Extracto del libro de Paco Ignacio Taibo II publicado
por la Editorial Txalaparta
- A ver, profe, vuélvame a decir para qué sirve el periodismo
le pedí sentándome en el suelo del patio. Santos desapareció en el interior de la
casa. Volvió con un puro encendido que desprendía una fina línea de humo. Mientras
hablaba, el puro hacía dibujitos en el aire.
- Es la última pinche barrera que nos impide caer en la barbarie. Sin
periodismo, sin circulación de información, todos levantaríamos la mano cuando el big
brother lo dijera. Es la voz de los mudos y el oído extra que Dios le dio a los
sordos. Es el único pinche oficio que aún vale la pena en la segunda mitad del siglo XX.
Es el equivalente moderno de la piratería ética, el aliento de las rebeliones de los
esclavos. Es el único puñetero trabajo divertido que aún puede practicarse. Es lo que
impide el regreso al simplismo cavernario. Contradictoriamente, es un asunto donde
nuevamente hay cosas eternas: la verdad, el mal, la ética, el enemigo. Es la mejor
literatura, porque es la más inmediata. Es la clave de la democracia real, porque la
gente tiene que saber qué está pasando para decidir cómo se va a jugar la vida. Es el
reencuentro entre las mejores tradiciones morales del cristianismo primitivo y las de la
izquierda revolucionaria de fines del siglo XIX. Es el alma de un país. Sin periodistas
todos seríamos muertos y la mayoría ciegos. Sin circulación de información verídica
todos seríamos bobos. Es también el refugio de las ratas, la zona más contaminada,
junto con las fuerzas policíacas, de toda nuestra sociedad. Un espacio que se dignifica
porque lo compartes con los tipos más abyectos, más serviles, más mandilones, más
corruptos. Y por comparación te ofrece las posibilidades de la heroicidad. Es como si
metieran el cielo y el infierno en una licuadora y tuvieras que trabajar en movimiento. Es
una albañilería del sentido común... ¿Con eso tienes o le sigo?