VIGILAR LAS ALEGRIAS EXAGERADAS TOMELO CON CAMA
|
||
VIGILAR LAS ALEGRÍAS EXAGERAS | "TÓMELO CON CALMA" | |
Una
gran cantidad de bebedores (alcohólicos o no) con el simple hecho de
tomar una copa, cambiaran un estado de inestabilidad interna por un
estado de gozo. Este método de evadir las penas para buscar el placer
ha sido descrito como el "beber por escape". Pero
miles y miles de nosotros sabemos que frecuentemente ya estábamos en un
estado agradable de la mente cuando cuidadosamente, muchos de nosotros
podemos ver que a menudo bebíamos para intensificar un estado de ánimo
que ya estaba de por sí excitado. Esta
experiencia da campo a nuestra siguiente sugerencia: Tenga especial
cuidado durante los momentos de celebración o esas oportunidades en las
cuales se siente extraordinariamente bien. Cuando
las cosas nos marchan perfectamente, tan sumamente bien que nos sentimos
como si no fuéramos alcohólicos, tengamos cuidado. En tales ocasiones
(que ocurren aun después de varios años de sobriedad), el pensamiento
de una bebida puede parecer muy natural, y se desvanece temporalmente la
miseria de nuestros días de alcoholismo. El tomarnos una copa empieza a
parecernos menos amenazante, y empezamos a pensar que tal vez no sería
fatal, o siquiera peligrosa. Con
toda seguridad, una sola copa tal vez no lo sería para una persona
normal. Pero nuestra experiencia con los problemas del alcohol nos
muestra que una copa supuestamente inocua y segura puede hacernos
peligrar a quienes no somos tan normales. Tarde o temprano, nos podrá
persuadir que una copa más tampoco nos hará daño. Y luego tal vez
pensemos en un par adicionales. El
trago en ocasiones de celebración o de ceremonia parece particularmente
tentador a algunos de nosotros cuando tenemos motivos válidos para
alegrarnos entre parientes o amigos joviales que pueden beber
tranquilamente. Ese consumo parece que ejerce sobre nosotros una presión
social para que tratemos de hacer lo mismo. Tal
vez esto se deba a que el tomar un trago de etano o alcohol etílico ha
sido siempre asociado en nuestra cultura con la diversión y las
oportunidades alegres, así como también con algunos eventos de duelo o
pesar. Las conexiones en nuestra mente pueden subsistir mucho tiempo
después de haber aprendido que no tenemos necesidad de seguir bebiendo. Sabemos
ahora que hay muchas formas por medio de las cuales podemos defendernos
de esta presión social para beber, tal como lo hemos descrito en la página
101. Brevemente recordemos que ninguna situación nos da la disculpa o
"dispensa" de nuestro alcoholismo, la enfermedad que se ve
activada tan pronto como empezamos a ingerir alcohol en cualquier ocasión,
por cualquier razón, o por ninguna razón en absoluto. Para
algunos de nosotros, el impulso de tomarnos un trago agradable cuando
nos estamos sintiendo particularmente bien es aún más insidioso cuando
no tenemos un evento particular para celebrar, o no existe ninguna presión
social para que bebamos. Nos puede ocurrir en los lugares y ocasiones más
inesperados, y tal vez nunca lleguemos a entender las razones para que
eso sea así. Hemos
aprendido ahora a no alarmarnos cuando llega a nuestra mente la idea de
tomarnos un trago. Después de todo, es un pensamiento natural para que
cualquiera lo tenga en los tiempos modernos, y especialmente es muy
comprensible para nosotros que hemos tenido una práctica tan extensa en
ese arte. Pero
el pensamiento de una bebida no es necesariamente lo mismo que el deseo
de una bebida, y ninguno de los dos necesita sumergirnos en un océano.
Ambos pueden ser apreciados simplemente como campanas de alerta para
recordarnos los peligros del alcoholismo. Esos peligros son eternos, aún
cuando nos sintamos tan sumamente bien como para empezar a preguntarnos
si hay realmente el derecho de tener esa sensación de bienestar que a
nosotros nos invade en ese momento.
|
¿Ha
terminado usted en este instante de leer el capítulo precedente, y rápidamente
se dispone a leer este capítulo? ¿Por qué? Tal vez pueda ser de que
usted necesite poner en práctica el refrán "Tómelo con
calma". Como
alcohólicos, generalmente tenderíamos a apurar nuestras copas más rápidamente
que las otras personas. Y muy raras veces nos sentíamos dispuestos a
dejar que quedaran unas pocas gotas en el vaso de cóctel, o un pequeño
residuo en la botella. Muchos
de nosotros nos hemos divertido por nuestra aparente inhabilidad, que se
nos presenta aun después de muchos años de sobriedad, para dejar a
medio terminar una taza de café o un vaso de soda. Frecuentemente nos
vemos tragando hasta la última gota de una bebida no alcohólica, como
si . . . tal
vez la mayor parte de nuestros lectores ya hayan entendido el punto: No
es siempre fácil para nosotros dejar a un lado sin terminar el capítulo,
o el libro que estamos leyendo. Parece que hay casi una compulsión para
seguir hasta el final, en vez de tomar solamente una página o un capítulo
o dos por día y el resto para otra oportunidad. No es que esta
tendencia sea del todo mala. Para recuperarnos de una obsesión
destructiva tal como la de beber, es muy sensato reemplazarla con una
obsesión benigna, tal como la compulsión de buscar más o más
conocimiento y ayuda para el problema alcohólico. De
manera que continúe leyendo, si lo prefiere. Es mucho más saludable
que empezar a beber. Pero
cuando usted llegue al final de este capítulo, tal vez desee ensayar
algo nuevo. Ponga a un lado este libro y revise su día. Vea cuántas
veces usted hubiera podido retardar un poco el paso o tomar las cosas
con un poco más de facilidad si se hubiera detenido a pensar en ello. El
refrán "Tómelo con calma" es una de las formas en que
nosotros los A.A. nos recordamos uno a otro que muchos tenemos las
tendencias a exagerar, de apurar las cosas, impacientes con cualquier
cosa que trate de detenernos. Para nosotros es muy difícil descansar y
tomarle sabor a la vida. Cuando
uno de nosotros se encuentra afanado para hacer algo o conseguir algo rápidamente,
un amigo puede reconvenirlo gentilmente diciéndole. "Tómelo con
calma". Luego se presenta un rayo de molestia contra el consejero.
Y eso puede indicar que el consejo ha atinado en el blanco, ¿no es
verdad? Sí,
sabemos que la impaciencia no está limitada en la actualidad a los
alcohólicos. A medida que se acelera el proceso del cambio en nuestra
civilización, más y más gente se siente presionada por el tiempo y
empujada para afanarse y llegar a tiempo . . . ¿A qué? ¿Y con quién? Esa
presión no empuja a los bebedores dentro del alcoholismo, como
cualquiera puede verificarlo. Solamente un pequeño porcentaje de
bebedores desarrolla nuestro problema. Pero aquellos de nosotros que
llegamos al alcoholismo vemos que compartimos la necesidad de aprender a
descansar, adquirir un ritmo saludable, gozar de las pequeñas ganancias
y aun de los placeres simples que encontramos en el camino, o sea,
aprender a gozar de la jornada, en vez de correr afanosamente hacia
nuestro destino. El horizonte siempre está en el mismo sitio. En
ocasiones, vale la pena quedarnos quietos para observarlo, únicamente
por darnos el placer de un paisaje apacible. Algunos
de nosotros encontramos repetidamente, también, que abarcamos más de
lo que podemos apretar, habiéndonos cargo de muchos más compromisos
que los que cualquier persona puede manejar. Probablemente,
podríamos aprender mucho acerca de esto de algunos pacientes cardíacos
recuperados. Muchos de ellos se las arreglan para estar activos vigorosa
y productivamente en una forma apacible que evita las prisas, las
presiones innecesarias, y la esclavitud permanente del reloj. Algunos
de nosotros elaboramos rutinas para ayudarnos a mantener nuestras metas
dentro de límites realistas y dentro del alcance de la posibilidad.
Podemos hacer una lista de cosas que nos gustaría hacer hoy, y luego
descartar deliberadamente la mitad o más de ella. Al día siguiente,
otra lista. O
intencionalmente programamos algunas cosas con mucha anticipación, y
nos enseñamos a dejarlas a un lado, en forma deliberada, hasta que se
presente la ocasión. Otros
de nosotros vemos que las listas y los programas estrictos pueden
volverse tiranos, obligándonos a concluir cada ítem, sin importarnos
el tiempo y el esfuerzo. Por consiguiente eliminamos las listas durante
algún tiempo. Sin tener la obligación que nos impone su dictadura,
podemos aprender a movernos a un paso espontáneo y pausado. Para
muchos de nosotros, el sentarnos calmadamente durante 15 ó 20 minutos
antes de empezar las actividades de cada día, nos ayuda a establecer un
marco mental descansado y ordenado. Algunos de nosotros usamos métodos
específicos de oración o meditación que hemos encontrado y que sirven
particularmente bien para este propósito. Y aun durante un día muy
atafagado, nos las arreglamos para sentarnos sin que nos disturben, con
los ojos cerrados, para hacer una pausa de cinco minutos, y luego volver
refrescados al trabajo. Para
algunos de nosotros, es más fácil aprender a mantener un paso calmado
si tenemos la ayuda de otra persona. Es probable que seamos incapaces de
generar nuestra propia paz, pero a veces podemos obligarnos a sentarnos
calmadamente a escuchar a un amigo que haya alcanzado algún grado de
serenidad. El dedicar nuestra atención completa a una persona distinta
nos ayuda a restaurar nuestro equilibrio y nos da una nueva perspectiva
sobre nuestras propias vidas, de manera tal que podamos ver que no
tenemos la obligación de mantenernos a las carreras. Para
algunas personas son sumamente benéficas las sesiones más formales e
institucionalizadas en que se busca la paz en compañía de otros (tales
como los servicios religiosos, los retiros espirituales, y
congregaciones similares). O
simplemente podemos decidir levantarnos más temprano de lo que
acostumbramos, para poder hacer nuestras cosas con más tiempo y más
calma. Con un poco de meditación, podemos llegar a elaborar nuestros
horarios personales para que sean menos congestionados, más flexibles,
y por consiguiente menos ofuscados y apretados. Cuando
nos encontramos sumamente tensos o casi histéricos, podemos
preguntarnos ocasionalmente, "¿Es que soy realmente tan
indispensable?" o "¿Es esta prisa realmente necesaria?".
Con gran alivio vemos frecuentemente que la respuesta más honesta es ¡NO!
Todos estos trucos sirven realmente a la larga, no solo para ayudarnos a
sobreponer nuestro problema alcohólico y las secuelas que contiene,
sino que también nos capacitan para volvernos más productivos, porque
conservamos y canalizamos nuestra energía en una forma más racional.
Acomodamos las prioridades en una forma más sensata. Aprendemos que
muchas acciones que en algunas oportunidades considerábamos vitales
pueden eliminarse si son reexaminadas cuidadosamente. El preguntarnos
"¿Qué tan importante es esto?" es frecuentemente un buen
ejercicio. Naturalmente,
"Tómelo con calma" no nos proporciona una licencia para la
pereza o para llegar tarde a los compromisos. Existen cosas que no deben
posponerse hasta mañana. Una de ellas es el dejar de beber. Pero hay
muchas otras cosas que si se posponen durante estas 24 horas, cuando las
afrontemos estaremos mucho mejor equipados para manejarlas. En
cierta ocasión, una alcohólica sumamente enferma y agitada llamó a la
oficina de A.A. y dijo que necesitaba ayuda ¡instantáneamente! Se le
preguntó si podía esperar 20 ó 30 minutos hasta cuando alguien
pudiera llegar a donde ella se encontraba. "¡NO!" respondió.
"Mi médico me dijo que yo necesitaba ayuda inmediatamente, y no
existe un momento que perder". Y
luego continuó, "¡Y esto me lo dijo anteayer!". Nuestro
corazón se conduele inmediatamente con alguien que se encuentre en esa
penosa situación. Todos sabemos muy bien como se siente esa persona. La
ayuda llegó en el término de una hora, y ahora ella cuenta la historia
como un ejemplo de la forma como solía ser. Es casi increíble, cuando
la vemos ahora reposada pero enérgica, calmada pero alerta. Si
a usted le parece deseable una fuerte coraza interior de paz, paciencia
y tranquilidad, es posible obtenerla. Recuérdese a sí mismo de vez en cuando que tal vez la velocidad igual para este día es "Tomarlo con calma". Y este cambio puede empezar en este instante, ¿verdad?
|