LA INDEPENDENCIA VASCA
Pablo Sebastián

El pueblo vasco ha visto y vivido, en los últimos días, una tremenda secuencia de terror político mezclado con las artes más crueles de una banda criminal que, a sangre fría y por venganza, ha secuestrado, condenado a muerte y ejecutado al concejal del Partido Popular en la localidad vizcaína de Ermua Miguel Angel Blanco. Las tremendas imágenes del cuerpo herido de muerte ingresando en el hospital, a la hora y media de cumplirse el plazo de la ejecución anunciada por ETA, se sumaban a otras recientes y no menos impactantes del liberado José Antonio Ortega Lara y a las del zulo donde soportó durante más de 500 días, su cautiverio

Tres acontecimientos y tres imágenes que muestran el rostro auténtico de lo que significa el proyecto político para el País Vasco de ETA y HB. Y cómo entienden ellos, ETA y HB, la oferta negociadora para conseguir el fin de la violencia: la salida de sus presos y un campo para el diálogo. Sobre todo, por el método escogido para acelerar y presionar al Gobierno de Madrid en favor del reagrupamiento de los presos de ETA. Un método que resultó así de sencillo: se secuestra a un inocente y desprotegido concejal del PP, se anuncia en Egin que el Gobierno tiene 48 horas (lo que es material, jurídica y políticamente imposible) para proceder al reagrupamiento de los presos de ETA en las cárceles del País Vasco. De lo contrario, el comando que lo tiene en su poder procederá a su ejecución. Y, efectivamente, a las 48 horas el cuerpo de Miguel Angel Blanco aparece herido de muerte con un tiro en la nuca y las manos atadas.

Así negocian ETA y HB. Con estos modales mafiosos actúan quienes dicen representar a un sector patriota del pueblo vasco, los mismos que pretenden recurrir ante la Corte Europea de los Derechos Humanos, los que buscan en la Unión Europea apoyo internacional y negociadores de prestigio que imiten los procesos del IRA o de Palestina. Procesos que en nada tienen que ver con el caso español o con las maneras de su aparato político y armado, del que no sabemos quién tiene el control. Puede que ni ellos lo sepan.

Porque es cierto que los cerca de mil muertos de ETA, los otros secuestros, los tiros en la nuca y atentados masivos con coches bomba podrían haber producido imágenes muy similares a las de los pasados días. Pero cierto es también que pasó mucho tiempo desde que comenzaron los atentados de ETA, que estamos en la antesala del año 2000 y que estas últimas imágenes del zulo y del secuestro récord de Ortega Lara tienen un significado muy especial. Como lo tiene el secuestro con pena de muerte, fecha y hora de ejecución, lo que sin duda agrava el asesinato, por la frialdad, el chantaje y la escenificación de una pena de muerte consumada ante los ojos atonitos del pueblo.

Y ahora ¿qué va a pasar? Pues ahora ya sabemos cuál es el método negociador de ETA y HB Falta por ver cúal es la estrategia de los partidos nacioalistas que llevan años, espeialmente los últimos meses, actuando con una calculada ambigúedad en la que incluyen ciertas concesiones, contactos y negociaciones "con máximos representantes de HB y de ETA, confundiendo a la opinión pública del País Vasco en relación con la supuesta legitimidad democrática de HB. No sólo en cuestiones relativas al acercamiento de presos, donde PNV y EA han actuado a remolque de HB, sino también con vistas al proyecto final de los partidos nacionalistas vascos que es el mismo de ETA: la
independencia del País Vasco.

Aquí está el nudo que bloquea la cuestión. El PNV y EA se niegan a plantear abiertamente, ante la sociedad vasca y las instituciones autonómicas del País Vasco Euskadi, y ante la sociedad española y las instituciones del Estado, su posición clara para reivindicar la independencia del País Vasco. Así comienza la ambigúedad y de ahí parten sus continuos guiños hacia HB, y su condescendencia con ETA.

El PNV y el Gobierno vasco, que controla el PNV, continúa con su estrategia de dar dos pasos hacia delante en favor de la independencia del País Vasco, sacando toda la tajada que pueden en el ámbito de las transferencias autonómicas y del autogobierno vasco. Y luego dando un paso hacia atrás para no alarmar a la población vasca y no crear recelos excesivos en Madrid, donde colabora el PNV sosteniendo al Gobierno de José María Aznar, como sostuvieron en su día a pesar de los GAL y la corrupción, al Gobierno del PSOE, que presidía Felipe González.

Ahí está el nudo de la cuestión. No hay punto final en la reivindicación del nacionalismo moderado y ello les hace coincidir, en el fondo -aunque no en la forma ni en sus duras maneras- con ETA y HB.

Esta es la cuestión que un día u otro deberá estallar en un franco debate nacionalista y estatal. Porque si los nacionalistas moderados practican la ambigúedad, a los partidos estatalistas hay que reprocharles la vista gorda y el doble juego de entregar, poco a poco, a los gobiernos autónomos soterradamente la soberanía nacional, a sabiendas del camino que ellos tienen elegido aunque no se atrevan a plantearlo, por el momento, ante el conjunto de la sociedad.

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