Desde El Campeón de los Obreros
Del 15 al 31 de Octubre del 1989

Los Monopolios de los EE.UU. Acaparan las Superganancias

La Superexplotación en las Fábricas Mexicanas

Por Jim Rosenbaum

Los acontecimientos en México, especialmente en las condiciones de vida enfrentadas por el pueblo obrero mexicano y su lucha por una vida mejor, son de gran consecuencia para los trabajadores en los Estados Unidos. Al empeorar las condiciones de vida de los trabajadores en México, la lucha del pueblo se acelera. El avance de la lucha popular en México contribuye grandemente al desarrollo de la lucha de los trabajadores estadounidenses. Este es el segundo artículo de una serie sobre la situación en México.

El Desarrollo de la Industria Dependiente

Mujeres trabajando en una fabrica de Del Monte en México

Ambos el desarrollo de la agricultura y el crecimiento industrial en México, desde la segunda guerra mundial, fueron alabados por la burguesía como disque milagros económicos. México se transformó de un país exportador de materia prima a un país dependiente industrialmente al imperialismo estadounidense, ensamblando y produciendo bienes para la exportación, y últimamente se ha tornado en fuerte exportador de petróleo. Al igual con el desarrollo de la agricultura en México, la industrialización también es de beneficio sólo para los EE.UU. y otros monopolios capitalistas extranjeros y para la burguesía mexicana, todo al costo de la labor del pueblo obrero mexicano.

De 1940 a 1975 la producción industrial mexicana aumentó más de nueve veces, mientras que las actuales inversiones accionadas por monopolistas estadounidenses aumentaron cerca de 24 veces, de cerca de $400 millones de dólares en 1940 a $9.6 billones en 1985, todo de una total inversión extranjera de $14.6 billones. La tasa de las inversiones en la industria manufacturera subió del 7% en 1940 a más del 77% en 1980. La tasa de las ganancias dentro de los países dependientes siempre se registra más elevada que aquélla dentro de los Estados Unidos, debido esto a la superexplotación de los obreros. La tasa del las ganancias de empresas imperialistas en México es del 18.3%, siendo el más elevado en todo América Latina.

Los capitalistas monopolistas norteamericanos, por medio de las inversiones directas, facilitación de créditos, etc., controlan las arterias económicas más estratégicas en México. Ya por el año 1970 los monopolios estadounidenses ya controlaban el 57% de la industria automovilística, el 76% de el hule, el 54% de la industria minera-metalúrgica y el 64% del equipo de transportación - todo cual forma sólo una pequeña muestra de su total. Existen 2,100 empresas norteamericanas con inversiones en México y el 71% de las 100 empresas más grandes de los EE.UU. tienen inversiones económicas en la industria manufacturera mexicana. Los monopolistas estadounidenses forman el 70% de todas las inversiones extranjeras en México. Para el imperialismo estadounidense México sin duda es uno de los países más indicados para la exportación de su capital.

Otros imperialistas extranjeros, por ejemplo Inglaterra, Alemania del Oeste, Suiza, Japón y Francia, en orden de sus inversiones directas en el país, controlan partes mucho más pequeñas de la economía mexicana. La burguesía de México se queda con un papel secundario en la explotación de los trabajadores mexicanos y se concentra en los terrenos de la industria liviana, en la banca, en la agricultura, en servicios y en el turismo. En contraste veíamos que los 50 monopolios mexicanos más grandes realizaron un capital total de sólo $456 millones en 1977, mientras que las inversiones directas extranjeras en total para ese año fueron de $5.6 billones.

Las inversiones directas son sólo una de las muchas maneras por las cuales los monopolistas norteamericanos extraen las ganancias del labor del pueblo obrero mexicano. Muchas empresas de supuestos dueños mexicanos son en la realidad propiedad de capitalistas de los EE.UU., quienes usan prestanombres mexicanos, ya que estos prestan su propio nombre a negocios extranjeros. Esto se lleva a cabo para evadir leyes que exigen la mayoría en la pertenencia de propiedad mexicana y para adquirir con más facilidad créditos de los bancos mexicanos y para apaciguar el orgullo nacional mexicano. Esta mala maña es un engaño más que los políticos burgueses estadounidenses conocen demasiado bien. En 1960 George Bush formó la operación perforadora de petróleo Permargo, en México, contratando al negociante mexicano Jorge Díaz Serrano para así ocultar el 50% de pertenencia norteamericana. Los capitalistas del Partido Demócrata también no son ajenos a la explotación de los trabajadores mexicanos. El antes candidato vicepresidencial Lloyd Bentsen es dueño de un inmenso rancho en Tejas que usa en su mayoría trabajadores inmigrantes de México.

Los Estados Unidos también se beneficia del continuo valor excedente comercial con México, que es el tercer consocio más grande de los EE.UU. Esto se efectúa primeramente por medio de las relaciones generales desiguales que sufren los países dependientes en el intercambio comercial con los países imperialistas. Aquellos se ven obligados a vender muy barato y a comprar a un precio alto en el mercado internacional controlado por los imperialistas.

Finalmente los bancos imperialistas extraen tremendas superganancias del eterno pago a la deuda extranjera. Esta es la manera principal por la cual los imperialistas estadounidenses explotan la plusvalía (valor excedente) del pueblo obrero mexicano. Ya hemos dicho que México paga cerca de $10 billones cada año en pago de la deuda. En artículos siguientes profundizaremos las causas y las consecuencias de esta deuda. Aquí sólo indicaremos que la deuda de México forma el 17% del total de los préstamos bancarios estadounidenses a los países dependientes y revisionistas. Antes de la crisis bancaria en México en 1982, los 10 bancos más grandes en los EE.UU., inclusive el Citibank, Chase Manhattan y Bank of América, tenían invertido casi el 40% de su capital en préstamos para México. Esa cifra se ha reducido al 30%, ya que los bancos han actuado con el fin de proteger su capital por medio de la diversificación de sus inversiones.

Las Maquiladoras

Algunos de los ejemplos más a la vista de como la industrialización mexicana es de beneficio sólo para los monopolios capitalistas norteamericanos y no para el pueblo mexicano se demuestran por las maquiladoras. Éstas son fábricas extranjeras de ensamblaje; el 90% de sus dueños son norteamericanos. Estas fábricas son situadas en su mayoría a lo largo de la frontera con los EE.UU. aunque algunas se encuentran en las inmediaciones de la capital mexicana. Se agrupan en la industria de la electricidad y de la electrónica, así como en los textiles, el equipo de la transportación y en la manufactura de mueble. Ellos existen solamente para explotar la labor barata del obrero mexicano. Todas las partes y componentes son enviados de los EE.UU., ensamblados en México, y luego los productos terminados son transportados nuevamente a los EE.UU. Las empresas norteamericanas no pagan derechos aduanales por los componentes importados a México y pagan solamente un impuesto mínimo de exportación por el valor aumentado por la labor de los obreros mexicanos. Estas maquiladoras son excluidas de las leyes que restringen la pertenencia de propiedad extranjera en México.

Para junio de 1988, ya existían 1,370 maquiladoras empleando más de 370,000 trabajadores. El 65% de éstos son del sexo femenino y la edad de la gran mayoría varía entre los 17 a 26 años. Las fábricas de ensamblaje mexicanas se hacen más significativas para los monopolistas norteamericanos que aquéllas en Asia del Este, cuales hace mucho tiempo han desempeñado un papel mayor en la facilitación de labor desvalorizado para uso en las operaciones de las fábricas de ensamblaje. Las maquiladoras en México pagan sueldos aún más bajos y llevan la adicional ventaja del tener un menos costo de transportación ya que se encuentran más cerca a los EE.UU. Anualmente México importa cerca de los $10 billones en valor de partes y componentes para ser ensamblados. Los EE.UU. proyecta duplicar sus inversiones en las zonas fronterizas sobre los próximos 7 a 8 años y también extender sus operaciones al resto del país.

El gobierno mexicano y los capitalistas EE.UU. afirman que las maquiladoras son de beneficio para México ya que facilitan trabajos. Pero la tasa de desempleo en las ciudades fronterizas aún se encuentra demasiado alto debido a la afluencia de obreros del interior del país.

El único resultado positivo que de las maquiladoras es que los obreros, especialmente las mujeres, por medio de estas fábricas se agrupan y se empiezan a organizar. Existen ya un gran número de nuevos gremios obreros que se han formado en la parte norteña industrializada del país.

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