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  La Acción Católica Mexicana: Escuela de Santidad En octubre de 1977 celebramos la XVIII Asamblea Plenaria de la Acción Católica Mexicana.

En ella recibimos un mensaje, saludo paternal y de aliento dirigido especialmente a nosotros de S.S. Paulo VI.

Es el legado de un padre cariñoso, cuyo valor debemos aquilatar para saberlo aprovechar; en él nos expresó su deseo, orientación y disposición para la ACM.

Al leerlo podríamos llamarlo ahora testamento de S.S. Paulo VI para la Acción Católica Mexicana, hagámoslo meditando, profundizando, reflexionando en cada uno de sus párrafos, mejor diríamos en cada una de sus palabras, que cada vez encontramos en él motivos nuevos para nuestra entrega apostólica.

Detengámonos ahora en este párrafo hermosísimo: "Finalmente queremos reservar una palabra de aliento a cultivar con esmero la vida espiritual. Bajo el aliento del Espíritu y como testigos auténticos en búsqueda de la unidad y servidores de la verdad, animados por el amor y profesando una alienten devoción a María Nuestra Señora de Guadalupe, los militantes cristianos deben encontrar en la Acción Católica una verdadera "escuela de santidad".

Aún no hemos dado a este último párrafo el valor y la trascendencia que tiene. Encierra el secreto de nuestro verdadero espíritu de militantes cristianos.

Pero... reflexionemos ¿ qué es la santidad?

Podemos responder: la calidad de santo y... ¿ Quién es santo?

Sólo Dios lo es esencialmente; sólo Él es perfecto, excelso, diferente; es la perfección única que las contiene todas, es la Cima hacia la cual todo converge, todas las grandezas reales y posibles fusionadas y reunidas en su única, permanente, inmutable grandeza, pues que sólo Dios Es el Ser.

En el Antiguo Testamento encontramos esta proclamación:

"Quién como tú, Yavéh, glorioso en santidad" (Ex. 15, 11).

El mismo Dios afirma la santidad de Sí mismo pero a la vez la exige a los hombres: "Sed santos porque yo, Yavéh, vuestro Dios, soy santo" Lev. 19, 2A).

Él es quien los santifica:

"Guardad mis preceptos y cumplidlos, yo soy Yavéh, el que os santifica" Lev. 20,8) y repite con insistencia que el motivo y el modelo de la santidad del hombre debe ser la santidad misma de Dios.

Más, ¿ cómo puede ser esto? Según el plan de Dios, lo que pide es justo. Al crear al ser humano Dios dijo:

"Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza", y por ello le dio inteligencia, voluntad, poder, lo hizo una persona, cuya dignidad dimana de su libertad, responsable de su destino a una realización trascendente y prepara para él una revelación más profunda, una participación de la gracia sobre la naturaleza. El hombre haciendo honor a estos dones, está obligado, EN JUSTICIA HACIA DIOS a aspirar a la santidad por gracia, privilegio y participación.

Claro, nada es comparable a la santidad de Dios y nadie puede presentarse como justo o santo ante el Señor; pero si se puede aspirar a la santidad con actitud de adoración interna y de consagración a Él.

En el Nuevo Testamento la santidad adquiere un carácter particular en cuanto significa unión íntima con Cristo, que transforma nuestra naturaleza hasta convertirla en una creación nueva. En Cristo habita la plenitud de la divinidad que tiende a la santificación de toda la humanidad. Cristo es la causa de la redención y de la salvación de todos y quiere, por tanto que todos se santifiquen. Él es el modelo de santidad que hay que imitar; por eso los cristianos son llamados por San Pablo santos por vocación.

En la Iglesia, que es plenitud de Cristo por ser su Cuerpo Místico, se ejercen todos los influjos salvadores del mismo Cristo, obradores de la redención.

La gracia fluye a través de la iglesia: la remisión de los pecados mediante el Bautismo, la firmeza de la Fe en la confirmación; unión íntima con Cristo, en la Eucaristía; la consagración total al Señor, en el sacerdocio; la bendición de Dios al vínculo conyugal en el matrimonio; la disponibilidad ante la muerte, la unción de los enfermos: La Iglesia es el Sacramento de Salvación en el mundo.

Iglesia Santa, porque sus miembros son santificados por el Espíritu Santo durante la vida, hasta la resurrección.

"Los fieles todos, de cualquier condición y estado que sean, fortalecidos por tantos y tan poderosos medios, son llamados por Dios cada uno por su camino a la perfección de la santidad por la que el mismo Padre es perfecto". (Lumen Gentium).

¿ El camino? Un solo mandamiento, el amor, que no hay que guardar sólo por cumplir una ley o un precepto, sino por hacer nuestra voluntad la de Dios que así lo quiere: "Amaos los unos a los otros, como yo los he amado"

El primer paso en ese camino es de humildad y sencillez: no podemos amar por nosotros mismos, ni por nuestras propias fuerzas; es el Espíritu Santo en nuestro interior que hace que queramos ser y hacer lo que Dios quiere que seamos y hagamos.

Entrega total, interior, profunda, verdadera. "Ya no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí".

Santidad, plenitud de justicia.

Rindamos un homenaje al Papa Paulo VI, como reconocimiento a todo lo que hizo por la ACM. El reconocimiento es un recurso de la justicia, y pongamos nuestra voluntad en cumplir su deseo: ACM, escuela de santidad.

¿ Cómo podremos cultivar con esmero la vida espiritual?

¿ Cómo cristianos?

¿ Cómo grupo de UFCM?

¿ Con qué medios?

¿ A qué compromiso nos lleva el mensaje de S.S. Paulo VI?

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