¿Quiénes somos?
El Partido Obrero Revolucionario nace a mediados de 1988, como resultado de un proceso de fusión entre distintos grupos, todas escisiones del Partido Obrero.
Concientes de nuestro carácter embrionario, nos autodenominamos en nuestros primeros años "Comité Constructor del POR", definición que indica mucho más una tarea a realizar, que un hecho consumado.
A lo largo de estos 10 años de existencia, realizamos ocho congresos (actualmente estamos en el período preparatorio de nuestro IX Congreso), en los cuales fueron definidos Estatutos, Pautas Programáticas, y diversos documentos ideológicos, políticos y organizativos que el lector puede solicitar al distribuidor de "MASAS".
Desde nuestra propia fundación concebimos nuestra existencia en Argentina como parte de la construcción del Partido Mundial de la Revolución Socialista: la Cuarta Internacional.
Esta concepción internacionalista de partido tiene su raíz en nuestra concepción ideológica y programática, que demuestra que la contradicción básica de la sociedad capitalista estriba en que su enorme capacidad de producción (social y universal), entra en contradicción con la apropiación privada y nacional que la burguesía realiza de esa abundancia de bienes y servicios.
La resolución de esa contradicción (en términos progresivos para la humanidad en su conjunto), sólo es posible mediante la expropiación de la burguesía mediante la revolución proletaria, inciando la construcción del socialismo, tarea sólo cumplible a escala mundial.
Este eje estratégico determina nuestras tácticas, conjunto que determina nuestro bagaje programático. Así, nuestra reivindicación de documentos básicos como el Manifiesto Comunista, los textos de los cuatro primeros Congresos de la III Internacional, la Teoría de la Revolución Permanente y el Programa de Transición de la IV Internacional, no es un hecho formal, sino el resultado de la confirmación de su plena vigencia.
Con Carlos Marx, nuestra organización es conciente que "La emancipación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos". Por eso entendemos nuestro trabajo revolucionario como una acción permanente de la vanguardia sobre las masas (de ahí el nombre de nuestra prensa), combatiendo políticamente toda forma de elitismo, sectarismo o foquismo mesiánico, que tanta confusión han introducido entre los explotados. La violencia revolucionaria será legítima, pues, si sirve como herramienta para la lucha de masas, y la consideramos un recurso inevitable y necesario ante la violencia cotidiana de los explotadores sobre los explotados.
La década que ha transcurrido y la actual situación política (internacional y nacional) determinan más que nunca aquella definición de Trotsky: "La crisis de la humanidad se reduce a la crisis de dirección revolucionaria del proletariado". Esta crisis se concentra en la construcción del Partido, pero también en cada paso que dan los explotados en la organización y la lucha por sus reivindicaciones más elementales.
En este sentido, consideramos a nuestro partido político como una tendencia que debe explorar en el mosaico político de la multitud de grupos y fracciones que se autoproclaman "marxistas", "leninistas", "trotskystas", toda posibilidad de Frente Único en la acción política práctica, así como todo avance ideológico y programático que posibilite procesos de fusión. En tanto y en cuanto estos procesos deben darse de cara a la intervención concreta en la lucha de clases, pretendemos combatir, al mismo tiempo, toda forma de sectarismo como de oportunismo.
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