Exclusión y reclusión: fenómenos psicosociales de la subjetividad contemporánea.


Resumen.

El mundo contemporáneo asiste a profundas transformaciones que trastornan el universo de las significaciones y los imaginarios colectivos.

Dentro de este escenario, el presente trabajo considerará los fenómenos psicosociales que se producen en relación con el desplazamiento de grandes masas humanas fuera de los límites de la contención social. Las consecuencias de este proceso, comúnmente analizadas en lo que respecta a la exclusión, o desafiliación según el término de Robert Castel, son consideradas aquí como de efecto global sobre la sociedad en su conjunto. A tal efecto, se utiliza el concepto de reclusión para examinar las consecuencias sobre el sector social integrado o incluido.

Ambos aspectos contribuyen a mostrar el rostro inquietante de una época que, junto a portentos tecnológicos jamás soñados, presenta a la exclusión y a la reclusión como formas de deterioro de la calidad de vida, como caras de una problemática que va más allá de las carencias de los pobres, que está expresando la construcción de subjetividades marcadas por la miseria en diversas manifestaciones.

El reconocimiento de la integralidad de estos fenómenos, por su parte, permite evitar que el que podríamos llamar "el problema de las víctimas" inunde nuestro espacio de análisis y nos lleve a conceder alguna ventaja a quienes se encuentran del lado de adentro de la cerca. La propuesta es otra: la operación excluyente afecta al conjunto de la sociedad contemporánea. Considerar este fenómeno no es sólo de interés para los arrojados fuera de los bordes de la sociedad de consumo, sino para el conjunto de los sujetos e instituciones de la actualidad.

 

Exclusión y reclusión.

Fenómenos psicosociales de la subjetividad contemporánea

 

¿Es posible que un cuarto de la población viva en la pobreza, que cientos de miles de trabajadores pierdan su empleo, que se estire más y más la distancia entre quienes más tienen y quienes menos tienen, y que este sólo sea un problema para los afectados directos? ¿Puede una sociedad no ver alterado su equilibrio cuando masas de población, en apenas diez o quince años, caen fuera de los límites de contención hacia el espacio de la exclusión? ¿Afectará a esa sociedad en su conjunto la caída de las significaciones que otorgaban al trabajo y al estudio la condición de medios de progreso y construcción del futuro?

A pesar de que todo lleva a considerar que el delicado equilibrio social se halla fuertemente comprometido por estos cambios recientes, existen dispositivos que dificultan la comprensión plena de estos fenómenos. Una de las operaciones de más vastos alcances de ocultamiento es la que se establece al instituir el término exclusión como el reverso de la inclusión. Esto distingue entre un adentro y un afuera, y genera la ilusión de que estar adentro es infinitamente mejor que estar afuera. Sin embargo, la existencia del universo de la exclusión modifica de tal modo el espacio social común que en el "lado de adentro" sólo se puede vivir recluido, esto es, encerrado, enrejado, atrincherado. El reverso de la exclusión no es la inclusión sino la reclusión, y a partir de aquí puede advertirse que, en términos de construcción de subjetividades, la época actual muestra diversos rostros de la miseria.

 

Afuera:

Un recorrido por los componentes de la cotidianeidad de los sectores excluidos puede mostrar el siguiente punteo:

 

Adentro

Una mirada por el espacio interior, por lo que se reserva a quienes pertenecen a la sociedad de consumo, o sea los consumidores, nos ofrece un panorama marcado por los siguientes signos:

A estos rasgos que imperan a uno y otro lado de la cerca, habría que agregarle aquellos males que afectan a excluidos y a recluidos y que también son productos genuinos del tiempo presente. Las adicciones, el narcotráfico, el ataque al ecosistema, el VIH-SIDA, la corrupción estructural. Estos no son errores o imperfecciones que es posible corregir, sino el reverso necesario de un sistema que, en la otra cara, muestra las maravillas de la tecnología en una oferta que crece exponencialmente.

 

El sujeto contemporáneo.

No resulta sencillo, en plena operación instituyente, reconocer los componentes y advertir la dirección de los dispositivos que van produciendo los rasgos de la nueva subjetividad. No es imposible, sin embargo, hacer un recuento que permita considerar, por un lado lo que ha perdido consistencia en la actualidad y que formó parte del imaginario de generaciones pasadas, y delinear, por otro, los rasgos fuertes del imaginario contemporáneo.

Imaginarios caídos.

Como hemos visto en estos ejemplos, la caída de los imaginarios obliga a una reestructuración profunda del universo simbólico de la subjetividad contemporánea, generándose lo que Kaës llama, siguiendo a R. Thom: "una perturbación temporaria de los mecanismos de regulación de un individuo o de un conjunto de individuos"(4) El lazo social mismo es reformulado, desgarrándose el tejido de las redes de significación y provocando la desestabilización de las apoyaturas grupales que construyen y sostienen el psiquismo.

Cabe la formulación de una hipótesis, a explorar y desarrollar, acerca de las modalidades de resolución de la crisis que están al alcance del sujeto contemporáneo. Siguiendo a Kaës, si tanto la "ausencia irremediable" de apoyo como la "sutura" por abolición del espacio transicional pueden provocar daños y perturbaciones en el desarrollo psíquico, es posible que una y otra condición se encuentren en la sociedad contemporánea. En el terreno de la exclusión se advierte esa ausencia de apoyo, en tanto la sutura es una operación que puede hallarse en el ámbito de la reclusión a partir de la hiperoferta de objetos de consumo, ofrecidos y usados para evitar las crisis. Ambos casos dejan a los sujetos prisioneros de las problemáticas y sin posibilidades de explorar transicionalmente las vías de resolución de las crisis. 

 

Rasgos fuertes del imaginario contemporáneo.

Frente a la caída de los imaginarios precedentes es posible advertir la entronización de ideas, conceptos, nociones que, lentamente, van ocupando su lugar en el dispositivo de matrizamiento de las nuevas subjetividades.

Un rápido listado nos permite considerar los siguientes rasgos:

En torno a estos ejes se irán configurando los imaginarios del sujeto de la globalización. La reclusión aportará el ámbito específico en el cual cada uno de ellos florecerá y echará raíces en un acoplamiento ajustado.

Claro que el sujeto recluido valorará más lo privado que lo público, su universo se reducirá progresivamente hacia los interiores protegidos desde donde lo público es visto como amenaza por su apertura, su exposición, su necesidad de compartir con otros.

Claro que en su encerramiento se reducirán sus contactos con otros sujetos y, entonces, crecerá correlativamente la importancia de la satisfacción por medio de los objetos.

Claro que en esa reclusión irán perdiendo importancia las instituciones sociales y la misma política.

Y claro que crecerá el individualismo, será un perfecto robinson atrincherado en su isla y a salvo de fastidios colectivos.

Este sujeto -nosotros mismos ya en parte, nuestros hijos con mayor plenitud- ¿habrá de marchar hacia un mañana marcado con estas señales, ya signos instituidos, o encontrará colectivamente la manera de quebrar ese designio, de pensar lo impensable, de extraer de la nada otros signos, otros mañanas?

No hay certezas. Sólo una apuesta, si cabe.

 

 

(1) CASTEL, Robert. La dinámica de los procesos de marginalización. Revista Topía, 1990

(2) Citado por STOLKINER, Alicia. Políticas en salud mental. Lugar Edit. Buenos Aires, pág. 33

(3) OHMAE, Kenichi. El fin del estado-nación. Ed. Andrés Bello, Santiago de Chile, 1997. Págs. 12 y 13: "Muchos de los valores escenciales que servían de fundamento a un orden mundial de estados-nación independientes y soberanos -la democracia liberal, según su aplicación en el Occidente, por ejemplo, e incluso la propia noción de soberanía política- han mostrado síntomas de que necesitan una profunda redefinición o, tal vez, una sustitución. Ciertamente, a medida que se aproxima el siglo XXI y a medida que las que yo denomino cuatro 'íes' -industria, inversión, individuos e información- fluyen con muy pocas trabas atravezando las fronteras nacionales, los conceptos básicos adecuados para un modelo de mundo de países cerrados, propio del siglo XIX, han dejado de ser válidos."

(4) KAES, René. Crisis, ruptura y superación. Ediciones Cinco, Buenos Aires. Pág. 18


Buenos Aires, Julio de 2001

© Lic. Francisco Ferrara

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