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Hemos pensado que, a lo mejor, como el sulfato de cobre es una sustancia tóxica, no es muy común (se utiliza para sulfatar las viñas. Es esa sustancia azul que se le echa) no podéis conseguirla. Pero las cristalizaciones suceden con un montón de compuestos. Algunos los tenéis más cerca de lo que creéis. Nosotros escogimos el sulfato de cobre, pues su color es realmente bonito, y es barato. Si no lo tenéis podéis probar, por ejemplo, con sal de cocina (cloruro de sodio). El cristal que sale es transparente y blanco, o sea, no es tan bonito como el de sulfato de cobre, pero os vale.
Necesitáis:
1.-Sal de cocina (bastante).
2.-Un matraz, o vaso de precipitados. Si no lo tenéis, podéis usar algún cazo viejo, del tamaño de un vaso.
3.-Una tarde de paciencia, o, quizás, algún que otro día.
Importante: Para que la sal común cristalice en su sistema, han de cumplirse ciertas condiciones:
- Tiene que ser en un espacio grande. Un vaso grandote os sirve, cuanto más grande, mejor. En un plato, también está bien. Esto es para que los iones vayan a su lugar en el cristal.
- Tiene que estar EN TOTAL REPOSO. Si se mueve, los cristales no saldrán perfectos.
- Tiene que llevar tiempo, así que no os desesperéis si tarda bastante. Depende del calor que haga esos días.
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