RAUL AGUERRE
(Origen familiar: Espès, cerca de Mauleon, la capital de Zuberoa, en el Iparralde.). Residencia actual: Santa Rosa, La Pampa
Los vascos franceses fueron de los primeros en llegar a nuestro país. Del Iparralde, precisamente, proviene la rama familiar de Raúl Aguerre. De una de las provincias más pequeñas pero más bellas de Euskal Herria.
¿Quién es el primer Aguerre que llega a la Argentina?
Es Pedro Aguerre, mi abuelo paterno, que llega de Espès, en los Pirineos franceses. Viene en barco. La historia familiar cuenta que estaban con un Ardohain en el puerto, siendo muchachos de 17 años, y se dijeron "¿vamos a América?" y bueno, "¡vamos a América!". Y se vinieron a América. Mi abuelo nació el 16 de abril de 1850. Llegó a la Argentina entre 1867 o 68.
¿Adónde llega?
Llega, como todos, a Buenos Aires y empieza a dedicarse al transporte de mercaderías en carreta, desde Buenos Aires hasta a Azul. Por esas cosas de la vida, tiene la oportunidad de encontrarse con el general Mitre y le sucede una anécdota muy graciosa, en la que le advierte de un peligro por un pálpito que tenía. Esa presunción se cumple con una derrota posterior, poco más tarde de ese encuentro. Tiempo después se hace soldado de Mitre. Cuando termina la campaña, Mitre le regala unas tierras y caballos, en la zona de lo que hoy es Mari-Lauquen, cerca de Pellegrini. La actividad agropecuaria le permite hacerse un hombre de dinero.
¿Su madre es también de origen vasco?
Sí, Azcárate de apellido y de Eibar. Telésforo Azcárate fue mi abuelo materno, nació en 1876. En Eibar tenían la armería Azcárate, donde posteriormente pusieron la fábrica de armas de Eibar, que funciona actualmente. El edificio todavía tiene la leyenda "Armería Azcárate"
.¿Cómo es la historia familiar de su abuelo?
Bueno, radicado en Mari-Lauquen, forma una familia numerosa de más de 20 hijos, con Felisa Oyhanart, de origen belga. Hizo una buena posición económica. Era un hombre que no tenía educación secundaria y primaria muy poco, pero tenía muchas inquietudes sobre el desarrollo de la cultura. Eso lo lleva a construir el Colegio Franco-Argentino, en Pellegrini, en el año 1916. Trajo dos profesores de la Sorbona, de París, Adolfo Verdier y la señora Eugenia Z. De Verdier.
Hay datos muy interesantes sobre la forma en que se encaraba la educación en aquella época en un folleto del colegio. Las clases empezaban el primer lunes de febrero y terminaban el 24 de diciembre, con la entrega de premios. Tenía enseñanza elemental, secundaria comercial, pupilos, medio-pupilos y externos. Y además, era obligatorio el francés, que se hablaba obligatoriamente en los recreos. Preparaba para ingresar al Colegio Nacional y al Militar, a las Escuelas Naval, Industrial de la Nación... Después vienen otras cosas pasadas de moda: "díctanse clases para idóneos, tenedores de libros, peritos mercantiles, los cuales podrán obtener su diploma en las afamadas Academias Pagano, de la Capital ". Siempre señalo que estamos hablando de 1916 y en Pellegrini, una localidad en los confines, casi diríamos, de la civilización.¿Los hijos, cómo se distribuyeron, geográficamente?
Desconozco esos datos. Sé de un hermano de mi abuelo, que vino un tiempo después que él y se fue a México, donde se unió al ejército de Zapata y llegó a ser general. En esos tiempos, si se sobrevivía, se llegaba bastante rápido a general.¿Quiénes se vienen para La Pampa?
Solamente mi padre. Muchos se quedan en Pellegrini, otros se van a Buenos Aires y varias mujeres se desparraman por el país. El apellido se perdió por muchas vías ya que la mayoría de esos veinte hijos eran mujeres. Graciana Aguerre e es la única que vive, de todas las hijas. Tiene noventa años y no sólo vive sola en Buenos Aires sino que además le da pensión a chicas del interior que van a estudiar. Tiene un carácter muy alegre y muy fuerte. A mi abuela Felisa la conocí cuando yo tenía cinco o seis años. Y a los primos que quedan en Pellegrini sí los visito y tenemos contacto.
¿A qué edad se viene su padre para La Pampa?
De joven. Porque el se va a estudiar a Buenos Aires. Era hijo de ricos, entonces estudió en el Colegio San Carlos. En la universidad no anduvo, porque le gustaba vivir bien, le gustaba el box. Llegó a hacer guantes con Mocoroa (34), como amigos solamente. Viene a Santa Rosa, empieza a trabajar en el campo. Después se casa con otra hija de vascos, Azcárate, en Pellegrini. Posteriormente, se va a Cañada Verde, Córdoba, como encargado de un campo, por el año 1930. Ahí empieza toda la época triste de los chacareros, donde lo que cosechaban no les alcanzaba para pagar al banco, ni a los peones. Una crisis terrible. Pierde todo lo que tenía. Incluso las herramientas, porque él fue con herramientas propias. De ahí se vienen a La Pampa a administrar el campo de otro familiar, también vasco, Irurzun. Son tíos de mi mamá, de Cashba, en Buenos Aires.
Volviendo a mi abuelo paterno. Te quiero referir cómo eran aquellos tiempos. Las tierras que recibió era con la idea de que esas estancias fueran como una frontera para el indio, que cada tanto volvía en forma de malón. Me contaba mi padre que, por la noche, dejaban siempre un caballo atado afuera. Cuando había malón, algún adelantado de otra estancia llegaba a avisar. Entonces, la abuela Felisa cargaba los más chicos y se los llevaba y el abuelo con los peones le hacían frente a los indios. El abuelo Pedro era callado, como todo vasco, pero apacible, tranquilo, en cambio el abuelo Azcárate era un fósforo. Explosivo. Jugó a la paleta hasta los ochenta años. Fue muy buen pelotari, como casi todos los hijos de él.
Bien, volvemos a su padre...
Sí. Llega a los campos de Irurzun, en Alpachiri. Cuando vivieron en Pellegrini nacieron mis tres hermanas. Y yo nací aquí, en Alpachiri. Mi padre se llamaba Juan Aguerre Oyhanart y nació el 9 de diciembre de 1897. Mi mamá es Irene Azcárate, que vive todavía. Reside en el Chaco, en la casa de una hermana mía. Nació el 2 de mayo de 1905.
Trabaja allí hasta que venden el campo y mi papá compra una pensión que estaba al lado de lo que es hoy la jefatura de policía, donde está el sindicato de Luz y Fuerza. Yo en esa época iba a quinto grado. La pensión dura unos dos años, más o menos. Ahí es donde mi papá se emplea en Salud Pública, donde trabaja hasta su jubilación. Yo me crié en Alpachiri, hasta que en época de la escuela secundaria me vine a Santa Rosa al colegio de curas. Vinculación con la colectividad vasca no había, salvo algún amigo. Por allá había pocos vascos.
Se está dando un fenómeno de recuperación de la memoria familiar y cultural...
Sí. Eso quizá es mérito del centro vasco de Santa Rosa que, cuando apareció, nos sacudió a todos. De ahí surgió mi inquietud por encontrar rastros de la familia. Sobre todo de la parte Azcárate, porque todavía está viviendo Carmen Yrurzun, una hija del Yrurzun que llegó acá. El marido es pintor de iglesias en San Sebastián. Tengo que ir allá y preguntar por este Basterrechea. Esta Carmen a mi me conoció de chico.
Hay como un salto generacional, parece que los nietos están interesados en rescatar ese pasado.
Sí. Y se descubren cosas interesantes. Los vascos, fijate vos, no fueron de ambicionar poder. No hay ninguna provincia que tenga una familia vasca que se haya hecho dueña del poder como es el caso de alguna otra colectividad. Llegaron en las mismas condiciones pero eran otras las características, evidentemente.