejas
al panal. Y:
Sobre mi
vestidura echaron suerte.
7.
Como quiera, pues, que había el Señor de manifestarse y
sufrir en
la carne, fué de antemano
mostrada su pasión. Dice, en efecto, cl profeta contra Israel:
¡Ay
dcl alma de ellos, pues han tramado designio malo contra si
mismos! Atemos al justo, porque nos es
molesto.
Nuestra
renovación íntima, fruto de la Pasión del Señor
8.
¿Qué les dice el otro profeta, Moisés?
He aquí lo que dice el Señor Dios: Entrad en la tierra
buena, que el Señor juró dar a Abraham,
Isaac y Jacob, y poseedla en herencia,
tierra que mana leche y miel.
9.
¿Qué dice el conocimiento? Aprendedlo: "Esperad
—dice—en Jesús, que ha de manifestárseos en carne. El
hombre, en efecto, no es sino un pedazo de tierra que sufre,
pues de la haz de la tierra fué plasmado Adán.
10.
Ahora bien, ¿qué quiere decir lo de
tierra que mana leche y
miel? Bendecido sea el Señor nuestro, hermanos, por haber
puesto en nosotros sabiduría e inteligencia de sus secretos. El
profeta, en efecto, nos pone una parábola del Señor. ¿Quién
lo entenderá, sino el sabio e inteligente y que ama a su Señor?
11. Ahora bien,
ello significa que, habiéndonos renovado por el perdón de
nuestros pecados, hizo de nosotros una forma nueva, hasta el
punto de tener un alma de niños, como que de veras nos ha
plasmado Él de nuevo.
12.
Y, en efecto, la Escritura dice de nosotros lo mismo que
Dios dijo’a su Hijo:
Hagamos al hombre a imagen y semejanza
nuestra, y tenga imperio sobre las bestias de la tierra y sobre
las aves del cielo y sobre los peces del
mar. Y dijo después de contemplada la hermosa figura
nuestra:
Creced y multiplicaos y
henchid la tierra. Todo eso a su Hijo.
13.
Mas también te
demostraré cómo nos lo dice a nosotros. La segunda creación
la cumplió en los últimos tiempos, pues dice el Señor:
He
aquí que hago lo último como lo primero. Luego en relación
con esto predicó el profeta:
Entrad en la tierra que mana
leche y miel y enseñorearos de ella.
14.
Siguese, por
tanto, que nosotros somos los plasmados de nuevo, al modo como,
a su vez, lo dice en otro profeta:
Mira—dice el Señor—
que
voy a quitar de éstos, es decir, de aquellos que antevió
el Espíritu del Señor,
los corazones de piedra
y les meteré dentro corazones de carne. Y
es que
Él
había de
manifestarse en carne y habitar en nosotros.
15.
Y, en efecto,
hermanos míos, templo santo es para el Señor la morada de
nuestro corazón.
16.
Porque dice otra vez el Señor:
¿Y en qué seré visto por
el Señor mi Dios y seré glorificado? Dice:
Te confesaré
en la reunión de mis hermanos y te cantaré
himnos en medio de la congregacion de los santos. Luego
nosotros somos los que introdujo en la tierra buena.
17.
Pues ¿qué
quiere decir la leche y la miel? Es que el niño se cría
primero con miel y luego con leche; consiguientemente, de esta
manera también nosotros, criados con la fe de la promesa y con
la palabra divina, viviremos señoreando la tierra.
18.
Ya lo dijo más arriba:
Y crezcan y multipliquense
y manden sobre los peces. Ahora bien, ¿quién es
ahora capaz de mandar sobre la tierra o sobre los peces o sobre
las aves del cielo? Porque debemos darnos cuenta que mandar es
asunto de potestad. que implica dominar con imperio.
19.
Ahora bien, si es cierto
que ahora no se
cumple eso, luego a nosotros se nos ha dicho cuándo se cumplirá:
cuando también nosotros alcancemos punto tal de perfección que
vengamos a ser herederos de la Alianza del Señor.
El Macho cabrío
emisario, símbolo de la Pasión del Señor
VII 1.
Asi, pues, considerad, hijos de la alegría, cómo el Señor
bueno nos lo ha manifestado todo de antemano, para que sepamos a
quién debernos alabar
con acciones de
gracia por todo.
2.
Ahora bien, si el Hijo de Dios, Señor que es y
que ha
de juzgar a los vivos y a los muertos, padeció para que su
herida nos vivificara a nosotros, creamos que el Hijo de Dios no
podía sufrir sino por causa nuestra.
3.
Es más, clavado ya en la cruz,
fué abrevado con
vinagre y hiel. Escuchad cómo
de
antemano mostraron este pormenor los sacerdotes del templo. Como
está escrito el precepto:
El que no ayunare el ayuno, sea
exterminado con muerte; la razón de
mandarlo
el Señor fué porque Él había de ofrecer en
sacrificio
por nuestros pecados el vaso del Espíritu y cumplir a la par la
figura de Isaac ofrecido sobre el altar.
4.
Ahora bien, ¿qué dice en el profeta?
Y coman del
macho cabrío ofrecido durante el
ayuno por todos los pecados.
Atended cuidadosamente: Y coman los sacerdotes solos y
todos el intestino sin lavar con vinagre. 5.
¿Con qué fin? "Pues vosotros sois los que me habéis
de abrevar un día con hiel mezclado de vinagre,
a mi, que he de ofrecer mi carne por los pecados de
mi pueblo nuevo; comed vosotros solos, mientras el pueblo ayuna
y se golpea el pecho en saco y ceniza." Para demostrar que
Él había de sufrir mucho de parte de ellos.
6.
Atended a lo que
mandó:
Tomad dos machos cabrios, hermosos e iguales, y
ofrecedlos en sacrificio, y tome al uno el sacerdote en
holocausto. 7. ¿Y
qué harán del otro?
Maldito—dice la Escritura—es
el
otro. Atended cómo se manifiesta aquí la figura de Jesús:
8. Y escupidle todos y
pinchadle y poned en torno a su cabeza la lana purpúrea y de
este modo sea arrojado al desierto. Y
cumplido esto, el que lleva el macho cabrío lo conduce al
desierto, le quita la lana y la coloca sobre un arbusto llamado
zarza, cuyos frutos solemos comer cuando los hallamos en el
campo. De ahí resulta que sólo los frutos de la zarza son
dulces.
9.
Ahora bien, ¿qué
quiere decir todo esto? Atended:
El uno puesto sobre el altar
y el otro maldecido. Y justamente el maldecido es el
coronado; es que entonces, en aquel día, le verán llevando el
manto de púrpura sobre su carne y dirán: "¿No es éste a
quien nosotros un día crucificamos, después que le hubimos
menospreciado, atravesado y escupido? Verdaderamente, éste era
el que entonces decía ser el Hijo de Dios.
10.
Porque ¿cómo semejante a aquél? Para esto dijo ser
los
machos cabrios semejantes, hermosos,
iguales, para que, cuando le vean venir entonces, se
espanten de la semejanza del macho cabrio. En conclusión, ahí
tienes al macho cabrio, figura de Jesús, que tenía que sufrir.
11.
¿Y por qué
motivo pone la lana en medio de las espinas? He ahí otra figura
de Jesús puesta para la Iglesia; porque el que quiere coger la
lana purpúrea, no tiene otro remedio que sufrir mucho por lo
terrible que son las
espinas, y tras la
tribulación apoderarse de ella. "Así—dice el Señor—,
los que quisieren verme y alcanzar mi reino, han de
pasar por tribulaciones y sufrimientos antes de
apoderarse de mí."
La
novilla roja y su simbolismo
VIII 1.
¿Y qué figura pensáis representa el que se mande a
Israel ofrecer a los hombres que tienen peeados consumados una
novilla y, después de sacrificada, quemarla completamente y
tomar entonces los siervos la ceniza y depositarla en unos
vasos, y poner sobre un madero la lana purpúrea y el hisopo (ahí
tienes otra
vez la figura de la
cruz y la lana purpúrea), y de esta manera rocían
los
siervos uno por uno a todo el pueblo, a fin de
purificarse de sus pecados?
2.
Considerad cómo en sencillez nos lo dice a nosotros: El novillo
es Jesús; los hombres pecadores que lo ofrecen son
los que le condujeron a la muerte; después ya no son
hombres, ya no es la gloria de los pecadores.
3.
Los siervos que rocían
son los que
nos trajeron la buena noticia del perdón de nuestros
pecados y la purificación del
corazón;
aquéllos, digo, a quienes dió el Señor el poder del
Evangelio, los cuales eran doce para testimonio de las tribus
(pues doce son las tribus de Israel), para pregonarlo.
4. Mas ¿por qué motivo
son tres los siervos que rocían? Para atestiguar que Abraham,
Isaac y Jacob son grandes delante de Dios.
5.
¿Y qué significa que la lana se ponga sobre el madero? Que
el reino de Jesús está sobre el madero y que los que esperen
en Él vivirán para siempre.
6.
Mas ¿por qué se ponen juntos la lana y el hisopo?
Porque en su
reino habrá días malos y
sucios, en que nosotros nos salvaremos, pues el que padece en su
carne se cura por el jugo del hisopo.
7.
Y por eso, las cosas así practicadas resultan claras para
nosotros; para aquellos, en cambio, siguen oscuras por no
haber oído la voz del Señor.
La verdadera
circuncisión: la de los oídos y la del corazón
IX 1.
En efecto, dice otra vez sobre los oídos, cómo circuncidó
nuestro corazón. Dice el Señor en el profeta:
En oído de
oreja me obedecieron. Y otra vez dice:
Con oído oirán
los que están lejos, y conocerán lo que yo hice. Y:
Circuncidad—dice el
Señor—vuestros corazones. 2.
Y otra vez dice:
Escucha, Israel, porque esto dice el
Señor Dios tuyo. Y de nuevo el Espíritu del Señor
profetiza:
¿Quién es el que quiere vivir para siempre? Con
oído oiga la voz de mi siervo. 3.
Y otra vez
dice: Escucha, cielo,
y tú, tierra, presta oídos, porque el Señor ha hablado esto
para testimonio. Y dice de nuevo:
Oíd la voz del Señor,
príncipes de este pueblo. Y dice otra vez:
Escuchad,
liijos, la voz que grita en el desierto.
4.
En conclusión,
circuncidó nuestros oídos, a fin de que, oída la palabra,
creamos nosotros. Por lo demás, la misma circuncisión, en que
ponen su confianza, está anulada; porque el Señor habló de
que se practicara una circuncisión, pero no de la carne. Mas
ellos transgredieron su mandamiento, pues un ángel malo los
engañó.
5. Díceles
a ellos:
Esto dice el Señor Dios nuestro (aquí hallo yo
el mandamiento)
: No sembréis
sobre las espinas; circuncidaos para vuestro Señor. ¿Y qué
quiere de
cir: Circuncidad la dureza de
vuestro corazón y no endurezcáis vuestro cuello?
Toma ahora, otrosí:
He aquí—dice el Señor—que
todas las naciones son incircuncisas de prepucio; mas
este pueblo es incircunciso de corazón.
6.
Pero diréis: Es que el pueblo se circuncida para sello.
Mas también—te contestaré—se circuncidan los
sirios
y los árabes y todos los sacerdotes de los ídolos; finalmente,
también los egipcios usan la circuncision.
7.
Así, pues, hijos
del amor, aprended
Copiosamente acerca de
todo esto: Abraham, que fué el primero en practicar la
circuncisión, circuncidó a los de su casa mirando
anticipadamente en espíritu hacia Jesús, tomando los símbolos
de tres letras.
8.
Dice, en efecto, la Escritura:
Y circuncidó Abraham
de su casa a trescientos dieciocho hombres. Ahora bien, ¿cuál
es el conocimiento que le fué dado? Atended que pone primero
los dieciocho y, hecha una pausa, los trescientos. El dieciocho
se compone de la I, que vale diez, y la H, que representa ocho.
Ahí tienes el nombre de IHSOUS. Mas como la cruz había de
tener la gracia en la figura de la T, dice también los
trescientos. Consiguientemente, en las dos primeras letras
significa a Jesús, y en otra, la cruz.
9.
Sábelo Aquel que pone en nosotros la dádiva ingénita de su
enseñanza: Nadie aprendió de mí más genuina palabra; pero yo
sé que vosotros sois dignos de ello.
Los
animales impuros y su simbolismo
X 1.
Y lo que Moisés dijo:
No comeréis
cerdo ni águila, ni gavilán ni cuervo, ni pez alguno que no
tenga escamas, no es sino que tomó tres símbolos en
inteligencia.
2.
Por lo demás, díceles en el Deuteronomio:
Y
estableceré con este pueblo mío justificaciones.
Luego no
está el mandamiento
del Señor en no comer, sino que Moisés habló en espíritu.
3.
Ahora bien, el
cerdo lo dijo por lo siguiente: "No te juntarás—dice—-con
hombres tales que son semejantes a los cerdos; es decir, que
cuando lo pasan prósperamente, se olvidan del Señor, y cuando
se ven necesitados, reconocen al Señor, al modo que el cerdo,
cuando come, no sabe de su señor; mas cuando tiene hambre, gruñe
y, una vez que toma su comida, vuelve a callar.
4.
Tampoco comerás el águila,
ni el gavilán, ni el milano, ni el cuervo. No te juntarás—dice—ni
te asemejarás a hombres tales, que no saben produrarse el
alimento por medio del trabajo y del sudor, sino que arrebatan
en su iniquidad lo ajeno, y acechan como si anduvieran en
sencillez, y miran por todas partes a quién despojar por medio
de su avaricia, al modo que estas aves son las únicas que no se
procuran a si mismas su alimento, sino que, posadas ociosamente,
buscan la manera de devorar las carnes ajenas, siendo
perniciosas por su maldad.
5.
Y no comerás—dice—la
morena ni el pólipo ni la sepia. No
te asemejarás—díce, juntándote con ellos, a hombres tales,
que son impíos hasta el cabo y están ya condenados a muerte,
al modo que estos peces, que son los únicos maldecidos, se
revuelcan en el fondo del mar y no nadan como los otros, sino
que habitan en la tierra del fondo.
6.
Mas tampoco comerás
liebre. ¿Por qué? No serás corruptor ni te asemejarás a
los tales. Porque la liebre multiplica cada año su ano, pues
cuantos años vive, tantos agujeros tiene.
7.
Mas tampoco comerás
la hiena. No serás—dice— adúltero
ni
corruptor, ni te asemejarás a los tales: ¿Por qué? Porque
este
animal cambia cada año de sexo y una
vez se convierte en macho y otra en hembra.
8.
Mas
también
tuvo razón de
abominar de la ardilla. No serás—dice
—tal
cuales oímos que son los que
cometen, por
la impureza, iniquidad en su boca, ni te unirás con las mujeres
impuras que cometen la iniquidad en su boca. Porque este animal
concibe por la boca.
9.
En conclusión, tomando Moisés tres símbolos so bre los
ahimentos, así habló en espiritu mas ellos lo entendieron,
conforme al deseo de la carne, como si se tratara de la comida.
10.
De
esos tres mismos símbolos toma también
David conocimiento, y dice igualmente:
Bienaventurado el
varón que no anduvo en consejo de impíos, al modo
como peces nadan entre tinieblas en
las
profundidades del mar;
y en el camino de los
pecadores no se detuvo, al modo
de algunos que aparentan temer al Señor y pecan como el
cerdo,
y sobre silla de
Pestilencia no sesentó, al modo de
las
aves apostatadas para la rapiña.
Ahí tenéis
perfectamente lo que atañe a la comida.
11.
Dice otra vez
Moisés:
Comerás todo animal de
pezuña partida y que rurnia. ¿Qué quiere decir? El
que toma el alimento, conoce al que le alimenta y, refocilando
en
él, parece alegrarse. Bellamente lo
dijo con miras al mandamiento. ¿Qué es, pues, lo que dice?
Juntaos con los que temen al Señor, con los que meditan en su
corazón el precepto de la palabra que recibieron, con los que
hablan y observan las justificaciones del Señor, con los que
saben que la meditación es obra de alegría y rumian la palabra
del Señor.
¿Y qué significa la pezuña partida? Que el justo camina en
este mundo y juntamente espera el siglo santo. Mirad cuán
hermosamente legisló Moisés. 12.
Mas ¿de dónde pudiera venirles a aquéllos entender y
comprender estas cosas? Mas nosotros, entendiendo, como es
justo, los mandamientos, hablamos tal como quiso el Señor; pues
para que esto entendamos, circuncidó nuestros oídos y
corazones.
Los
simbolos del bautizmo y la cruz
XI 1.
Mas inquiramos si tuvo el Señor interés en manifestarnos
anticipadamente algo acerca del agua y de la cruz. Ahora bien,
acerca del agua se dice contra Israel cómo no habían de
aceptar el bautismo, que trae
la remisión
de los pecados, sino que se construirían otros lavatorios para
sí mismos.
2.
Dice, en efecto, el profeta:
Pásmate, oh cielo, y
ericese aún más sobre esto la tierra: Dos males ha hecho mi
pueblo: A mi me abandonaron, fuente de vida, y para sí se
cavaron pozo de muerte.
3. ¿Acaso
es una roca desierta mi monte santo de Sinaí? Porque seréis
como los polluelos de un ave, que se echan a volar cuando se les
quita el nido.
4.
Y otra vez dice el profeta: Yo mandaré
delante dc ti, y allanaré las montañas,
y haré pedazos las puertas de bronce y añicos los cerrojos de
hierro, y te daré tesoros sombríos, escondidos, invisibles,
para que sepas que yo soy el Señor. Y: Habitará
en la cueva elevada de la peña fuerte. 5.
Y: El agua suya, fiel; veréis al rey con gloria y
vuestra alma meditará el temor del Señor. 6.
Y de nuevo dice en otro profeta: El que esto
hiciere, será como árbol plantado a par de la corriente de las
aguas, que dará su fruto a debido tiempo, y su hoja no caerá,
y todo cuanto hiciere prosperará. 7.
No así los impíos, no así, sino como el tamo, que
esparce el viento de sobre la haz de la
tierra. Por lo cual, no se levantarán los impíos en
el juicio, ni los pecadores en el consejo de los justos;
porque el Señor conoce el camino de los
justos y perecerá el camino de los impíos.
8. Daos
cuenta cómo definió en uno el agua y la cruz. Pues lo que dice
es esto: Bienaventurados quienes, habiendo puesto su confianza
en la cruz, bajaron al agua; porque su recompensa dice que será
en el tiempo debido. Entonces—dice—daré la paga. Lo que
luego añade sobre que las hojas no caerán significa que
toda palabra que saliere de vuestra boca en fe y caridad, será
para conversión y esperanza de muchos.
9. Además,
otro profeta dice:
Y era la tierra de Israel celebrada sobre
toda otra tierra. Lo que quiere decir:
El Señor
glorifica el vaso de su Espíritu. 10.
¿Qué dice seguidamente?
Y el río fluía por la
derecha y brotaban de él hermosos árboles; y quien comiere de
ellos vivirá para siempre. 11.
Esto quiere decir que nosotros bajamos al agua rebosando
pecados y suciedad, y subimos llevando fruto en nuestro corazón,
es decir, con el temor y la esperanza de Jesús en nuestro espíritu.
Y el que comiere de ellos, vivirá para siempre, quiere
decir: quien escuchare, cuando se le hablan estas cosas, y las
creyere, vivirá eternamente.
Los símbolos
o figuras de la cruz
XII 1.
De nuevo igualmente define acerca de la cruz en
otro profeta, que dice:
¿Y cuándo se cumplirán estas
cosas? Dice el Señor: Cuando el madero se incline y se levante
y cuando del madero destilare sangre. Ahí tienes otra vez cómo
se habla de la cruz y del que había de ser crucificado.
2.
Otra
vez habla también en Moisés, en ocasión en que Israel era
combatido por los extranjeros
; y para
recordarles que eran derrotados porque a causa de sus pecados
habían sido entregados a la muerte, el Espíritu inspira
en el corazón de Moisés que fabricara una figura de la cruz y
del que había de sufrir en ella; pues si no
confiaren—dice—en Él, serán derrotados para siempre.
Coloca, pues, Moisés arma sobre arma en medio del campamento y,
poniéndose más alto que todos los demás, extendía sus
brazos. Y de esta manera vencía de nuevo Israel. Luego, cuando
los bajaba, otra vez eran pasados a cuchillo.
3.
¿Para qué fin? Para que conocieran que no podían
salvarse, si no confiaban en Él.
4.
Y otra
vez dice en otro
profeta:
Todo el día extendí mis manos a un pueblo incrédulo
y que contradice mi camino justo.
5.
Y otra vez, en
ocasión que Israel también caía, fabrica Moisés una figura
de Jesús, figura de cómo Él tenía que padecer, y Él, otrosí,
vivificar, cuando ellos creían que había perecido en el signo.
En efecto, el Señor hizo que les mordieran toda clase de
serpientes, y morían de sus mordeduras; serpientes, justamente,
pues la transgresión en Eva se debió a la serpiente, para
convencerlos de que por su transgresión serían entregados a
tribulación de muerte.
6.
En resolución, Moisés, que había establecido por
mandamiento:
No tendréis imagen esculpida ni fundida para
Dios vuestro, la fabrica él mismo para mostrar una figura
de Jesús. Así, pues, manda hacer Moisés una serpiente de
bronce y la levanta gloriosamente y, a
voz de
pregón, convoca al pueblo.
7.
Reunidos que estuvieron, suplicaban a Moisés que
ofreciera oraciones por la curación de ellos. Y Moisés les
respondió:
Cuando alguno de vosotros—dice-—fuere
mordido, venga a la serpiente colocada sobre el madero y confíe
con viva fe que ella, aun siendo muerta, puede darle la vida y
al punto quedará sano." Ahí tienes otra vez, en estos
nuevos símbolos, la gloria de Jesús, pues todo está en Él y
todo es para Él.
Josué,
David e Isaías, testigos de Jesús
8.
¿Qué dice, además, Moisés a Josué (o Jesús), hijo
de Navé, profeta que era, después de ponerle este nombre, con
el solo fin de que el pueblo oyera que el Padre lo pone todo
patente acerca de su Hijo Jesús?
9.
Dicele, pues, Moisés a Josué, hijo de Navé, después
de ponerle este nombre, cuando lo mandó como explorador de la
tierra:
Toma un libro en tus manos y escribe lo que dice el
Señor, a saber: que el Hijo de Dios arrancará de raíz, en los
últimos días, a toda la casa de Arnalec.
10.
He aquí otra vez
a Jesús, no como hijo del hombre, sino como hijo de Dios, si
bien manifestado por figura en la carne. Como quiera, pues, que
habían de decir que Cristo es hijo de David, el mismo David,
temiéndose y comprendiendo el extravío de los pecadores,
profetiza y dice:
Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi
derecha, hasta que ponga a tus enemigos por escabel de tus pies.
11. Y a su vez, Isaías
dice de esta manera:
Dijo el Señor a mi Ungido Señor, a
quien yo tomé de la diestra, para que delante de Él obedezcan
las naciones, y romperé la fuerza de los reyes. Mira cómo
David le llama Señor y no le llama hijo.
El pueblo
cristiano, menor y segundogénito, heredero del Testamento
XIII 1.
Mas veamos si es este pueblo o es el primero el que
hereda, o si el Testamento nos pertenece a nosotros o a ellos.
2.
Escuchad, pues, lo que sobre el pueblo cuenta la
Escritura:
Rogaba Isaac por Rebeca, su mujer, pues era estéril,
y concibió. Luego:
Salió Rebeca a consultar al Señor,
y díjole el Señor: Dos naciones hay en tu vientre y dos
pueblos en tu seno, y un pueblo sobre pujará a otro pueblo y el
mayor servirá al menor. 3.
Debéis pcrcataros de quién es Isaac y quién Rebeca y por quiénes
da a entender la Escritura que este pueblo es mayor que aquél.
4.
Y más claramente
todavía habla Jacob en otra profecía a José, diciéndole:
He
aquí que no me defraudó el Señor de tu vista; tráeme acá
tus hijos para bendecirlos. 5.
Y llevó José a Efraín y Manasés, queriendo que fuera
bendecido Manasés, pues era el mayor; y, en efecto, José le
puso a la derecha de su padre Jacob. Mas Jacob vió en
espíritu la figura dcl pueblo por venir. ¿Y qué dice
la Escritura?
Y mudó Jacob de sitio
sus manos y puso su derecha sobre la cabeza de Efraín, el
segundo y más joven, y le bendijo, y dijo José a Jacob: Cambia
tu diestra sobre la cabeza de Manasés, pues es mi primogénito.
Y
respondió Jacob a José: Lo sé, hijo, lo sé; mas el
mayor servirá al menor. Sin embargo, también estotro será
bendecido. 6. Mirad
por quién puso
que este pueblo es el
primero y el heredero de la Alianza.
7.
Ahora bien, si, sobre lo dicho, también nos lo recordó
por medio de Abraham, no tenemos ya más que pedir en orden al
acabamiento y perfección de nuestro conocimiento. ¿Qué le
dice, pues, el Señor a Abraham cuando, habiendo sido el único
en
creer, le fué contado a justicia?
Mira que te he puesto a ti, Abraham, por padre de
las naciones que han de creer en Dios por prepucio.
La nueva
alianza por la redención de Jesús
XIV 1.
Muy bien! Mas inquiramos si les dió la Alianza que
juró a sus padres daria al pueblo. Diósela,
ciertamente; mas ellos, por sus pecados, no se hicieron dignos
de recibirla.
2.
Dice, efectivamente, el profeta:
Y estuvo
Moisés ayunando en el monte Sinaí durante cuarenta días y
cuarenta noches para recibir la Alianza del Señor. Y recibió
Moisés de parte del Señor las dos tablas escritas por el dedo
de la mano del Señor en espíritu. Y tomándolas Moisés,
estaba para bajárselas al pueblo.
3.
Y dijo el Señor a Moisés:
Moisés, Moisés, baja a
toda prisa, pues ha prevaricado tu pueblo, que sacaste de la
tierra de Egipto. Y entendió Moisés que se habia otra vez
fabricado imágenes de fundición y arrojó de sus manos las
tablas, y se hicieron pedazos las tablas del Testamento del Señor.
4.
Moisés, pues,
recibió la Alianza; mas ellos no se hicieron dignos. Ahora bien
¿cómo la recibimos nosotros? Aprendedlo: Moisés la recibió
como siervo que era; mas a nosotros nos la dió el Señor en
persona para hacernos, habiendo sufrido por nosotros, pueblo de
su herencia.
5. Manifestóse,
por una parte, para que aquellos llegasen al colmo de sus
pecados, y nosotros, por otra, recibiéramos la Alianza por
medio del Señor Jesús, que la hereda; de Jesús, digo, que fué
aparejado para que, apareciendo Él en persona y redimido que
hubiera de las tinieblas nuestros corazones, consumidos que
estaban por la muerte y entregados al extravío de la iniquidad,
estableciera una Alianza entre nosotros por su palabra.
6.
En efecto, escrito está cómo el Padre le pone
mandamiento de que, redimido que nos hubiere a nosotros de las
tinieblas, se prepare para sí un pueblo santo.
7. Dice, pues, el profeta:
Yo,
el Señor Dios tuyo, te llamé en justicia y te tomaré de tu
mano y te fortaleceré; y te di para Alianza de un linaje y por
luz de las naciones, para abrir los ojos de los ciegos y sacar
de sus cadenas a los trabados y de la casa de la custodia a los
que se sientan entre tinieblas. Conozcamos,
pues,
de dónde fui
iiios rescatados.
8.
Otra vez dice el profeta:
Mira que te he puesto por
luz de las naciones, para que tú seas salvación hasta los
confines de la tierra. Así dice el Señor, el Dios que te ha
rescatado.
9.
Y de nuevo dice el
profeta:
El Espíritu del Señor sobre mí, /
por lo
cual me ha ungido, /
para llevar a los humildes la buena
noticia de la gracia; /
me ha enviado a sanar a los
triturados fe corazón, / a pregonar a los cautivos la libertad
/ y a los ciegos la recuperación de la vista, / a proclamar el
año del Señor aceptable, / el día fe la recompensa, / a
consolar a todos los que están tristes.
La
verdadera santificación del sábado
XV 1.
Pasando a otro punto, también acerca del sábado, se
escribe en el decálogo, es decir, en las diez palabras que habló
I)ios en el monte
Sinaí a Moises cara
a cara:
Y santificad el sábado del Señor con manos
limpias y corazón puro. 2.
Y en otro lugar dice:
Si mis hijos guardaren el
sábado, entonces pondré sobre ellos mi misericordia. 3.
Del sábado habla al principio de la creación:
E hizo
Dios en seis días las obras de sus manos y acabólas en el día
séptimo, y descansó en él y lo santificó.
4.
Atended, hijos, qué quiere decir lo de:
Acabólos en
seis días. Esto significa que en seis mil años consumará
todas las cosas el Señor, pues un día es para Él mil años.
Lo cual, Él mismo lo atestigua, diciendo:
He aquí que el día
del Señor será camo mil años. Por lo tanto, hijos, en
seis días, es decir, en los seis mil años, se consumarán
todas las cosas.
5.
Y descansó en el día séptimo. Esto quiere
decir: Cuando venga su hijo y destruya el siglo del inicuo y
juzgue a los impíos y mudare el sol, la luna y las estrellas,
entonces descansará de verdad en el día séptimo.
6.
Y por contera dice:
Lo santificarás con manos
limpias y corazón puro. Ahora, pues,
si pensamos que pueda nadie
santificar,
sin ser puro de corazón, el día que santificó Dios mismo, nos
equivocamos de todo en todo.
7.
consiguientemente, entonces por nuestro descanso lo
santificaremos de verdad, cuando, justificados nosotros mismos
y en posesión ya de la promesa, seremos capaces
de
santificarlo; es decir, cuando ya no exista la iniquidad,
sino que
nos hayamos vuelto todos nuevos
por el Señor, entonces, si, santificados primero nosotros,
podremos santificar el día
séptimo.
8.
Por último, les dice:
Vuestros novilunios y vuestros
sábados no los aguanto. Mirad cómo dice: No me
son aceptos vuestros sábados dle ahora, sino el que yo
he hecho, aquél en que, haciendo descansar todas
las
cosas, haré el principio de un día octavo, es decir, el
principio de otro mundo.
9.
Por eso justamente nosotros celebramos también el día octavo
con
regocijo, por ser día en que Jesús resucitó de entre
los muertos y, después de
manifestado,
subió a los cielos.
El alma
del cristiano, verdadero templo de Dios
XVI 1.
Quiero también hablaros acerca del templo, cómo extraviados
los miserables confiaron en el edificio y no en su Dios que los
creo, como si aquél fuera la casa de Dios.
2. Pues, poco más o menos
como
los gentiles, le consagraron en el
templo. Mas ¿cómo habla el Señor destruyéndolo? Aprendedlo :
¿Quién midio el cielo con el palmo y
la tierra con el pulgar? ¿No he sido yo?—dice el Señor? —.
El cielo es mi trono y la tierra
escabel de mis pies: ¿Qué casa es ésa
que me vais a edificar o cuál es el lugar de mi descanso?
Luego ya os dais cuenta de que su esperanza es vana.
3.
Y por
remate, otra vez les dice:
He
aquí que los que han destruído este
templo, ellos mismos lo edificarán. 4.
Así está sucediendo, pues por
haberse
ellos sublevado, fué derribado el templo por
sus
enemigos, y ahora hasta los mismos siervos de sus
enemigos lo van a reconstruir.
5.
Además, ya estaba manifiesto cómo la ciudad, el templo
y el pueblo de Israel había de ser entregado. Dice, en efecto,
la Escritura:
Y sucederá en los últimos días, y entregará
el Señor las ovejas del rebaño y su majada y su torre a la
destrucción. Y conforme habló el Señor, así sucedió.
6.
Pues inquiramos si
existe un templo de Dios: Existe, ciertamente, allí donde Él
mismo dice que lo ha de hacer y perfeccionar. Está,
efectivamente, escrito:
Y será,
cumplida la semana, que se edificará el templo de Dios
gloriosamente en el nombre del Señor.
7.
Hallo, pues, que
existe un templo. ¿Cómo se edificará en el nombre del Señor?
Aprendedlo. Antes de creer nosotros en Dios, la morada de
nuestro corazón era corruptible y flaca, como
templo
verdaderamente edificado a mano, pues estaba llena de idolatría
y era casa de demonios, porque no hacíamos sino cuanto era
contrario a Dios.
8.
Mas se edificará en el nombre del Señor. Atended
a que el templo del Señor se edifique gloriosamente. ¿De qué
manera? Aprendedlo. Después de recibido cl perdón de los
pecados, y por nuestra esperanza en el Nombre, fuimos hechos
nuevos, creados otra vez desde el principio. Por lo cual, Dios
habita verdaderamente en nosotros, en la morada de nuestro corazón.
9. ¿De
qué manera? Porque en nosotros mora la palabra de su fe, el
llamamiento de su promesa, la sabiduría dc sus justificaciones,
los mandamientos de su doctrina; profetizando Él mismo en
nosotros, morando Él en persona dentro de nosotros, abriéndonos
la puerta del templo, es decir, nuestra boca; dándonos
penitencia, nos introduce a nosotros, que estábamos
esclavizados por la muerte, en el templo incorruptible.
10.
Y es así que quien desea
salvarse no mira a un hombre, sino al que mora y habla dentro de
sí, maravillado de no haber oído jamás antes las palabras de
la boca de quien hablaba y no tener él siquiera deseo de
escucharle. Este es templo espiritual que se edifica para el Señor.
Recapitulación
XVII 1.
En cuanto cabía en lo posible y sencillo manifestároslo,
mi alma confía que por mi deseo nada
he
omitido de cuanto atañe a vuestra salvación.
2.
En efecto, si os escribo acerca de lo presente o de lo por
venir, me temo no me entendáis, por ser cosas envueltas en parábolas.
Y de esto basta.
Los
dos caminos
XVIII 1.
Pues pasemos también a otro género de conocimiento y doctrina.
Dos caminos hay de
doctrina y de potestad,
el camino de la luz y el camino de las tinieblas. Ahora bien,
grande es la diferencia que hay entre los dos caminos. Porque
sobre el uno están apostados los ángeles de Dios, portadores
de luz; sobre el otro, los ángeles de Satanás.
2.
Y el uno es Señor desde los siglos y hasta los
siglos; el otro es el príncipe del presente siglo de la
iniquidad.
Descripción
del camino
XIX 1.
Ahora bien, el camino de la luz es como sigue: Si alguno quiere
andar su camino hacia el lugar determinado, apresúrese por
medio de sus obras. Ahora bien, el conocimiento que nos ha sido
dado para caminar en él es el siguiente:
2.
Amarás a Aquel que te creó, temerás al que te formó,
glorificarás al que te redimió de la muerte. Serás sencillo
de corazón y rico de espíritu. No te juntarás con los que
andan por el camino de la muerte, aborrecerás todo lo que no es
agradable a Dios, odiarás toda hipocresía, no abandonarás los
mandamientos del Señor.
3.
No te exaltarás a
ti mismo, sino que serás humilde en todo. No te arrogarás a ti
mismo la gloria. No tomarás mal consejo contra tu prójimo. No
consentirás a tu alma la temeridad.
4.
No fornicarás, no cometerás adulterio, no corromperas a
los jóvenes. Cuando hables la Palabra de Dios, que no salga de
tu boca cón la impureza de algunos. No mirarás la persona para
reprender a cualquiera de su pecado. Serás manso, serás
tranquilo, serás temeroso de las palabras que has oído. No le
guardarás rencor a tu hermano.
5.
No vacilarás sobre si será o no será.
No tomes en
vano el nombre de Dios. Amarás a tu prójimo más que a tu
propia vida. No matarás a tu hijo en el seno de la madre ni,
una vez nacido, le quitarás la vida. No levantes tu mano de tu
hijo o de tu hija, sino que, desde su juventud, les enseñarás
el temor del Señor.
6.
No serás
codicioso de los bienes de tu prójimo, no serás avaro. Tampoco
te juntarás de buena gana con los altivos, sino que tu trato
será con los humildes y justos. Los acontecimientos que te
sucedieren los aceptarás como bienes, sabiendo que sin la
disposición de Dios nada sucede.
7.
No serás doble ni
de intención ni de lengua. Te someterás a tus amos, como a
imagen de Dios, con reverencia y temor. No mandes con acritud a
tu esclavo o a tu esclava, que esperan en el mismo Dios que tú,
no sea que dejen de temer al que es Dios de unos y otros; porque
no vino Él a llamar conforme a la persona, sino aquellos para
quienes preparó su espíritu.
8.
Comunicarás en todas las cosas con tu prójimo, y no dirás
que las cosas son tuyas propias, pues si en lo imperecedero sois
partícipes en común, ¡cuánto más en lo perecedero! No serás
precipitado en el hablar, pues red de muerte es la boca. En
cuanto puedas, guardarás la castidad de tu alma.
9.
No seas de los que extienden la mano para recibir y la
encogen para dar. Amarás
como a la niña de tus ojos a
todo el que te habla del Señor.
10.
Te acordarás, de noche
y día,
del día del juicio, y buscarás cada día las personas de los
santos. Ya en
el ministerio de la palabra,
y caminando para consolar y meditando para salvar un alma por la
palabra, ya ocupado en oficio manual, trabajarás para rescate
de tus pecados.
11.
No vacilarás en
dar, ni cuando des murmurarás, sino que conocerás quien
es el buen pagador de tu galardón. Guardarás lo que
recibiste,
sin añadir ni quitar cosa. Aborrecerás hasta
el cabo al malvado. Juzgarás con justicia.
12.
No formarás
bandos, sino que guardarás la paz, tratando (le reconciliar a
los que luchan. Confesarás tus pecados. No te acercarás a la
oración con conciencia mala.
Este es el camino de la luz.
El camino
del "Negro"
XX 1.
Mas el camino del "Negro" es torcido y lleno de
maldición, pues es camino de muerte eterna con castigo, en que
están las cosas que pierden el alma de quienes lo siguen:
idolatría, temeridad, altivez de poder, hipocresía, doblez de
corazón, adulterio, asesinato,
robo,
soberbia, transgresión, engaño, maldad, arrogancia, hechicería,
magia, avaricia, falta de temor de Dios.
2.
Perseguidores de
los buenos, aborrecedores de la verdad, amadores de la mentira,
desconocedores de la recompensa de la justicia,
que no sc adhieren al bien ni
al
juicio justo, que no atienden a la viuda y al huérfano, que
valen no para el temor de Dios, si no para el mal, de quienes
está lejos y remota la mansedumbre y la paciencia,
que aman
la vanidad, que persiguen la recompensa, que
no se compadecen del menesteroso, que no sufren con el
atribulado, prontos a la maledicencia, desconocedores de Aquel
que los creó, matadores de sus hijos por el aborto,
destructores de la obra de Dios, que echan de sí al necesitado,
que sobreatribulan al atribulado, abogados de los ricos, jueces
inicuos de los pobres, pecadores en todo.
Exhotación
final: proximidad del fin de las cosas
XXI 1.
Bueno es, por ende, que, aprendido que hayamos cuantas
justificaciones del Señor quedan escritas, caminemos en ellas.
Porque quien éstas cumpliere será giorificado en el reino de
Dios; mas quien escogiere lo otro, perecerá con sus obras. De
ahí la resurrección, de ahí la recompensa.
2.
Si tomáis de mí algún consejo de buena sentencia, yo suplico
a los preeminentes: Tened entre vosotros a quienes hagáis el
bien. No lo omitáis.
3.
Cerca está el día en que todo perecerá juntamente con
el maligno.
Cerca está el Señor y su galardón.
4.
Una y otra vez os lo ruego: Sed buenos legisladores de
vosotros mismos,
sed unos de otros
consejeros fieles, arrancad de entre vosotros toda hipocresía.
5. Y Dios, que señorea todo
el universo, os conceda sabiduría, inteligencia, ciencia,
conocimiento de sus justificaciones
y
paciencia.
6.
Haceos discípulos
de Dios, inquiriendo qué busca el Señor de vosotros, y obrad
de manera que seáis hallados en el día del juicio.
7.
Y si hay algún recuerdo del bien, mientras todo esto
meditáis, acordaos de mí, a fin de que también mi deseo y
vigilia termine en algún bien. Os lo ruego, pidiéndoos gracia.
8.
Mientras está
todavía en vosotros el hermoso vaso, no desfallezcáis para
ninguno de entre vosotros, sino inquirid continuamente estas
cosas y cumplid todo
mandamiento. Porque
dignos son
de cumplirse.
9.
Por eso principalmente me apresuré a escribiros sobre lo
que yo alcanzaba, a fin de alegraros.
Salud, hijos de amor y paz.
El Señor de la gloria y de toda gracia sea con vuestros espíritus.
Amén.
Fuente: Padres Apostólicos,
por Daniel Ruiz Bueno. BAC