HUME

 

Hume, David, filósofo e historiador escocés (Edimburgo 1711-1776). Tras haber probado suerte en el comercio marchó a Francia donde escribió su Tratado sobre la naturaleza humana.

Sus "Ensayos morales y políticos" aparecieron en 1741 y 1742; después, en 1748, sus "Ensayos sobre el entendimiento humano", y, en 1751 la "Investigación sobre los principios de la moral".

Póstumamente se publicaron: "Historia natural de la religión", "Diálogos sobre la religión natural", "Ensayo sobre el suicidio y la inmortalidad del alma".

Nombrado bibliotecario del colegio de abogados de Edimburgo, escribió una Historia de Inglaterra, cuya publicación le proporcionó enorme éxito y dinero. En 1763 acompañó a París, en calidad de secretario, al embajador de Gran Bretaña, y allí tuvo ocasión de relacionarse con los escritores más notables, en especial con Rousseau, si bien pronto surgieron divergencias entre ambos. De regreso a Escocia , ocupó durante un año el cargo de subsecretario de Estado y, a continuación se retiró a Edimbugo.

 

 

HUME Y LA ILUSTRACIÓN INGLESA

 

La creencia en la naturaleza humana

Hume impulsó el argumento empirista de Locke a la extrema coherencia. Pero empirismo, en manos de Hume, se transformó en otra cosa, más compleja y sutil, que podemos llamar naturalismo. Hume está interesado en impulsar algo más general: una ciencia sistemática de la naturaleza humana. Así tituló su obra, escrita apenas con 23 años, "Tratado de la naturaleza humana". En ella no aspiraba sólo a construir esta ciencia del hombre, sino que, como pensaba que la naturaleza humana era el fundamento de todas las demás ciencias, en realidad deseaba proponer un sistema completo de las ciencias.

Con Hume se llega a una conciencia muy precisa de la exclusiva dependencia de todo saber y orden social respecto del hombre. Este tiene una naturaleza propia, uniforme, unos principios y operaciones comunes en el espacio de la Tierra y en el espacio de la historia.. Hume los llama principios constantes y universales. Sólo mediante ellos era posible extender el conocimiento, pero también reconoce de forma precisa sus límites. Más allá de estos límites se seguía extendiendo las confusiones de la metafísica, las creencias extrañas en milagros etc.. Tales representaciones eran en el fondo innaturales.

 

 

Sin embargo, supuesto que el hombre tuviese esa naturaleza constantela única manera de conocerla pasaba por utilizar una comprensión amplia del principio empirista. Con Hume el empirismo se refiere a la experiencia de la propia naturaleza humana, en su actuación más universal posible, registrada por la observación.

 

 

Impresiones e ideas

En las primeras páginas de su obra más madura, "Investigaciones sobre el entendimiento humano", se viene a decir que el hombre tiene dos facultades básicas: la percepción inmediata y la reflexión. La primera nos da impresiones diferentes, mientras que la segunda está en condiciones de diferenciar lo distinto que se nos da en aquellas impresiones. Ahora bien, además, la reflexión está en condiciones de distinguir entre la forma en que se nos dan las impresiones y la forma en que se nos dan las reflexiones. Las percepciones inmediatas se dan con mucha fuerza y vivacidad, y pueden ser las sensaciones (impresiones de los sentidos), las emociones y las pasiones. Las percepciones reflexionadas, por el contrario, se nos presentan con más suavidad. A las primeras Hume las llama impresiones, y a las segundas , ideas.

 

 

La naturaleza humana y el fundamento de la inducción

Hume dice que el fundamento para inferir el futuro desde el pasado no es una idea lógica, de tal forma que podamos afirmar la identidad de ambos o la deducción necesaria del segundo desde el primero. No hay razonamiento lógico capaz de vincular estos dos tiempos pues el curso de la naturaleza puede cambiar.

La autoridad de estas inferencias, que constituye lo que queremos decir con la palabra experiencia, depende de un principio de la naturaleza humana que se acaba imponiendo, incluso inconsciente, como una especie de forma de ser propia del hombre. Ëste es un ser de costumbres y hábitos. Por eso se inclina a vivir como si el futuro fuese semejante al pasado: para poder vivir con hábitos y costumbres.

 

Lo que el hombre experimenta tiende a repetirlo y fijándose en las repeticiones hace de ellas hábitos y costumbres.

En el fondo, toda relación causal es la afirmación de la experiencia, entendida como costumbre que nos impulsa a creer que cierto hecho se producirá.

 

 

El mundo exterior y la identidad personal. La memoria

Hume opina que la creencia en la existencia de los cuerpos es un supuesto con el que funcionamos. Las causas que producen esta creencia es lo que él desea investigar. Que estas causas no son las impresiones sensibles resulta obvio. Pues la creencia en la existencia de los cuerpos supone la existencia continua, que excede el tiempo en que tenemos impresión de ellos.

Nuestras impresiones tienen una existencia discontinua en nuestra mente. Pero creemos que los cuerpos tienen una existencia continua ¿cómo pasamos de lo primero a lo segundo?, lo hacemos a través de la imaginación.

Afirma Hume que hay impresiones que vuelven a nosotros con una peculiar constancia. Estas impresiones admiten cambios, pero incluso los cambios posee cierta coherencia y tienen una dependencia regular entre sí. Esta coherencia y cierta constancia resulta elaborada por la imaginación, produciendo la creencia en un mundo externo duradero, que existe incluso si yo no lo percibo. Esta proyección de ideas de una existencia continua de los cuerpos, más allá de nuestras percepciones de ellos, permite que forjemos la idea de que los cuerpos existen como distintos de las percepciones.

Nuestras percepciones nos dan ideas de colores, de sonidos…pero entre estas percepciones nunca están las impresione de mi propio yo. Ni siquiera podemos pensar que este yo es una proyección de la imaginación sobre la base de cambios continuos, graduales y constantes.

En relación con los objetos externos proyectamos su existencia continua sobre una futura, y de esta manera estamos avisados en relación con lo que sucederá. Hume pensaba que este proceder no era bueno en relación con el yo.

Aquí, según Hume, interviene la memoria, como forma fácil de recorrer ideas diversas, que además se relacionan de forma habitual, en sistemas de causa y efecto, de anterioridad y posterioridad, y que pueden reproducir continuamente estos recorridos, acaba determinando a la imaginación para que configure una red de dependencias e interconexiones del pasado. A esto es a lo que llamamos yo: a una fijación de la imaginación que opera con la memoria.

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  • INVESTIGACIONES SOBRE EL CONOCIMIENTO HUMANO

     

     

    1.- Proposiciones analíticas y proposiciones sintéticas. Tesis de los empiristas al respecto y definición de lo a priori y de lo a posteriori.

     

    Todo nuestro conocimiento del mundo se apoya en dos grandes pilares: la relación causa-efecto y la inducción.

    Hume se va a dedicar a estudiar en profundidad la naturaleza de la causalidad. Lo que nuestro filósofo hace es plantearse una pregunta: ¿es la causalidad un enlace necesario?, la respuesta sería: no hay en la naturaleza una conexión necesaria entre las cosas, no hay necesidad en la conexión causal. Para Hume necesario es todo aquello cuyo contrario es imposible. Necesarios son los juicios de las matemáticas, de la lógica y en general todos los juicios que podríamos denominar analíticos.

    Cuando se presentan los juicios de hecho, o sea, los juicios de las ciencias empíricas, podemos afirmar que lo contrario de cualquier cuestión de hecho -cualquier cuestión empiríca- jamás implica una contradicción; por ejemplo: ante el siguiente juicio: "el sol saldrá mañana", su contrario, "el sol no saldrá mañana" es completamente válido. Para Hume, por tanto, necesarios sólo pueden ser los juicios analíticos.

     

     

    2.- Importancia de la inferencia causal en el conocimiento humano.

    La causa no es ninguna impresión. No puede ser un concepto de la experiencia. Por el mero estudio de un objeto singular no podemos saber ni sus causas ni sus efectos: no sabemos por la llama que la llama quema, ni por observar un imán aisladamente podemos inferir su capacidad de atracción.

    Nosotros decimos que un hecho es causa o efecto de otro cuando observamos en la experiencia que entre ellos se da una conjunción constante, que siempre que se da uno se da el otro. Pero ningún objeto revela a nuestros ojos, por las propiedades que presenta a nuestros sentidos, ni las causas que lo producen ni los efectos que se desprenden de él

    Podemos entonces estar seguros de dos cosas: No hay en la naturaleza una conexión necesaria entre las cosas y la experiencia no puede mostrarnos que hay necesidad en la conexión causal.

     

     

    3.- La idea de la causación al derivarse de alguna relación entre objetos.

    Cuando Hume estableció la existencia de las cuestiones de hecho dijo que estas cuestiones proporcionaban un conocimiento incierto y probable, es decir que, por experiencia, nada más que sabemos cosas singulares que hemos observado o que observamos directamente.

    Por ello, nuestro conocimiento del mundo se establece no por medio de cosas singulares que nos dan un conocimiento singular, sino por las relaciones de esas cosas singulares que nosotros establecemos.

    Cuando nosotros conocemos el mundo es cuando conocemos relaciones causa-efecto. No conocemos el mundo cuando conocemos el calor, sino cuando sabemos que el calor dilata los cuerpos.

    Las relaciones entre objetos y sucesos que son las que nos proporcionan los conocimientos de hecho sobre el mundo son siempre relaciones causa-efecto.

    Por último debemos saber que nuestro conocimiento del mundo no sólo puede realizarse estableciendo relaciones causa-efecto de tipo particular, sino que debemos realizar, establecer generalizaciones mediante el proceso de inducción, es decir la capacidad de la generalización.

     

     

    4.- Explica el concepto de contigüidad.

    La conexión causal es una inferencia basada en la repetitividad. Cuando dos hechos siguen siempre el uno al otro (son contiguos), cuando esta contigüidad se repite constantemente , se habitúa nuestra imaginación, poco a poco, a enlazar estos dos sucesos, y a la primera impresión, esperar ya la segunda. En otras palabras, transformamos la sucesión en causalidad porque de la constancia de una conjunción inferimos que una de esas cosas es causa o efecto de otra.

     

     

    5.- ¿Qué es la prioridad temporal?

    Las ideas a priori que nos produce la experiencia de algo que hasta ahora desconocíamos no pueden ser las ciertas. No podemos saber los efectos que algo produce si no tenemos la experiencia previa de algo que es idéntico en el mismo tiempo, y aún así podemos equivocarnos: si hoy se ha nublado, ha bajado la temperatura, lloverá, porque ayer pasó algo exactamente igual; sin embargo, esto es sólo probable nunca cierto al cien por cien.

     

     

    6.- La conexión necesaria. Respuesta a existencia, conocimiento, causa particular, efecto particular.

    Hume no acepta la existencia de un mundo distinto de nuestras impresiones, eso no se puede justificar racionalmente. Tampoco Hume admite la sustancia pensante, el yo. Según Hume el yo no es ninguna impresión, más bien lo que existe es un conjunto de vivencias que yo enlazo y que constituyen un "algo" que llamamos yo o alma.

     

    Para Hume el conocimiento depende de las impresiones que nos proporciona la experiencia sensible, es decir que todo contenido de la conciencia es una percepción. El conocimiento para Hume es algo mental, algo que aparece como un conjunto de ideas o contenidos que tenemos grabados en nuestra mente pero que están en dependencia de las experiencias que hemos obtenido a lo largo de nuestra existencia.

    Las ideas tienen una especie de atracción, una conexión necesaria entre ellas. De esta manera, existe una especie de asociación entre las ideas: las ideas complejas son diversas ideas simples pero asociadas. Esta conexión necesaria se daría en todas nuestras ideas; incluso aquellas ideas más delirantes y caóticas proceden de otras, derivan de otras, son el resultado de la asociación de otras, están conectadas.

    Las ideas que forman nuestro conocimiento proceden de la experiencia que observa objetos o hechos singulares. Posteriormente mediante la reflexión, el hombre conecta los hechos u objetos singulares mediante relaciones causa-efecto, también singulares. Por último, el hombre establece generalizaciones, principios generales a partir de la inducción.

     

     

    7.- El principio de asociación de ideas

    Hume se detiene a analizar las ideas y procede a clasificarlas en dos grupos: simples y complejas.

    Las ideas simples son las que proceden de las impresiones. Las ideas complejas proceden de las ideas simples. Todas aquellas ideas que consideramos que no pueden proceder de la impresión, por ejemplo: una sirena, un caballo volador…porque no las hemos percibido con nuestros sentidos son, para Hume, ideas complejas; están constituidas por ideas simples que hemos recibido de las impresiones y que lo único que hemos hecho es asociar. En definitiva, para Hume, los constituyentes de una idea compleja derivan en su última instancia de impresiones.

    Podemos preguntarnos: ¿cómo somos capaces de asociar varias ideas simples para formar una compleja?. Por una parte contamos con la imaginación que asocia ideas con gran libertad. Pero también las ideas en sí mismas presentan una especie de atracción.

    Para Hume todo se reduce al efecto de una ley o principio de asociación: las ideas complejas son asociaciones de ideas simples; son, en definitiva, ideas simples asociadas.

    Parece haber sólo tres principios de conexión entre ideas:por semejanza (asociamos las ideas porque son similares), por continuidad (asociamos las ideas porque se dan juntas en el espacio y en el tiempo) y por causalidad (asociamos las ideas porque vemos una causa de la otra) .

     

     

     

    8.- La idea de conjunción constante como incompleta para explicar la aparición de ideas originales nuevas.

    Como Hume piensa, resulta que las ideas proceden de la experiencia y de la conexión constante de unas con otras, por lo tanto según Hume existe una incapacidad del hombre para poder tener ideas nuevas. Las ideas originales nuevas derivarían de nuevas experiencias, exclusivamente. Un esquimal que no conoce las manzanas nunca podría imaginar ni tener una ideas sobre las manzanas hasta el momento en que conociera personalmente las manzanas. Lo único que podría tener esa persona es la idea de que como las manzanas desprenden olor, todas las frutas desprenden olor, es decir realizaría una inducción y de ese proceso de inducción sacaría un principio general que, como se puede ver, no es correcto, sólo probable, tal y como afirmaba el filósofo.

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