ESCRITOR (con voz fatigada): Ah, muy bien, ¿y qué? Suponga que no existe ninguna obra maestra de setecientas ochenta páginas. (Cierra los ojos y se toca la frente.) ¡Suponga que no existe obra ninguna! ¿Qué le parece Señora Wire? ¡Que sólo hay unas cuantas, muy pocas, páginas sin valor, mal escritas, en el fondo de mi viejo baúl!… ¡Suponga que yo quise ser un gran artista, pero que me faltó energía y capacidad! ¡Suponga que mis libros no tuvieron capítulo final, que incluso mis versos languidecieron incompletos! ¡Suponga que los telones de mi exaltada fantasía se alzaron sobre dramas magníficos, pero que las candilejas se apagaron antes de caer el telón! ¡Suponga que todas estas tristes cosas son ciertas! ¡Y suponga que yo -dando traspies de bar en bar, de copa en copa hasta caer finalmente en el colchón infestado de piojos de este burdel- suponga que yo, para hacer soportable esta pesadilla mientras tenga que seguir siendo su involuntario protagonista, suponga que yo la adorno, la ilumino, la sublimo! ¡Con sueños y ficciones y fantasías! ¡Como la existencia de una obra maestra de setecientas ochenta páginas… inminentes estrenos en Broadway…, maravillosos libros de poemas en manos de editores que sólo esperan unas firmas para ser publicados! ¡Suponga que vivo en este mundo de piadosa ficción! ¿Qué satisfacción puede procurarle a usted, buena mujer, hacerlo pedazos, aplastarlo, decir que es mentira? ¡Escuche lo que le digo! ¡No hay más mentiras que las que mete en la boca la mano nudosa de la necesidad, el frío puño de hierro de la miseria, Señora Wire! ¡Así que yo soy un embustero, sí! ¡Pero su mundo está edificado sobre una mentira, su mundo es una espantosa construcción hecha de mentiras! ¡Mentiras, mentiras!… ¡Ahora estoy cansado, y ya le he dicho todo lo que tenía que decir, y no tengo dinero para pagarle, de modo que márchese y deje en paz a esta mujer! Déjela sola. ¡Vamos, váyase, fuera! (La empuja firmemente, haciéndola salir.)

Hosted by www.Geocities.ws

1