El suicidio de René Favaloro:  Signo inconfundible de la descomposición y la barbarie de un sistema
(Distribuído como volante y difundido en varios medios de la prensa oral y escrita)

Cuando el último sábado de julio René Favaloro culminó el cuidadoso operativo de su suicidio, el disparo no estuvo dirigido solamente al corazón del médico mártir.

Simbólicamente, el cirujano salvador de corazones eligió el suyo para descargar toda la indignación, la impotencia y la desazón ante tanta hipocresía y tanta miseria humanas.

Y no se trata sólo de lo evidente: de la sed insaciable de ganancias de los mercaderes de la salud, de la quiebra de la Fundación que aún lleva su nombre, del chantaje permanente de los funcionarios y burócratas sindicales coimeros, de la complicidad activa de todos los gobiernos en todos sus estamentos.

No. Se trata de algo más. Se trata de la contradicciones de un hombre que, a qué negarlo, formaba parte de ese establishment de los elegidos. Si formaba parte por su incuestionable capacidad científica, y como la mayoría piensa, constituía la "parte sana" de esas cúpulas que rigen los destinos de la salud en la Argentina, es un tema en discusión.

Lo que es indiscutible es que es imposible la coexistencia en un mismo cuerpo dirigente de "partes sanas" y "partes enfermas" durante mucho tiempo. Del mismo modo que es incompatible con un principio elemental de justicia que garantice salud para todos (salud pública), el mantenimiento de un sistema que, basado en la concepción capitalista de la máxima ganancia, deje caer de la mesa algunas migajas bajo la figura de la caridad.

El suicidio de René Favaloro es, al mismo tiempo, toda una confesión de aislamiento, de la impotencia para reformar "desde adentro" un sistema definitivamente podrido.

Es que más allá de los aspectos psíquicos e individuales que llevan a un hombre al suicidio, es totalmente legítimo para quienes nos proponemos transformar la sociedad, apreciar desde un ángulo histórico el acto, tomando al cardiocirujano como un sujeto social.

Y aquí cabe un paralelo histórico:

Luego del fracaso de la revolución del 90, Leandro N. Alem escribe: "luego de la derrota, la mayoría le capituló al régimen; una pequeña minoría fundó el Partido Socialista. Y otros...nos fuimos a la mierda."

Lisandro de la Torre solía decir con frecuencia que "...la creación del hombre es el resultado de un error fatal e irreparable de la naturaleza".

Ambos, que tenían en común el ser luchadores para impulsar reformas respetando las bases materiales e ideológicas del sistema capitalista, terminaron también en el suicidio.

El mejor homenaje a lo mejor de estos hombres (incluído René Favaloro) es refutar ideológicamente su suicidio.

Es redoblar los esfuerzos para terminar con este sistema de explotación del hombre por el hombre (que en el plano de la salud adquiere quizás las manifestaciones más siniestras), para construir una sociedad más justa y solidaria, para construir el socialismo.

Se trata de luchar por esta perspectiva, justamente para que no se suicide la sociedad.

Dr.Fernando Armas (Médico, integrante de la Corriente Trabajadores de la Salud)

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