KEFRÉN: LA PIRÁMIDE DE LA SALUD


Tiene las mismas proporciones que la Gran Pirámide de Keops, pero su grandiosidad ha quedado injustamente opacada, quizá porque no alcanzó la perfección de la técnica constructiva de la primera. Pero la Pirámide de Kefrén ha salvaguardado conocimientos inéditos del Antiguo Egipto sobre la Biología, la Medicina y la salud, y no son éstos sus únicos méritos. ¿Qué decir de sus dos inexplicables túneles que conducen a un mismo sitio? ¿Qué decir de la plasmación numérica de los ciclos biológicos -sólo modernamente detectados- en las claves numéricas de sus pasadizos? Todo apunta a que los tesoros de la Pirámide de Kefrén podrían revolucionar la historia de la Medicina.


 

Fue Herodoto, en sus Nueve Libros de Historia, quien dejó escrito -en el capítulo dedicado a Euterpe- que la Pirámide de Kefrén no poseía las cámaras subterráneas que tenía la de Keops. Y ello indica, que dicho autor conocía los interiores de ambas construcciones mucho antes de que los árabes del siglo IX hicieran oficial su apertura.

Los faraones de la IV Dinastía se apropiaron de las pirámides de Gizéh, lo que supuso que se cerraran, aunque es posible que ya Micerinos o los faraones de la siguiente Dinastía evocaran órdenes dispuestas por Snefru, Keops y Kefrén y se volvieran a abrir los "templos", hecho referido por numerosas crónicas. Los sacerdotes tebanos de Maat, en tiempos ramésidas, hicieron en el interior de estos monumentos obras de limpieza y acondicionamiento para los ritos que desde tiempos inmemoriales, y referidos a la diosa Isis, se ejecutaban en el corazón de las pirámides.

Estelas provenientes de tiempos de Keops llaman a la Pirámide de Kefrén Templo de Thot, mientras que otras del imperio medio se refieren a ella como Templo de Isis. Sea como fuere, las pirámides, y la de Kefrén no es una excepción, aunque pudieran haber servido de tumbas a los reyes usurpadores de la IV Dinastía, tuvieron un carácter práctico en las actividades de los antiguos egipcios.

 

EN RECUERDO DE LA ATLÁNTIDA

Las leyendas árabes que recogieron la tradición oral, transmitida generación tras generación, señalan, con una clara alusión de la Atlántida, que las pirámides de Gizeh fueron construidas para salvaguardar una ciencia que podría desaparecer a causa de un enorme cataclismo. En la pirámide oriental, la Gran Pirámide, se guardaron los conocimientos de los astros, el movimiento de las estrellas y los objetos procedentes de éstas. Resulta curioso que algunos de estos objetos se definan como "cristal que no se rompe cuando se dobla" o "hierro que no se oxida", una clara alusión al plástico y al acero teóricamente cientos de años antes de que se conocieran. Para la Pirámide de Kefrén dejaron todo el saber relacionado con la medicina y la biología. Estas leyendas, aunque adornadas con la fantasía oriental, parecen guardar algo de real y así lo acreditan los últimos descubrimientos.

Originariamente, la Pirámide de Kefrén fue diseñada para que tuviera una altura similar a la Gran Pirámide. Los dos metros de diferencia que existen entre ambas quedan compensados por encontrarse en distinto nivel de la meseta de Gizéh. Los 15 metros de menos que tiene el lado de la segunda pirámide en relación con la primera son los resultantes de haber aplicado el ángulo sagrado de Isis a su estructura, mientras que el ángulo áureo fue el empleado en la Gran Pirámide. No se puede hablar por tanto de que ambas pirámides difieran en grandiosidad. Los arquitectos de Gizéh dieron a las dos la misma categoría de proporciones, aunque en la Gran Pirámide emplearan una técnica muy superior de ensamblado de bloques y diseño interior, seguramente porque así se necesitaba por las experiencias realizadas en su interior y que apuntan al empleo de energías que necesitaban de un completo aislamiento. Por eso la Pirámide de Keops es absolutamente hermética, sus bloques no dejan introducir una cuchilla de afeitar y todos sus pasajes y cámaras interiores tampoco permiten traspasar ni líquidos ni fluidos gaseosos.

Sin embargo, en la Pirámide de Kefrén tal perfección no hizo falta, pues en ella se efectuaron otro tipo de experiencias no relacionadas con la física ni con la química. Allí era el propio hombre el que se transformaba en un ser superior.

 

EL SARCÓFAGO ERRANTE

Lo primero que desconcertó al italiano Belzoni en el año 1818 fue el descubrimiento de dos entradas a la pirámide, situadas ambas en la cara norte. Belzoni no fue el primero en entrar, aunque en la cámara principal dejara constancia de su descubrimiento en letras de tamaño tan desproporcionado como su orgullo.

En dicha sala se encontró una inscripción en árabe que acreditaba la visita de los hombres de Al Mamún en el siglo IX. Todos los bloques que constituían el suelo de la cámara estaban levantados, lo que aportaba la idea de que otros aventureros estuvieron desmantelando la pirámide en busca de tesoros. El conocimiento de las entradas al monumento era, por tanto, conocido en el pasado, incluso después de que se dejaran de realizar las experiencias en su interior.

Las dos entradas recorren el mismo tramo norte-sur. Una asoma al suelo de la meseta de Gizéh y da paso a un pasadizo que se interna en el subsuelo para luego ascender hacia la cámara. La otra emerge a pocos metros de la propia pirámide y, tras internarse horizontalmente, prosigue su camino descendente hasta juntarse con el canal que sube desde la otra puerta, para confluir en la Única cámara interior. No se comprende el esfuerzo que supone el realizar dos pasajes que conducen al mismo sitio. Ni siquiera la Arqueología ha podido dar ninguna solución, lo cual aumenta el mérito de los arquitectos, que han logrado sembrar tal grado de desconcierto en nosotros.

Hemos leído en muchas ocasiones que Keops fue variando su lugar de eterno descanso según su capricho, desde la Cámara del Caos a la de la Reina, y de ésta a la del Rey. Pero cualquier ingeniero puede demostrar que la Gran Pirámide fue concebida y edificada de tal forma que no pudo efectuarse ninguna modificación ulterior. Se afirma, sin sentido, que los pasadizos fueron diseñados de tan sólo un metro de altos para evitar que los terremotos dañaran la estructura, pero olvidan que la Gran Galería tiene casi nueve metros de alto. Afirman, asimismo, que la orientación casi perfecta de 5 minutos 31 segundos de la Gran Pirámide se obtuvo por casualidad, cuando el hecho de que la Pirámide de Kefrén tenga, exactamente, los mismos 5 minutos 31 segundos, indica que no existe el error y que ambas fueron orientadas buscando precisamente esa misma desviación con respecto al norte.

 

LA CIRCULACIÓN DEL PRANA

Una posible solución al misterio de las dos entradas de Kefrén ha sido hallada recientemente, ya que sólo en los últimos años la Biología ha podido vislumbrar los factores que determinan los ritmos del ser humano.

Es sabido que culturas tan diferentes como la griega o la budista han ejercitado disciplinas físicas destinadas a la armonía corporal. La práctica del yoga, por ejemplo, incluye un variado entrenamiento de la respiración, que siempre se ha considerado como la productora de "prana". La existencia de este prana nunca ha sido admitida, pero incluso sin constatación científica los yoguis supieron de tan misteriosa energía y descubrieron que el ciclo del hombre es de 50 minutos, por lo que hacían un ejercicio consistente en respirar por uno de los canales de la nariz mientras taponaban el otro. Los griegos llegaron a similar conclusión y ejercicios, aunque para ellos el resultado más palpable, que sepamos, fue el de conseguir un cuerpo armonioso y un canon de belleza.

La producción del prana ha dejado de ser una quimera para dar paso a investigaciones que indican que su existencia puede ser medible. El profesor José Álvarez López, director del Instituto de Estudios Avanzados de Córdoba, en Argentina, ha logrado un descubrimiento espectacular que puede cambiar la idea que tenemos de nuestro cuerpo, sus reacciones y sus posibilidades. En concreto, Álvarez López descubrió que, mientras respiramos, en el interior de la nariz se produce lo que 11amamos "mocos", que químicamente son una "base". El paso del oxígeno durante la respiración hace que la parte superior de ese moco cambie su esencia para transformarse en un "ácido". Lo curioso es que el moco mantenga a la vez la característica de base, en su parte interior y más líquida, y las propiedades del ácido en su parte exterior y más sólida. En laboratorio se ha comprobado que el enfrentamiento entre la base y el ácido produce una diferencia de potencial similar a una electrólisis, de unas décimas de voltio, pero suficiente para que esta energía se incorpore a los mecanismos corporales. Los pelillos que tiene la mucosa nasal son los vehículos por donde transita esta energía.

Pero llega un momento en que el proceso se invierte y predomina en el otro orificio de la nariz. Este cambio de canal principal produce una modificación de polaridad y el resultado más óptimo se consigue cuando este proceso dura 50 minutos. El problema reside cuando el hombre, voluntaria o involuntariamente, varía el tiempo de canalización del aire por cada orificio, lo que ocasiona una desarmonía. El profesor Álvarez López ha comprobado en su laboratorio que un cambio de polaridad en la ionización del aire provoca una variación inmediata en el orificio principal de la nariz que utilizamos en la respiración. En su Instituto de Estudios Avanzados se está hoy trabajando en un artefacto que varíe, en cada ciclo de 50 minutos, la ionización del aire de una habitación, para estimular así la respuesta humana de respirar coherentemente, lo que llevará a un aumento de salud.

Pero, además, las mediciones efectuadas en el interior de la nariz dan como resultado un cambio de potencial eléctrico de corriente alterna a continua y viceversa, un aspecto que tiene confundidos a los científicos. El profesor argentino ha podido constatar que la diferencia de positivo a negativo en ambos orificios nasales no es igual en todos los seres humanos, y tiene que ver con el género de la persona investigada. Para entendernos, diremos que una persona "muy macho" tiene una diferencia de 70 a 10, mientras que otra "muy hembra" tiene su relación de 10 a 70. Lo espectacular es que surgen mediciones que dan como resultado 20 a 60, o 30 a 50, con lo que, por primera vez en la historia, se ha podido cuantificar mediante mediciones los rasgos de la homosexualidad.

 

DOS PUERTAS, UN MISTERIO

En el Antiguo Egipto, como en otras civilizaciones orientales, sabían que la enfermedad no existe como tal y que ésta es el resultado de una desviación del cuerpo, aunándose de este modo a los médicos modernos, que opinan que la mayoría de las enfermedades son psicosomáticas. Si esta producción de prana presupone, además de un cuerpo bello, el desarrollo de la voluntad para conseguir conocimiento, nos encontramos que el men sana in corpore sano es el primer paso para acceder a lo que podemos definir como estados alterados con los que curar nuestro psiquismo y desarrollar nuestra espiritualidad.

Cuando se escribió hace más de mil años que la Pirámide de Kefrén estuvo dedicada a la Medicina, desde luego nada debían saber de los datos referentes a la pila nasal. Para aquellos historiadores el asunto les era tan extraño como lo es hoy. Las prácticas mágicas se han tenido como supersticiones sin fundamento, así que resulta evidente el desconcierto de los investigadores cuando es la Biología la que pretende dar explicación a los enigmáticos dos canales que, desde el exterior, penetran en la Pirámide de Kefrén, relacionándolos con la importancia que tiene para el hombre la producción del prana en la nariz.

De este modo llegan a resultar convincentes las antiguas historias que indicaban que, mientras en la Gran Pirámide de Keops sus arquitectos incorporaron el conocimiento que unos seres superiores poseían de los astros y sus interconexiones, en la Pirámide de Kefrén sus diseñadores plasmaron su saber médico. Y por si acaso alguien pudiera pensar que la semejanza entre los corredores de esta construcción y la nariz humana es puro azar, otros descubrimientos relacionados con las medidas del monumento abren un nuevo camino de investigación. Nos referimos a los ciclos biológicos.

 

LOS CICLOS BIOLÓGICOS

El biólogo Julian Huxley considera un gran misterio de la Biología la existencia de unos ciclos que se repiten cada 3,5 años, cada 6,5 años y cada 11 años, y que regulan la evolución de la vida sobre el planeta. Los estudios sobre estos periodos comenzaron a finales de los años cincuenta, aunque todavía son poco conocidos. Las únicas referencias que se tienen datan de algunas compañías peleteras de Canadá, cuyas estadísticas -que abarcan periodos de más de 200 años- muestran claramente cómo estos ciclos determinan la cantidad de pieles producida, su calidad, etc.

Por su parte, el premio Nobel Giuseppe Piccardi demostró la existencia del ciclo de 11 años -denominado ciclo eje Wolg- determinado por las manchas solares, pero tenemos la seguridad de que tanto éste como los otros ciclos -más cortos- eran ya conocidos en el pasado egipcio. Se cuenta en la Biblia el sueño del faraón referido a siete años de vacas gordas y siete años de vacas flacas, que José pudo interpretarle 1.600 años antes de Cristo. Esta cifra de 7 años, que también podemos leer en el Libro de Daniel podría ser una forma de "redondear" el ciclo de 6,5 años del que hablamos. Por otro lado, hemos encontrado que en la Biblia aparecen no menos de 30 veces las cantidades exactas del tiempo de estos ciclos computadas como 42 meses, como 1.260 días, o como los enigmáticos "un tiempo,2 tiempos y medio tiempo" como clara alusión al ciclo de los 3,5 años.

Sólo nos queda una duda: si el pueblo egipcio conoció los enormes conocimientos incorporados en las pirámides. Creemos que no. Tan sólo unos flecos de aquella sabiduría pudo llegar a los detentadores del saber, los sacerdotes, que originaron una larga sucesión de generaciones de iniciados hasta configurar en nuestros días ciertas sectas herméticas merced a las cuales se trasmitieron esos conocimientos que ligan la Tierra con el Cosmos y al hombre con los dioses, de quienes recibieron las enseñanzas.

La Pirámide de Kefrén sigue allí, en la meseta de Gizéh, a la sombra de la Gran Pirámide, que oscurece parte de su grandiosidad. Por ello, quizá, no sepamos tanto de ella como se merece, lo que ha supuesto que sepamos menos de nosotros mismos.


Articulo realizado por Manuel José Delgado y José Alvarez López, publicado en la revista "Más Alla" en su especial monográfico: "PIRÁMIDES DEL MUNDO" en Marzo de 1996.

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