COMER O BEBER ALGO, LIGERAMENTE DULCE UTILIZAR LA TERAPIA DEL TELEFONO
|
||
COMER O BEBER ALGO. GENERALMENTE SIMPLE
|
UTILIZAR LA "TERAPIA DEL TELÉFONO"
|
|
¿Puede
usted imaginarse tomándose un whisky con soda inmediatamente después
de una leche malteada de chocolate? ¿O una cerveza para acompañar un
pedazo de pastel de fresas con crema de leche? Si
esas preguntas no lo han mareado y puede continuar leyendo, estará de
acuerdo en que esas cosas no compaginan, no parecen hechas la una para
la otra. En
cierto sentido, esto es lo que queremos expresarle con esta porción de
nuestra experiencia. Muchos de nosotros hemos aprendido que algo de
sabor dulce, o casi cualquier alimento o pasaboca nutritivo, parece
amenguar un poco el deseo del trago. Así, de vez en cuando, nos
recordamos que no debemos permitir que el hambre nos alcance demasiado. Puede
ser sólo nuestra imaginación, pero el ansia de una copa parece
agudizarse cuando el estómago está vacío. Por lo menos, es mucho más
notoria esa compulsión. Este
libro está basado en nuestra propia experiencia personal, antes que en
informes científicos. Por ello no podemos explicar precisamente, en términos
técnicos, por qué sucede esto. Solamente podemos informar que millares
de nosotros, aun muchos que afirman que nunca han sido aficionados a los
dulces, hemos notado que el comer algo dulce disminuye la urgencia de
beber. Puesto
que no somos médicos ni expertos en nutrición, no podemos recomendar
que todos nosotros mantengamos una barra de chocolate en el bolsillo
para masticarla cuando quiera que se nos presente el pensamiento de una
bebida. Muchos de nosotros lo hacemos, pero otros tienen razones
poderosas de salud para evitar los dulces. Sin embargo en todas partes
podremos encontrar frutas o substitutos dietéticos de las comidas o
bebidas dulces, y por eso la idea de utilizar un sabor dulce es muy fácil
para todos. Algunos
de nosotros creemos que es algo más que el mero sabor lo que ayuda a
controlar el impulso hacia el alcohol. Puede también deberse en parte,
a que estamos substituyendo toda una serie de acciones físicas:
conseguir la bebida dulce, o un vaso de leche o de jugo, y algunas
galletas o helados, y luego beber o masticar, y tragar. Con
toda seguridad, cuando muchos alcohólicos suspenden su racha de bebida,
se encuentran en peores condiciones de nutrición que las que habían
imaginado. Esto sucede en todos los niveles económicos. Por esa razón,
muchos de nosotros fuimos aconsejados por nuestros médicos que tomáramos
vitaminas suplementarias. Por ello tal vez muchos de nosotros
necesitamos una mayor nutrición de la que nos percatamos, y por
consiguiente el sentir que nuestro estómago tiene adecuada consiguiente
el sentir que nuestro estómago tiene adecuada provisión de comida nos
hace sentir mejor fisiológicamente. Una hamburguesa, miel, maní,
vegetales, queso, nueces, gelatina de grutas; una menta, o cualquier
cosa que usted prefiera, que sea buena o conveniente para usted, le
puede servir. Cuando
se sugiere a algunos alcohólicos que inician su abstención, la
conveniencia de comer en vez de beber, se preguntan si eso no les
ocasionará obesidad. A esto podemos contestar que nuestra experiencia
nos demuestra que esta situación ocurre muy raramente. Muchos de
nosotros perdimos la grasa excesiva cuando empezamos a comer en forma
balanceada reemplazando las calorías del alcohol etílico, y otros han
ganado unas libras que les eran necesarias. De
todas maneras, algunos "adictos" a los helados o los confites
observan que en sus primeros meses de abstención engordan un poco, en
los lugares que menos los favorecen. Pero esto parece ser un precio muy
pequeño para pagar por la liberación del alcoholismo activo. Es mejor
ser algo gordito que borracho, ¿no es verdad? Además, nunca se oyó
que a nadie lo arrestaran por conducir en estado de obesidad. De
todas maneras, con un poco de paciencia y buen criterio, los problemas
de peso generalmente se normalizan, como lo comprueba nuestra
experiencia. En caso contrario, o si usted padece de un problema crónico
y serio de obesidad o falta de peso, debería consultar a un médico que
no sólo conozca los problemas del peso, sino también que sepa algo de
nuestra enfermedad. Nunca encontramos ningún conflicto entre la
experiencia de A.A. y el consejo fundamentado que suministra un médico
que conozca el tema del alcoholismo. Por
consiguiente la próxima ocasión en que se presente la tentación de
beber, llevemos algo a nuestra boca, bien sea de comer o de beber para
que nos quite el apetito. Por lo menos, en esa forma demoramos el
consumo de la bebida alcohólica durante una o dos horas, tiempo
suficiente para que demos un paso adelante hacia nuestra recuperación,
como por ejemplo el que sugerimos en la próxima sección.
|
Cuando
estábamos iniciando nuestra tarea de alcanzar la sobriedad, muchos de
nosotros nos encontramos bebiendo sin siquiera haberlo planeado. En
ocasiones, nos parecía que eso nos sucedía sin siquiera darnos cuenta.
No existía una decisión consciente para beber, ni un pensamiento real
acerca de las posibles consecuencias. De ninguna manera habíamos
intentado desencadenar todo un episodio de trago. Ahora
hemos aprendido que con posponer simplemente esa primera copa, y colocar
algo distinto en su lugar, se nos provee la oportunidad de pensar acerca
de nuestra historia de bebedores, la enfermedad del alcoholismo, y los
probables resultados de empezar nuevamente a beber. Afortunadamente,
podemos hacer algo más que pensar, y lo ponemos en práctica: llamamos
por teléfono a alguien. Cuando
dejamos de beber, se nos dijo repetidamente que apuntáramos los números
de teléfonos de nuestros compañeros de grupo y que, cuando tuviésemos
deseos de beber, llamáramos a esas personas. Al
principio, la idea de llamar por teléfono a una personas que
escasamente hemos conocido, nos pareció extraña, y la mayoría de
nosotros no dimos importancia a ese consejo. Pero los A.A. que tenían
muchos más días de abstención que nosotros, continuaban sugiriéndolo.
Nos decían que comprendían muy bien en la misma forma. Sin embargo,
nos aconsejaban que tratáramos de hacerlo, por lo menos una vez. Y
así lo hicimos, finalmente, miles y miles de nosotros. Para nuestro
alivio, resultó se una experiencia fácil y agradable. Y mejor aún,
funcionó perfectamente. Tal
vez la manera más rápida de comprender esto, antes de que usted lo
ensaye, es ponerse a sí mismo mentalmente en el lugar de la persona que
recibe la llamada. Es algo muy satisfactorio y compensatorio el que
alguien confíe en nosotros hasta ese punto. Por consiguiente quien
recibe la llamada, casi invariablemente se muestra cortés y agradecido
por haber sido seleccionado, y no se siente sorprendido; por el
contrario, se siente feliz de escucharnos. Pero
hay más. Muchos de nosotros hemos visto que cuando deseábamos beber,
podíamos telefonear a alguien con mayor experiencia en sobriedad, y que
ni siguiera era necesario mencionarle que estábamos pensando en beber.
Eso era a menudo comprendido tácitamente. Y ¡realmente no importaba el
momento de nuestra llamada, de día o de noche!. En
ocasiones, sin ninguna razón aparente, nos encontramos pasando una
repentina e inexplicable racha de ansiedad, terror, temor y pánico, que
no tenía sentido . (Esto les sucede a muchos seres humanos, por
supuesto, y no solamente a los alcohólicos). Cuando
contábamos la verdad de cómo nos estábamos sintiendo, qué estábamos
haciendo y qué deseábamos hacer, vinos que éramos perfectamente
comprendidos. Recibíamos no sólo simpatía, sino comprensión
completa. todas las personas que llamábamos, es bueno mencionarlo, habían
estado en la misma situación en una u otra época, que ellos recordaban
vívidamente. Con
mayor frecuencia de la imaginable, con sólo unos pocos momentos de
conversación, logró desaparecer nuestra idea de beber. En ocasiones,
recibimos información práctica que nos abrió los ojos, o una
orientación sutil e indirecta, o un consejo directo y fuerte pero dado
de todo corazón. A veces, llegamos inclusive a perdernos reír. Los
observadores de los alcohólicos recuperados han tomado nota de la
extensa red de contactos sociales informales entre los miembros de A.A.,
aun cuando no estemos dentro de reuniones, y en ocasiones cuando ninguna
está hablando o pensando acerca del alcohol. Hemos visto que podemos
tener tanta vida social con los demás como la deseemos, haciendo en su
compañía las cosas usuales que hacen los amigos, como escuchar música,
ir a cine o teatro, cenar, hacer excursiones o paseos de pesca, o
simples visitas, personalmente, por escrito, o por teléfono, todo ello
sin la necesidad del trago. Estas
relaciones y amistades tienen un valor muy definido para quienes hemos
escogido no beber. Sentimos la libertad de podernos mostrar tal como
somos entre personas que comparten nuestra preocupación por mantener
una sobriedad feliz, sin ser fanáticos contra la bebida. Es
muy posible, claro está, permanecer sobrios entre amigos que no son
alcohólicos recuperados, y aun entre aquellos que consumen grandes
cantidades de alcohol, aunque probablemente sintamos alguna incomodidad
en su compañía. Pero estando con otros alcohólicos abstemios, podemos
tener la seguridad de que nuestra preocupación es altamente apreciada y
profundamente comprendida. Esto tiene un gran significado para ellos, así
como su bienestar es muy apreciado por nosotros. La
transición hacia el gozo de la sobriedad empieza frecuentemente cuando,
recién abstemios, nos mantenemos en contacto con otras personas
igualmente nuevas en el programa. Al principio, parece algo embarazoso
comenzar amistades con personas que han estado sobrias durante varios años.
Generalmente nos sentimos más cómodos con aquellos que se encuentran
en la misma situación nuestra, empezando su camino hacia la recuperación.
Esta es la razón por la cual muchos de nosotros hacemos nuestras
primeras llamadas telefónicas en procura de nuestra abstención a
aquellos miembros "contemporáneos" nuestros en A.A. "La
terapia del teléfono" funciona bien cuando no conozcamos a nadie
en particular para llamar. Puesto que en la mayoría de los directorios
telefónicos de los Estados Unidos, el Canadá y muchos otros países se
encuentra el número de teléfono de A.A., es muy fácil marcar ese número
y ponernos instantáneamente en contacto con alguien que comprende
sinceramente, a nuestro mismo nivel. Puede ser una persona que nunca
hemos conocido, pero siempre obtendremos la misma genuina simpatía. Una vez que hemos efectuado la primera llamada, es mucho más fácil hacer otra cuando la necesitemos. Finalmente, la necesidad de alejarnos del deseo de una bebida desaparece virtualmente para la mayoría de nosotros. Cuando esto se logra, sin embargo, muchos de nosotros encontramos que hemos establecido el hábito de hacer visitas ocasionales por teléfono y por consiguiente seguimos haciéndolas porque nos agradan.
|