DASHUR: EL ENIGMA MEJOR GUARDADO


El área arqueológica de Dashur es el lugar más apartado, inhóspito y abrumador del norte de Egipto. Allí la soledad se palpa en el ambiente y la respiración se hace pesada, más que por las altas temperaturas, por los milenios de historia que encierra este enclave. Sus construcciones son, como las de Gizéh, obras de una perfección inexplicable para la época en que supuestamente se erigieron -la IV Dinastía- y la más conocida de ellas, la pirámide acodada, es un laberinto prácticamente inexplorado. Pero, lejos de arrojar nueva luz sobre la sorprendente civilización egipcia, estas edificaciones, recientemente abiertas al público, prometen ser una fuente inagotable de nuevas preguntas sin respuesta.


La pirámide acodada 

El pasado 12 de Febrero el Gobierno egipcio decidió abrir al público el área arqueológica de Dashur.Hasta entonces se ubicaba dentro de una zona militar y los alrededores de sus monumentales pirámides eran testigos de las maniobras de adiestramiento de los soldados egipcios. Anteriormente los permisos para acceder a Dashur eran lentos y costosos. Había que convencer a tres ministerios de que las investigaciones no iban a deteriorar su patrimonio artístico ni a poner en peligro la seguridad de sus fuerzas armadas. En nuestro caso, tras conseguir las oportunas acreditaciones, las actividades siempre fueron seguidas de cerca por los inspectores de la Oficina de Antigüedades y, de lejos, por los prismáticos de los militares, preguntándose ambos qué se nos había perdido en aquel desierto abrasador.

A diferencia de otros lugares, en Dashur no existen árabes que persigan al viajero para venderle agua o chucherías, ni ningún parapeto que lo proteja de los rayos del sol. Tampoco carreteras. Sólo se puede acceder allí atravesando la base militar o desplazándose en jeeps por el desierto desde la carretera de Alejandría. Y el resultado viene a ser el mismo: llegar al lugar más apartado, inhóspito y abrumador del norte de Egipto. La soledad se palpa en un ambiente sólo vulnerado por el viento. La respiración se hace pesada, más que por las altas temperaturas, debido a los milenios de historia que encierra este enclave.

La pirámide Roja en Dashur

La información, proveniente de Egipto, afirmaba que Dashur podrá ser visitada por todos aquellos que lo deseen. Las compañías turísticas tendrán nuevos argumentos para agregar a la ya dilatada lista de destinos potenciales en el maravilloso país del Nilo. Las arcas del Estado se encuentran diezmadas a causa del terrorismo integrista islámico y las autoridades pretenden atraer turistas sacando a la luz reliquias del pasado. Son noticias que duelen. Primero fueron las momias, que quedaron así privadas de su lóbrego descanso para ser expuestas en el Museo de El Cairo. Después le llegó el turno a algunas tumbas del Valle de los Reyes y de las Reinas, que se abrieron al público tras retirar el polvo milenario que las recubría. Hoy le toca a Dashur. Y no por motivos de estudio o investigación, ni siquiera para mostrar al mundo el legado misterioso de su pasado, sino para conseguir dólares con que mitigar la deuda exterior.

Nos tememos lo peor, o sea, lo de siempre. Si respecto de las pirámides de Gizéh, los monumentos arqueológicos más estudiados, hay hoy más preguntas que respuestas, ¡qué no pasará con las de Snefru, tan alejadas de catalogación! Podemos imaginarnos las explicaciones que los guías realizarán sobre el lugar. Probablemente seguirán insistiendo en la función funeraria de las pirámides, en que para su construcción fue necesaria la participación de cientos de miles de obreros y en que estas construcciones son mudas.

Aunque, afortunadamente, también acudirán expertos que sacarán sus propias conclusiones. Los investigadores llevamos estudiando las pirámides del "padre" de Keops desde hace muchos años. Antes estuvimos solos, con el único ruido de nuestras propias pisadas, con la mínima luz de nuestras linternas y sin más planos que los que nosotros mismos levantábamos. Ahora, en Dashur, ya no tendremos que llevar cuerdas, pues los pasadizos se llenarán de escaleras y pasamanos. y, como ocurre en el caso de la Gran Pirámide, tendremos que solicitar permisos especiales para proseguir nuestros análisis por la noche, cuando los miles de turistas que diariamente recorren el monumento expandan sus algarabías en otros lugares menos solemnes.

 

LAS ENIGMÁTICAS CONSTRUCCIONES DE LA IV DINASTÍA


Dashur es un compendio de misterio. Según la arqueología oficial, allí empezaron las verdaderas pirámides. Tras las tentativas de Imhotep y su famosa pirámide escalonada dedicada a su rey, Zoser, las construcciones realizadas por Snefru, fundador de la lV Dinastía, fueron las primeras en tener sus caras rectas.

Por motivos desconocidos, los sacerdotes de las principales civilizaciones del pasado coincidieron en la forma piramidal para elevar sus monumentos al cielo. Pero en ese común acuerdo de estructuras, e incluso de proporciones, existe una clara diferencia que hace que las distintas pirámides repartidas por todo el mundo pertenezcan a dos grupos distintos: por un lado, las construcciones atribuidas a la IV Dinastía egipcia y, por otro, todas las demás. Las cinco pirámides más grandes de Egipto -las atribuidas a Keops, Kefrén, Micerinos y las dos de Snefru- plantean tantos enigmas que suponer que se sabe todo en cuanto a su técnica de construcción y el propósito de sus arquitectos es no atender a las evidencias palpables que proponen un origen sobrenatural a tales obras.

Es imposible que en tan sólo 25 años los arquitectos egipcios pasasen de las elementales construcciones de la III Dinastía a dominar la piedra de forma tan especializada. Es impensable también que 25 años después de Micerinos se les olvidara cómo edificar. No se entiende por qué estas cinco pirámides no tienen el más mínimo dato que señale su , procedencia, mientras que todas las demás -e incluso las tumbas contemporáneas- poseen su interior repleto de connotaciones a su cultura.

Admitir que Snefru, el teórico constructor de la pirámide de Meidum y de las dos pirámides de Dashur, en sus sólo 24 años de reinado, manejó, erigió y finalizó de forma tan extraordinaria la cantidad de 12 millones de metros cúbicos de piedra, es, simplemente, ingenuo. Resulta abrumador pensar cómo durante los 150 años de la IV Dinastía se iban a haber podido colocar, milimétricamente, cerca de 30 millones de metros cúbicos de piedra, aparte de otros misterios no explicados.

Tampoco se concibe cómo Snefru -si realmente fue él- eligió el árido desierto de Dashur para edificar sus pirámides, dejando libre la maravillosa meseta de Gizéh, que domina bella y perfectamente el delta del Nilo y las ciudades sagradas de Menfis y Heliópolis. La atribución de tan vasta obra a estos faraones se basa en meras suposiciones y en noveladas historias que conforman, desgraciadamente, la base en que se sustenta oficialmente el conocimiento del Antiguo Egipto.

 

¿QUÉ HACE LA TUMBA DE HETEP-HERES EN LA METRÓPOLIS OESTE DE LA GRAN PIRÁMIDE?


Veamos un ejemplo. El 3 de Marzo de 1927 el egiptólogo G. Reisner, bajo el patrocinio de la Universidad de Harward y el Museo de Boston, llegó al interior de una tumba que resultó ser de la esposa de Snefru, la reina Hetep-Heres. La apertura del sarcófago se vivió con gran excitación, aunque, como tantas otras veces, resultó que estaba vacío. Ningún cuerpo había sido depositado allí y la mastaba de tan ilustre personaje quedó archivada y olvidada. A falta de argumentos sólidos que expliquen el fenómeno de las tumbas vacías, la Egiptología ha formulado dictámenes como el del profesor Kurt Lange, que a continuación transcribimos: "...Sólo quedaba una hipótesis plausible. Al morir la reina en vida de su esposo, Snefru, fue enterrada en la tumba de éste, en Dashur, circunstancia de la que se aprovecharon seguramente los ladrones de tumbas. Llegó el día en que ya no pudieron ocultarle al nuevo faraón Keops que el sueño eterno de su augusta madre había sido turbado por los bandidos, y entonces Keops decidió que el cadáver fuese enterrado en otro sarcófago y colocado en un escondrijo de su propia pirámide (la Gran Pirámide). Nuevas ceremonias y nuevo entierro. Seguramente nunca nadie se atrevió a confesar al monarca toda la verdad La momia de la madre no sólo había sido profanada en la primitiva tumba y despojada de sus joyas, sino también robada, y seguramente destruida. En todo caso se ignoraba su paradero. El faraón nunca llegó a enterarse de la magnitud del desastre. Tuvieron que pasar 5.000 años para que encontrásemos la clave del enigma..."

Esta "reconstrucción histórica", aventurada en un principio como mera hipótesis, ha pasado a ser "verdad" y, a falta de otras evidencias, como tal consta en los anales egiptológicos. Pero lo lamentable no es sólo que se escondan pruebas, sino que se manipulen. Resulta escandalosa la historia que se han tenido que inventar para justificar otra realidad: que la madre de Keops tuvo una mastaba en la necrópolis oeste de la Gran Pirámide. Pero, ¿cómo es posible esto si, cuando murió su madre, Keops aun no era el faraón (se sabe que, cuando Hetep-Heres, Snefru aún vivía) y, por tanto, no pudo haber ordenado erigir tal monumento? Sólo este dato debería cambiar la historia de Egipto o, cuando menos, la referida a la IV dinastía.

La interpretación del profesor Lange quizá no sea la "única plausible" más aún cuando la explicación a los grandes misterios del Antiguo Egipto pasa por considerar como anacrónicas para su tiempo a estas construcciones, realizadas con una técnica que, por supuesto, nada tenía con las elementales herramientas de cobre usadas en la IV Dinastía .

La verdad es que las grandes pirámides estuvieron allí antes de que los egipcios tomaran razón de su propia identidad como pueblo, contribuyendo decisivamente a conformar su cultura posterior. En Dashur existen también otras edificaciones, las que los hombres construyeron, pero estas no fueron capaces de resistir de forma digna el paso del tiempo. Sólo las tres pirámides de Gizéh y las dos de Dashur han mantenido, pese a intentos por desmantelarlas, su primitiva gallardía.

 

LAS "OBRAS SAGRADAS DE SNEFRU"


Snefru no es un desconocido para la Arqueología ya que se han encontrado muchas estelas y representaciones de él. Quince estatuas y dos cabezas espléndidas de granito del faraón muestran su digno porte. Las excavaciones iniciadas por el doctor Achmed Fakhy y continuadas en 1947 por Abd el Salam Hussein cerca de las pirámides de Dashur, dieron como resultado el descubrimiento de un templo levantado por el faraón.

Cerca de 1.500 fragmentos de Bajorrelieves, así como una fabulosa estela de 6 metros, señalaban a Snefru como promotor de este santuario. El templo sigue allí o, mejor dicho, sus restos, pues de él sólo quedan en pie un par de hiladas de piedras. Sin embargo, esta construcción nada tiene que ver con la pirámide a la que se encuentra adosada: casi cuatro millones de metros cúbicos de piedras dispuestas en bloques perfectamente conjuntados y cuyo revestimiento puede aún contemplarse en su parte superior.

No cabe duda de que Snefru realizó sus ceremonias en este templo situado junto a la pirámide de Dashur, lo mismo que hicieron Micerinos, Kefrén y Keops en las de Gizéh. Estos faraones se apropiaron de las edificaciones que hoy llevan sus nombres, ya que en ninguna de ellas se ha hallado el más mínimo vestigio -ni inscripciones, ni bajorrelieves- que apuntara a estos monarcas como constructores de las mismas. Y es que las pirámides se han datado en una fecha que no se corresponde con la realidad, explicándose su construcción como obras funerarias aunque jamás se haya encontrado en ellas resto alguno de enterramiento.

Impresionante imágen de uno de los pasadizos del interior de la pirámide acodada.

Desgraciadamente, al desconocimiento histórico se ha venido a sumar, en muchas ocasiones, una ignorancia arquitectónica que ha impedido entender las claves de la ingeniería aplicada por los egipcios. De este modo, son numerosas las obras donde se explica que Snefru, cuando su pirámide estaba apenas medio construida, decidió abandonar la primitiva angularidad y acogerse a otra más adecuada para.. ¡ahorrarse material y acabar con mayor rapidez! Sin embargo, el estudio trigonométrico de las medidas de su pirámide acodada demuestra que en ella se emplearon dos ángulos sagrados: el de Isis (lados 3 y 4 con hipotenusa de 5) y el llamádo ángulo Fi, el número áureo empleado como canon de proporciones en todas las culturas.

Vemos, por tanto, que los diseñadores del monumento no dejaron nada al azar. Sus propósitos fueron muy concretos y el rediseño de la obra se ajustó milimétricamente a la concepción original. La única forma de comprender su significado es abandonar las ideas preestablecidas y asumir que, en realidad, no nos estamos enfrentando con la " loca vanidad" de unos reyes, sino con el planteamiento cósmico de unos seres avanzados que construyeron las pirámides, dejando en ellas huellas de unos conocimientos que sólo ahora empezamos a considerar.

 

EL VIENTO QUE LLEGÓ DE NINGUNA PARTE


Quien haya recorrido los alrededores de esta pirámide acodada habrá sentido el temor de enfrentarse con lo desconocido. En la solitaria planicie de Dashur, cualquier movimiento tiene su respuesta sonora en el eco amplificado que expande esta construcción majestuosa e inexcrutable que se muestra remisa a mostrar sus intimidades. Desnuda de cualquier ornamento, sus severas proporciones demuestran la solidez más compacta que monumento alguno pudiera transmitir. Sus enigmas empiezan con la concepción de sus pasillos y cámaras, única en todo Egipto. Si los corredores de todas las pirámides tienen la orientación norte-sur, la acodada presenta dos orientaciones, a semejanza de los dos ángulos que definen sus caras exteriores.

Entrada de la cara oeste de la pirámide acodada.

La entrada original se eleva a unos diez metros del suelo de la cara norte. Cien metros de corredor de poco más de un metro de alto nos introducen en el subsuelo de la planicie por debajo de la pirámide. En su centro se ahueca una enorme galería vertical de casi doce metros de alto, a cuyos lados surgen otras galerías estrechas que no conducen -al menos que se sepa- a sitio alguno, así como una cámara vacía.

En la cara oeste, a unos treinta metros de altura, se abre otra entrada que da paso a un canal descendente en dirección este-oeste. Éste termina en un plano horizontal del que, a distintos niveles, pasillos y cámaras con una ignorada transcendencia. No existe ningún jeroglífico ni bajorrelieve. Sus paredes parecen estar vacías de significado. Algunos orificios de los pasillos dan paso a una serie de cámaras a las que sólo se puede descender desde el techo. Si alguna vez los hubo, hoy no quedan restos decorativos, salvo la piedra, pulida con toda pulcritud.

Pasillo interior de la pirámide acodada que conduce a varias salas cuyo uso sigue siendo una incógnita.

Los dos ejes interiores, el norte-sur y el oeste-este, están separados en su plano por 15 metros de distancia. En algún tiempo desconocido se abrió un túnel que los comunicó. Desconocido porque este canal no puede ser de la época de la construcción del monumento, ya que es fácil apreciar cómo fue excavado, lo que constituye uno de los grandes enigmas de esta construcción.

Cuando en 1839 el coronel Howard Vyse y su ayudante Perring exploraron la pirámide, advirtieron un fenómeno extraordinario del que dejaron constancia en sus crónicas. Los trabajadores árabes que contrataron para desescombrar los pasajes sufrían un intenso calor y molestias por la falta de oxígeno. Pero un día, súbitamente, una fuerte ráfaga de viento comenzó a silbar a lo largo de los pasajes. Cuarenta y ocho horas después - cuentan -, el aire cesó misteriosamente y nadie logró encontrar la clave del asunto. Un hecho que no es esporádico, ya que las dos últimas veces que nuestro equipo visitó el lugar tuvo ocasión de presenciar idéntico fenómeno, pudiendo constatar algo desconcertante. La ráfaga de aire sólo se produce en el canal que une los dos ejes y fluye con tal fuerza que es imposible encender una cerilla, aunque ese viento es imperceptible en los pasajes originales de la pirámide. La única explicación posible es que existan estancias y pasillos aún no descubiertos, con túneles similares a los canales de ventilación de la Gran Pirámide, capaces de "organizar" el trasvase de aire por el interior de la obra, lo cual supone un nuevo reto a la investigación.

 

UN RECORRIDO PLAGADO DE TRAMPAS


Pasillo con uno de los pozos en el suelo que probablemente se diseñó con trampa

Es poco probable que las autoridades egipcias permitan el acceso al interior de las edificaciones de Dashur y, realmente, sería lo mejor, para evitar accidentes como el que le sucedió a Perring. En efecto, durante una de sus investigaciones en la pirámides acodada, este estudioso descubrió la existencia de varias trampas dispuestas en forma de losas que , al ser activadas por un mecanismo de presión, dejaba caer, de improviso, toneladas de escombros. Afortunadamente, perring se percató a tiempo de la presencia de estos artilugios y pudo colocar unos maderos que aún permanecen allí. No se sabe, eso sí, cuántas más trampas quedarán en la pirámide.

Pero todo parece indicar que, además de las trampas, que son muchas más las sorpresas que aún depara esta construcción , ya que la originalidad de sus pasillos y cámaras "habla" de una arquitectura desconocida para nosotros. Escalar diez metros hasta la entrada, recorrer cien metros en cuclillas, trepar por unos andamios carcomidos hasta llegar a un acceso situado encima de una gran galería de doce metros de altura, arrastrarse por un conducto de quince metros para acceder a un pasillo repleto de trampas, pozos y desniveles de varios metros... no parece, en principio, un recorrido muy turístico. y, por supuesto, es difícil imaginarse unas exequias del faraón cuyos restos hubieran de ser llevados a través de tan peligroso itinerario por una comitiva de sacerdotes y familiares que, probablemente, pensarían en que esta tumba, más que la del rey, podría ser la de ellos mismos.

Dashur pudo ser una necrópolis en el más remoto pasado egipcio, pero no cuando se erigió. Se trata de un enclave condenado hasta la fecha -debido a la clausura militar a la ignorancia, pero es muy probable que su categoría sea similar a la de la meseta de Gizéh. Las junturas de sus bloques, los enormes monolitos que sustentan su interior, su revestimiento final y su ubicación parecen responder a una tecnología sofisticada. Habrán de pasar varios años hasta que se pueda rendir a sus arquitectos -probablemente los mismos que levantaron la Gran Pirámide- el homenaje que a buen seguro merecen. Hasta entonces, el silencio seguirá presidiendo Dashur, violado por los turistas e investigadores que, ante tan enigmáticas construcciones, no cesamos de elevar nuestra vista al cielo en busca de respuestas.

Equipo de investigación en Dashur.

  

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 Articulo realizado por Manuel José Delgado y publicado en la revista "Más Alla" en su especial monográfico: "PIRÁMIDES DEL MUNDO" en Marzo de 1996.

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