A.I.T
A.I.T.

Historia de la A.I.T.

En 1864, con ocasi�n de una exposici�n internacional en Londres, obreros ingleses y franceses se reunieron en la sala San Mart�n con la idea de realizar la uni�n estrecha entre los obreros de todos los pa�ses. Se form� un comit� con la misi�n de redactar un programa y los estatutos para la Uni�n internacional. Como miembro de ese Comit� fue elegido, entre otros, Carlos Marx, que tomaba parte en los trabajos de la Uni�n El primer congreso internacional regular tuvo lugar del 3 al 8 de septiembre de 1866, en Ginebra. En aquel congreso quedo constituida definitivamente la organizaci�n nternacional, que adopt� el nombre de Asociaci�n Internacional de los Trabajadores (A.I.T.), A la cabeza de la A.I.T. ,se hallaba el Consejo General, cuya misi�n era asegurar el lazo de uni�n entre las diversas secciones de la organizaci�n.
Como objetivo de la A,I.T., el programa especificaba la emancipaci�n econ�mica de la clase obrera. Los estatutos dejaban a cada secci�n una completa independencia, as� como la libertad de entrar directamente en relaciones con el Consejo General. El segundo congreso tuvo lugar en Lausana, del 2 al 7 de septiembre de 1867. En el tercer congreso ”celebrado en Bruselas, del 6 al 13 de septiembre de 1868, fue designada la huelga general como el �nico medio de impedir la guerra y de asegurar la paz. El cuarto congreso se celebr� en Bruselas, del 6 al 13 de septiembre de 1869. En ese congreso empezaron las grandes discusiones entre Marx y Bakunin. El primero preconizaba el centralismo, el parlamentarismo y la acci�n pol�tica como medios de lucha. El segundo predicaba el antiestatismo y el federalismo. Fue en ese congreso donde se vio por primera vez el gran �xito de la idea federalista y la importancia de las uniones obreras. All� fue donde se afirm� la idea de la anulaci�n del Estado y de reemplazarlo por las uniones de productores. Los comienzos de Bakunin en la Internacional fueron un �xito, as� como la influencia creciente del ala antiautoritaria, federalista. Esta era peligrosa para Marx y sus partidarios. Entonces empez� todo un juego de intrigas contra los federalistas que lleg� a la disoluci�n de la secci�n de Ginebra. La sede del Consejo General se hallaba en Londres y estaba bajo la influencia de Carlos Marx. En 1870 no hubo congreso, a causa de la guerra. En 1871, el Consejo General convoc� en Londres, una conferencia cerrada, a la cual fueron invitados y estuvieron presentes sobre todo delegados partidarios de Marx y del Consejo General. .
Los belgas, los espa�oles y los italianos se inclinaban, con Bakunin, hacia el federalismo. Las organizaciones del Jura no estaban presentes en la conferencia. La invitaci�n fue hecha de tal forma que los partidarios del Consejo General se hallaron en mayor�a. La conferencia fue utilizada por Marx para declarar obligatoria la acci�n parlamentaria, rechazada por el lado latino. Eso aconteci� por medio de la votaci�n y la adopci�n de la resoluci�n siguiente:
Visto que el proletariado, como clase, no podr�a alzarse contra la violencia colectiva de las clases poderosas de otra manera que constituy�ndose en un partido pol�tico particular, en la lucha contra todos los viejos partidos de las clases burguesas; que la constituci�n del proletariado en un partido pol�tico es indispensable para asegurar el triunfo de la revoluci�n social y de su objetivo final, la abolici�n de las clases; que la uni�n de las fuerzas de los trabajadores, que fue ya lograda con ayuda de las luchas econ�micas, tendr� que servir tambi�n como palanca para las masas de esta clase en su lucha contra el poder pol�tico de los explotadores, la conferencia declara a los miembros de la Internacional que, en vista del estado de guerra en el cual se encuentra la clase obrera, su acci�n econ�mica y pol�tica est�n ligadas de manera inseparable.
Conforme a esto, la potencia del Consejo General aument�. Se apropi� un poder autoritario vis a vis de las secciones, con el objeto de velar por la doctrina, El lado latino, que se ergu�a contra el centralismo y el parlamentarismo, ten�a que ser descartado. De esta manera se incrust� una cu�a en la Internacional, cu�a que finalmente acarrear�a una escisi�n provocada directamente por Carlos Marx en el Quinto Congreso, celebrado en La Haya, del 2 al 7 de septiembre de 1872.
Los partidarios de Marx dispon�an de 40 votos, los federalistas s�lo de 25. Esta proporci�n desigual de votos fue el resultado de una maquinaci�n de Marx. Tom� todas las  disposiciones para que los delegados de Alemania, en donde se hallaban sus partidarios, viniesen en crecido n�mero al Congreso. As� fue fabricada una mayor�a marxista. El congreso de La Haya aprob� las decisiones de la conferencia de Londres. La fuerza del  Consejo General aument� todav�a  y se introdujo en los estatutos de la Internacional un art�culo sobre la necesidad de la acci�n pol�tica. El punto de vista de los federalistas, los del Jura a la cabeza, fue expuesto por James Guillaume. Precis� la diferencia entre marxistas y federalistas, declarando que los primeros buscaban conquistar el poder pol�tico por medio de la participaci�n en las elecciones parlamentarias, mientras que los segundos trataban de destruirlo. Marx se aprovech� igualmente  de ese congreso para lanzar calumnias contra Bakunin, que no estabat presente. Fue formada una comisi�n compuesta  en su mayor�a por partidarios de Marx, la cual aprob� la expulsi�n de Bakunin, de Guillaume, de Schwizgu�bel y otros m�s del seno de la Internacional. La expulsi�n de los dos primeros fue decidida a pesar de la declaraci�n dcl presidente de la Comisi�n, el delegado alem�n Cuno, en el sentido de que no hab�a pruebas materiales contra los acusados. La minor�a present�, en la persona de V�ctor Dave, una declaraci�n diciendo  que ten�a la intenci�n de defender  dentro de la Internacional la autonom�a federal.
De este forma, las pretensiones injustas y autoritarias de los marxistas trajeron la escisi�n de la Internacional.
Los federalistas organizaron entonces,a su vez, el Congreso de Saint-Imier, el 15 de septiembre de 1872, en el cual participaron todos los elementos antiautoritarios y federalistas de la Internacional. Toda el ala latina; de esta �ltima estaba representada, particularmente las secciones del Jura, de Italia, de Espa�a, de Francia y dos secciones americanas. En ese congreso fueron formulados los principios  fundamentales del movimiento obrero libertario, que pueden servir como indicadores del camino al proletariado revolucionario de la �poca. Las resoluciones sobre la acci�n pol�tica, as� como sobre las uniones profesionales y sus tareas se expresan de la manera siguiente:
Considerando:
que querer imponer al proletariado una l�nea de conducta o un programa pol�tico uniforme como v�a �nica que pueda conducirle a su emancipaci�n social es una pretensi�n tan absurda como reaccionaria; que nadie tiene derecho de privar a las federaciones y secciones aut�nomas del derecho incuestionable de determinarse ellas mismas y de seguir la l�nea de conducta pol�tica que crean mejor y que todo proceder contrario conducir� fatalmente al m�s escandaloso dogmatismo; que las aspiraciones del proletariado deben tener como objetivo el establecimiento de una organizaci�n y de una federaci�n econ�micas absolutamente libres, fundadas sobre el trabajo y la igualdad del todo independientes de todo gobierno pol�tico, y que esta organizaci�n y esta federaci�n no pueden ser m�s que el resultado de la acci�n espont�nea del proletariado mismo, gremio de artesanos y de comunas aut�nomas
Considerando:
que toda organizaci�n pol�tica no puede ser m�s que la organizaci�n del poder en provecho de una clase y en detrimento de las masas, y que si el proletariado quisiera apoderarse del poder se convertir�a en una clase dominante y explotadora,
el Congreso reunido en Saint-Imier: declara:
l� Que la destrucci�n de todo poder pol�tico es el primer deber del proletariado;
2� Que toda organizaci�n de poder pol�tico – aunque se suponga que es provisional y revolucionaria – destinada a efectuar esa destrucci�n no puede ser m�s que un enga�o y ser� tan peligrosa para el proletariado como todos los gobiernos existentes hoy en d�a;
3� Que los proletarios de todos los pa�ses deben rechazar todo compromiso en el camino de la Revoluci�n Social y deben establecer una intensa solidaridad de acci�n revolucionaria, al margen de toda pol�tica burguesa.
Tambi�n se adopt� esta resoluci�n:
La libertad y el trabajo son la base de la moral, de la fuerza, de la vida y de la riqueza del porvenir. Pero el trabajo, si no es libremente organizado, se vuelve opresivo e improductivo para el trabajador y es por eso que la organizaci�n del trabajo es la condici�n indispensable de la verdadera y completa emancipaci�n del obrero.
Sin embargo, el trabajo no se puede ejercer libremente sin la posesi�n de las materias primas y de todo el capital social; no se puede organizar si antes no se emancipa de la tiran�a pol�tica y econ�mica, conquistando el obrero el derecho a desenvolverse completamente en la aptitud de todas sus facultades. Todo Estado, es decir, todo gobierno y toda administraci�n de las masas populares de arriba a abajo, al estar fundados necesariamente sobre la burocracia, sobre los ej�rcitos, sobre el espionaje y sobre el clero, no podr�n establecer jam�s la sociedad organizada sobre el trabajo y sobre la justicia, ya que, por la naturaleza misma de su organizaci�n est�n fatalmente empujados a oprimir al trabajador y a negar la justicia.
Seg�n nosotros, el obrero no podr� jam�s emanciparse de la opresi�n secular si no sustituye a ese cuerpo absorbente y desmoralizador por la libre federaci�n de todos los grupos productores, fundada sobre la solidaridad y la igualdad.
Despu�s de los congresos de 1872, el de La Haya y el de Saint-lmier, los congresos de las dos tendencias se celebraban separadamente. El Consejo General de la mayor�a marxista fue transferido a Nueva York. Aqu� fue su entierro. Contrariamente, todas las secciones de la Internacional, a excepci�n de la secci�n alemana, abrazaron el punto de vista de las secciones del Jura. Las Trade Unions inglesas estaban de igual modo contra el Consejo General dirigido por Marx.
Cuando un a�o m�s tarde las dos tendencias, la marxista y la federalista, convocaron sus congresos en Ginebra, esos congresos se celebraron separadamente.
El segundo Congreso de los antiautoritarios tuvo lugar del 1 al 6 de septiembre de 1873, el de los marxistas del 8 al 13 de septiembre. Se ve�a claro, ahora, que los marxistas se hallaban en plena derrota. Fue el �ltimo Congreso. El Congreso dc los federalistas fue muy frecuentado. Elabor� nuevos estatutos para la Internacional. El Consejo General fue suprimido.
La cuesti�n de la huelga general fue discutida, aunque no fue definitivamente solucionada visto el n�mero restringido de organizaciones obreras en esa �poca. El Congreso de los marxistas fue un fracaso completo. Aparte de los delegados alemanes y austr�acos, no hubo apenas otras representaciones, de forma que se vio obligado a renunciar a nuevas convocatorias para congresos ulteriores. El ala antiautoritaria y federalista se mantuvo. Mas ella tambi�n sufri� mucho, por una parte, a causa de la escisi�n provocada por Marx, y, por otra, a causa de la reacci�n general instaurada en toda Europa despu�s de la ca�da de la Comuna. Todav�a se celebraron tres congresos: el 3� en Bruselas, del 7 al 13 septiembre de 1874; el 4� en Berna, del 26 al 29 de octubre de 1876; y el 5� en Verviers, del 6 al 8 de septiembre de 1877. En 1877 tuvo lugar en Ginebra un Congreso general socialista de donde naci� la Internacional socialdem�crata. No tardaron en entenderse las dos internacionales marxistas, y se cre� una oficina com�n para las dos, Fue el fin de los congresos y de la Internacional.
A partir de ese momento empez� otro periodo que dio origen a la formaci�n y organizaci�n de la internacional conocida con el nombre de Segunda Internacional.
La �poca que sigui� fue de franca decadencia del movimiento obrero internacional. La hegemon�a de Alemania sobre el continente europeo, despu�s de la guerra de 1870-71, trajo tambi�n una preponderancia del movimiento obrero alem�n sobre el de los otros pa�ses, en especial en los latinos.
Con esto, lo m�todos alemanes del parlamentarismo tomaron superioridad, mientras que el ala federalista de la Primera Internacional iba declinando de d�a en d�a.
Pasaron algunos a�os antes que los elementos libertarios estuvieran suficientemente fuertes, en el seno del movimiento obrero, para que pudieran reunirse en un plano internacional. Con el desarrollo del sindicalismo revolucionario antiestatal se vivific� el movimiento obrero internacional en cl sentido de la tendencia antiautoritaria de la Primera Internacional. Al considerar esta tendencia, desde el punto de vista econ�mico, a las organizaciones profesionales como los �rganos llamados a guiar la lucha del proletariado consciente de su deber de clase y como los indicados para llevar a cabo la revoluci�n social, el sindicalismo revolucionario tom� fuerza y continu� esta tendencia.
En 1913 se reunieron en Londres los delegados de las organizaciones sindicalistas revolucionarias de casi todos los pa�ses europeos y de otros lugares, con el fin de poner la primera piedra de la nueva internacional obrera que seguir�a .el camino trazado por la Primera Internacional. La resoluci�n principal adoptada en Londres dec�a:
El primer Congreso Internacional Sindicalista reconoce que la clase obrera de todos los pa�ses sufre la misma represi�n por parte del Estado y del sistema capitalista. Por tal motivo se declara en favor de la lucha de clases, de la solidaridad internacional y de la organizaci�n independiente de la clase obrera sobre la base de uni�n federativa.
Tiende �ste a la elevaci�n material y moral inmediata de la clase obrera hasta la destrucci�n total del capitalismo y del Estado.
Este declara, adem�s, que la lucha de clases es una consecuencia necesaria de la posesi�n privada de los medios de producci�n y de distribuci�n y que, por ende, este Congreso tiende a la socializaci�n de esos medios.
En este sentido deben orientarse la constituci�n y el desarrollo de las organizaciones sindicalistas, ya que ellas est�n en las mejores condiciones de poder asegurar la producci�n y la distribuci�n de los productos en beneficio de la sociedad entera.
Comprobando que los sindicatos internacionales no pueden realizar con �xito la lucha de clases si los obreros contin�an divididos por diferencias pol�ticas y religiosas, el Congreso declara que la lucha de clases, como tal, no podr� tener m�s que car�cter econ�mico, por lo que las organizaciones obreras no deben buscar el fin enunciado por medio de colaboraciones con el gobierno ni con sus aliados, y que ellas se deben apoyar �nicamente en el poder de las organizaciones y en su acci�n directa.
Como consecuencia de esta declaraci�n el Congreso hace un llamamiento a los trabajadores de todos los pa�ses para que se unan en organizaciones industriales, federales, independientes, sobre la base de la solidaridad internacional, con el fin de liberarse completamente de la opresi�n ejercida por el Estado y el capitalismo.
Desgraciadamente, la obra encaminada a conseguir la uni�n internacional de las organizaciones industriales revolucionarias libertarias fue interrumpida por la guerra que estall� en 1914. Todos los pa�ses se cerraron herm�ticamente. Toda relaci�n internacional de los trabajadores fue casi imposible. La reacci�n dur� hasta el fin de la guerra. La revoluci�n en Rusia y en Europa Central cre� una nueva situaci�n. Las fuerzas dispersas del proletariado revolucionario volvieron a unirse. Sin embargo, una tentativa de continuar la obra emprendida en Londres en 1913 tuvo �xito en 1920. Ese a�o se celebr� una conferencia sindicalista preliminar en Berl�n, del 16 al 21 de diciembre. Se adoptaron las siguientes resoluciones:
1� La Internacional Revolucionaria del Trabajo se declara sin reserva alguna en pro de la lucha de clases revolucionaria y del poder de la clase obrera.
2� La Internacional Revolucionaria del Trabajo tiende a la destrucci�n y al aniquilamiento del r�gimen econ�mico, pol�tico y moral del sistema capitalista y tiende a la fundaci�n de una sociedad comunista libre.
3� La conferencia tiene plena conciencia que la clase obrera es la �nica que est� en condiciones de destruir la esclavitud econ�mica, pol�tica y moral, impuestas por el capitalismo, si aplica de manera severa y en�rgica sus medios de poder econ�mico, los cuales encuentran sus m�s potentes medios de expresi�n para lograr ese fin en la acci�n directa revolucionaria de la clase obrera.
4� Como consecuencia, la Internacional Revolucionaria del Trabajo hace suyo el punto de vista de que la construcci�n y la organizaci�n de la producci�n y de la distribuci�n son tareas primordiales en la organizaci�n econ�mica de cada pa�s.
5�  La Internacional Revolucionaria del Trabajo es completamente independiente de todo partido pol�tico. En caso que la Internacional Revolucionaria del Trabajo decidiera una acci�n determinada y alg�n partido pol�tico o cualquier organizaci�n se declarasen de acuerdo con esa acci�n o viceversa, entonces, la ejecuci�n de esta acci�n puede hacerse en com�n con esos partidos y organizaciones.
6� La Conferencia hace un llamado urgente a todas las organizaciones sindicalistas revolucionarias e industriales invit�ndolas a tomar parte en el Congreso convocado para el l’ de mayo de 1921 en Mosc� por el Consejo Provisional de la Internacional Sindical Roja (I.S.R.) con el fin de fundar una I nternacional Revolucionara del Trabajo unificada para todos los trabajadores del mundo.
Cuando en el verano de 1921 tuvo lugar en Mosc� el  Congreso constitutivo de la Internacional Sindical Roja (I.S.R.) los sindicalistas revolucionarios estuvieron all� representados en gran n�mero. Tambi�n hubo, sin embargo, organizaciones sindicalistas revolucionarias que ya en esa ’.poca adoptaban el punto de vista de no querer vivir bajo los auspicios del gobierno de Rusia. En primera l�nea de ese punto de vista se encontraban los sindicalistas alemanes que, con motivo de una delegaci�n enviada a Mosc�, hab�an hecho previamente un refer�ndum en sus filas que dio resultado negativo. Se supon�a, por otra parte, que los comunistas rusos no tolerar�an jam�s una internacional sindicalista revolucionaria verdaderamente independiente, es decir antiautoritaria, ya que ellos defend�an la teor�a seg�n la cual el Partido deb�a ejercer una dictadura sobre uniones profesionales. Esta suposici�n estaba plenamente justificada, Habiendo formado una mayor�a con arreglo a sus deseos, los usos lograron ahogar la opini�n de los sindicalistas revolucionarios, Pero ya en Mosc� la minor�a estrech� sus lazos poni�ndose de acuerdo acerca de la publicaci�n de un manifiesto contra el Congreso. En el Congreso de los anarcosindicalistas en Dusseldorf en el oto�o de 1921, tuvo lugar una peque�a conferencia internacional con delegados de Estados Unidos, Suecia, Holanda y Alemania.
En esa conferencia se tom� la decisi�n de convocar en Berl�n, al a�o siguiente, una conferencia internacional de las organizaciones que no estuvieron de acuerdo con las decisiones del Congreso de Mosc�. Esa conferencia preliminar de los sindicalistas tuvo lugar en Berl�n, del 16 al 18 de junio de 1922. Estaban representadas en ella: La Frei Arbeiter Union Deutschlands (Alemania), la Unione Sindicale Italiana (Italia), la Confederaci�n General del Trabajo Unitaria (Francia), la Confederaci�n Nacional del Trabajo (Espa�a), la Sveriges Arbetaren Centralorganization (Suecia), la Norsk Sindikalistisk Federation (Noruega), la minor�a sindicalista de las uniones profesionales rusas y la Federaci�n Obrera Regional Argentina. Fue admitido como observador un representante de las uniones profesionales rusas.
La �ltima gran discusi�n con las uniones profesionales rusas tuvo lugar en esta conferencia. En el momento que deb�a ser elaborada una resoluci�n de protesta contra las persecuciones de los obreros revolucionarios, los representantes de la minor�a sindicalista de Rusia intentaron tambi�n abogar por la liberaci�n de los revolucionarios encarcelados en la Rusia sovi�tica. El representante de las uniones profesionales rusas, Andreieff, defendi� los puntos pol�ticos del gobierno ruso. Estall� entonces una dura discusi�n. Finalmente, fue nombrada una Comisi�n que present� claramente al representante de las uniones profesionales rusas, las dos cuestiones siguientes:
l� �El Comit� Central de las uniones profesionales rusas piensa intervenir, de manera formal, con vistas a la liberaci�n de todos los sindicalistas y anarquistas encarcelados por sus ideas?
2� �Tiene el mismo Comit� la intenci�n de exigir que los camaradas puedan desarrollar libremente sus actividades revolucionarias dentro de las uniones profesionales, a condici�n de que no luchen contra el gobierno ruso con las armas en la mano?
La respuesta a esas cuestiones fue dada por tres veces, pero siempre equ�voca. Se vio con claridad que el gobierno ruso era defendido por las uniones profesionales rusas. La Conferencia se pronunci� entonces en favor de los revolucionarios encarcelados en la Rusia sovi�tica. Cuando el representante de las uniones profesionales rusas comprendi� que ten�a la partida perdida abandon� la Conferencia. Desde ese momento la separaci�n de las uniones profesionales autoritarias de la Rusia sovi�tica y de las organizaciones sindicalistas revolucionarias antiautoritarias fue un hecho definitivo. La Conferencia elabor� en diez tesis una declaraci�n de principios del sindicalismo revolucionario que fue aprobada un�nimemente. Esta declaraci�n fue adoptada casi �ntegramente por el Congreso constitutivo ulterior de la Asociaci�n Internacional de los Trabajadores, La citamos m�s abajo. A continuaci�n la Conferencia adopt� una resoluci�n contra la Internacional Roja, pues, seg�n se afirmaba en aquella resoluci�n no se ve�a la verdadera base sobre la cual podr�a unirse el proletariado revolucionario del mundo entero. Se constituy� una oficina provisional que deb�a convocar a un congreso internacional de los sindicalistas revolucionarios.
A ese congreso fueron invitadas tambi�n las organizaciones adheridas a la Internacional Roja. La sede de la oficina fue fijada en Berl�n.
En fin, del 25 de diciembre de 1922 al 2 de enero de 1923 tuvo lugar, en Berl�n, el Congreso constitutivo de los sindicalistas revolucionarios. En ese Congreso<> estaban representadas las organizaciones sindicales revolucionarias de Argentina, Chile, Dinamarca, Alemania, Francia (Comit� de defensa sindicalista), Holanda, Italia, M�xico, Noruega, Portugal, Rusia (la minor�a), Suecia, Espa�a, Checoslovaquia la minor�a. All� se aprob� la declaraci�n de principios, se elaboraron los estatutos y se adopt� el nombre de Asociaci�n Internacional de los Trabajadores. As� resucit� la A.I.T.” tanto de nombre como en esencia,
La A.I.T. tuvo su II Congreso en Holanda, en la primavera de 1925. La organizaci�n se consolid�. Tom� claramente posici�n  frente a las otras tendencias dentro del movimiento  obrero.
Digna de se�alar es la resoluci�n de clausura del III Congreso, celebrado en 1928, en Lieja (B�lgica), en la que se dec�a: ...
El proletariado debe, en efecto, recordar constantemente que su liberaci�n no ser� posible m�s que en la desaparici�n del orden social existente y que �nicamente cuando haya conquistado los medios de producci�n de distribuci�n y de cambio podr� instaurar el verdadero socialismo, permitiendo al individuo expansionarse libremente.
Veinticinco pa�ses estuvieron representados en el IV Congreso, celebrado en Madrid, en junio de 1931. Congreso laborioso y de trascendental importancia, fij� normas de organizaci�n de las Federaciones Internacionales de Industria y se pronunci� netamente contra las doctrinas nacionalistas y contra el fascismo.
En el V Congreso, celebrado en Par�s en el verano de 1935, el estudio se centr� sobre la situaci�n que se hab�a creado con la victoria del fascismo y la contrarrevoluci�n en Am�rica :Latina, Austria, Alemania, Italia, Portugal y otros pa�ses.
Aquella preocupaci�n la comprobaci�n del peligro creciente que ella representaba y la adopci�n de medidas defensivas necesarias no impidi� que, a su vez, fuesen examinadas cuestiones de orden interno, introduci�ndose algunas modificaciones en sus estatutos.
Despu�s del VI Congreso (Par�s 1938), las actividades de la Internacional hab�an de sufrir una moment�nea reducci�n. El conflicto mundial desencadenado por el nazifascismo en 1939 rompi� en gran parte las relaciones del Secretariado Internacional (radicado en Suecia) con las respectivas secciones.
El VII Congreso no se celebr� hasta 1951, en Toulouse (Francia), Asist�an al mismo delegaciones de la Secci�n Espa�ola (representaciones de la organizaci�n clandestina del interior y del exilio), de Bulgaria (exilio), Suecia, Inglaterra, Alemania, Argentina, Italia, Holanda, Noruega, Dinamarca, Austria y Cuba. Entre las resoluciones fundamentales de aquel comicio conviene se�alar la de la creaci�n de subsecretariados internacionales en �reas geogr�ficas o ling�isticas.
En el mes de julio de 1953, en la ciudad de Puteaux (Francia), se celebr� el VIII Congreso Internacional, con la asistencia de 19 delegaciones, de las cuales 5 estaban en calidad de observadores. Este Congreso puso punto final al problema planteado en el seno de la A.I.T. por la actitud de la C.N.T. espa�ola durante la guerra civil y la revoluci�n en aquel pa�s, reconociendo que aquella actitud de colaboraci�n de car�cter transitorio, hab�a sido superada y zanjada por los acuerdos de esta misma Secci�n en su Congreso de 1945, en Par�s.
Participaron en el IX Congreso (Marsella – Francia – 1956) las secciones de Suecia, Dinamarca, Francia, Noruega, Espa�a, Uruguay, Argentina, Italia, Bulgaria, Chile, Holanda y Gran Breta�a. En el mismo comenzaron a se�alarse las diferencias fundamentales que iban a provocar a�os m�s tarde la separaci�n de las secciones holandesa y sueca, partidarias de una adaptaci�n de los principios y t�cticas de la A.I.T. a las situaciones especiales que pudieran plantearse en cada pa�s, abandonando la acci�n directa y encamin�ndose hacia las t�cticas de cogesti�n.
El Congreso, despu�s de varias sesiones dedicadas a la discusi�n de este aspecto fundamental, ya que iba a determinar un cambio completo de l�nea revolucionaria, reafirm� netamente los principios y t�cticas de la A.I.T. contra la voluntad de las dos secciones m�s arriba mencionadas.
El mismo problema hab�a de venir, sin embargo, a las deliberaciones del X Congreso, celebrado dos a�os despu�s, al plantearse la especial posici�n de la secci�n sueca que, por el abandono de los principios y t�cticas reafirmados por la Internacional, se colocaba al margen de la misma.
Se lleg� a la resoluci�n de crear grupos de ”Amigos de la A.I.T..” all� donde la presencia de un peque�o grupo de militantes permitiese la realizaci�n de la propaganda tal como fue decidida en el Congreso.
El XI Congreso (Burdeos, 1961) se desarrolla en plena ”Guerra Fr�a” ; los sindicatos del mundo se orientan hacia una de las tres organizaciones internacionales reformistas: cristiana, socialdem�crata o comunista. La A.I.T., pasa por momentos dif�ciles, con sus Secciones m�s emblem�ticas minimizadas por la represi�n estatal.
El debate sobre las relaciones con otras internacionales sindicales no estuvo ausente del XII Congreso (Puteaux, 1963).
M�s constructivo resulta el XIII Congreso (Burdeos, 1967). Se estudian ponencias sobre econom�a, colectivismo, cooperativismo y sobre la manera de hacer m�s eficaz la propaganda.
El XIV Congreso, celebrado en Montpellier en 1971, hace un estudio para la penetraci�n de la Internacional en los pa�ses subdesarrollados y se define la autogesti�n que durante la Revoluci�n Espa�ola de 1936-39 se llam� colectivizaci�n y socializaci�n.
Tambi�n fue el XV Congreso (Par�s, 1976) prol�fico en resoluciones sobre la problem�tica del mundo: guerras por doquier, dictaduras, hambre, degradaci�n del medio ambiente...
Al XVI Congreso (Par�s, 1979) se incorporan nuevas Secciones y la C.N.T. espa�ola est� representada, tras muchos a�os de dictadura, por una delegaci�n del interior. Se estrechan las relaciones con la Internacional de Federaciones Anarquistas.
En 1984 se celebra en Madrid el XVII Congreso. Se admiten nuevas Secciones y se adoptan importantes resoluciones analizando la situaci�n del mundo y las tensiones creadas por los dos imperialismos (U.S.A.. y U.R.S.S.) que se han repartido la hegemon�a en dos zonas de influencia.
El XVIII Congreso (Burdeos, 1988) analiza una serie de problemas enraizados en el mundo laboral (paro, emigraci�n...).
Tres a�os despu�s de la ca�da del Muro de Berl�n y del derrumbe del comunismo de Estado, se celebra el XIX Congreso (Colonia, 1992). En �l se elaboran estrategias de penetraci�n en los pa�ses del antiguo bloque sovi�tico, as� como un estudio sobre el racismo. Fruto de este Congreso ser� la celebraci�n de una conferencia internacional sobre sexualidad.
A principios de diciembre de 1996 se celebra en Madrid el XX Congreso, A la alegr�a de dar la bienvenida a siete nuevas Secciones y a dos grupos de ”Amigos de la A.I.T.”, se une la tristeza de tener que prescindir de parte de las organizaciones de Francia y de Italia por su participaci�n en maniobras reformistas. Se ampl�an los Estatutos de la A.I.T., con el fin de contemplar situaciones como la degradaci�n del medio ambiente o la discriminaci�n por razones de sexualidad. Se hacen m�s expl�citas las negativas a subvenciones, cargos retribuidos y participaci�n en comit�s de empresa. Se da el espaldarazo a los subsecretariados con la reactivaci�n del latinoamericano. El futuro es esperanzador: existen Secciones de la Internacional en los cinco continentes.



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