El aeropuerto de La Coruña había sido abierto al tráfico hacía dos semanas por la remodelación y ampliación de la pista cuando un Caravelle de Aviaco se estrelló en aproximación estando el aeropuerto bajo mínimos.
El Caravelle procedía de Madrid y al llegar a Alvedro se le comunicó "el aeropuerto está bajo mínimos, totalmente bajo mínimos". El comandante, sin embargo, quiso hacer una aproximación para hacerse a la idea de como se encontraba la situación.
Desde la primera aproximación (frustrada) hasta la cuarta que hizo, la visibilidad cambió de 300 a 1500 mts y la vertical de 50 a 300 mts. Durante la cuarta aproximación, el comandante forzó la altura para intentar aterrizar, cuando el ala chocó con unos eucaliptos. El avión se estrelló en posición invertida contra un caserón en construcción y explotó. Murieron todos los pasajeros.
Fue incomprensible desde el principio cómo en un vuelo de 30 minutos se hizo 80 minutos de espera para aterrizar, si por ejemplo Santiago-Labacolla estaba despejado. Vamos a ver por qué el comandante quiso aterrizar en Alvedro:
1- Aviaco (y muchas otras compañías) solían enviar cartas personales a los pilotos que aterrizaban en condiciones malas de visibilidad, por evitarle problemas logísticos a la compañía.
2- Precisamente, el comandante quiso ahorrarse problemas por aterrizar en Santiago, tales como tansporte, handling, etcétera.
3- La mujer e hijos del comandante estaban esperándole en el aeropuerto para verle unos minutos antes del siguiente vuelo. Esto se consideró importantísimo en la decisión de aterrizar en Alvedro de una u otra manera.
Desde este accidente, ninguna compañía volvió a utilizar el incentivo del correo personal. Sólo se volvió a dirigir a los pilotos para recordarles los procedimientos en caso de mínimos.
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