Meditando en el no-ser
AYYA KHEMA
En
buddhismo nosotros usamos las palabras “ser” y “no-ser”, y por eso es
importante entender de qué se trata este “no-ser,” anatta, aun si al
principio es sólo una idea, porque la esencia de la enseñanza del Buddha
depende de este concepto. Y en esta enseñanza el Buddha es único. Nadie, ningún
otro maestro espiritual, ha formulado el no-ser de esta manera. Y porque ha sido
formulado por él de esta forma, también está la posibilidad de hablar acerca
de esto. Mucho se ha escrito acerca del no-ser, pero para poder conocerlo, uno
tiene que experimentarlo. Y esto es hacia lo que esta enseñanza apunta, la
experiencia del no-ser.
Sin
embargo, para poder experimentar el no-ser, uno primero tiene que conocer
totalmente el ser - en efecto conocerlo. Pero a menos que sepamos lo que este
ser es, este ser llamado “yo”, es imposible saber lo que se quiere decir por
“ahí no hay un ser.” Para poder deshacernos de algo, primero tenemos que
tenerlo completamente en la mano.
Nosotros
estamos constantemente tratando de reafirmar el ser. Lo que ya nos muestra que
este “ser” es un frágil y más bien menudo asunto, porque si no lo fuera,
¿ porqué tendríamos que estar constantemente reafirmándolo? ¿Porqué
estamos constantemente temerosos de que el “ser” sea amenazado de su
insegura existencia, o de no conseguir lo que necesita para sobrevivir? Si fuera
una entidad tan sólida como pensamos que es, no nos sentiríamos amenazados tan
a menudo.
Afirmamos
nuestro “ser” una y otra vez a través de la identificación. Nos
identificamos con un cierto nombre, una edad, un sexo, una habilidad, una
ocupación. “Yo soy un abogado, yo soy un doctor, yo soy un contador, yo soy
un estudiante.” Y nos identificamos con la gente a la que estamos apegados.
“Yo soy un esposo, yo soy una esposa, yo soy una madre, yo soy una hija, yo
soy un hijo.” Ahora, en la manera de hablar, tenemos que usar “yo” en ese
sentido--pero no es solamente en el lenguaje. Nosotros realmente pensamos que
ese “yo” es quien nosotros somos. Nosotros realmente lo creemos. No hay duda
en nuestra mente que ese “ser” es quien nosotros somos. Cuando cualquiera de
esos factores es amenazado, si ser una esposa es amenazado, si ser una madre es
amenazado, si ser un abogado es amenazado, si ser maestro es amenazado--ó si
perdemos a las personas que nos permiten retener ese “ser”--qué tragedia!
La
auto-identificación se vuelve insegura, y el “yo” encuentra difícil decir
“mírenme”, “ese soy yo”.” La alabanza y la culpa están incluidas. La
alabanza reafirma el “yo.” La culpa amenaza el “yo.” Por eso, nos gusta
la alabanza y nos disgusta la culpa. El ego es amenazado. Fama e infamia--la
misma cosa. Pérdida y ganancia. Si ganamos, el ego se hace más grande, si
perdemos, se vuelve un poco más pequeño. Por lo tanto, estamos constantemente
en un dilema, y en constante miedo. El ego puede perder un poco su grandeza - se
puede hacer un poco más pequeño. Y eso nos sucede a todos nosotros. Sin duda,
alguien eventualmente nos va a culpar por algo. Aun el Buddha fue culpado.
Ahora,
la culpa que nos fue impuesta no es el problema. El problema es nuestra reacción.
El problema es que nos sentimos pequeños. El ego tiene dificultades en
reafirmarse a sí mismo. Así que lo que usualmente hacemos es culpar al otro,
haciendo pequeño también el ego del otro.
Identificarnos
con cualquier cosa que hacemos y cualquier cosa que tenemos, ya sean posesiones
o gentes, es, así creemos, necesario para nuestra supervivencia, para la auto-
supervivencia. Si no nos identificamos con esto o aquello, sentimos como que
estamos en el limbo. Ésa es la razón por la que es difícil parar de pensar en
la meditación. Porque sin pensar, no habría identificación. Si yo no pienso,
¿con qué me identifico? Es difícil llegar a un estado en la meditación en el
que realmente no haya nada más con qué identificarnos.
La
felicidad, también, puede ser una identificación. “Yo estoy feliz.” “Yo
estoy infeliz.” Porque somos tan agudos en la supervivencia tenemos que
mantenernos identificándonos. Cuando esta identificación se convierte en un
asunto de vida o muerte del ego, que normalmente es, entonces el temor de pérdida
se convierte tan grande, que podemos estar en un constante estado de miedo.
Constantemente temerosos a perder ya sean las posesiones que nos hacen ser lo
que somos, ó la gente que nos hace ser lo que somos. Si no tenemos hijos, ó si
mueren todos ellos, ya no somos más una madre. Por eso el miedo es supremo. Lo
mismo va es para todas las otras identificaciones. No es una manera muy
tranquila de vivir, ¿y a qué se debe eso? Solamente a una cosa: ego, el
anhelar a ser.
Esta
identificación resulta, por supuesto, en anhelar a poseer. Y este poseer
resulta en apego. Lo que tenemos, con lo que nos identificamos, a eso estamos
apegados. Ese apego, ese aferrarse, hace extremadamente difícil tener un punto
de vista libre y abierto. Este tipo de adherencia, cualquier cosa que sea a lo
que nos aferremos--puede ser que no nos aferremos a automóviles y casas, puede
ser ni siquiera el apego a la gente--pero ciertamente nos aferramos a puntos de
vista y opiniones. Nos aferramos a nuestro punto de vista del mundo. Nos
aferramos al punto de vista de cómo vamos a ser felices. Tal vez nos aferramos
a la opinión de quién creó este universo. Sea lo que sea a lo que nos
aferremos, hasta cómo el gobierno debería manejar el país, todo eso hace
extremadamente difícil ver las cosas como realmente son. Ser abiertos. Y es
solamente una mente abierta la que puede tomar nuevas ideas y entendimiento.
El
Buddha comparó a los oyentes con cuatro clases diferentes de vasijas de barro.
La primera vasija de barro es una que tiene hoyos en el fondo. Si tu viertes
agua dentro de ella, se vacía de inmediato. En otras palabras, cualquier cosa
que le enseñes a esa persona, es inútil. La segunda vasija de barro, él la
comparó con una que tiene grietas en ella. Si tu viertes agua dentro de ella,
el agua se filtra. Estas personas no pueden recordar. No pueden colocar dos más
dos juntos. Grietas en el entendimiento. El tercer oyente, él lo comparó con
una vasija que estaba completamente llena. No se puede verter agua en ella
porque está llena hasta el tope. Una persona así, tan llena de opiniones que
no puede aprender nada nuevo! Pero afortunadamente, nosotros somos la cuarta
clase. Las vasijas vacías, sin ningún hoyo o grietas - completamente vacías.
Me
atrevo a decir que no. Pero quizás estén suficientemente vacías para tomar lo
suficiente. Estar vacías así, de puntos de vista y opiniones, significa una
carencia de apegos. Aun la falta de adherencia a lo que creemos es la realidad.
Cualquier cosa que nosotros pensamos que es la realidad, ciertamente no lo es,
porque si lo fuera, nosotros no estaríamos infelices ni por un sólo momento.
Nunca sentiríamos una carencia de nada. Nunca sentiríamos una falta de compañía,
de posesión. Nunca nos sentiríamos frustrados, aburridos. Si alguna vez lo
hacemos, aquello que pensamos que es real, no lo es. Lo que es verdaderamente
real es completamente satisfactorio. Si no estamos completamente satisfechos, no
estamos viendo completamente la realidad. Así, cualquier opinión que podamos
tener, es ya sea algo equivocado ó parcial.
Porque
es erróneo o parcial, y limitado por el ego, debemos mirarlo con sospecha.
Cualquier cosa a la que nos apegamos, nos mantiene limitados a ella. Si me
aferro a la pata de una mesa, no puedo traspasar la puerta. No hay forma que yo
pueda moverme. Estoy atorada. Cuando yo me suelte, tendré la oportunidad de
salir. Cualquier identificación, cualquier posesión a la que nos aferremos, es
lo que nos detiene de alcanzar la realidad trascendental. Ahora, nosotros
podemos ver fácilmente este apegarse cuando nos apegamos a cosas o gente, pero
no podemos ver fácilmente porqué los cinco khandhas se llaman los cinco
agregados del apego. Ése es su nombre, y ellos son, de hecho, a lo que más nos
apegamos. Ése es un apego completo. Ni siquiera nos detenemos a considerar
cuando vemos a nuestro cuerpo, y cuando vemos a nuestra mente, o cuando vemos un
sentimiento, una percepción, formaciones mentales, y conciencia-- vedana, sañña,
sankhara y viññana. Nosotros vemos a esta mente y cuerpo, nama-rupa, y ni
siquiera dudamos el hecho de que este es mí sentimiento, mí percepción, mí
memoria, mis pensamientos, y mí darme cuenta de mí conciencia. Y nadie empieza
a dudar hasta que empieza a ver. Y para ese ver, necesitamos una probada de
espacio vacío aparte de puntos de vista y opiniones.
Aferrarnos
es la mayor posesión y apego que tenemos. Mientras que nos aferremos, no
podemos ver la realidad. No podemos ver la realidad, porque el apego está en el
camino. El aferrarnos colorea cualquier cosa que nosotros creemos que es cierta.
Ahora, no es posible decir “está bien, dejaré de aferrarme.” No podemos
hacer eso. El proceso de quitar el “yo” aparte, de no creer más que esto es
una unidad, es algo gradual. Pero si la meditación tiene algún beneficio y éxito,
debe mostrar antes que nada, que hay una mente y hay un cuerpo. No hay una sola
cosa actuando de acuerdo todo el tiempo. Está la mente que está pensando y
haciendo que el cuerpo actúe. Ahora, ese es el primer paso en conocerse a uno
mismo un poco más claramente. Y entonces nosotros podemos notar “éste es un
sentimiento” y “yo le estoy dando un nombre a este sentimiento,” que
significa memoria y percepción. “Éste es el pensamiento que estoy teniendo
acerca de este sentimiento. El sentimiento ha surgido porque la conciencia
mental se ha conectado con el sentimiento que ha surgido.”
Toma
por separado los cuatro partes de los khandhas que pertenecen a la mente. Cuando
hacemos eso mientras está sucediendo--no ahora, cuando estamos pensando en eso,
sino cuando está sucediendo, entonces tenemos una vaga idea de que eso no es
realmente yo, que esos son fenómenos que están surgiendo, permanecen un
momento, y entonces cesan. ¿Cuánto tiempo permanece la conciencia mental en un
objeto? ¿Y cuánto tiempo duran los pensamientos? ¿Y realmente, nosotros los
invitamos?
El
apego, el aferramiento es lo que hace que el ego surja. Por el apego, la noción
de “yo” surge y entonces ahí estoy yo, y yo teniendo todos los problemas.
¿Sin yo habría problemas? Si no hubiera nadie sentado dentro de mí--como
pensamos que está--¿quién se llama yo, ó mío, ó Juan, Clara, entonces quién
está teniendo el problema? Los khandhas no tienen ningún problema. Los
khandhas son sólo procesos. Ellos son fenómenos y eso es todo. Ellos están
solamente continuando y continuando y continuando. Pero como yo me apego a
ellos, y trato de agarrarme de ellos, y diciendo: “soy yo, soy yo sintiendo,
soy yo deseando,” entonces los problemas surgen.
Si
nosotros realmente queremos deshacernos del sufrimiento, completa y totalmente,
entonces el apego se tiene que ir. El camino espiritual nunca es uno de logros;
siempre es uno de dejar ir. Mientras más dejamos ir, habrá más vacío y
espacio abierto para que nosotros podamos ver la realidad. Porque lo que
nosotros dejamos ir ya no está ahí, está la posibilidad de sólo movernos sin
aferrarnos a los resultados del movimiento. En tanto nos aferremos a los
resultados de lo que hacemos, en tanto nos aferremos a los resultados de lo que
pensamos, estamos atados, estamos hilvanados a ellos.
Ahora,
existe una tercera cosa que hacemos: nosotros estamos interesados en llegar a
hacer algo ó llegar a ser alguien. Interesados en convertirnos en un excelente
meditador. Interesados en llegar a graduarnos. Interesados en llegar a ser algo
que no somos. Y convertirnos en algo nos detiene de ser. Cuando estamos
detenidos de ser, no podemos poner atención a lo que realmente es, existe. Todo
este asunto de convertirse en algo pertenece, por supuesto, al futuro. Debido a
que todo lo que está en el futuro es una conjetura, es un mundo ilusorio en el
que vivimos. La única realidad de la que podemos estar seguros es este momento
particular ahora mismo; y este momento particular del cual debes estar alerta ya
pasó y este otro ya pasó y el siguiente también ya pasó. ¡Ve cómo todos
ellos están pasando! Ésta es la impermanencia de todo. Cada momento pasa, pero
nos aferramos, tratamos de agarrarnos bien a ellos. Tratando de hacerlos una
realidad. Tratando de hacerlos algo seguro. Tratando de hacer de ellos algo que
no son. Ve cómo todos ellos están pasando. Ni siquiera podemos decirlo tan rápido
como están sucediendo.
No
hay nada que sea seguro. Nada a que sujetarnos, nada que es estable. Todo el
universo está constantemente desintegrándose y volviéndose a formar. Y eso
incluye la mente y el cuerpo, que nosotros llamamos “yo.” Tú puedes creerlo
o no, eso no hace ninguna diferencia. Para poder conocerlo, tú debes
experimentarlo; cuando tú lo experimentas, es perfectamente claro. Lo que uno
experimenta es totalmente claro. Nadie puede decir que no lo sea. Pueden tratar
de hacerlo, pero sus objeciones no tienen sentido porque tú ya lo has
experimentado. Es lo mismo que morder un mango para conocer su sabor.
Para
experimentarlo, uno necesita meditación. Una mente ordinaria puede saber sólo
conceptos e ideas ordinarias. Si uno quiere entender y experimentar experiencias
e ideas extraordinarias, uno debe de tener una mente extraordinaria. Una mente
extraordinaria surge a través de la concentración. La mayoría de los
meditadores han experimentado algún estado diferente al que están
acostumbrados. Así, que ya no es común. Pero tenemos que reforzar eso mucho más
que solamente la etapa inicial. Hasta llegar al punto donde la mente es
verdaderamente extraordinaria. Extraordinaria en el sentido que se puede dirigir
a sí misma a donde desee ir. Extraordinaria en el sentido de que ya no se
perturba más por eventos cotidianos. Y cuando la mente se puede concentrar,
entonces experimenta estados que no había conocido nunca antes. Poder darte
cuenta de que tu universo constantemente se deshace y se vuelve a formar otra
vez es una experiencia meditativa. Esto lleva práctica, perseverancia y
paciencia. Y cuando la mente está quieta e inalterada, surge ecuanimidad, una
mente uniforme y serenidad.
En
ese momento la mente entiende la idea de impermanencia a tal alcance que se ve a
sí misma como totalmente impermanente. Y cuando uno ve que su propia mente es
totalmente impermanente, hay un cambio en el punto de vista propio. Ese cambio a
mí me gusta compararlo con un caleidoscopio con el que juegan los niños. Un
ligero toque, y tienes una imagen diferente. Todo se ve completamente diferente
con un sólo ligero cambio.
El
no-ser es experimentado a través del aspecto de la impermanencia, a través del
aspecto de la insatisfactoriedad, y a través del aspecto del vacío. ¿Vacío
de qué? La palabra “vacío” es muchas veces mal entendida porque cuando uno
sólo piensa en ella como un concepto, uno dice, “¿qué quieres decir por vacío?”
Todo está ahí: ahí están la gente, y están sus vísceras, intestinos y sus
huesos y sangre y todo está lleno de cosas -- y la mente tampoco está vacía.
Tiene ideas, pensamientos y sentimientos. Y aun cuando no tiene estos, ¿qué
quieres decir por vacío? La única cosa que está vacía, es la vacuidad de una
entidad.
No
hay una entidad específica en nada. Eso es vacío. Eso es la nada. Esa nada es
también experimentada en meditación. Está vacío, desprovisto de una persona
específica, desprovisto de una cosa específica, desprovisto de algo que lo
hace permanente, desprovisto de algo que aún lo hace importante. Todo está en
un flujo. Entonces, el vacío es eso. Y el vacío se verá en todas partes; se
verá en uno mismo. Y eso es lo que se llama anatta, no-ser, insubstancialidad.
Vacío de una entidad. No hay nadie ahí. Todo es imaginación. Al principio eso
se siente muy inseguro.
Esa
persona que yo he estado considerando con tanto interés, esa persona tratando
de hacer esto ó aquello, esa persona que será mi seguridad, que será mi
seguro para una vida feliz--una vez que encuentre esa persona--esa persona en
realidad no existe. ¡Qué idea tan atemorizante e insegura! ¡Qué sentimiento
de miedo surge! Pero, de hecho, es justo lo inverso. Si uno acepta y aguanta ese
miedo, lo supera, uno llega a un puro y completo alivio y se libera.
Les
daré un símil: Imagínate que tú eres dueño de una joya muy valiosa, que es
tan valiosa que tú depositas tu confianza en ella tanto que si llegaras a tener
épocas difíciles, ella te cuidaría. Es tan valiosa que la puedes tener como
tu seguridad. Tú no confías en nadie. Así que tienes una caja de seguridad
dentro de tu casa y ahí es donde pones tu joya. Ahora, tú has estado
trabajando duro por un número de años y tú piensas que te mereces unas
vacaciones. Así que, ahora, ¿qué haces con la joya? Obviamente no la puedes
llevar contigo en tus vacaciones a la orilla del mar. Así que compras nuevas
cerraduras para las puertas de tu casa y colocas barrotes en las ventanas y
alertas a tus vecinos. Les dices acerca de las propuestas vacaciones y les pides
que cuiden tu casa--y la caja fuerte dentro de ella. Y ellos dicen que lo harán,
por supuesto. Tu debes de estar muy tranquilo y así te vas a tus vacaciones.
Vas
a la playa, y es precioso. Maravilloso. Las palmeras se están meciendo con el
viento, y el lugar que escogiste en la playa es bonito y limpio. Las olas están
tibias y todo es precioso. El primer día tú lo disfrutas realmente. Pero en el
segundo día te empiezas a cuestionar; los vecinos son gente amable, pero ellos
salen y visitan a sus hijos. Ellos no están siempre en casa, y últimamente ha
habido una racha de robos en el vecindario. Y para el tercer día ya te
convenciste a ti mismo de que algo espantoso va a pasar, y te regresas a casa.
Entras y abres la caja. Todo está bien. Vas a ver a los vecinos y ellos te
preguntan, “¿Porqué regresaste? Estábamos cuidando tu casa. No tenías que
haber regresado. Todo está bien.”
Al
año siguiente, la misma cosa. Otra vez, le dices a los vecinos, “Ahora, en
esta ocasión realmente voy a estar fuera por un mes. Necesito estas vacaciones
porque he estado trabajando muy duro.” Y ellos te dicen, “Absolutamente no
tienes porqué preocuparte, sólo tómatelas. Vete a la playa.” Así que una
vez más, bloqueas las ventanas, cierras las puertas, dejas todo en orden y te
vas a la playa. Otra vez, es precioso, maravilloso. Esta vez duras cinco días.
Para el quinto día estás convencido de que algo espantoso debió haber
ocurrido. Y te vas a casa. Llegas a casa y caray, sí sucedió. La joya ha
desaparecido. Estás en un estado de colapso total. Desesperación total.
Deprimido. Así que vas a ver a los vecinos, pero ellos no tienen idea de lo que
ha sucedido, ellos han estado cuidando todo el tiempo. Entonces, te sientas y
recapacitas los hechos y te das cuenta de que ya que la joya ha desaparecido,
posiblemente debas regresar a la playa y divertirte!
Esa
joya es el yo. Una vez que se ha ido, toda la carga de cuidarlo, y los miedos
acerca de él, todos los barrotes de puertas y ventanas y corazón y mente ya no
son necesarios. Ya puedes solamente ir y divertirte mientras sigas en este
cuerpo. Después de una apropiada investigación, el aspecto amenazador de
perder esta cosa que parecía tan preciada, se convierte en el único alivio y
liberación de preocupación que existe.
Hay
tres puertas para la liberación: la sin signo, la sin deseo y la del vacío. Si
entendemos la impermanencia, anicca, totalmente, se llama la Liberación Sin
Signo. Si entendemos el sufrimiento, dukkha, totalmente, es la Liberación Sin
Deseo. Si entendemos el no-ser, anatta, totalmente, entonces es la Liberación
del Vacío. Esto significa que nosotros podemos ir a través de cualquiera de
estas tres puertas. Y ser liberados significa nunca volver a tener que
experimentar un momento infeliz otra vez. Esto también significa otra cosa:
significa que nosotros ya no estamos creando más kamma. Una persona que ha sido
completamente liberada, aun actúa, aun piensa, aun habla y mira a todas las
intenciones y propósitos como cualquier otra persona, pero esa persona ha
perdido la idea de yo estoy pensando, yo estoy hablando, yo estoy actuando.
Kamma ya no se está produciendo porque está solamente el pensamiento, sólo el
habla, sólo la acción. Está la experiencia, pero no el experimentador. Y
porque ya no se está produciendo kamma, no hay renacimiento. Eso es total
iluminación.
En
esta tradición, se han clasificado tres estados de iluminación antes de que
uno alcance el cuarto estado, la total iluminación. La primera fase por la que
nosotros podemos interesarnos - por lo menos teóricamente - se llama sotapanna.
El que Entra en la Corriente. Esto significa una persona que ha visto Nibbana
una vez y de ese modo ha entrado a la corriente. Esa persona no puede ser
disuadida más del Sendero. Si la penetración es fuerte, puede haber únicamente
una vida más. Si la penetración es débil, uno puede tener siete vidas más.
Habiendo visto Nibbana por uno mismo una vez, uno pierde algunas de las
dificultades que uno había tenido antes. El obstáculo más drástico que uno
pierde, es la idea de que esta persona que nosotros llamamos “yo” es una
entidad separada. La visión equivocada del ser se pierde. Pero eso no quiere
decir que un sotapanna está constantemente alerta del no-ser. La visión
equivocada está perdida. Pero la visión correcta debe ser reforzada una y otra
vez y experimentada una y otra vez a través de ese refuerzo.
Esta
persona ya no tiene ningún gran interés, y ciertamente ninguna creencia, en
ritos y rituales. Estos pueden continuar haciéndose porque son tradicionales o
porque son una costumbre, pero esta persona ya no cree que ellos le puedan
brindar ningún tipo de liberación (si es que ellos alguna vez creyeron eso
anteriormente). Y también, algo muy interesante se pierde: la duda escéptica.
La duda escéptica se pierde porque uno ha visto por uno mismo que lo que el
Buddha enseñó es una realidad. Hasta ese momento la duda escéptica va a
surgir una y otra vez porque uno fácilmente puede pensar: “Bueno, tal vez.
Tal vez así sea, pero ¿cómo puedo yo estar seguro?” Uno solamente puede
estar seguro a través de su propia experiencia. Entonces, por supuesto, ya no
queda duda escéptica porque uno ha visto lo que hemos descrito, y habiéndolo
visto, nuestro propio corazón y mente tienen un entendimiento que hace posible
ver todo lo demás.
El
Dhamma debe tener como su base el entendimiento de que no existe una entidad
especial. Hay una continuidad, pero no hay una entidad especial. Y esa
continuidad es lo que hace tan difícil para nosotros el ver que realmente ahí
no hay nadie dentro del cuerpo haciendo que las cosas sucedan. Las cosas están
sucediendo de todas formas. Así que el primer instante de haber visto un
vislumbre de libertad, llamado Entrada a la Corriente, hace cambios dentro de
nosotros. Esto ciertamente no erradica el apego y el enojo--de hecho, estos ni
siquiera se han mencionado. Pero a través del gran entendimiento que tiene tal
persona, el apego y el odio disminuyen. Ya no son tan fuertes, y no se
manifiestan de una forma intensa, pero permanecen en formas sutiles.
Los
siguientes estados son El que Regresa Una Vez, después El que No Regresa, después
el Arahant. El que Regresa Una Vez tiene una vida más en el mundo de los cinco
sentidos. El que No Regresa no retorna a la vida humana, y el Arahant, es el ser
Completamente Iluminado. Los deseos sensuales y el odio sólo se erradican con
los que No Regresan y la total vanidad del ser, sólo con los Arahants.
Así
que podemos aceptar completamente el hecho de que ya que nosotros no somos
Arahants, nosotros todavía tenemos apego y odio. No se trata de culparse a uno
mismo por tenerlos: se trata de entender de dónde vienen estos. Ellos vienen
del engaño del yo. Yo quiero proteger esta joya que es el yo. Así es como
ellos surgen. Pero con la continua práctica de meditación la mente puede
llegar a ser más y más clara. Ella finalmente entiende. Y cuando ella
entiende, puede ver la realidad trascendental. Aun si es vista por un momento de
pensamiento, la experiencia es de gran impacto y hace un cambio marcado en
nuestras vidas.