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Sirenas
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Seguramente el
mar es uno de los lugares donde se han
tejido innumerables leyendas y mitos que
lindan entre la realidad y la imaginación.
Los navegantes
de la Europa medieval enumeraban serpientes
gigantes, pulpos capaces de devorar barcos y
tripulaciones completas, seres fantásticos,
entre los que las SIRENAS, ocuparon un lugar
preponderante en el imaginario colectivo de
esos días.
Entrando en el
siglo XVI, periodo de mayor trafico marítimo
entre Europa y América, las bitácoras de
abordo dan cuenta de la aparición repentina
de bellas mujeres que seducían con su voz a
toda la tripulación y tenían la extraña
característica de ser mitad pez y mitad
humano.
Al canto de las sirenas se atribuía tan
poderoso hechizo que nadie podía sustraerse
a su atracción y era la perdición de los
navegantes que destrozaban sus barcos contra
las escolleras por seguir su voz. Su imagen
vive hoy en cuentos infantiles, películas de
la factoría Disney, lienzos de pintores y
objetos decorativos que van desde un
pisapapeles hasta un alfiler de corbata. Su
nombre se ha insertado en el lenguaje
corriente para acuñar frases de sentido
hecho, como "cuerpo de sirena", para
referirse a la mujer de armoniosa figura, o
"escuchar cantos de sirena" para aludir a
quien oye algo bello aunque de tramposo
fundamento.
Pero, ¿han existido realmente estos bellos
seres acuáticos? Cristóbal Colón creyó ver
alguno a lo largo de sus cuatro viajes
transatlánticos. Crónicas más antiguas
hablan de una sirena que recibió el bautismo
y llegó a figurar como santa en algunos
almanaques con el nombre de Murgen,
capturada en el siglo VI al norte de Gales.
Se cuenta de otra en 1403 que vivió en
Harlem hasta su muerte y aprendió a hilar,
aunque nadie logró entender su habla. Otros,
por el contrario, niegan la existencia real
de tales criaturas, como el renacentista
Andrea Alciato, que habla de ellas en
escéptico tono de burla: "Sin piernas,
doncellas. Sin hocico, peces".
Pero donde
reside la verdad de esta leyenda, existen
realmente? o el cansancio de los marinos y
la necesidad de contar historias fantásticas
a sus camaradas los llevaron a inventar
tales relatos?.
LOS SERES DEL
MAR (mitología)
Innumerables
son los habitantes de las aguas, especies
animales y vegetales aún desconocidas, y lo
mismo ocurre con seres feéricos y
legendarios. Las sirenas son, entre ellos,
los más conocidos. Les siguen en popularidad
las ondinas y las ninfas. Quizás algunos
hayan oído hablar de las mujeres-foca, de
las hadas lavanderas o de las náyades.
Para los
antiguos griegos, las ninfas eran los
espíritus elementales del agua. Ellos dieron
nombre a todas las razas de ninfas:
-Oceánidas y
Nereidas, para las ninfas marinas,
verdaderas antepasadas de las sirenas;
-Náyades, Creneas y Pegeas, las ninfas de
las fuentes;
-Potamides, las ninfas de los ríos;
-Limnades, las de los lagos.
Pero claro, el
agua está presente en todo lo que nos rodea,
y los sabios pronto se dieron cuenta de que
habitaban ninfas del agua en muchos otros
lugares. Y también hubo que buscar nombres
para ellas. Al grupo de las ninfas de las
aguas las llamaron Efidríades, y luego
nombraron Uranias a las ninfas del cielo y
Epigeas las de la tierra. Estas últimas se
dividían en:
-Oréades,
ninfas de las montañas;
-Napeas y Auloníades, ninfas de los valles;
-Melíades, ninfas de los prados;
-Dríades y Hamadríades, ninfas de los
bosques;
-Corícides, ninfas de las cuevas.
EL ORIGEN DE
LAS SIRENAS
Difícil es
dilucidar el verdadero origen de las
sirenas. Dejando a un lado a las antiguas
sirenas con forma de mujeres-ave, se dice
que la primera mujer-pez conocida fue
Atargatis, la diosa de la luna, protectora
de la fecundidad y el amor. Atargatis,
perseguida por Mopsos, se sumergió en el
lago Ascalón con su hijo, y se salvó gracias
a su cola de pez. Esta leyenda se confunde
con la de la diosa siria Derceto, que
también se arrojó a las aguas del mismo
lago, después de matar a uno de sus
sacerdotes y abandonar a la hija de ambos en
el desierto. Derceto recibió la cola de pez
como símbolo de su pecado, y su hija, criada
por las palomas, se convirtió en Semíramis,
reina de Babilonia.
También puede
encontrarse una semejanza con las sirenas en
la diosa Afrodita, hija del semen de Zeus
convertido en espuma de mar, que fue diosa
del amor y protectora de los marinos. Su
espejo ha sido heredado por toda la estirpe
de sirenas.
Para buena
parte de los sabios griegos, sin embargo,
las sirenas tienen por padre a Aqueloo, un
río personificado en figura de hombre con
cola de pez. En cuanto a la madre, la
confusión crece: puede ser la diosa de la
memoria, o alguna de sus hijas, las musas.
Quizá las sirenas sean hijas de la
Elocuencia, de la Danza, de laTragedia o de
la Música. Hasta podrían ser hijas de Ceto,
la ballena.
OCEANIDAS Y
NEREIDAS
El dios Océano
y su hermana Tetis tuvieron trescientas
hijas, las Oceánidas, que luego se
extendieron por todos los mares y los
abismos marinos. Una de ellas, Dóride, fué
madre de otras cincuenta ninfas de agua, las
Nereidas, llamadas así en honor a su padre
Nereo, de la raza de los Viejos del Mar,
creada también por Océano y Tetis.
Las Nereidas
habitan en el Mar Mediterráneo, y cada una
de ellas representa una de las formas de
este mar. Por ejemplo, Talía es la sirena
verde, y Glaucea, la azul. Dinamenea
simboliza el vaivén de las olas, y Cimodaré,
la calma. Una de las Nereidas, Anfitrite,
fue amante de Poseidón y madre de los
Tritones. Las Nereidas protegían a los
barcos, y no cantaban para atraer a los
marinos, sino para complacer a su padre. Los
antiguos describieron a las Nereidas con el
cuerpo cubierto de escamas y formas de pez.
A partir de aquí, el mito de la Sirena fue
creciendo por todo el mundo como las ondas
en la superficie calma del agua...
SIRENAS EN LA
VIDA REAL
Hasta en los
mapas del Renacimiento podía leerse la frase
“Hic sunt sirenae”(Aquí están las sirenas)
escrita en medio de las áreas destinadas a
los océanos.
El hombre que surcó el
Atlántico, Cristóbal Colón, también asegura
que él y sus hombres las vieron, aunque no
tan bellas como cuentan las historias.
Muchas crónicas de reyes refieren la
existencia de sirenas capturadas, y aún
cercanos nuestros días navegantes y
exploradores relatan encuentros con mujeres
marinas, como una que apareció en la
Antártida en 1823 u otra en las Bahamas en
1869.
La primera
tenía los cabellos verdes, la segunda,
azules. Sin ir más lejos, en Liérganes,
municipio español, existió un hombre-pez, y
circulan rumores de otro ser de estas
características en el río Ebro.
Un escrito de
1432, aparecido en Venecia cuenta el
siguiente relato:
" El ser
capturado esta noche por un grupo de marinos
concuerda con las conocidas sirenas, es una
mujer de cabellos y ojos negros, sus piernas
están cubiertas por duras escamas y terminan
en una sola extremidad con forma de cola de
pez. No había forma de comunicarse con ella,
su rostro mostraba el dolor y la necesidad
de volver al agua, intentamos sacar algunas
de estas escamas pero sus gritos y los
movimientos desesperantes voltearon a los 3
marinos que la sostenían. Esto me conmovió
enormemente y decidí regresarla nuevamente
al agua."
Este hecho
sucedió el 28 de enero de 1432 a bordo del
barco veneciano "Nuestro Señor de las
tempestades", que navegaba por las costas
del sur de África; su capitán (se desconoce
su nombre ya que estos barcos formaban parte
de una compañía mercantil, en donde los
capitanes rotaban de barcos en cada viaje)
asentó este relato y dio fe de ser real.
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