Critica al POR

EL PARTIDO OBRERO REVOLUCIONARIO DE ARGENTINA, SU DEGENERACI�N OPORTUNISTA Y SU ACTUACI�N FRENTE A LA CRISIS ARGENTINA

Daniel Bengoechea � Diciembre de 2002


A comienzos del a�o 2002, el comit� central (CC) del partido obrero revolucionario de Argentina (POR) rompi� todo tipo de relaci�n con mi persona comunic�ndome oficialmente mi separaci�n del mencionado partido por medio de una carta firmada por dos miembros del comit� central (Mur�a y Bala). Dicha carta fue la culminaci�n de un proceso de ruptura pol�tica y de aislamiento organizativo que se inici� tras mis cr�ticas (realizadas formalmente por primera vez en marzo de 2000) a la forma en que se desarrollaba el pretendido trabajo internacional del POR con el objeto de reconstruir la Cuarta Internacional. Personalmente, en sucesivos documentos intent� demostrar el car�cter oportunista y espontane�sta que estaba tomando el POR. En particular, relacion� los desprop�sitos organizativos que llevaron al fracaso de las �Jornadas de Debates por la Reconstrucci�n de la Cuarta Internacional�, convocadas conjuntamente con la Liga Bolchevique Internacionalista de Brasil (LBI-QI), con dicha evoluci�n oportunista, encarnada en esos momentos en Gustavo Gamboa (secretario general del POR), pero tambi�n acompa�ada un�nimemente por el conjunto del CC del POR.

Mis documentos nunca recibieron una respuesta pol�tica. En cambio si obtuvieron como respuesta sucesivas medidas administrativas que implicaron el relevamiento de todas mis responsabilidades y mi separaci�n pr�ctica del partido. Las mismas vinieron acompa�adas de una serie de hechos confusos, como la difamaci�n de mi persona por medio de mensajes electr�nicos emitidos desde direcciones partidarias, entre ellas la del propio Gamboa, y de ex militantes del POR. Los mencionados mensajes fueron parcialmente desmentidos por el POR tras mi exigencia. Sin embargo estos hechos nunca fueron aclarados correctamente (todav�a no se sabe quien mando los mensajes, como accedi� a las direcciones partidarias, y adem�s los mensajes emitidos desde dichas direcciones siguen circulando a dos a�os de la emisi�n del primero de ellos). Por otro lado, ex militantes del POR, previamente separados del partido fueron resucitados para iniciar un proceso disciplinario contra mi persona por supuestas faltas al centralismo democr�tico.

Todo este proceso descrito m�s arriba coincidi� con una profundizaci�n de la involuci�n oportunista del POR. Dicho oportunismo qued� completamente de manifiesto en la actualidad ante la exigencia de la lucha de clases. En plena crisis Argentina, el POR ha cruzado la barrera de clase, abandonando abiertamente la proclamada necesidad de luchar por la construcci�n de un partido revolucionario de la clase obrera que trabaje para educar pol�ticamente a la clase sobre la necesidad de la destrucci�n del capitalismo mediante la revoluci�n socialista y la posterior instauraci�n de la dictadura del proletariado.

En este documento pretendo hacer una balance de mi experiencia de casi una d�cada con el POR, marcando las lecciones que extraje de la misma y presentando una serie de conclusiones que creo son aplicables no s�lo al POR, sino tambi�n a gran parte de la izquierda (en particular la argentina). Dicho balance lo har� analizando la implicancia del oportunismo y el espontaneismo por mi criticados en el total desbarranque pol�tico del POR ante la crisis argentina actual. Una de mis principales conclusiones es que sin el dominio pol�tico imprescindible del marxismo y bajo la creciente presi�n de las masas que buscan una direcci�n pol�tica, el POR lejos de aceptar instruirse, a partir del reconocimiento del fracaso de su pol�tica oportunista, en la escuela hist�rica del comunismo, legada por Lenin, se reafirm� por el contrario en sus rasgos originales antimarxistas, dimitiendo en los hechos al trabajo por la construcci�n del partido revolucionario de la clase obrera. Esto potenci� la imparable y creciente tendencia oportunista de Gamboa, Romario, Santana y el resto de los miembros del CC del POR y los llevo a adaptarse a las ilusiones y luchas espont�neas no s�lo de la clase obrera sino sobre todo de la peque�a burgues�a urbana. Esta involuci�n, notablemente acentuada tras el estallido social del 19-20 de Diciembre de 2001 inclin� al POR, a despecho de su af�n de cientificidad marxista, a teorizar en t�rminos subjetivistas que la construcci�n de la unidad de los que luchan sin importar su origen de clase es el objetivo del momento de la vanguardia marxista.

A continuaci�n tratar� de desarrollar mis conclusiones tratando de presentar las mismas de tal forma que puedan ser entendidas por alguien ajeno a la vida interna del POR, ya que las mismas exceden el �mbito del POR. Por ello tratar� de no abundar en detalles que puedan aburrir al lector presentando hechos organizativos concretos s�lo cuando sean fundamentales para mi argumentaci�n pol�tica.

Breve rese�a hist�rica sobre el POR

A mediados de 1988 se realiza la conferencia fundacional del comit� constructor del partido obrero revolucionario. En la misma participan distintos grupos de militantes que hab�an sido excluidos o se hab�an apartado del partido obrero (PO). El POR nace inmerso en un contexto hist�rico de mucha presi�n del electoralismo de izquierda (pleno auge del MAS). Dentro de ese marco, a pesar de sus limitaciones pol�ticas, el POR tiene la virtud de plantear abiertamente la necesidad de organizar pol�ticamente a la vanguardia obrera para luchar por la instauraci�n de la dictadura del proletariado. Otra virtud del POR fue su concepci�n internacionalista que se plasm� en su decisi�n de construir el partido revolucionario de la clase obrera en Argentina como secci�n de una Cuarta Internacional reconstruida. En acuerdo con esta visi�n unos pocos meses despu�s de fundaci�n, el POR-A[1], en conjunto con el partido obrero revolucionario de Bolivia (POR-B), liderado por Guillermo Lora, y otros grupos menores fundan el comit� de enlace para la reconstrucci�n de la Cuarta Internacional (CERCI). Dentro de este organismo el peso hist�rico y organizativo del POR-B y la debilidad ideol�gica del POR-A hicieron que este asumiera como propios los defectos del POR-B; l�ase su concepci�n err�nea del centralismo democr�tico, su sectarismo, la t�ctica del frente �nico antiimperialista, el rechazo de la violencia revolucionaria, etc..

A partir de 1992, algunos cuadros del POR-A[2] comienzan a criticar el oportunismo, el sectarismo y las desviaciones nacionalistas del POR-B y sobre todo su abandono del marxismo evidenciado en la �teor�a de la excepcionalidad boliviana� desarrollada por Guillermo Lora para ocultar el atraso pol�tico de su organizaci�n. Este proceso culmina en mayo de 1998 con la separaci�n del POR-A del CERCI y con una fracci�n de un grupo de camaradas del POR-A que deciden seguir ligados al CERCI. Tras esta ruptura el POR-A pareci� comenzar a intentar recuperar para si las bases program�ticas del marxismo-leninismo. Como parte de este proceso comenz� a revisar algunas de sus concepciones, sobre los estados obreros degenerados, sobre el m�todo para reconstruir la Cuarta Internacional,sobre la importancia de la propaganda pol�tica y su relaci�n con el trabajo pr�ctico entre las masas, etc.; y como parte de este proceso inici� procesos de discusi�n con diversas organizaciones que se reivindican como trotskistas. Primero se estableci� un comit� paritario con el Partido de los Trabajadores por el Socialismo (PTS), luego se mantuvieron relaciones con una fracci�n del PTS (hoy LOI � Democracia Obrera), con un grupo menor denominado CIOS y con el CEMICOR[3]. Luego, se inici� un proceso de fusi�n apresurado con la LBI-QI de Brasil. Y finamente tras el fracaso estrepitoso de esta fusi�n, y tras la separaci�n del POR del autor de este documento, se procedi� a intentar crear en Brasil un grupo af�n al POR con la participaci�n de un profesor universitario (autodenominado Vanguardia Proletaria) y un militante que estaba dando sus primeros pasos en el marxismo[4]. Como colof�n de ello se pretendi� organizar una conferencia por la Refundaci�n de la Cuarta Internacional que nunca se pudo llevar a cabo.

Si hay un com�n denominador en las distintas etapas vividas por el POR este es que todas las luchas pol�ticas en que se enmarc� esta organizaci�n terminaron en la ruptura antes de que el debate se inicie. Eso ocurri� con el n�cleo fundador del POR, quien no pudo debatir dentro del PO. Tambi�n ocurri� lo mismo con el CERCI y con el proceso fraccional que vivi� el POR tras su separaci�n del mencionado organismo. La ruptura del comit� paritario POR-PTS, el fin de los debates con el CIOS y la ruptura con la LBI-QI tambi�n se produjeron antes de que se pueda comenzar a debatir. Con otras organizaciones que acercaron sus cr�ticas a los materiales producidos con el POR (GPM de Espa�a, LRP de EEUU, etc.) tampoco se pudieron establecer debates. Es un hecho m�s que sintom�tico que en m�s de diez a�os de trayectoria pol�tica, el POR haya sido incapaz de llevar un s�lo debate hasta el final. Lo mismo parecer�a indicar que los cambios esbozados tras la ruptura con el CERCI fueron s�lo cambios cosm�ticos. La forma repentina con la que se cambian las fuerzas pol�ticas con las que se prioriza discutir y la necesidad de un hecho pol�tico que se pueda presentar como un �xito en cuanto a la reconstrucci�n de la Cuarta Internacional indican que en realidad el POR nunca rompi� con el lorismo. En realidad en los �ltimos a�os s�lo cambio el sectarismo aislacionista por el oportunismo. El hecho de que sucesivas procesos pol�ticos hayan acabado en rupturas apol�ticas de las cuales nunca se buscaron las causas no puede catalogarse de otra manera. Y el oportunismo siempre va acompa�ado por el desprecio de la teor�a marxista lo cual veremos m�s adelante es una de las principales caracter�sticas distintivas del POR.

Jornadas de Debate por la Reconstrucci�n de la Cuarta Internacional

El proceso de acercamiento pol�tico del POR a la LBI-QI y la posterior ruptura con esta organizaci�n pusieron de manifiesto en m�s de un aspecto el oportunismo y el empirismo ideol�gico del POR. Como parte del acercamiento a la LBI-QI, la direcci�n del POR asumi� r�pidamente la mayor�a de las posiciones del grupo brasilero, en particular respecto a la caracterizaci�n de los llamados �estados obreros deformados o degenerados�, al punto de llegar a sostener que fue un error de parte del movimiento trotskista no haber defendido a la burocracia stalinista de los ataques de la burgues�a imperialista o el no haber apoyado la invasi�n de la URSS a Afganist�n. Como parte del acercamiento entre ambas organizaciones miembros del comit� central (CC) del POR viajaron en dos oportunidades a Brasil, miembros del CC de la LBI-QI hicieron lo propio a Argentina y se lleg� a editar en forma conjunta el primer y �nico ejemplar de la revista Tribuna de Debates. En principio ambas organizaciones hab�an llegado aparentemente a acuerdos program�ticos profundos y coincid�an en llevar adelante conjuntamente un largo y paciente proceso de reagrupamiento de genuinos revolucionarios. Como parte de este proceso se organizaron en Brasil las Jornadas de Debate por la Reconstrucci�n de la Cuarta Internacional. A las mismas hab�an comprometido su participaci�n otras organizaciones pol�ticas interesadas �en discutir abiertamente un balance de la historia del movimiento trotskista que nos permita posicionarnos mejor para comenzar a construir el partido revolucionario mundial de la clase obrera�[5].

Durante todo este proceso fueron surgiendo distintas diferencias con la LBI-QI respecto a variadas cuestiones pr�cticas. Sin embargo, el CC del POR subvalorando a la organizaci�n brasilera, en oposici�n a mi opini�n personal[6], mantuvo respecto a la LBI-QI una actitud conciliadora y zigzagueante con la esperanza de que esto le permitir�a incluir a este grupo dentro de una organizaci�n conjunta donde el POR ser�a la fuerza principal. A pesar de ello, las diferentes concepciones pol�ticas de ambas organizaciones terminaron colisionando la semana previa a la realizaci�n de las jornadas de debate. Y todo por una cuesti�n menor, como lo era el derecho a participar en las mismas de Vanguardia Proletaria, la cual era objetada por la LBI-QI dado a que en unas elecciones universitarias este �grupo-persona� hab�a apoyado a los candidatos frente populistas del PT en oposici�n a los de la LBI-QI. Haciendo de la participaci�n de Vanguardia Proletaria una cuesti�n de principios, el secretario general del POR, Gustavo Gamboa (�nico enviado en representaci�n del POR a las jornadas), una vez en Brasil decidi� autoexcluirse de las jornadas y pretendi� organizar sus propias jornadas que como describimos m�s arriba se trataron de una reuni�n con dos militantes de dudoso pasado marxista. A pesar de todo esto, tras su regreso a Argentina Gustavo Gamboa present� un balance, aprobado un�nimemente por el CC, donde se present� como un �xito las actividades realizadas en Brasil[7].

Considerando personalmente que el fracaso de las jornadas de debate hab�a sido un fracaso para la pol�tica de reagrupamiento revolucionario que promulgaba el POR escrib� dos documentos criticando el oportunismo de Gamboa y la mayor�a del CC del POR[8],[9]. B�sicamente con estos documentos no s�lo trat� de mostrar los errores cometidos por el POR en relaci�n a las mencionadas jornadas y al proceso de acercamiento pol�tico hacia la LBI-QI, sino que tambi�n trat� de profundizar sobre el trasfondo pol�tico de los mismos. Una de mis principales conclusiones en aquel momento fue que hu�rfano de toda capacidad de an�lisis cient�fico, tras haberse liberado del aplastante peso que significaba la influencia de Lora, el POR hab�a comenzado a moverse al vaiv�n marcado, de un lado, por el esfuerzo por conseguir una respuesta concreta al problema del necesario reagrupamiento de la vanguardia revolucionaria, y por el otro, por la incapacidad en que la inorganicidad y el urgentismo para alcanzar alg�n �xito pol�tico inmediato sum�an al POR. Como resultado de esa continua oscilaci�n entre la afirmaci�n de una posici�n revolucionaria y la imparable y creciente tendencia al oportunismo el POR acab� adapt�ndose a las ilusiones y luchas espont�neas de las clases medias y los sectores m�s atrasados de la clase obrera. Lamentablemente mis cr�ticas no fueron escuchadas y la realidad comprob� mi anuncio de que las actitudes y posiciones de la mayor�a del CC del POR llevar�an m�s temprano que tarde al POR, carente de todo an�lisis marxista, a dar un salto oportunista impelido por su incapacidad para afrontar los desaf�os que la realidad le presentar�a. Estas fueron mis conclusiones un a�o antes de que estallara la crisis argentina de Diciembre de 2001. Luego, los hechos desatados por esta crisis confirmaron mis pron�sticos. Sin embargo sobre ello hablar� m�s adelante. Primero presentare mis comentarios sobre varios errores conceptuales que fueron reflejando el oportunismo del POR con anterioridad.

Errores organizativos y provocaciones pol�ticas

M�s all� del lenguaje que el POR utiliza en sus documentos sobre su pretendido basamento ideol�gico-organizativo marxista-leninista, la realidad nos indica que el mismo no existe. En particular, en cuanto a lo organizativo los errores son la cotidianidad de la vida del POR. La prensa no tiene ninguna periodicidad y cada vez sus art�culos son de menor calidad, los volantes nunca se imprimen a tiempo, se organizan viajes a Argentina de camaradas de organizaciones extranjeras a los que nunca se los atiende, se presentan los documentos de base para los congresos despu�s de iniciados los mismos, se aprueban los informes del secretario general a libro cerrado, etc.. Como contrapartida de esto desesperadamente se intenta incrementar el n�mero de miembros reclutando a camaradas que quieren luchar contra el sistema capitalista pero que todav�a no saben como argumentarlo te�ricamente. Esto hace que la brecha ideol�gica entre unos pocos elementos politizados y la masa (bastante reducida) del partido sea cada vez mayor, con lo cual las tareas organizativas y de propaganda recaen cada vez m�s sobre un n�mero menor de camaradas facilitando que se cometan errores organizativos con mayor frecuencia.

El proceso de degeneraci�n oportunista que describ� con anterioridad est� tambi�n �ntimamente relacionado con el desbande organizativo que viene sufriendo el POR desde antes de su octavo congreso[10]. Con posterioridad el desbande organizativo se complement� con la promoci�n de camaradas inexpertos al CC partidario y con la disoluci�n de hecho del POR. Como parte de este proceso, sobre todo despu�s de la ruptura con la LBI-QI, el POR disolvi� su perfil hacia las masas, buscando de esta forma ganar mayor influencia sobre ellas. Sin embargo, en la vida interna partidaria aumentaron el aparatismo y se comenz� a marginar a los camaradas cr�ticos del CC. Y esto no es de extra�ar ya que el oportunismo viene siempre aparejado del relajamiento de la disciplina partidaria y del caudillismo, lo cual se correlaciona perfectamente con las fallas organizativas y la irresponsabilidad que abundan en el POR.

A medida que el oportunismo y el desbarranco organizativo aumentaban en el POR, las provocaciones pol�ticas comenzaron tambi�n a abundar. Se decidi� arbitrariamente la reestructuraci�n de las c�lulas partidarias, reubicando a aquellos camaradas cr�ticos en c�lulas que los pudieran controlar, se pretendi� exigir el cambio de residencia de otros camaradas como condici�n para que sigan perteneciendo al partido, y entre otras cosas que no vale la pena describir comenzaron a ocurrir una serie de episodios confusos y en algunos casos bizarros relacionados con las direcciones de email del POR. En primer lugar, desde la direcci�n de email de Gustavo Gamboa, secretario general del POR, (direcci�n publicitada como la oficial del partido y desde la cual se manten�a contacto con el resto de las organizaciones pol�ticas) se publicitaron los documentos cr�ticos de Daniel Bengoechea, descalific�ndolo, y llegando a proponer a la LBI-QI un frente com�n para combatir al traidor. Tras mi presi�n para clarificar los hechos Gustavo Gamboa se limit� a decir que dichos mensajes eran falsos y que el no los hab�a escrito. Sin embargo, m�s de cincuenta organizaciones diferentes recibieron el mencionado mensaje y nunca recibieron el mensaje de desmentida. Inmediatamente despu�s de estos hechos, nuevos mensajes desacreditando a mi persona, agrediendo a organizaciones con las que yo mantengo una relaci�n pol�tica (por ejemplo la LRP de EEUU) y difundiendo declaraciones pol�ticas con una l�nea frente populista fueron distribuidos desde cuatro direcciones de email diferentes; todas pertenecientes a miembros del CC del POR, una de ellas la direcci�n alternativa de Gustavo Gamboa en un servidor comercial. Ante estos nuevos mensajes y bajo mi presi�n personal el CC del POR emiti� un escueto comunicado diciendo que sus direcciones electr�nicas hab�an sido robadas por un hacker que quer�a sembrar la divisi�n dentro del partido. Sin embargo, nunca demostr� haber investigado los hechos, nunca se preocup� por desmentir abierta y contundentemente los supuestos falsos mensajes y nunca hizo nada por evitar que los mismos sigan circulando, incluso desde nuevas direcciones. La locura al respecto llego al punto de que incluso llego a distribuirse un mensaje proveniente de la direcci�n �segura� de Gamboa afirmando que todo lo descrito con anterioridad era parte de un complot de Bengoechea y la LBI-QI. El mismo fue una vez m�s tibiamente desmentido, sobre todo cuando otras organizaciones conociendo que mi relaci�n con la LBI-QI era bastante �spera, b�sicamente honesta pero de confrontaci�n pol�tica casi permanente dado las caracter�sticas de ambos de defender sus posiciones hasta el final, exigieron al POR que ratificara con pruebas la supuesta denuncia.

Ante la continua presi�n de mi parte para que el POR se manejara con mayor responsabilidad y aumentara sus medidas de seguridad electr�nica, lo cual fue realizado en paralelo a una abundante cantidad de cr�ticas de mi parte hacia las desviaciones oportunistas del POR y en muchos temas incluso a lo que yo interpreto como abandono del marxismo, en enero de 2002 el CC del POR decidi� relevarme del manejo de la pagina Web partidaria y me exigi� le entregara la palabra clave de acceso a una de las pocas direcciones electr�nicas que no hab�a sido �saboteada� (una de las pocas de las que no sal�an mensajes que luego eran desmentidos). Todo esto en medio de la profunda situaci�n de agitaci�n pol�tica existente en la Argentina en ese momento. Sus argumentos eran que dado que era una direcci�n electr�nica segura el CC necesitaba controlar la misma al mismo tiempo que la pagina Web para difundir con mayor efectividad las consignas partidarias en un momento en que el POR estaba encandilado por la agitaci�n popular existente, principalmente entre las capas medias y marginados sociales, y en el que incluso lleg� a proponer una formula presidencial partidaria para unos de los lemas del bloque electoral de toda la izquierda que propon�a conformar. Por mi parte, consider� que dado que el CC del POR no se molestaba en aclarar los oscuros hechos con lo que supuestamente el POR continuamente intentaba desacreditar a mi persona no estaban dadas las condiciones para que la clave en mi poder le sea entregada al CC del POR. B�sicamente, no hab�a ninguna seguridad de que la p�gina Web y la direcci�n de email no fueran utilizadas para aumentar la campa�a de provocaciones pol�ticas contra mi persona. El propio CC del POR expl�citamente me afirm� que era incapaz de evitar que el provocador (sea este interno o externo) continuara operando, lo cual me reafirm� en mi actitud. Este fue mi �ltimo contacto con el POR como miembro del mismo ya que tras mi negaci�n a acatar la resoluci�n del CC fui expulsado del POR.

A esta altura de los acontecimientos ya no vale la pena preocuparse por si las provocaciones pol�ticas fueron orquestadas desde dentro del CC del POR o por alguien que se divirti� a costa de ellos. Para mi las mismas son s�lo una an�cdota. Sin embargo, tras mi separaci�n del POR los mensajes �ap�crifos� continuaron circulando, ya no relacionados a mi persona pero conteniendo informaciones conocidas por s�lo un reducido n�mero de miembros partidarios. En alg�n caso incluso se llego a anunciar desde la direcci�n electr�nica �segura� un ataque a balazos contra Gustavo Gamboa y a proponer una campana internacional en su apoyo. Nuevamente, m�s de una semana despu�s de que el mensaje sea emitido y reemitido por cientos de receptores el POR tibiamente desminti� el mensaje. Claramente, la degeneraci�n del POR llega a un grado que ya han dejado de ser cre�bles. La historia de los emails, es s�lo una an�cdota, pero los ha convertido en el hazmerre�r de muchos. Ya no importa si ellos son responsables por los mismos o no, lo que importa es que org�nicamente el POR es inexistente lo cual fue el detonante para que ocurriera todo lo que ocurri� y que quiz�s siga ocurriendo. Como comente m�s arriba, la abundancia de errores organizativos del POR est� directamente correlacionada con su evoluci�n oportunista la cual como veremos m�s adelante creci� dentro del partido al mismo tiempo que se iba abandonando la pr�ctica del centralismo democr�tico.

Negaci�n de la violencia revolucionaria

Una de las falencias principales del POR, muestra evidente de su incomprensi�n del marxismo, es su posicionamiento ante el problema de la violencia y la lucha armada y su relaci�n con la toma del poder. Para el POR como para buena parte del troskismo, en particular el argentino, lucha armada equivale a foquismo y por lo cual toda acci�n armada de los explotados es condenable ya que seg�n esta concepci�n imperativamente retraza el desarrollo de la conciencia de las masas. Como tratar� de explicar en las siguientes l�neas esta concepci�n es completamente falsa y en el fondo esconde el miedo de la peque�a burgues�a al armamento del proletariado. B�sicamente la l�nea del POR consiste en considerar ultra izquierdista a todo aquel que realice intentos de organizar el armamento de la clase obrera y los sectores populares, considerando a quien impulse la lucha armada el principal obst�culo a vencer para poder construir con �xito el partido revolucionario de la clase obrera. Esta posici�n no se diferencia demasiado de la de Nahuel Moreno y su partido, el PST, durante la d�cada del 70 ante el PRT-ERP cuando lo consideraba m�s nocivo para la clase obrera que la dictadura militar argentina. En cambio si dista a�os luz de la de Lenin cuando sosten�a que �el marxismo revolucionario, a diferencia de todas las tendencias pol�ticas, toma en consideraci�n todas las formas de lucha, sin desechar a ninguna. En particular, la violencia revolucionaria es una herramienta fundamental para organizar a la clase obrera e infundir conciencia dentro de ella[11].

Este desprecio (m�s que desprecio yo dir�a miedo) del POR por la violencia lo hace considerar terrorista a todo aquel que la aplica y lo llevo a pasarse al campo de la burgues�a con respecto a la lucha por la liberaci�n del pueblo vasco. En particular, la posici�n equivocada de la direcci�n del POR la lleva a plantear que �la destrucci�n pol�tica y organizativa de ETA es una tarea fundamental para la clase obrera vasca, para todos aquellos que pretenden construir un partido obrero revolucionario en Espa�a y para el forjado de una internacional revolucionaria�[12], negando en los hechos el derecho a la autodeterminaci�n del pueblo vasco, y colocando en un segundo plano la necesidad de los trabajadores vascos y del resto de los trabajadores del actual estado espa�ol de luchar contra la burgues�a imperialista espa�ola y la destrucci�n del estado capitalista. Este paso al campo de la burgues�a por parte del POR gener� debates intensos dentro del partido. Mis cr�ticas contra semejante l�nea pol�tica fueron publicadas en extenso con anterioridad[13]. En resumen, las mismas trataron de mostrar que la posici�n adoptada por la direcci�n del POR implicaba un abandono de la teor�a y el m�todo leninistas respecto a la cuesti�n de la violencia y del derecho a la autodeterminaci�n de las naciones oprimidas. Mirando retrospectivamente los hechos, podr�a decirse que gracias al escaso dominio del marxismo de la mayor�a de los cuadros del POR y a su miedo peque�o burgu�s al aislamiento de las masas obreras (de las cuales est�n en realidad bastante aislados) el chaparr�n sobre lo pernicioso de la violencia de ETA con el que nos inundan los medios de propaganda burgueses y los pol�ticos institucionales cal� profundo entre ellos. De otra forma no se podr�a entender que mis ex-camaradas del POR, a pesar de las diferencias ideol�gicas con el movimiento de liberaci�n nacional vasco, pongan tanto esmero en combatir a ETA. Llegando su esmero a la deformaci�n de la realidad, llamando obreros a los pol�ticos y miembros de fuerzas de seguridad muertos por ETA, encubriendo la violencia represiva del estado espa�ol, y basando sus posiciones exclusivamente en las apariencias extra�das de la propaganda burguesa.

El desprecio del POR hacia la violencia tambi�n lo llev� a no plantear consecuentemente la necesidad del armamento de los trabajadores durante la crisis argentina actual. Como la gran mayor�a de la izquierda el POR dedic� sus mayores esfuerzos a extender las asambleas populares, organismos policlasistas hegemonizados por la peque�a burgues�a con escasa participaci�n de la clase obrera organizada, olvid�ndose que para destruir al sistema capitalista es necesario organizar y armar a la clase obrera. En este caso concreto, la ridiculez del POR y la izquierda lleg� al l�mite de hablar de que est�bamos ante una posible revoluci�n y olvidarse completamente de la necesidad de armar al proletariado. Si los trabajadores quieren tomar el poder, entonces deben armarse, esa es la �nica forma posible de derrotar a la burgues�a, quien cuenta con el aparato militar y policial para defender el orden establecido. Sin embargo, en Argentina ni el POR ni ning�n grupo propagandiza la necesidad de armar a los obreros[14], algo tan fundamental como la construcci�n del propio partido revolucionario de la clase obrera. Este error llega adem�s a ser temerario ya que deja a los trabajadores completamente desarmados ante la represi�n burguesa, tanto estatal como paraestatal, como lo demuestran las muertes y detenciones de trabajadores y militantes populares a manos de la represi�n ocurridas desde en 20 de Diciembre de 2001 en adelante. Sin embargo, a pesar de ello mis ex-camaradas siguen sin revisar su negaci�n de hecho de la violencia como m�todo valido para la lucha revolucionaria.

El centralismo democr�tico

Los momentos de agudizaci�n de la lucha de clases ponen a prueba a toda supuesta organizaci�n revolucionaria. En esos momentos es cuando se manifiesta si la misma est� basada en principios s�lidos o no. La cuesti�n del centralismo democr�tico es fundamental para la construcci�n del partido revolucionario de la clase obrera. El POR siempre se vanaglorio de ser el �nico partido de la izquierda argentina que practicaba el centralismo democr�tico. Sin embargo, en cuanto la lucha de clases hizo surgir diferencias dentro del POR se comprob� que el centralismo democr�tico en realidad no funcionaba al interior del mismo. Esto se evidenci� b�sicamente en la tendencia que tienen Gustavo Gamboa y otros dirigentes del POR a tomar decisiones unilaterales y a solventar sus frecuentes errores escapando hacia delante, en la inexistencias de balances pol�ticos al interior de la organizaci�n, en el hecho de que las tareas nunca se colectivizaran, en la resoluci�n de todos los problemas mediante medidas administrativas y en la escasez de debate te�rico dentro del POR. Con respecto a este punto, el POR actualmente cree que debatir significa publicar los documentos de los cr�ticos para luego almacenarlos en un caj�n y que nadie los lea o los rebata.

En el fondo, la pr�ctica declamativa del centralismo democr�tico que realiza el POR es una muestra m�s de su escasa comprensi�n del marxismo leninismo. Y tambi�n est� relacionada con la escasa formaci�n pol�tica de la mayor�a de sus militantes. Caracter�stico de esto es que s�lo tres militantes del POR escribi�ramos en su momento los materiales de propaganda pol�tica (y lo mismo ocurre ahora). Es claro que si una organizaci�n pretendidamente revolucionaria se compone de militantes politizados s�lo a medias esto conduce a la disminuci�n del debate pol�tico y a una falta de seriedad pol�tica cuyos efectos repercuten reduciendo la capacidad de sus militantes para evaluar situaciones concretas de forma independiente del n�cleo de direcci�n, lo cual desemboca en la necesidad de crear una militancia a ra�z de la intervenci�n de los dirigentes.

Falto el POR del centralismo democr�tico que aclarase y resolviese las diferencias pol�ticas no es de sorprender que todas las diferencias hayan terminado primero en fracciones prematuras escasas de debate y el hundimiento de militantes y ahora con el aumento de la degeneraci�n oportunista del POR en la aplicaci�n de la separaci�n burocr�tica de los cr�ticos. Otra consecuencia de ello es que inevitablemente la independencia de acci�n de la militancia de base no exista y que se vuelvan dentro del partido cada vez m�s importantes los lazos personales y las relaciones de deferencia hacia los l�deres establecidos. Todo ello trajo aparejado la muerte definitiva de los intentos de cualquier an�lisis pol�tico cient�fico. En ultima instancia esto facilita el cambio permanente de t�cticas pol�ticas y las maniobras oportunistas que actualmente practica el POR. Las cuales necesitan de la inexistencia del centralismo democr�tico.

El Frente �nico Antiimperialista

La t�ctica del Frente nico Antiimperialista (FUA) es considerada por el POR como una conquista program�tica de la organizaci�n. En principio esta t�ctica, tan valida como cualquier otra siempre que se ajuste a la realidad de las masas, pretende establecer lazos entre las luchas de las masas por sus necesidades inmediatas y el programa de la revoluci�n socialista. El POR tom� como propia la t�ctica del FUA en acuerdo con las Tesis de Oriente de la III Internacional las cuales propusieron la alianza de las clases explotadas de la ciudad y el campo dirigidas por la estrategia revolucionaria del proletariado. Esta alianza de clases puesta bajo la direcci�n pol�tica del partido revolucionario de la clase obreradeber�a como tarea central impulsar la lucha contra la opresi�n imperialista la cual servir�a como detonante de las luchas revolucionarias. La diferencia de esta t�ctica con el frente popular es muy sutil y principalmente consiste en que en el terreno pr�ctico el partido revolucionario de la clase obrera mantiene su independencia.

El POR, sin embargo, ha hecho de la t�ctica del FUA su estrategia, abandonando de esta forma la lucha por la independencia de clase del proletariado. De hecho en la pr�ctica la aplicaci�n que el POR hace de ella actualmente no lo diferencia mucho de los reformistas y centristas[15], siendo su consecuencia inmediata la atadura ideol�gica y organizativa de la clase obrera a la peque�o burgues�a y a la burgues�a nacional

En particular, ante la crisis argentina qued� de manifiesto que el FUA es la estrategia actual del POR. En pleno auge de las luchas, cuando el POR caracterizaba a la situaci�n como prerrevolucionaria[16], en lugar de salir a propagandizar la necesidad de construir el partido revolucionario de la clase obrera el POR sali� a proponer �un frente que unifique a todos los que luchan�[17]. Seg�n el propio POR dicho frente �bas�ndose en un programa de lucha contra el gobierno incorporar� la enorme gama de matices existentes dentro del movimiento popular d�ndole a los distintos sectores en su seno la oportunidad para desenvolver sus planteamientos� [17]. Lo llamativo es que dentro de estos sectores el POR incluye a sectores de los partidos burgueses tradicionales y de laburgues�a, como los chacareros. Claramente en su planteo actual del FUA el POR se olvid� de la independencia de la clase obrera salt�ndose esa sutil diferencia que diferencia al FUA del frente popular. De esta forma, la estrategia del FUA desarrollada de hecho por el PORest� en absoluta contradicci�n con la teor�a de la revoluci�n permanente, significando un bloqueo para la formaci�n del partido de vanguardia. Como veremos a continuaci�n, el encadenamiento a la t�ctica-estrategia del FUA no fue el �nico desatino del POR ante la crisis argentina.

La intervenci�n del POR en la crisis argentina

Los levantamientos populares que culminaron con la ca�da del gobierno de De La Rua � Cavallo y la continuidad durante meses de la crisis pol�tica Argentina constituyen potencialmente uno de los hechos m�s importantes de la lucha de clases a nivel mundial de los �ltimos a�os. Sin embargo, a pesar de lo que opina la gran mayor�a de la izquierda argentina, en Argentina no se ha desatado un procesode acci�n independiente de las masas que signar� la historia y que de ser pol�ticamente dirigido por la izquierda podr�an culminar en la toma del poder por parte de la clase obrera.

Basado en un an�lisis de este tipo (aunque a diferencia de otros grupos reconociendo la debilidad ideol�gica de la clase obrera), el POR influenciado por la presi�n de la situaci�n se sum� al coro de aquellos que proponen desarrollar las asambleas populares. Incluso, para el POR �estas asambleas se han constituido como un embri�n de doble poder� [17] y en �organismos de democracia directa conquistados por los trabajadores�[18]. A pesar de los deseos del POR, la realidad muestra que las asambleas populares distan mucho de ser un instrumento para que la clase obrera tome el poder. Estas asambleas son organismos policlasistas hegemonizados por la peque�a burgues�a donde la participaci�n de la clase obrera organizada es minoritaria. En realidad el POR y la gran mayor�a de la izquierda argentina confunden las movilizaciones populares por una reforma pol�tica del sistema democr�tico vigente y por una serie de medidas econ�micas keynesianas con una acci�n independiente de la clase obrera contra el sistema capitalista.

Basados en este an�lisis err�neo, fruto del oportunismo, el POR levant� distintas consignas dependiendo de la situaci�n, pero ninguna de ellas tuvo como eje central aquello que debe ser fundamental para la propaganda marxista, la educaci�n pol�tica del proletariado, la defensa de la necesidad de organizar independientemente a la vanguardia obrera, y de formar un partido de cuadros.

Entre los hechos que muestran lo err�neo del accionar del POR podemos anotar su rechazo a la violencia revolucionaria evidenciado en su desprecio de la necesidad de organizar pr�cticamente y propagandizar la autodefensa armada de las masas frente a la represi�n del estado burgu�s. Tambi�n podemos mencionar su inconsistencia en el combate de las ilusiones democr�ticas de las masas. Particularmente, su consigna de formar un gran frente de la izquierda, proponiendo incluso la formaci�n de un sublema partidario como parte del mismo[19], como primera respuesta ante a la convocatoria a elecciones anticipadas por parte de la burgues�a, demostr� su adaptaci�n a las ilusiones de la clase media sobre la posibilidad de reformar el sistema capitalista. En esencia esto se debe a una profunda incomprensi�n del marxismo, que hace al POR y a la gran mayor�a de la izquierda vulnerable a las presiones sociales ajenas a la clase obrera, como consecuencia de la cual el POR parecer�a en la actualidad m�s preocupado en encontrar una t�ctica para generar una alternativa de gobierno que en trabajar para destruir al sistema capitalista.

Por otro lado, una critica consistente al accionar del POR frente a la crisis Argentina quedar�a incompleta sin retomar la cuesti�n del FUA. La consigna del FUA ha sido la favorita del POR durante este ultimo a�o, ya que para el POR es �un recurso indispensable para avanzar en la unidad de los explotados� [17] y �una herramienta fundamental para avanzar en la puesta en pie y en el fortalecimiento de la vanguardia revolucionaria� [17]. En contraste con ello, el POR ha abandonado en la pr�ctica completamente la propaganda que relacione las batallas actuales de los explotados con la necesidad de un partido revolucionario de la clase obrera. S�lo por ello, el POR merece ser condenado ya que el reemplazo de la propaganda por el partido revolucionario por la propaganda por el FUA significa dejar a la clase obrera a la deriva dentro de la actual lucha popular antigubernamental en la cual las clases no se diferencian, renunciando a luchar por una cuesti�n fundamental como lo es la independencia de la clase obrera.

Este desprecio por la propaganda revolucionaria dentro de la clase obrera, clara muestra del oportunismo del POR, se manifiesta claramente en elhecho de que el foco del trabajo pol�tico del POR son las asambleas populares y no las organizaciones naturales de los trabajadores, los sindicatos, o sus lugares de trabajo, las fabricas. De esta forma, en la pr�ctica el POR renuncia a luchar por una huelga general y abandona a los trabajadores en las manos de la burocracia sindical peronista o de la nueva burocracia del CTA y la CCC. Este abandono es com�n dentro del conjunto de la izquierda, f�cilmente impresionable por organismos como las asambleas populares o el movimiento piquetero, y poco afecta al trabajo paciente de difundir el marxismo entre los trabajadores. Gracias a ello la burocracia sindical pudo mantener maniatada a la clase obrera durante las jornadas de Diciembre. Y gracias a ello podr� seguir controlando los sindicatos y maniobrando en complicidad con el gobierno de turno para descomprimir la situaci�n cuando ello sea necesario.

En resumen, la intervenci�n del POR durante la actual crisis Argentina termin� por desenmascarar al POR y por demostrar que esta organizaci�n dista de ser la adecuada para usar la situaci�n actual como punto de partida para construir el partido revolucionario de la clase obrera. Para ello a diferencia de lo que hace el POR es necesario trabajar firmemente para difundir las ideas del marxismo entre la vanguardia obrera apoy�ndose en un reagrupamiento de los revolucionarios, que a diferencia del FUA proclamado por el POR no debe ser un amontonamiento de izquierdistas y mucho menos un bloque electoral. Sencillamente debe consistir en la unificaci�n de aquellos que quieren trabajar para la realizaci�n de nuevas revoluciones de octubre.

La realidad actual del proletariado argentino

En Argentina, el capitalismo ha desarrollado una numerosa clase obrera con tradici�n de lucha econ�mica, organizada sindicalmente, que ha pasado por la experiencia del peronismo y que constituye potencialmente una de las fuerzas sociales revolucionarias m�s importantes de Am�rica Latina.

La clase obrera argentina, desde el surgimiento del peronismo hasta hoy, apoy� la pol�tica y las concepciones de la direcci�n peronista y de la burocracia sindical. En esta etapa vivi� ascensos y descensos, periodos de luchas y periodos de retroceso, pero el com�n denominador de todos ellos fue que la direcci�n burguesa peronista y la burocracia sindical siguieron contando con el apoyo de la clase obrera, que sus concepciones, sus objetivos pol�ticos, tanto en las �pocas de auge de las luchas econ�micas como en las de retroceso, fueron tomados por la clase obrera como suyos.

En la actualidad, los obreros argentinos est�n sufriendo una brutal ofensiva del capital. Esta ofensiva se inicio hace dos d�cadas y media con el golpe militar del 76 y en los �ltimos a�os alcanz� extremos pocas veces vistos en Argentina. Recientemente, al aumento de los despidos se sum� la rebaja de lo salarios nominales y la devaluaci�n del peso que desvaloriz� los salarios en m�s del setenta por ciento de su valor.

Durante la �ltima d�cada permanentemente han existido focos de resistencia de parte de los trabajadores quienes salieron a la lucha, pero siempre las luchas fueron defensivas y aisladas. En particular ninguna de esas luchas pudo trascender los l�mites de la lucha reivindicativa y por consiguiente el conjunto de ellas no fue suficiente para modificar la correlaci�n de fuerzas entre el capital y el trabajo. Por otra parte, la clase obrera, a pesar de estar viviendo un intenso proceso de desconfianza en las direcciones sindicales burocr�ticas y en los partidos pol�ticos tradicionales, aun no ha logrado desplazar a sus conducciones burocr�ticas o generar organismos alternativos a los sindicatos actuales. En esto gran parte de la responsabilidad la tiene la izquierda.

Como consecuencia de su despolitizaci�n y del control ejercido por la burocracia sindical la clase obrera organizada estuvo ausente de las jornadas del 19-20 de Diciembre. La huelga convocada por la CGT llego demasiado tarde y fue levantada sin que nadie se enterase. Los trabajadores como clase vivieron la revuelta contra el gobierno de De La Rua-Cavallo a trav�s de la televisi�n y no fueron para nada un factor decisivo en la ca�da del gobierno.

El POR y la mayor�a de la izquierda, en lugar de aprovechar la crisis burguesa para ir con todo hacia la clase obrera para extender las luchas parciales y politizarlas con el objeto de generar conciencia y organizaci�n, prefirieron concentrar su trabajo en las asambleas populares proponiendo a los trabajadores que se integren a ellas. De esa forma, el POR abandon� de hecho la lucha ideol�gica por la conquista de la vanguardia proletaria y no s�lo ello, tambi�n impulso a la vanguardia a integrarse a organismos policlasistas dominados por la ideolog�a burguesa.

Lamentablemente, el accionar del POR y de la izquierda de hecho abandona los sindicatos en manos de la burocracia sindical y da tiempo a la burgues�a para que pueda buscar una salida a su crisis. De otra forma no puede entenderse que un gobierno tan d�bil como el de Duhalde haya perdurado m�s de diez minutos. En lugar de dedicarse a potenciar las asambleas populares el POR deber�a haber tratado de hacer proliferar las asambleas por empresas, los cuerpos de delegados y haber impulsado la actividad reivindicativa de la clase obrera tratando de confluir en una huelga general pol�tica que colocase a la clase obrera en acci�n como clase, para que en la acci�n los trabajadores pudieran reconocer su poder�o y ver la necesidad de luchar por la conquista del poder. Pero claramente esta es una tarea mucho m�s dif�cil que ponerse a la cola de las masas en una revuelta antigubernamental en la cual las clases no se diferencian y que no tiene claros ni sus m�todos ni sus objetivos. Pero que otra cosa se pod�a esperar de un grupo como el POR abandonado a la deriva del oportunismo.

El oportunismo esta en las ant�podas del marxismo y quienes como el POR lo abrazan, en la pr�ctica dejan de pelear por cuestiones fundamentales como la independencia de la clase obrera, el armamento de los trabajadores y la propaganda por el partido revolucionario de la clase obrera. De esta forma, encandilados por los posibles �xitos parciales los oportunistas terminan cruzando la vereda de clase y dejando a la vanguardia obrera completamente desarmada; con lo cual las condiciones favorables para la difusi�n de las ideas marxistas, para avanzar en la conciencia y la organizaci�n de los trabajadores generadas por la crisis permanente de la burgues�a argentina terminan siendo despreciadas como lo est�n siendo en Argentina. Como consecuencia de ello, las condiciones objetivas de descomposici�n del capitalismo en la Argentina y el crecimiento de la desconfianza de los trabajadores en sus direcciones hist�ricas no est�n siendo aprovechadas para desarrollar la madurez revolucionaria de la clase obrera que la prepare para la toma del poder.

Marxismo versus Oportunismo

Los cl�sicos del marxismo siempre se preocuparon de remarcar que en todo momento un partido revolucionario esta expuesto a una degeneraci�n oportunista como manifestaci�n de la lucha de clases en su seno. La lucha de clases dentro del propio partido revolucionario es algo inevitable, sobre todo dentro de peque�as organizaciones con escasa influencia de masas, como es el caso del POR.Mientras subsista el capitalismo, mientras se desarrolle la lucha de clases en la sociedad, todo partido revolucionario sufrir� su influencia, la presi�n de las clases en pugna. Ello puede permanecer latente, oculto, desenvolvi�ndose de forma subterr�nea, solucion�ndose en parte por el ejercicio de la critica y la autocr�tica, o puede hacer eclosi�n transform�ndose en manifiesta como ha ocurrido con el POR.

La exacerbaci�n de los antagonismos de clase, la maduraci�n de la situaci�n, agudiza la lucha de clases en el seno del partido revolucionario. El triunfo de las concepciones proletarias en la lucha interna dentro del partido deja al partido mejor preparado para trabajar por el avance de la conciencia revolucionaria del proletariado. Por el contrario, el triunfo de las concepciones peque�o burguesas termina desbarrancando al partido por el precipicio del oportunismo,negando de hecho al marxismo. El oportunismo, considerado por los bolcheviques como una actitud contrarrevolucionaria, siempre viene acompa�ado de la burocratizaci�n del partido. Como consecuencia de ello, los oportunistas al no ejercer la autocr�tica persisten en sus limitaciones de clase y se convierten en virus peque�o burgueses, convirti�ndose con el tiempo en agentes de las clases enemigas dentro del proletariado.

Como negaci�n del marxismo dos de las principales caracter�sticas del oportunismo sonel distanciamiento de la teor�a y el m�todo leninistas y la adoraci�n de la espontaneidad de las masas. En el caso del POR, esta adoraci�n se ve en el fetichismo de la �asambleas populares� y de los �piqueteros�. De all� tambi�n viene la concepci�n de que la actividad central del POR consista en secundar las luchas espont�neas por las reivindicaciones inmediatas de las masas populares y el hecho de que cada conflicto econ�mico se transforme en el eje de la propaganda del POR. Por otro lado, la transformaci�n en estrategia de la t�ctica del FUA confirma la desviaci�n oportunista del POR y esta en consonancia con su seguisdismo de las masas.El primer paso de los oportunistas es el abandono del intento de llevar las ideas marxistas a las masas obreras, o sea el abandono de la propaganda revolucionaria y su reemplazo por propuestas pol�ticas �a la altura de la masas� [18]. El POR ya ha dado ese paso. Ahora su estrategia consiste en �unificar a los que luchan� sin importar a que clase pertenezcan en lugar de organizar a la vanguardia proletaria. Claramente el POR ha decidido abandonar el marxismo para abrazar el oportunismo. El oportunismo y los m�todos que de �l se desprenden en vez de unirlo con las masas obreras lo iran, parad�jicamente, alejando aun m�s de ellas. Como consecuencia de ello no habr� retorno posible del oportunismo al marxismo, como nunca lo hubo a lo largo de la historia para aquellos partidos revolucionarios que abrazaron el oportunismo.

Partido y Clase

Pocos temas han sido tan pol�micos entre los marxistas como el debate acerca de la relaci�n entre el partido y la clase. Este ha provocado m�s conflictos que cualquier otra cuesti�n. Sin embargo, los principios fundamentales del debate han quedado muchas veces sin aclarar pese a la importancia de los problemas que all� surgen. La evoluci�n oportunista del POR y su actual desprecio por la propaganda por la necesidad de un partido revolucionario de la clase obrera est�n �ntimamente relacionados con una concepci�n err�nea de la relaci�n entre el partido y la clase, lo cual es s�lo otra muestra m�s de la incomprensi�n del marxismo de la que ya hablamos con anterioridad.

La concepci�n leninista de partido consiste de dos elementos complementarios entrelazados. En primer lugar, Lenin siempre subrayo la posibilidad de una transformaci�n repentina de la conciencia obrera y confi� en que los profundos instintos de la clase obrera la llevar�n a rechazar la sumisi�n. Esta fe en la masas fue la que lo llevo en Abril de 1917 a enfrentarse a su propio partido y a sostener que �las masas est�n m�s a la izquierda que el partido�[20]. El segundo elemento fundamental de la concepci�n de partido de Lenin consiste en subrayar el papel de la teor�a y del partido como portador de ella. El reconocimiento m�s conocido de este papel del partido se encuentra en el ��Qu� Hacer?� donde Lenin escribe que �sin teor�a revolucionaria no puede haber tampoco movimiento revolucionario�[21].

Una de las caracter�sticas fundamentales del partido revolucionario es que este representa a los sectores concientes m�s avanzados de la clase obrera. Adem�s, dado que la clase obrera debe ser independiente de las otras clases, el partido revolucionario es el partido de una sola clase y debe concentrar su trabajo dentro de la clase obrera. El seguidismo del POR, y de la gran mayor�a de la izquierda argentina, hacia las asambleas populares e incluso hacia los piqueteros, organismos policlasistas, refleja los prejuicios conservadores de estos grupos. B�sicamente, mediante esta pr�cticalo que hacen es negar la posibilidad de que el partido ponga en pr�ctica el programa marxista y mediante la acci�n ayude a la clase obrera a alcanzar un nivel superior de conciencia. De esta forma, rebajando el papel del partido el POR y la mayor�a de la izquierda argentina muestran que confunden el partido con la clase como hac�an los mencheviques.

Un Comentario de Actualidad

El ultimo ejemplar de Masas[22], peri�dico del POR, confirma plenamente todo mi an�lisis anterior. Como ejemplo de ello alcanza con referenciar dos art�culos: �Las Asambleas Populares y el Doble Poder� y ��Por que se imponen las elecciones burguesas?�. Ambos art�culos contin�an sosteniendo que las asambleas populares son instancias de doble poder de la clase obrera. Incluso, a pesar de reconocer el reflujo que vienen atravesando estas organizaciones policlasistas, el oportunismo del POR lo hace seguir sosteniendo �que las mismas est�n llamadas a ser la fuerza de la revoluci�n socialista� [22] y que la construcci�n del FUA �es lo que permitir� avanzar en la polinizaci�n de la vanguardia, construyendo la nueva direcci�n, clasista y revolucionaria, que las masas necesitan� [22]. Semejantes afirmaciones por si solas son suficiente confirmaci�n del desbarranco oportunista del POR.

S�ntesis y Conclusi�n

A lo largo de este articulo pol�mico he tratado de mostrar que el POR ha definitivamente renunciado a los aspectos revolucionarios que alguna vez lo animaron. Esta renuncia ha ocurrido como culminaci�n de un proceso de degeneraci�n oportunista originado en la incomprensi�n del marxismo de la mayor�a de sus cuadros. Para quienes alguna vez depositamos nuestra confianza en esta organizaci�n e intentamos a partir de ella construir el partido revolucionario de la clase obrera esto consiste en una tr�gica derrota. Sin embargo, esta derrota no significa para nada el final de la historia. Desahuciado el POR, y sin existir ninguna otra alternativa aut�nticamente revolucionaria en Argentina, lo apremiante es ponerse a trabajar para construir un n�cleo de militantes que trabaje concientemente para educar y organizar pol�ticamente a los sectores de vanguardia de la clase obrera. Este n�cleo de militantes consistir� de una organizaci�n de marxistas revolucionarios que someter�n a un escrutinio cient�fico tanto su situaci�n como la situaci�n de la clase en su conjunto, y que intentar�, mediante una participaci�n diaria en la luchas de la clase obrera ampliar la actividad conciente de esta para destruir el capitalismo. Con seguridad, esta no es una opci�n sencilla, pero es la �nica posible para que alguna vez la clase obrera tome el poder y construya una sociedad sin explotados.



[1] Cuando sea necesario Partido Obrero Revolucionario de Argentina se abreviara como POR-A y Partido Obrero Revolucionario de Bolivia como POR-B para evitar confusiones. La sigla POR por s� sola siempre har� referencia al POR-A, organizaci�n a la que se refiere este documento.

[2] Un resumen de las criticas desarrolladas por Gustavo Gamboa se puede encontrar en: �En defensa del leninismo, contra el liquidacionismo sectario y exitista. �Por la reconstrucci�n de la Cuarta Internacional! Las cr�ticas hechas por Daniel Bengoechea se pueden ver en: �Rompamos con el sectarismo y encabecemos la reagrupaci�n de los revolucionarios�.

[3] Min�sculo grupo de militantes sin inserci�n de masas escindidos de la organizaci�n internacional de Workers Power. Su referente es Jos� Villa, proveniente de Poder Obrero Bolivia-Per�. Recientemente est� organizaci�n anunci� su desafiliaci�n del CEMICOR y la separaci�n de Jos� Villa.

[4] Esto seg�n las propias palabras del secretario general del POR, Gustavo Gamboa, ver Informe de la actividad desarrollada en Brasil �., Gustavo Gamboa�.

[5] Convocatoria a las Jornadas Internacionales de Debates por la Reconstrucci�n de la Cuarta Internacional, Revista Tribuna de Debates.

[6] Mis criticas respecto a la forma en que se manejaban las relaciones con la LBI-QI pueden verse entre otros lugares en mi �Respuesta al CC del POR (10/7/00).

[7] Ver el Informe de Actividades mencionado m�s arriba.

[8] Algunas Reflexiones sobre el fracaso de las Jornadas Internacionales de Debate por la Reconstrucci�n de la Cuarta Internacional, Daniel Bengoechea (19/9/00).

[9] Las lecciones del fracaso de las Jornadas de Debate por la Reconstrucci�n de la Cuarta Internacional, Daniel Bengoechea (3/11/00).

[10] El octavo congreso del POR se realiz� los d�as 23 y 24 de Mayo de 1998 y fue el que formaliz� la ruptura con Guillermo Lora, el POR-B y el CERCI.

[11] La guerra de guerrillas, Lenin.

[12] La ETA, aislada, desnaturaliza la lucha por la autodeterminaci�n del pa�s vasco, Daniel Santana.

[13] Ver por ejemplo: Marxismo y dogmatismo: La izquierda y sus errores frente a la cuesti�n de la violencia, Daniel Bengoechea.

[14] �nicamente la LOI - Democracia Obrera lo hizo pero sin presentar la necesidad del armamento del proletariado como la cuesti�n clave que es.

[15] El objetivo de este documento no es la discusi�n de la correcci�n de la t�ctica del Frente nico Antiimperialista. Por ello me limito a criticar el empleo que de ella hace el POR, ya que esto evidencia claramente el abandono del marxismo por parte del POR.

[16] Esa no es mi caracterizaci�n ya que la debilidad ideol�gica de la clase obrera argentina impidi� su participaci�n dentro la crisis como clase organizada pol�ticamente y la burgues�a argentina nunca vio preligar su dominaci�n de clase.

[17] Carta abierta por un Frente �nico Antiimperialista, publicitada por el POR durante la semana santa de 2002.

[18] Ver el Documento de Situaci�n Pol�tica Nacional de la Conferencia Nacional del POR, Enero de 2002.

[19] Formula Armas - Graziano

[20] Ver, L. Trotsky, Historia de la Revoluci�n Rusa, Tomo 3, Ruedo Ib�rico, Paris 1972, p. 224.

[21] Lenin, �Que Hacer?, Ed. Fundamentos, Madrid 1975, p. 25.

[22] Masas 167, Octubre de 2002.

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