Datos obtenidos de la revista EL SUSTANCIERO

Memoria de una campana.

Ermita de Santiago. Derrumbándose


La vida de una campana comienza en la fundición, donde recibe la forma y el temple deseado; y suele terminar en ella para reconvertirse en otro utensilio del mismo material. Esta es la historia de una campana desconocida; bueno, mejor que desconocida, olvidada.


            Corrían los años setenta del siglo XVII, cuando don Gregorio de Luna. familiar del santo oficio de la Inquisición al salir de la ermita de Santiago. donde decía las misas de su capellanía del Cristo de Santiago, pensó que debería asistir más gente a las funciones de éste Santo Cristo. Pero cómo hacer que venga más gente, pensó, y enseguida. alzando los ojos al horizonte vio el campanario de la Iglesia -la antigua, la que no era de Churriguera- y pensó que la mejor idea sería poner una campana, para avisar a la gente cuando se había de celebrar la misa y aumentar el número de devotos de este Cristo.

Decidido, pues a hacer una campana al Cristo de Santiago. empezó los trámites para saber cuanto le costaría tal obra. Don Gregorio se asustó un poco cuando el maestro fundidor le dio el precio de la nueva campana pero enseguida se le iluminó la mente y pensó hacer una colecta entre los devotos, pues con solo las rentas de la capellanía, no podía hacer tal compra. cuando termine la próxima misa -pensó- , antes de dar la bendición diré una "advertencia" y haré una colecta para sufragar el costo de la campana. Y así lo hizo, dejando constancia en la fundición de la misma por quiénes y para quién se había hecho. Unos meses más tarde le llegó un correo a don Gregorio de Luna diciéndole: " A Don Gregorio de Luna, familiar del Santo Oficio, que Dios guarde muchos años, el maestro fundidor informa estar hecha la campana que encargó". Don Gregorio se apresuró a recogerla y traerla al pueblo dejándola en la ermita para pública admiración y para dar tiempo al mayordomo de la ermita, que entonces era Alonso de Ávila, para avisar a los albañiles y componer el campanil donde se colocaría. En ella había una inscripción: "Dieron esta campana al Santo Cristo de Santiago, Gregorio de Luna, familiar del Santo Oficio, su capellán y todos sus devotos. Año 1680".

Ermita de Santiago

            Aquel domingo iba a ser especial. Aquel día había un sonido nuevo para convocar a la misa. Todo estaba preparado, y Don Gregorio quiso ser el primero en tirar de la cuerda, para convocar a los vecinos en torno al Cristo de Santiago. El capellán, se puso la sotana y el manteo nuevos, rezó sus laúdes temprano, y se fue hacia la ermita. Cuando llego la hora, anunció la misa tocando la campana nueva, que sonaría nuevamente cada vez que convocase a misa.

Así fueron pasando los años, y nuestra campana fue viendo nuevos mayordomos de la ermita y nuevos capellanes del Cristo, fue viendo los numerosos arrieros que llegaban e iban a Andalucía ya las Américas. Asistió a los entierros que hacían en la ermita de Santiago "Los Treinta y Tres" en la Semana Santa y pasando los años fue incluso testigo de las batallas de la Guerra de la Independencia, de la cual se salvó de milagro. Asustada contempló como los franceses desmantelaban el tejado y aprovechaban las maderas para hacer garitas y hogueras para calentarse. Pero ella se libró, y no la echaron al suelo. Asistió como testigo privilegiado a dos batallas libradas allí mismo en 1.809 y 1.813, y podía contarnos con detalle como los lanceros del Regimiento de Caballería Borbón, mandados por el Vizconde de Zolima derrotaban a los franceses, o el Regimiento de Ubrique, junto a los vecinos de Orgaz, luchaban ardorosamente contra los invasores. Testigo de excepción fue también de la construcción en 1.815 del cementerio de Santiago o de la Sacramental por los maestro albañiles Feliciano Nuñez del campo y Eccequiel Illescas. 

             Pero sin duda lo que con mas satisfacción podía contarnos cómo pocos años después, Don Domingo Calderón de la Barca reconstruyó la ermita y puso en ella un Santiago nuevo. Pero a pesar de eso, quedaría triste porque su Cristo de Santiago, que había sido bajado a la Iglesia para librarse de las hogueras de los franceses, ya no volvería más junto a ella. Este Cristo, para el que había tocado tantas veces a misa fue colocado en el Baptisterio, flanqueado de San Crispín y San Crispiniano, y se le comenzó a llamar del Pie Izquierdo o de la Plata, hasta que en 1.921 le llamaron de la Buena Muerte. La campana quedó en la ermita, utilizada ahora para las fiestas de Santiago y los responsos de difuntos, acompañado por los tordos que anidaban en los caballetes y por algún intrépido albañil que subía abarrer los tejados.  

Tumbas de la familia Calderón de la Barca  

Tumbas de la familia Calderón de la Barca

Altar de la Ermita

      Otra vez el, pasar de los años hasta que en 1.936 algunas personas irrumpieron violentamente la ermita y quemaron los santos y ornamentos que había en ella. Pero de ella no se acordaron, como tampoco se acordaron de la del Socorro, aunque el resto de las campanas de la Concepción y de la Iglesia fueron a parar a la fundición de Mora en camiones de los milicianos para fabricar armamento. Cuando terminó la guerra, se repusieron las campanas de la iglesia, pero de ella, no se acordó nadie, porque la ermita ya no sería utilizada como antes.  

           En los años cuarenta, cuando un joven albañil, que aún vive, se subía a barrer el tejado, comentó junto con otras personas que paseaban por el lugar que no tenía sentido que la ermita del Socorro tuviese una campana con tan mal sonido, y la de Santiago, que ya no se usaba, una tan espléndida. Tuvieron entonces la feliz ocurrencia de cambiarla. Entonces, nuestra campana, bajo de su elevado pedestal y cruzando el pueblo de punta apunta fue a quedar colocada junto a la patrona de Orgaz, en la ermita del Socorro. 

Campanario de la Ermita de El Socorro

Campanario de la Ermita de la Concepción

            La campana que había allí, de poco timbre y tosco sonido, terminó en la Concepción donde poco uso recibe. En cambio, nuestra campana, la de Santiago, la del Cristo de Santiago, suena cada año cuando llegan las misas de las Fiestas de Primavera y del Socorro. Sin embargo, desde el privilegiado cerro donde se enclava la ermita, asistió con tristeza al derrumbe de su ermita de Santiago, en la que estuvo dos siglos y medio, sin que nadie hiciera nada por salvarla, y que tras una lenta agonía, dobló sus rodillas fatigada por el olvido y la desidia en diciembre de 1996.

         Ahora, olvidada por lo cotidiano de su presencia, se mantiene en el remozado campanil de la ermita del Socorro, con un nuevo yugo de madera, dispuesta a sonar con presteza cuando alguien tire de la soga, como si su longevidad y su historia nada pesaran. Sin duda, cuando lance al viento su sonido, reclame resignada su Cristo, su sitio, y su ermita de los que ya nada queda como antes.

Campana de la Ermita de Santiago, actualmente en el Ermita de El Socorro.                                                                      Campanario de la Ermita de El Socorro    

 

 

 

  Artículo de: Eugenio Guerra Sánchez-Diezma

 

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