CESAR AZCARATE
(Origen familiar: Eibar, Guipúzcoa. Residencia actual: Santa Rosa, La Pampa)
El testimonio de César Azcárate está vinculado a aquellos que no han podido reconstruir perfectamente la historia familiar hacia sus raíces. El salto desde el País Vasco hacia esta tierra de promisión registra interrupciones en la memoria que, sin embargo, no logran impedir ese orgullo de ser descendiente de euskaldunak. En la charla con "Figurita", apodo de los tiempos mozos en que exhibía sus magníficas dotes de pelotari junto a uno de sus hermanos, don César va recuperando, trozo a trozo, sus mejores recuerdos. Aprovechemos a decir aquí que Azcárate significa, según referencia del libro de Sarramone citado reiteradamente en este trabajo, "lugar de arces o puerto del lugar de arces".
Nos cuenta que el pueblo originario es Eibar. Está ubicado en el antiguo partido judicial de Bergara. Fue fundada la villa por el rey Alfonso XI por mandato de la carta-puebla del 5 de febrero de 1346. Entre montañas, dueña de un suelo sumamente fértil por donde discurre el Deba. Fue muy reconocida por su artesanías en metal -sobre todo sus damasquinados sobre acero, con oro y plata-, pero el reconocimiento internacional se lo ganó por sus fábricas de armas, siendo sus escopetas de fama mundial. Desde el siglo XVI desarrolla su industria armera, produciendo por entonces para la Real Compañía de Caracas de Indias. Durante más de trescientos años fueron proveedores únicos de armamento de toda clase para España. El escudo de la villa lo forman la imagen de San Andrés con el aspa en campo de oro y sobre el yelmo un volante azul con letras de oro que dicen Villa de Eibar.
Precisamente,la familia de don César era propietaria de una famosa fábrica de armas. Según relatos recientes, el edificio reciclado conserva todavía el frontispicio donde se lee "Azcárate". De allí, entonces, parte el primero en arribar a estas tierras. Para poder hacerlo legalmente, logra la excepción al servicio militar. Frente a nosotros, un gastado documento del año 1895, nos dice que Telésforo Azcárate Urquía quedaba exceptuado del requerimiento castrense. Es muy probable que haya viajado al poco tiempo rumbo a América.
Arribado a Buenos Aires, en busca de trabajo, toma contacto con la Cervecería Quilmes que, en aquellos tiempos ofrecía a los más voluntariosos, máquinas e insumos para instalar cervecerías en diferentes puntos del país. Telésforo llegó así a Cipolletti, en Río Negro. Su visión comercial le hizo ver los riesgos del sistema de riego y que un eventual fracaso de éste arrastraría a la ruina a la zona. Regresó y relató su impresión, que fue admitida por la empresa y terminó instalándose en Pellegrini, provincia de Buenos Aires, muy cerca de La Pampa.
Allí instala su sodería y se casa con una criolla, Valentina Aguilar, de quien don César no tiene mayores datos. Una rápida cuenta, permite estimar que ese casamiento se produce aproximadamente en el año 1903. El matrimonio tiene nueve hijos: Irene, de 92 años en la actualidad, madre de Raúl Aguerre (35) y que aún vive; Francisco (fallecido a los 74 años); Raúl, Gregoria y Nicolás (fallecidos); Ofelia, César y Mercedes (viven) y Victoriano ya fallecido.
De la seriedad y rectitud de Telésforo dan cuenta algunas anécdotas. Baste ilustrar esta idea con la manera de cobrar las cuentas a algunos clientes. En un hotel de la localidad, a la hora de ponerse al día, el dueño preguntaba, simplemente, "¿Qué te debo, vasco?" "Tantos cajones de cerveza y tantos de soda". Y listo. No había ni la menor sospecha de que pudiera haber un engaño de por medio. Era palabra de vasco. Esto lo relata don César con inocultable orgullo.
Del anecdotario recogemos una historia que no dejó de emocionarnos, muy propia de la época. Recordemos que Telésforo debe haber arribado al país poco antes del comienzo del presente siglo. A la llegada del tren, se arrimaba este vasco trabajador a recibir las barras de hielo como era usual en esos años. Traba amistad con un tal Nieva que venía en ese tren. En uno de esos encuentros, Nieva le pregunta por su apellido y, enterado, le manifiesta que conoce una tal Isabel Azcárate y, por más datos, Urquía, que vivía en San Fermín, cerca de Casbas, a unos cuantos kilómetros de Pellegrini. Ante certeza semejante, viajaron a visitarla y, efectivamente, se trataba de su hermana, llegada al país pero sin saber dónde encontrarlo. Ella estaba casada con un hombre de excelente posición económica.
Don César nace el 2 de noviembre de 1919 y su padre fallece a los 74 años, en 1950. La escuela primaria la hace en Pellegrini y después trabaja junto a él en la sodería. A su padre lo recuerda como un vasco recto y de muy pocas palabras. Lo pinta de cuerpo entero la anécdota que circulaba por Pellegrini. Telésforo iba todas las tardes a charlar con el peluquero. Caminaba un par de cuadras hasta donde lo esperaba su amigo. Se saludaban y allí quedaban los dos, en silencio, mirando el movimiento de la calle durante casi media hora. Al cabo, Telésforo regresaba. A su paso, alguno le preguntaba: "¿Que anda haciendo, Vasco?". "Vengo de charlar con el peluquero", era su respuesta. Hombre de pocas palabras.
Tal vez estos silencios hallan influído decisivamente en la escasa transmisión de datos acerca de su origen vasco, las costumbres del hogar paterno, la lengua. Algunas cosas sí aprendió César. Las picardías de alguna palabra subida de tono, a contar en euskera y un vocabulario simple, de cosas cotidianas. La falta de práctica borró de su memoria estos mínimos conocimientos.
Nos cuenta, también, que a los veinte años emprendió una aventura en Plaza Huincul, trabajando para YPF, donde pocos años ante de nacer él, habían pegado el primer grito de "¡Petróleo!" por el patriotismo visionario del General Mosconi. Trabajó de mozo sin tener la menor experiencia. Después de esa escapada volvió a Pellegrini. Años después, se casa con Ema Elena Cayre, el 9 de agosto de 1952. A Santa Rosa vienen en 1968, para instalar una pescadería y almacén en el Mercado Municipal, donde trabajó hasta hace cinco años. Tuvieron dos hijos, Mario y César Alberto. Está emparentado con Raúl Aguerre, cuya esposa es de apellido Azcárate.
Si quedan pocos recuerdos de su ligazón cultural con el milenario pueblo de nuestros ancestros, nos asegura su incultable orgullo vasco en la veneración de la memoria de su padre. César Azcárate rama del árbol que plantaron en Euskadi los laboriosos descendientes del Cro-Magnon.