1634 La diferencia de confesión entre los cónyuges no constituye un
obstáculo insuperable para el matrimonio, cuando llegan a poner en común lo que
cada uno de ellos ha recibido en su comunidad, y a aprender el uno del otro el
modo como cada uno vive su fidelidad a Cristo. Pero las dificultades de los
matrimonios mixtos no deben tampoco ser subestimadas. Se deben al hecho de que
la separación de los cristianos no se ha superado todavía. Los esposos corren
el peligro de vivir en el seno de su hogar el drama de la desunión de los
cristianos. La disparidad de culto puede agravar aún más estas dificultades.
Divergencias en la fe, en la concepción misma del matrimonio, pero también
mentalidades religiosas distintas pueden constituir una fuente de tensiones en
el matrimonio, principalmente a propósito de la educación de los hijos. Una
tentación que puede presentarse entonces es la indiferencia religiosa.
1635 Según el derecho vigente en la Iglesia latina, un matrimonio mixto
necesita, para su licitud, el permiso expreso de la autoridad
eclesiástica (cf CIC, can. 1124). En caso de disparidad de culto se requiere
una dispensa expresa del impedimento para la validez del matrimonio (cf
CIC, can. 1086). Este permiso o esta dispensa supone que ambas partes conozcan
y no excluyan los fines y las propiedades esenciales del matrimonio; además,
que la parte católica confirme los compromisos –también haciéndolos conocer a
la parte no católica– de conservar la propia fe y de asegurar el Bautismo y la
educación de los hijos en la Iglesia Católica (cf CIC, can. 1125).
1637 En los matrimonios con disparidad de culto, el esposo católico
tiene una tarea particular: "Pues el marido no creyente queda santificado
por su mujer, y la mujer no creyente queda santificada por el marido creyente"
( 1 Co 7,14). Es un gran gozo para el cónyuge cristiano y para la Iglesia el
que esta "santificación" conduzca a la conversión libre del otro
cónyuge a la fe cristiana (cf. 1 Co 7,16). El amor conyugal sincero, la
práctica humilde y paciente de las virtudes familiares, y la oración
perseverante pueden preparar al cónyuge no creyente a recibir la gracia de la
conversión.