ANECDOTAS DE AQUI Y DE ALLA




Hermosa anécdota de Argos

Argos es un cachorro de Bob Tail que habían abandonado junto a sus cinco hermanitos y que adoptamos cuando tenía dos meses. Trajo con él miles de alegrías y un sin fin de anécdotas pero mi favorita es la que os voy a contar ahora.

Mi marido trabajaba toda la semana con el turno de tarde y para mayor gloria nuestra también todo ese fin de semana, así que yo estaba un poco mustia porque no le había visto en toda la semana ni tampoco iba a poder estar con él esos dos días que yo libraba.

Argos debía tener unos seis meses, era invierno y estaba tumbado conmigo en el salón, dándome la espalda en su alfombra de lana, abrazado a Teddy, su oso de peluche, al que adoraba y torturaba con un sin fin de mordiscos en cada parte del cuerpecito del pobre muñeco, que para nuestra sorpresa le duró casi cuatro meses, todo un record para los juguetes de mi cachorro.

Ponían en la televisión una película de esas para no parar de llorar que me estaba tragando enterita, y como estaba ya bastante triste comencé a llorar. Al principio sin ruido pero según me fui metiendo en la trama de la dichosa película sollocé un par de veces en las que Argos me escuchó. La primera vez me miró muy serio, pero la segunda se levantó tranquilamente, cogió a Teddy de una oreja y me lo trajo al sofá donde yo estaba, dejándolo en mi regazo.

Se subió con las patas delanteras para llegar hasta mi cara, me la lamió y con el morro movió a Teddy volviéndome a mirar. Me estaba invitando a jugar con su oso!

Os puedo asegurar que su cara fue todo un poema, estoy segura de que él pensaba que lloraba porque yo no tenía ningún juguete y al dejarme a Teddy no entendía por qué no paraba de llorar. Entenderéis que cuando me lo plantó encima y me lamió la cara yo ya no podía dejar de llorar y de abrazarle por ese gesto tan generoso que demostró conmigo.

Adoramos a ese cachorro que ya tiene un año y al que cualquier día me como a besos. El es parte de nuestra pequeña familia y jamás nos hemos arrepentido de haberle adoptado. He de darle las gracias al desaprensivo que le abandonó porque trajo más felicidad a nuestra vida y a la suya...pues ni os cuento! Sólo espero que sus hermanitos sean tan felices como mi pequeño navegante.


Marian (España)

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Sweety y la escalera


Mi anécdota es sobre un Cocker Spaniel, al cual un día le pusimos el plato de comida cerca de una pequeña escalera. Entonces, bruto como era, el plato se empezó a mover hacia los escalones.


En ese momento mi padre nos dijo: "Miralo, a este banana se le va a caer toda la comida. En eso Sweety (mi perro) lo miró, se dio media vuelta, se puso en los escalones y empezó a comer hacia el otro lado.

Sergio (España).

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