Por Clarividencia se
entiende la facultad de conocer aquello que ha de venir,
es decir, la facultad de tener conocimiento del futuro,
inmediato o no, por medios parapsíquicos.
Normalmente, a la
clarividencia se la denomina Videncia, sin más, pero
creemos que este término no es exacto ni completo. El
Vidente o Clarividente no ve lo que ha de ocurrir por
medio de los ojos. La información le llega a través de
cauces psíquicos, mentales, no necesitando, por ende,
sus órganos de visión.
En realidad, el Dotado
Psíquico recibe una cierta información que luego traduce
en el mensaje que exterioriza. Es, por tanto, un
fenómeno de los denominados Psi-Gamma.
En la clarividencia
podríamos hacer dos clasificaciones complementarias. Por
un lado tendríamos la clarividencia en cuanto al tiempo
(espacio/tiempo) en que se refiere el mensaje. Este
puede ser del pasado: retrocognición, del presente:
videncia, y del futuro: precognición. En todos estos
casos la facultad sería la misma. De hecho y de modo
estrictamente objetivo, tan difícil de entender y
explicar resulta que se pueda saber lo que va a ocurrir,
como lo que está sucediendo fuera de nuestro entorno,
como aquello que ocurrió sin que guarde relación alguna
con nosotros.
Creemos que el canal
informativo es el mismo en todos los casos. La mente del
sujeto en un estado alterado de la conciencia (EAC), de
mayor o menor intensidad, recibe la información a través
de un canal desconocido (aunque también recibe muchos
impulsos informativos por los canales
sensitivo/receptores habituales, que se mezclarían con
los otros estímulos paranormales), información que unas
veces es nítida y clara (las menos) y otras se trata de
pequeños "flashs" de luz o detalles inconexos, etcétera,
que el Dotado transforma en un mensaje comprensible, al
menos para él, (en ocasiones, ni siquiera comprensible
para el propio dotado) sin que pueda explicarse
satisfactoriamente como se realiza la citada
transformación o decodificación de la información
recibida.
Indudablemente, cabe
pensar que es más difícil adivinar el futuro, lo que aún
no ha ocurrido, que el pasado y más éste que el
presente, lo que está sucediendo en ese instante. De
hecho, el presente no existiría, porque el presente de
ahora mismo es el pasado de dentro de un milisegundo.
Pero esta supuesta mayor o menor dificultad no es tal.
Así piensan al menos la mayor parte de los
parapsicólogos. De hecho, cuando un vidente nos
pronostica algo que ocurrirá en un futuro más o menos
lejano, puede tratarse de algo dificilísimo, pero al no
poder constatarlo, lo pondremos en cuarentena. Así
mismo, cuando lo que videncie sea algo acontecido ya,
tendremos, a priori, más facilidad para comprobarlo, con
lo que en caso de acertar, el resultado causaría mayor
asombro. Hay que resaltar, no obstante, que podría
resultar más sencillo los pronósticos retrocognitivos
por el hecho de que el vidente puede obtener información
directa del sujeto, tanto a nivel consciente como
inconsciente, pero ya conocida por el consultante.
Todo esto conformará uno
de los motivos por lo que, para los neófitos y/o
aficionados, la retrocognición y la precognición son
fenómenos diferentes. Pues no es así, en principio y
teoría. Si atendemos a ciertos Saberes y teorías
esotéricas, el vidente, su mente, accede al Archivo
Akáshico y de él obtendría la información. Este Archivo
Akáshico sería, según los defensores de su existencia,
un registro sutil donde se almacena todo cuanto
acontece, sucedió y sucederá en nuestro Universo. Allí,
en el Astral, estarían impresos nuestros respectivos
karmas y del Archivo saldría la información que reciben
los Dotados Psíquicos.
Por supuesto, el Archivo
Akáshico es una idea esóterica (en realidad proviene de
la Mística Tibetana) y por ello nada científica. Pero la
ciencia también opina al respecto (más que la ciencia en
sí, serían los científicos que estudian la
parapsicología), para ésta, el vidente, su mente,
tomaría contacto con algún tipo de energía/frecuencia,
que sería general para todos y donde se almacenaría la
energía que va transformándose o parte de ella y el
vidente, con su contacto, captaría símbolos universales
que traduciría consciente o inconscientemente. Claro
está, esta teoría es demasiado parecida a la expresada
anteriormente y además, no explicaría lo que sucede con
la adivinación del futuro, puesto que no es energía
transformada. Aunque sí sería energía transformada si
nos separamos de nuestro esquema espacio/temporal, donde
nuestro futuro no sería tal.
La otra clasificación se
refiere a la forma o manera en que se contacta, en que
se accede a la clarividencia.
Una de ellas es la
Clarividencia Espontánea. En este caso, el sujeto recibe
la información sin motivo aparente, de imprevisto, ya
sea en estado alterado de conciencia o no. Otra de las
formas sería la Clarividencia Voluntaria. En este caso,
el vidente puede forzar su aparición por medios mentales
o físicos. Entre las primeras estarían la Mediumnidad
(aunque no se contacte con Espíritu o Ente alguno, el
proceso sería el mismo). Entre los segundos cabría
introducir todas las mancias. En éstas, el sujeto se
ayuda en su concentración y posterior videncia con
diferentes objetos cuales cada vez son más numerosos:
cartas, bola de cristal, posos de té o café, huesos,
palitos, runas, y un largo etcétera.
También en este punto
podríamos distinguir dos grupos. Uno, el que reúne a las
cartas y manos: cartomancia y quiromancia. Y el que
agrupa a todas las demás mancias. Incluso podríamos
extender esta clasificación a otro tercer grupo
integrado por sistemas tales como el I Ching y la
Astrolomancia.
El primer sub-grupo dentro
de la videncia provocada, engloba a las cartas y las
manos. En el caso de las cartas, cuales no tienen porqué
ser únicamente el Tarot clásico, si no que existen otras
barajas que son igualmente válidas. De hecho existen
cientos de Tarots, teniendo entre los más usados por los
profesionales de la videncia: Tarot Español, Tarot de
Marsella, Tarot Rider-Waite, Tarot Egipcio, Tarot
Simbólico, Tarot Esotérico, etc. Aquí, en este tema, nos
enfrentamos a una gran controversia: son las cartas las
que dicen el destino (agrupamos aquí a toda la videncia
temporal/espacial), o es el vidente quien lo adivina
sirviéndose de los naipes, simplemente, como un apoyo
físico, como vehículo de contacto. Hay versiones e
hipótesis para casi todos los gustos. De hecho, lo más
probable es que sea una mezcla de ambas posibilidades,
que se traten de fenómenos complementarios.
En efecto, las cartas y
más concretamente el Tarot (sea cual sea), es
depositario de una complejísima y antiquísima filosofía
esotérica. Tiene, el Tarot, un elaborado compendio de
Saber Oculto, confiado a símbolos gráficos de
importantísima trascendencia.
Para los investigadores
del Esoterismo, el Tarot sería el depositario de todo el
Saber Oculto de la humanidad, salvaguardado en forma de
clave secreta, sólo abierto a los iniciados. Y con su
estudio y profundización, se conseguiría avanzar en el
Camino Iniciático personal.
Con todo esto y con las
diversas tiradas del mazo de cartas, el vidente recibe
una consecución de símbolos que habrá de traducir a un
mensaje comprensible. Claro está, en honor a la verdad
(ciencia analítica) el cartomante descifrará la tirada
de acuerdo a un código establecido que, previamente,
habrá aprendido, con lo que el simbolismo esotérico
(inmensamente profundo y verdadero) del Tarot queda
supeditado a la adaptación y trascripción que de las
tiradas se hayan efectuado anteriormente. Además, no son
pocos los especialistas que supeditan, en lo que al
Tarot se refiere, la videncia al estudio iniciático.
La parapsicología
científica puede, posiblemente, apoyar más acertadamente
la otra explicación (aplicación), cual sería la de que
los naipes sirvieran de soporte físico al
Dotado/vidente, el cual sería el único protagonista,
recibiendo la información a través del canal psíquico de
clarividencia, tal y como explicábamos anteriormente. De
hecho, está probado (para ciertos investigadores) que el
acierto es más exacto y continuo en cartomantes que usan
su videncia, en lugar de interpretar fielmente el
resultado de la tirada de naipes. Algo similar ocurriría
en la Quiromancia. Pero insistimos, en una tirada de
videncia a través del Tarot, entrarían en función ambas
posibilidades.
Para el segundo grupo
citado: bola de cristal, posos, etc., la explicación
como soporte y el uso de su propia PES es más evidente.
En estos casos se trataría del propio sujeto, el cual a
veces no sabe ni como explicar lo que hace. Normalmente,
tras una breve concentración mira la bola de cristal u
otro sistema cualquiera, y la mente se le abre al
conocimiento, recibiendo la respuesta. Puede también
tirar las tablitas o huesos al suelo y por la posición
en que queden, adivinará la respuesta. Queda claro que
la posición que toman unos posos de café o té, no tiene
ningún mensaje oculto de la antigüedad; así mismo pasa
con el resto de los sistemas englobados en este segundo
apartado.
Respecto al tercer grupo,
el que engloba el I Ching y la Astrolomancia, podríamos
explicarlos de manera muy similar al primer grupo. Ambos
sistemas adivinatorios son también depositarios de un
saber oculto e iniciático. En el caso del I Ching, se
trata de milenaria filosofía china, la cual ha visto
reducido todo su saber a una serie de hexagramas
(compilación). En el caso de la Astrología Occidental,
basada en la antiquísima Sumer, recoge, además de claves
matemáticas y astronómicas, todo un conocimiento humano
primero. |