ODA AL PÁJARO SOFRÉ
Te enterré en el jardin: / una fosa / minúscula / como una mano abierta, / tierra / austral, / tierra fría, / fue cubriendo / tu plumaje, / los rayos amarillos, / los relámpagos negros / de tu cuerpo apagado. / De la fértil Goiania, / te enviaron encerrado.
No podías. / Te fuiste. / En la jaula / con las pequeñas / patas tiesas, / como agarradas / a una rama invisible, / muerto, / un pobre atado / de plumas / extinguidas, / lejos / de los fuegos natales, / de la madre / espesura, / en tierra fria / lejos.
Ave / purísima, / te conocí vivente, / eléctrico, / agitado, / rumoroso, / una flecha / fragante / era tu cuerpo, / por mi brazo y mis hombros / anduviste / independiente, indómito, / negro de piedra negra / y polen amarillo.
Oh salvaje / hermosura, / la dirección erguida / de tus pasos, / en tus ojos / la chispa / del desafío, pero / así / como una flor es desafiante, / con la entereza / de una terrestre integridad, colmado / como un racimo, inquieto / como un descubridor, / seguro / de su débil arrogancia.
Hice mal, al otoño / que comienza / en mi patria, / a las hojas / que ahora desfallecen / y se caen, / al viento Sur, galvánico, / a los árboles duros, a las hojas / que tú no conocías, te traje, / hice viajar tu orgullo / a otro sol ceniciento / lejos del tuyo / quemante / como cítara escarlata, / y cuando / al aeródromo metálico / tu jaula / descendió, / ya no tenías/ la majestad del viento, / ya estabas despojado / de la luz cenital que te cubría, / ya eras / una pluma de la muerte, / y luego, / en mi casa, /fue tu mirada última / ami rostro, el reproche / de tu mirada indomable.
Entonces, / con las alas cerradas, / regresaste / a tu cielo, / al corazón extenso, / al fuego verde, / a la tierra encendida, / a las vertientes, / a las enredaderas, / a las frutas, / al aire, a las estrellas, / al sonido secreto / de los desconocidos manantiales, / a la humedad / de las fecundaciones en la selva, / regresaste / a tu origen, / al fulgor amarillo, / al pecho oscuro, / a la tierra y al cielo de tu patria.
Pablo Neruda - Odas elementales - 1954