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Vampiros
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El vampiro, un
ser que murió, pero no esta muerto, que es
más que humano. Él puede regalar un muerte
innoble, reducir al hombre a simple aliento,
puede hacernos vampiros, darnos la vida
eterna, la juventud. Todo por tomarnos el
alma y nuestra calidad humana.
Esta es la
leyenda que a lo largo de la historia nos ha
llegado; pero cual es la verdad detrás de
todo esta mezcla de mito y realidad.
Según una
encuesta internacional, la imagen del
vampiro es una de las más conocidas e
inconscientemente deseadas. Todos los
países, todas las regiones en su lengua dan
una palabra para este ser, y una formula
para alejarlos y cuidarse de ellos.
En otro nivel,
el de las imágenes que ya pertenece al mundo
todo, esta el vampiro alto pálido, un
aristócrata de capa negra y mirada
hipnótica.
Drácula, el Nosferatu, ya esta en
nuestras mentes.
Toda la
tradición indica que el vampiro fue un ser
humano que murió en condiciones
particularmente horribles y fue transformado
por un poder que nada en este mundo puede
detener. El vampiro gana una vida eterna en
el otro lado. Su mundo es frío, oscuro,
solitario. esto es porque el vampiro debe
matar para continuar su extraña vida. Por
eso las tradiciones más antiguas los tratan
como a las plagas medievales, de las que se
conoce su crueldad y su comienzo pero no su
fin.
LOS ORÍGENES
Toda historia
tiene, por lo general, algo de veracidad,
aunque sea una pequeña porción. El
vampirismo no iba a ser la excepción.
Para muchos
investigadores, el verdadero Drácula fue
Vlad Tepes, quien nació en Sighsoara,
Rumania, algún día de 1431 (Otros autores
aseguran que el lugar de nacimiento de Vlad
Tepes fue Transilvania).
Su padre era
un caballero de la orden del Dragón, y se
ganó el apodo de "Dracul", que en buen
rumano quiere decir "diablo". Vlad heredó el
"honor" de su padre, y se pasó a llamar Vlad
Draculea, es decir, hijo de Dracul. De todas
maneras, la historia lo recuerda como Vlad
Tepes, que significa "Vlad, el empalador".
No en vano recibió ese nombre, pues una de
sus aficiones más adoradas era empalar a sus
víctimas.
Pero no es el único personaje tildado de
"vampiro". Existen otras historias que
aparentan tratar de estos seres. Por
ejemplo, en el siglo XVII comenzaron a
publicarse relatos sobre este tema,
supuestamente verídicos. Uno de ellos relata
la exhumación del cadáver de un vampiro
ocurrida en Belgrado, en 1732: "Estaba
inclinado hacia un lado. Tenía la piel
fresca y rubicunda; las uñas largas y
perversamente torcidas; la boca cubierta con
la sangre absorbida la noche anterior. Por
lo tanto se atravesó el pecho del vampiro
con una estaca. Éste profirió un alarido
terrible mientras la sangre brotaba
abundantemente de la herida. Luego fue
incinerado hasta que quedó convertido en
cenizas".
Quien crea esto debe estar muy enajenado.
Bueno, más tarde, el cristianismo le agregó
al mito del vampiro un origen: estos eran
cadáveres animados por un demonio. Como
vemos, el tiempo fue dando forma a una
leyenda que hasta nuestros días llega
bastante remozada.
PRIMEROS
VAMPIROS
En occidente
el mito del vampiro no era una creencia muy
enraizada. De hecho, según podemos leer en
la obra de Daniel Cohen, "Enciclopedia de
los monstruos", la palabra para definir
vampiro en inglés apareció recién en 1734.
El primer
vampiro de la literatura inglesa sería lord
Ruthven, quien aparece en una novela escrita
en 1819. El autor de este libro, llamado
simplemente "Vampiro" fue John Polodori,
doctor personal del poeta lord Byron.
Más tarde, en
1847, apareció Varney, the Vampyre, que
adquirió cierta popularidad al ser publicado
como novela de folletín. Pero quien marcaría
pauta y dictaría cátedra en esto de los
vampiros sería Bram Stoker y su libro
Drácula. (1897)
Y acá volvemos con nuestro adicto al
empalamiento, Vlad Tepes. Muchos autores
afirman que es posible que Bram Stoker se
haya basado en el empalador para crear su
obra cumbre, que dicho sea de paso se
convirtió en todo un éxito apenas fue
publicada.
No está demás decir que el castillo de
Drácula en Bran, Brasov, Rumania, se ha
convertido en un lugar de peregrinaje para
todos aquellos que gustan del vampirismo. Es
un centro turístico de importancia dentro de
Rumania.
Es preciso mencionar que ciertas ideas que
se tienen acerca de los vampiros son
creaciones insertadas en trabajos literarios
o películas de cine relativamente recientes.
Entre estas ideas podemos tratar aquella que
supone que los vampiros se pueden convertir
en murciélagos. Que sepamos, Vlad Tepes
jamás pudo hacer semejante gracia. De todas
formas, no han faltado quienes creen en
estas historias, y se han dedicado a la caza
de vampiros. Es el caso del doctor Johannes
von Lobel, quien participó en una cacería de
"hombres-murciélago" en Serbia y dijo que
era capaz de percibir un ligero pulso en los
cadáveres que, en su opinión, eran de
vampiros.
VAMPIROS
MODERNOS
Una muestra de
aquello nos la da en investigador español
Manuel Carballal, quien en un artículo
escrito en la revista Karma 7 nos señala una
historia que da para pensar.
Víctimas de la
creencia en los vampiros:
En enero de
1973 John Pye, un joven oficial de la
Brigada de Homicidios de la policía
británica, acudió al número 3 de la
urbanización "The Villes", en Stokeon-Trent,
en lo que parecía un caso rutinario.
El cadáver de
un hombre había aparecido en extrañas
circunstancias.
Al llegar a la casa del fallecido, descubrió
que el hombre sentía tal terror por la luz
eléctrica que no utilizaba lamparitas en su
casa. La habitación estaba sumida en la más
absoluta oscuridad, así que tuvo que
realizar la inspección ocular utilizando una
linterna. A medida que el policía escrutaba
cada rincón de la habitación, su asombro iba
en aumento. Pye descubrió extraños elementos
entorno al cadáver: sobre las mantas, junto
a la cara y entre las piernas, encontró
bolsas de sal; el hombre había mezclado el
mineral con su orina en diversos
recipientes, y fuera, en el alféizar de la
ventana, se veía un cuenco invertido que
cubría una mezcla de excrementos humanos y
ajo...
El cadáver encontrado pertenecía a
Demetrious Myiciura, un inmigrante polaco,
que 25 años antes había dejado su país para
instalarse como ceramista en Inglaterra.
Según el informe forense, Myiciura se había
asfixiado con una cebolla en vinagre; el
Juez de Instrucción consideró el caso como
"inusual", a pesar de que existían
precedentes de "personas que tragando la
comida sin masticar se asfixiasen". Sin
embargo el joven policía John Pye, había
continuado investigando. El aspecto de la
habitación, que parecía una "fortaleza
contra vampiros" le llevó a consultar
bibliografía sobre el tema, y en un
excelente tratado de Anthony Masters
titulado "Natural History of the Vampire"
-editado en Inglaterra un año antes-, Pye
encontró la confirmación a sus sospechas:
sal y ajo son los repelentes tradicionales
de los vampiros, y la mezcla en el alféizar
de la ventana de Myiciura debía atraerlos,
para que luego se envenenaran con el ajo.
Cuando el policía puso al juez al corriente
de sus descubrimientos bibliográficos, el
magistrado ordenó un nuevo examen a la
supuesta cebolla en vinagre, descubriendo
así que en realidad se trataba de un diente
de ajo. Como medida final para ahuyentar a
los vampiros, el pobre y supersticiosos
ceramista se había acostado con un diente de
ajo en la boca, y el ajo le había causado la
muerte por asfixia.
Fin de la cita. Para finalizar este pequeño
recorrido por la historiografía vampírica,
nos parece oportuno señalar que en la
actualidad aún quedan algunas personas que
creen ser vampiros, o al menos actúan como
si lo fueran. De hecho, se han reportado
casos de jóvenes que han malentendido juegos
de rol, por ejemplo, y terminan asesinando a
sus compañeros, madres o parientes, para
tomar su sangre. O también se puede
mencionar a los asesinos en serie, quienes
se caracterizan, entre otras cosas, por
beber la sangre y comer partes de sus
víctimas.
Los vampiros no existen. Pero sus émulos sí.
A cuidarse, entonces.
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