[Principal] [Grupo] [Galería] [Telescopios] [Atlas Lunar] [Constelaciones] |
Daniel Gómez Bernal.El Cielo: destino y fin de un astrónomo |
© Copyright 1999. Fredy Moreno. ASASAC
(1930 - 1999) Fue astrónomo aficionado
desde su niñez, cuando su padre, después de cenar, le llevaba, junto con sus
hermanos a observar el firmamento para reconocer las estrellas y las
constelaciones, en la cercana finca familiar de Cajicá. |
Sin
embargo lo que más amó fue la Astronomía, campo en donde fue reconocido
nacionalmente. Cabeza visible de la Asociación de Astrónomos Autodidactas de
Colombia, ASASAC, desde los primeros años de fundada, soporte incondicional en
las buenas y en las difíciles épocas. Poseedor de una habilidad especial para
construir toda clase de equipos astronómicos, fabricó más de doce
telescopios, astrolabios, sextantes, armilares, astrógrafos y hasta diseño y
montó un observatorio astronómico, situado en el Colegio Distrital Sorrento,
donde se dictaba Astronomía hace más de 10 años, mucho antes de que la comisión
de sabios recomendara la inclusión de esta ciencia en el penzum de la educación
primaria. A
las anteriores virtudes hay que agregar la generosidad que tenía con sus
conocimientos. Su casa era un observatorio, que con la complicidad de su
familia, funcionaba de domingo a domingo, las 24 horas del día. Los vecinos y
amigos de Daniel disfrutábamos viéndolo armar su telescopio, llevándonos en
pocos segundos a lugares tan distantes como Andrómeda u Omega del Centauro, y,
si las condiciones del clima no favorecían la observación nos decía: vuelvan
mañana, veremos a Júpiter o a Saturno con sus anillos. Disfrutaba el responder
los interrogantes de personas de todas las clases y condiciones, desde el joven
aficionado que asistía los sábados en la tarde a la reunión de la Asociación
en el Planetario, pasando por personajes como el también ya fallecido, astrónomo
y navegante, Mauricio Obregón, hasta con presidentes, como cuando fue invitado
por el Dr. Belisario Betancourt a observar el cometa Halley desde el avión
presidencial. Enseñó
Astronomía sin buscar otra recompensa que aquella que describió P.S. Laplace: "La
Astronomía, tanto por la dignidad de su objeto como por la perfección de sus
teorías, es el más bello monumento del espíritu humano, el título más noble
de su inteligencia". Daniel Gómez y su telescopio recorrieron todo el
territorio nacional, sirviendo de guía en el Camino de Santiago, persiguiendo
cometas, emparamándose en lluvias de estrellas, disfrutando las cortas noches
de los eclipses y dictando conferencias. El artesano de la Astronomía nos dejó
el 21 de Marzo de 1999 justo durante el equinoccio de primavera. Como
alguien escribiera, Daniel comenzó en la lucha libre y terminó en un cuerpo a
cuerpo con las estrellas. Sie itur at Astra..... así se va a las estrellas.
Brille para él la luz perpetua.
|
Recordando a Daniel © Copyright 2001. Ing. Claudio Bellón. |
Tuve
que haberlo conocido a principios de 1960, cuando yo acababa de ingresar
al Cuerpo de Bomberos Voluntarios y Daniel Gómez comandaba una sección
(o turno) en la Estación Central (Calle 11 con Carrera 20). Fue
uno de los instructores del curso básico que tomé. Si no me falla la
memoria, él enseñaba Escaleras, pero tenía
conocimientos para enseñar cualquier fase del arte de apagar
incendios. Era admirable (y para nosotros imposible hacer) lo que él hacía
con tanta facilidad. Especialmente para mí, con 1,70 de estatura y apenas
55 kilos. Él solo recogía una escalera de 3 metros del piso, la llevaba
a posición vertical y luego la levantaba para engancharla en un balcón
en un segundo piso. O lanzaba un tramo de manguera de 2-1/2 pulgadas para
desenrollar sus 15 metros – derechitos. En esa época se usaba manguera
de lona, ni parecida a la de fibra sintética de ahora, y que pesaba el
doble de una manguera moderna. Y más si estaba mojada y era tiesa...
Nosotros lográbamos desenrollar cuatro o cinco metros y la manguera no
salía recta, sino que hacía una lenta U hasta quedar de nuevo a nuestros
pies... Recuerdo
su paciencia como instructor, también cómo nos exigía. Y a pesar de su
fuerza física, era un bombero cerebral y trataba los elementos de trabajo
con sorprendente suavidad. No recuerdo que jamás haya golpeado una unión
de manguera contra el piso. No
me acuerdo de Daniel en ningún incendio memorable. Pero alguna vez hubo
que ir al Salto de Tequendama a sacar el cadáver de un suicida y varios
Bomberos Voluntarios nos “regalamos” para ese rescate. Daniel nos formó
en el patio de la estación y nos advirtió que si íbamos, no toleraría
que ninguno se negara a bajar al abismo. Fuimos y bajamos. Claro que
Daniel también bajó y fue quien más duro trabajó. Un día
me mostró una talla de madera: el escudo de bomberos que él había
tallado y pintado. Fue la primera vez que vi de lo que eran capaces sus
manos. Después
lo perdí de vista. Se retiró del Cuerpo de Bomberos porque creo que
discrepó sobre la manera que se comandaba la institución. Algunos
años más tarde, me encontré con un hermano suyo en el Cuerpo de
Bomberos Voluntarios de Chía. (No recuerdo su nombre, ¿me pueden
ayudar?) Por él supe que Daniel tenía un negocio de cámaras fotográficas
en Cúcuta. Luego conocí su primer taller en Bogotá (¿en la Calle 21,
arriba de la Séptima?). Renovamos
amistad en ASASAC, en una Semana de la Astronomía por allá en 198... y
algo. Ahí
en el Planetario, estaba Daniel, con uno de sus telescopios
(creo que un Newtoniano de 6”), con el nombre Galaxie. Siempre me
sorprendió con sus soluciones ingeniosas a los problemas de fabricar
mecanismos. Por ejemplo en un equipo de movimiento fotográfico en vez de
tallar un engranaje de gran radio para mover la cámara fotográfica,
Daniel usó una varilla roscada curva y la movió con una tuerca conectada
a un motor. Ingenioso, sencillo y efectivo. También exhibió en esa ocasión una serie de réplicas de
instrumentos astronómicos antiguos, meticulosamente elaborados en madera
y acabados para parecer de bronce antiguo. Estoy seguro que cada uno de
ellos funcionaba como su prototipo. En
esos años mi trabajo me permitía cierta flexibilidad en horarios y de
vez en cuando pasaba por el Edificio Stella al taller de Daniel. Pienso
que a todos nos maravillaba verlo trabajar en los mecanismos más
delicados de una cámara fotográfica – parecía imposible que esas
manos gigantes pudieran consentir tanto un aparato tan frágil. Alguna vez
comenté que una cámara que él estaba arreglado no valía la pena. Su
repuesta era que para el dueño, sí valía la pena arreglarla porque
seguramente era su única cámara. Tenía razón.
Varias veces hablamos de visitar
a viejos bomberos que estaban enfermos o solitarios. Quiso la suerte que
nunca pude acompañarlo a hacer esa buena obra. Salíamos
a tomar tinto en un café de la Carrera 6a. para conversar de óptica,
fotografía, mecánica industrial, astronomía...
Daniel había hecho también una maqueta de la Casa del Florero y
una del observatorio de Stonehenge. Y varias veces visitamos el Museo
Militar en la Calle 10 con Carrera 5a, al cual creo que él aportó varios
modelos y ayudó a restaurar algunas de las armas que se exhiben. En
las situaciones de política interna que se presentaron en ASASAC en los años
que pertenecí a ella, y cuyos detalles he olvidado, Daniel siempre
apareció como un hito inamovible. Señalando – a veces sin palabras –
que el objeto de la institución es la astronomía y que todas las otras
cosas, las aspiraciones personales, los desacuerdos y todo lo demás, tenían
que pasar a un último plano. No
puedo dar fe de la exactitud histórica de las líneas que anteceden. Pero
espero haber descrito algunas facetas de Daniel, a quien ustedes
conocieron mucho mejor que yo. Brillen para él las estrellas. |