Asociacion Familias Adoptantes en Nepal (AFANEPAL)

Prabin me cuenta que su madre aunque esta jubilada ha creado una pequeña escuela de la que es la directora.

Ha trabajado toda su vida y no puede parar. Solo hay 5 profesores, que no tienen titulacion porque no hay dinero para pagarles, pero son adultos responsables capaces de enseñar a los niños mas pobres de las aldeas vecinas. La escuela se mantiene con 150 euros al mes. El salario de los profesores es de 15 euros al mes. Los niños que vienen a estudiar solo pueden estar hasta los 11 años aqui, luego ya la vida se encargara de ellos.

La escuela esta vieja, la pintura desconchada, los murales borrados por el sol y la lluvia. Dos columpios desvencijados en el minusculo patio. Entramos al despacho principal, es pequeño y rustico pero esta muy limpio y ordenado.

Estan dando una clase a los mas pequeños. Una docena de pequeñas caritas se iluminan al vernos entrar, pero hay una carita que me llama mas la atencion que las demas. Pertenece a una niña de 4 años, de piel oscura y ojos rasgados. Tiene el pelo corto, negro y brillante. La niña viene a mi, lenta pero confiada. Su cabecita apenas llega a mis caderas, me tiende las manos y rompe el silencio del momento con una sola palabra nacida clara y alta desde sus labios infinitos: Mama?. Miro a Prabin sin comprender. Prabin me explica, no tiene padres, esta es de las mas pobres, la envian del orfanato todas las mañanas.

La niña tira de mi camiseta suavemente, Mama? La madre de Prabin toma a la niña y la lleva de la mano de vuelta a su viejo pupitre.

Prabin me toma a mi de la mano y me saca al pasillo. Bajamos las escaleras despacio, en silencio. Silencio que intento mantener, silencio que amenaza convertirse en sollozo, explosión que nace de mis entrañas y necesito vomitar pero la verguenza no me lo permite. Prabin me mira preocupado, estas bien???? Callo por segundos, uno o dos. Quiero decir que si, pero me tiemblan los labios, recuerdo los ojitos de la nena, inocentes como los de cualquier nena, como los mios cuando era inocente y pequeñita, como los de los niños que todavian no han conocido el amargo sabor del mundo en el que viven. Los ojos de Prabin me examinan. Estoy llorando. Tengo delante de mi a un nepali que apenas conozco y le estoy llorando. No, no estoy bien, estoy muy lejos de sentirme bien. Ahora estoy llorando todavia mas.

Lloro y sollozo porque no voy a poder olvidar esos ojitos nunca. Porque a esa niña nadie le ha dicho nunca que la querian, porque nadie le lee cuentos y le da un beso cada noche.