Nomínase por la comarca a las mencionadas ruinas El Torrejón.
Tomó gran fama el tal castillo entre los hijos del África, tanto por su estratégica posición, cuanto por el denuedo de los habitantes del pueblo, que desde entonces al parecer se denomina Mora, y que se encuentra a la falda del mismo.
En ocasión de hallarse los sarracenos de aquella campiña disponiéndose a luchar con los defensores de la Cruz, la hija de un magnate moro del citado pueblo intentó dar un golpe decisivo a los sectarios del Islam, incluso a su padre y de este modo vengar ultrajes recibidos por amores acendrados, entregando a los cristianos el castillo por medios de antemano convenidos.
Gozaba la sarracena entre el ejército musulmán de simpatía inusitada, por lo que se le permitía cruzar sin óbice alguno fuertes, trincheras y campamentos.
Llegó el día de ejecutar su ansiado plan y cuando próxima se encontraba a franquear las puertas del Castillo, fue vista y detenida por un guardia, que la condujo a presencia de su padre.
Por tan grave causa fue condenada la infeliz mora a morir, tras penosa vida, encerrada entre los muros del torreón al principio mencionado.
-Ruinas del Torrejón de la Mora.-
Los vecinos de los contornos -después de tantos años de acaecido tan extraño suceso-, cuando se asoman a la mansión donde aquella desgraciada dicen terminó su existencia, lo verifican con precauciones sin límite, en la idea de que la mora en cuestión se halla vuelta a la vida por encantamiento, y evitan que desde su arruinada mazmorra les embruje sólo son su chispeante mirar.
Texto de D. Moraleda y Esteban, cronista de Orgaz.