Hace 25 años… Luis Buñuel

Por Germán Uribe

 

Se cumplieron 25 años del fallecimiento de aquel que, obsesionado con la muerte, sordo y casi ciego, en las postrimerías de su vida dejó de ver cine y televisión y apenas sí leía. Y era que al final de su formidable tiempo existencial, a Luis Buñuel lo habían invadido los sentimientos de la vejez y una obcecada preocupación por su muerte. No es extraño por lo tanto que al filo de su partida publicara su autobiografía bajo el título de Mi último suspiro. Y el bromista que fue siempre, aquel que hizo de la broma su peculiar manera de manifestarse como iconoclasta y rebelde, solía repetir por entonces que el mismo día de su muerte reuniría a todos sus amigos ateos para confesarse con ellos.

 

Por estos días en la sala de exposiciones del Palacio de Perales en Madrid, sede de la renombrada Filmoteca Española, y como un homenaje a él en este aniversario, se podrá ver colgada una muestra de un centenar de fotografías en blanco y negro que Buñuel había tomado con su pequeña cámara sin ninguna presunción artística en los días de su búsqueda de locaciones para los rodajes de sus películas.

 

El origen de esta muestra llamada México fotografiado por Luis Buñuel lo explica así la responsable de la exposición, Elena Cervera: Iba unos meses antes de los rodajes, tomaba fotos y en muchísimas ocasiones respetaba escrupulosamente esos encuadres en las películas… Cuando llegaron a la Filmoteca estaban dentro de una caja de cartón, clasificadas en 73 grupos, cada uno dentro de un sobre, en formatos y con papeles muy diversos. Lógico, porque entre la primera película, "Los olvidados" (1950), y la última, "Simón del desierto" (1965), transcurrieron 15 años. En general se conservaban bien, salvo algún grupo deteriorado por una mala fijación química. Él debía de tenerlas siempre cerca, porque cuando repite escenario en diferentes películas no vuelve a ir al sitio, sencillamente ya le valían las fotos que tenía.

 

Así, pues, a medida que transcurren los años se vienen descubriendo aspectos nuevos de la vida de un Buñuel que ya creíamos totalmente descubierto y del que hoy haremos un breve repaso biográfico para exaltar su nombre como uno de los más sobresalientes directores de cine del pasado siglo XX.

 

Nacido en Calanda, Teruel, España, el 22 de febrero de 1900, y tras culminar su bachillerato con los Jesuitas en Zaragoza, a los 17 años se traslada a Madrid en donde en su propia residencia estudiantil conoce a Federico García Lorca y Salvador Dalí y alcanza, a los 24 años, el título de Licenciado en Filosofía y Letras. Pocos meses después, tras asistir a una conferencia de Louis Aragon sobre el surrealismo, viaja a París y se hace asistente del teórico y director de cine francés de origen polaco Jean Epstein, ingresando al poco tiempo a la Academia de Cine.

 

De allí en adelante la carrera cinematográfica de Luis Buñuel Portolés, el hijo del ferretero Leonardo Buñuel González y de María Portolés Cerezuela, no tiene pausa ni reposo. Con motivo del primer centenario de la muerte de Goya (1927) ensaya y estrena su talento con su primer guión que, por falta de presupuesto, se mantiene inédito, pero dos años después y ya muy en serio arranca con la filmación de Un perro andaluz en donde Dalí alcanza a interpretar a un Hermano Marista que es arrastrado por el suelo. Y con el mismo Dalí elabora el guión y presenta en Londres en 1931 La edad de oro.

 

Pero la suerte de Buñuel no se anclaría por siempre en el puerto surrealista de Dalí. Apartándose de su tendencia especulativa, gira hacia los matices comunistas de dicho movimiento en estrecha unión con la Asociación de Escritores y Artistas Revolucionarios. Comenzada la Guerra Civil Española, viaja a Francia con la tarea de adelantar la propaganda política de la causa revolucionaria y termina ayudando a André Malraux en la filmación de Sierra de Teruel.

 

Entre 1941 y 1945 vive entre Nueva York y Hollywood, hasta que en 1946 aterriza en México, su segunda patria, en donde terminaría consolidándose como el gran director que fue. Los olvidados, recibida con frialdad por la crítica mexicana, es premiada en Cannes (1951), y luego, Nazarín, en 1958, conquista también en Cannes la Palma de Oro. Muy próximo también a recibir con tal película un premio de la Oficina Católica de Cine, no duda en declarar: Si me lo hubiesen dado, me habría visto obligado a suicidarme... Gracias a Dios, todavía soy ateo.  

 

En 1961, de regreso a España, es aclamado de nuevo con la Palma de oro en Cannes. Venía de mostrar su afamada Viridiana, vetada escandalosamente por el Vaticano.

 

Después vendrán El ángel exterminador, Diario de una camarera, su participación como actor haciendo el papel del verdugo en el filme de Carlos Saura Llanto por un bandido y de cura en la película de Alberto Isaac En este pueblo no hay ladrones; Simón del desierto que le merece el León de Plata en Venecia; Belle de jour, que también en la Mostra de Venecia hace que se le enaltezca de nuevo pero esta vez pero con el León de Oro; La vía láctea; Tristana y El discreto encanto de la burguesía con la que en 1972 obtiene el Oscar a la mejor película extranjera. Por último, ya anciano y cansado, en 1977 termina el rodaje de Ese oscuro objeto del deseo, su última película.

 

Como ahora, 25 años después, dentro de 100 o 200 años Luis Buñuel se mantendrá vivo en la memoria histórica del mejor cine universal.

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