BAJO EL AGUA VERTICAL

Alvaro Urtecho




Conozco a Plutarco Cortez (Santa Teresa carazo, 1947), desde 1986 y a partir de ese momento me han impresionado sus poemas. Poemas elaborados lentamente, siguiendo las leyes secretas de un universo nocturno personal. Intensamente personal. Poesía de las extrañas cegadoras, pero igualmente alumbradoras de un mundo no todavía definido, un mundo que existió algún día o está por venir. En todo caso, un mundo de dimensiones paradisíacas, un universo de visiones dinamizadas por una explosión o un halo cósmico: "Hay un tropel de dioses cruzando el universo".

Con este soberbio alejandrino podemos introducirnos a la poesía de Plutarco Cortez, al flujo misterioso de su agua vertical. Así ha definido él su primer libro: "Bajo el agua vertical". Es decir, y creo no equivocarme en esto, bajo la poesía, pues es bajo una iluminación auténtica que Cortez ha escrito estos textos que presenta ahora reunido en un volumen ilustrado por ese gran artista de vuelo cósmico que es Orlando Sovalbarro.

Recuerdo los días en que me visitó Plutarco, en el fenecido Ministerio de Cultura de la Revolución Popular Sandinista. Eran días de euforia generalizada (no por el hecho de la revolución en sí, sino por "los buenos oficios" y la manipulación ejercida por oportunistas y trepadores de toda laya). Días de loa y utopía. El triunfo del exteriorismo funcional y servicial era total: La poesía al servicio de la política, la glorificación de la Razón Histórica, Hegel tapando a Nietzsche, los temas de actualidad en el candelero, los rabinos de la cultura nacional moviendo la colita al poder (moviéndola todavía aunque haya cambiado de signo), o insertándose, por obra y gracia de una operación oportunista (utilizando como plataforma de lanzamiento el prestigio de un gobierno revolucionario, metido posteriormente en un callejón sin salidas), en la influyente cultura internacional de "izquierda", tan rica en manifiestos y proclamas de aburrida retórica y de rentables dividendos expresados en viajes, publicaciones, participaciones en congresos, antologías, etc., etc.

Días de opacidad, indiferencia y menosprecio para un poeta humilde, pero indómito, obsesivo pero no cerrado al consejo o a la sugerencia amistosa y cordial; perteneciente a la clase más popular y sana del país: el sufrido y heroico campesinado. Poeta sin escuela ni academia, forjado en la pura soledad de sus visiones lunares y solares, no encontraba ecos en esos días. No lo recibían, no le publicaban, no querían tomar en serio el puñado de poemas que esgrimía y que a mí, personalmente, me hacían creer que, entre tanta demagogia, superficialidad y falsedad reinantes, la poesía existía en Nicaragua, pugnaba por salir de la matriz ancestral, del caos amorfo para constituirse en eso: lo que es, la gratuidad absoluta, el más supremo lujo del espíritu.

Dije que la poesía de Plutarco tiene una dimensión paradisíaca. Entendamos esto no en su sentido de estancia idílica o belleza arcádica. No: eso es propio de poetas tranquilos y sosegados, acordes y concordes, con el orden natural. Se trata de una dimensión paradisíaca en cuanto la atmósfera, el ámbito de nuestro poeta tiene un sentido genésico, cósmico, visceral, como si el universo estuviera creándose permanentemente, pero a la vez destruyéndose y volviéndose a crear en una dialéctica de negatividad eterna.

Un poeta nietzscheano, un poeta presocrático en cuanto descifrador de elementos originarios. Un poeta que niega el humanismo occidental que, a partir de Platón, Aristóteles y el cristianismo, configura una racionalidad dudosa, basada en una sospechosa separación de alma y cuerpo. El ser humano, en esta poesía de momentos fulgurantes, no tiene nombre, no tiene género, no tiene rostro: es el sin nombre ¿el Innombrable de Beckett?, el que vendrá, el indefinido, el que se anuncia pero no llega aún.

La imagen humana se llega a fundir, incluso, con lo inanimado:

¡Hoy hice pedazo mi imagen
en el espejo
para dedicarme a ver tu rostro...

¡Ven y verás que estoy como el cristal!

¿El rostro de la amada? Si y no. No se trata de una poesía amorosa, ni siquiera erótica. Si hay erotismo, es el erotismo orgánico y explosivo de la Naturaleza. Plutarco no es un poeta del amor, porque no le interesa la persona, no le interesan los pronombres (aunque los utilice) como al español Pedro Salinas: el tú y el yo está en función, no de la relación de la pareja, sino de la aparición de las fuerzas naturales destructivas y creadoras. Su precisa percepción de lo telúrico y lo genésico, así como la sobriedad generosa de su dicción me recuerdan al rumano Lucian Blaga:

"Hubo un romance de agua clara bajo el cielo
El sol lanzó sus flechas.
Las gaviotas gimieron de placer.
El oro subió hasta la superficie
de la tierra.
Llovía copiosamente.
Los ríos eran caudalosos.
El musgo extraía el jugo de las rocas.
El otoño estaba confinado.
La primavera reinaba.
Y los ángeles aéreos forcejeaban
con el tiempo".

Su búsqueda de imágenes primordiales lo lleva a explorar el ojo de la ballena, el "lomo de una ola", la frente pensativa del búho (animal del que rechaza su prestigioso simbolismo, identificándolo más bien con lo demoníaco y no con la sabiduría minérvica: "EL día en que rompí la frente del búho/gané un mundo nuevo"), el huevo de la serpiente, símbolo matriz del mal que hay que abolir para el surgimiento del mundo nuevo. Plutarco pone a circular, en el juego peligroso de su alquimia verbal, estos elementos, y otros más, de la imaginación mítica.

Su ética de poeta comprometido con la vida (no la falsa vida realimentada y racionalizada de los teólogos e ideólogos, verdadera peste de nuestro tiempo que contribuye a la represión y castración de la imaginación liberadora), con la lucidez y la fatalidad visionaria, lo confronta con la homogeneidad alienadora y monstruosa. Basta ver el texto titulado "Contra el mundo", uno de los más logrados de este su primer libro que ahora presentamos:

"La contorsión de la serpiente
es una insinuación.
En la mirada del búho sólo hay indicios
de rumbos imprecisos.
No debo distraerme. Quiero romper
un remanente de aguas cristalinas.
Llegar hasta al cima de la montaña.
Romperé el cielo con mis puños.

Si fluye el agua vertical, huirá esa multitud
que me persigue.

¡Es preciso evadir los hierros de este instante!


POEMAS


HACIA MI

Quiero ir por el mundo.
Quiero ver ese rostro
que se me parece.
Necesito encontrar
el libro que contiene
algo de mí...
Iré por el mundo hasta
encontrar la mayor parte
de mí...


TODAVIA TE ESPERO


Del Atlántico
al pacífico hay una distancia
transitable.
Entre el canto del ruiseñor y el graznido
del águila
hay selvas pobladas de panteras y gacelas.

En mi pecho
los pájaros nocturnos, cantan
tu nombre
y las gaviotas aún llegan a picotear
el pan...


LO RECUERDO


Hubo un romance de agua clara bajo el cielo.
El sol lanzó sus flechas.
Las gaviotas gimieron de placer.
Y el oro subió hasta la superficie
de la tierra.

Llovía copiosamente.
Los ríos eran caudalosos.
El musgo extraía el jugo de las rocas.
El otoño estaba confinado.
La primavera reinaba.
Y los ángeles aéreos forcejeaban
con el tiempo.

Los besos eran de fuego espeso.
Las palabras flechas de metal.
Nuestras miradas al encontrarse
deslumbraban en el espacio
como dos rayos que se cruzan...


INSINUACIÓN DEL BUHO


Otra vez
el búho lanzando al aire su diabólico
Graznido.
Pero no he abordado el arca
que diseñó la noche.

He adquirido la noción de poner todas las cosas
en su lugar
Y como a ti te corresponde mi cuerpo,
me he cubierto de ti.
Cuando voy a la cama burlamos las intenciones
del espacio.

¡Otra vez el amor en la odisea!


LA FUERZA DEL AMOR


Mi amor por ti es un forcejeo de miradas
en la cumbre.
Es un nacimiento diario de pájaros azules.
Un desfile de carrozas
tiradas por inmensos caballos.
Y tiene la resonancia de la selva.

Sal, mira el surtidor,
verás el suicidio de los pájaros azules.
En el otro patio
un cisne come estrellas en una charca.

Ven, dame el durazno de tus labios.
Dame el temblor de tus senos.
Déjame escuchar la música de tus caderas.
Y cuando la noche ponga máscaras
en los rostros,
dime que me amas.
En el tejado cantarán los pájaros nocturnos,
y yo echaré sobre ti
la manada de leones domésticos.


CORRIENTES PROFUNDAS


El agua que corre bajo mis pies no me quita
la sed.
Bebí el agua cristalina en las faldas
de los cerros y aún traigo reseco
los labios.
Es preciso que beba el agua vertical...
Después seguiré buscando las corrientes
profundas...

LA MUJER IDEAL


Sí, la amo.
¡Cómo no amarla!: la acosté en la cascada
y la roca se volvió oro.
Le pregunté si me amaba y de sus ojos salieron
pájaros azules.
Hicimos el amor y encontré agua vertical.
Sí, es verdad, la amo.

UN HOMBRE LIBRE


Maté todas las arañas del mundo.
Rompí la pupila del búho.
Ayudé a tumbar muros en Europa.
Construí todos los puentes necesarios en el
mundo.

Un herrero es superior a un científico
y un puente es más importante que todo
el mar.

Los demagogos se diferencian del resto
de los hombres.
Hemos de buscarlos y matarlos donde quiera
que estén.

Admito que soy malo, sí, mas no teman.
¡Miren que tengo la nobleza del cristal!

DECLARACIÓN


Mi amor por ti es agua vertical.
Quítate la ropa.
Húndete en esas aguas frescas.
Juega con los peces dorados.
Mirarás de lejos el suicidio
del pelícano.
Yo estaré echándoles pan a las gaviotas.
Las golondrinas que salen de tus ojos
envíalas hacia mí.
¡Soy el Norte en plena primavera!

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