CIUDAD DE MÉXICO.- Murió sin nombre.
Los 12 días que permaneció en el asilo, abandonado por su familia, bastaron para que la tristeza lo
aniquilara, rodeado de perros desconocidos.
Muchas veces el hombre no
es
el
mejor amigo del perro.
De los animales abandonados en albergues o la
vía pública sólo el cinco por ciento de los machos es adoptado por
alguna familia.
No hubo tiempo para que los trabajadores del refugio canino le
apodaran
"Manchas" o "Firu".
El, un pequinés de cinco años, prefirió dejarse
morir ante la ausencia de sus dueños.
Su deceso se incorporó a una
estadística
tan
fría como sus últimos días: de 10 perros que llegan a los asilos de la
capital mexicana, tres o cuatro perecen de melancolía, de acuerdo con
cifras
de asociaciones protectoras de animales.
Acostumbrados por 25 mil años a convivir con el hombre, los perros
no
soportan la soledad.
Se aíslan, dejan de comer y sucumben por la baja
de defensas de su organismo.
Las asociaciones protectoras pueden, con
grandes esfuerzos, darles cobijo y alimentación, pero rara vez cariño.
"Necesitan mucho amor, alguien que los cuide con afecto" indica
Natasha
McKey, voluntaria del Refugio Franciscano, rodeada de cientos de
perros ubicados en jaulas contiguas o al aire libre.
Las dos hectáreas
de terreno albergan huéspedes caninos callejeros, caseros y
maltratados, incluso
algunos
que han sido violados.
Un hogar para los refugiados
El único requisito para ingresar es un donativo inicial. Su
mantenimiento
posterior es pagado por el asilo, el cual, ayudado por empresas
privadas, invierte en su salud, limpieza y protección.
Además, el
refugio ofrece servicios de panteón, esterilización y vacunación para
perros externos.
"Casi nadie quiere adoptarlos, pero si alguien lo desea visitamos su
casa,
y luego de comprobar que tiene los medio económicos y afectivos, le
damos
el
animalito", precisa Natasha.
Pero no todos los perros son tan afortunados. En otros refugios son
sacrificados. La sobrepoblación -existen dos canes por cada 10
personas en la capital mexicana- la falta de dinero en las
asociaciones humanitarias y la escasez de personal, son sólo algunos
de los problemas enfrentados por los asilos.
La crueldad, la ignorancia, la irresponsabilidad de quienes no
esterilizan
a sus animales y la venta de éstos, propiciada por los criaderos,
agravan sus condiciones de vida.
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