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Este experimento es muy sencillo, y barato. El efecto es que unos cristales de sulfato de cobre, si los dejas una tarde, crecen, aumentan de tamaño. Además, su color es azul, por lo que es más bonito.

Necesitáis: 

1.-Sulfato de cobre (bastante). Podéis conseguirlo en una droguería por 25 ptas., y que os llegan para varios cristales.

2.-Un matraz, o vaso de  precipitados. Si no lo tenéis, podéis usar algún cazo viejo, del tamaño de un vaso.

3.-Una tarde de paciencia.  

Obtención:  En un vaso de precipitados, o un matraz, o un cazo viejo, calentad agua, y disolver el sulfato de cobre hasta que no se disuelva más. Luego dejadlo reposar unas horas,  y veréis cómo se van formando unos cristales grandes de sulfato de cobre. Coged el más grande que haya, y retirad los demás. Ese grande colgadlo de un hilo de algodón y metedlo en la solución de sulfato. Más tarde, ese cristal se hará más grande. Retirad todos los demás cristales que se formen. Al final, cuando se evapore toda el agua (eso puede ser en varios días. Podéis quitarlo cuando veáis que es suficientemente grande) tendréis un enorme cristal de sulfato de cobre.

Atención: El sulfato de cobre es una sustancia tóxica. No la toméis.

Importante: Para que el sulfato de cobre cristalice en su sistema, han de cumplirse ciertas condiciones:

• Tiene que ser en un espacio grande. Un vaso grandote os sirve, cuanto más grande, mejor. En un plato, también está bien. Esto es para que los iones vayan a su lugar en el cristal.
• Tiene que estar EN TOTAL REPOSO. Si se mueve, los cristales no saldrán perfectos.
• Tiene que llevar tiempo, así que no os desesperéis si tarda bastante. Depende del calor que haga esos días.

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