CALIXTO DOMINGO ABERASTURI
(Origen familiar: Busturia, Bizkaia. Residencia actual: Santa Rosa, La Pampa)
El testimonio de Calixto Francisco Aberásturi es diferente de casi todos los que hemos volcado en este trabajo. Forma parte de aquellas duras historias de vida que requirieron del temple especial de los vascos para afrontar, en la encrucijada, la decisión de elegir el camino adecuado. La historia, para nosotros, comienza en Busturia, provincia de Vizcaya, sobre la ría de Mundaka, en una zona absolutamente montuosa, donde está guardado el corazón del alma vasca. A siete kilómetros de Gernika, este antiguo ayuntamiento supo producir un buen txakolí, ladrillos y hasta chocolate. En cuanto al significado del apellido, escrito indistintamente con be larga o corta, proviene de "aberatz", que quiere decir "rico" y sería, según Mitxelena, "sitio del rico".
La temprana muerte de su padre corta el lazo afectivo y cultural con las raíces, pero don Calixto, a sus 81 años, comienza a desentrañar su propia historia para desandar el camino, como volviendo a la geografía ancestral.
Don Calixto conserva un viejísimo documento, punto de partida de la reconstrucción histórica. Es la autorización para emigrar y casarse en la Argentina que le dan a su abuela, Bárbara de Gomeza y Anguízola. Está firmada por sus bisabuelos (padres de Bárbara) José Manuel de Gomeza y Baldomera de Anguízola y el Alcalde del ayuntamiento de Busturia, el 6 de septiembre de 1879. Por él sabemos que Bárbara tenía veinte años y era maestra elemental. Ello nos permite aventurar una ubicación social de la familia, probablemente no campesinos y de un cierto buen pasar y nivel cultural que les permitió e impulsó a darle un estudio y un título a una hija en tiempos en que la mujer no tenía otra alternativa que el trabajo de la casa y parir hijos.
Es muy probable que pocos meses después, se haya concretado el matrimonio de Bárbara. Esto ocurrió en La Paz, Entre Ríos, donde estaba radicado Calixto de Aberasturi, quien había emigrado junto con un hermano poco tiempo antes y se desempeñaba como comerciante. Los hermanos se distanciarían por cuestiones familiares y el desencuentro provoca una modificación en el apellido, que pierde el "de" y carga un acento ortográfico para ser "Aberásturi", en el afán de diferenciarse. Algo después que la abuela Bárbara llegará Claudia de Gomeza y Anguízola, hermana de ésta.
El matrimonio tiene cinco hijos: María Esther (soltera, no dejó descendencia), Manuel (también soltero), María Teresa, Fernando (casado pero sin descendencia) y Domingo, padre de nuestro entrevistado, nacido el 30 de octubre de 1890. Todos son fallecidos ya.
Las esperanzas de conformar un hogar desde el cual proyectarse en la vida, rodeado de hijos, progresando, aguardando los nietos, comienza a derrumbarse. Bárbara enferma muy seriamente, aunque don Calixto no tiene mayores datos. Sí sabe que regresó a casa de sus padres, en Busturia y allí murió muy joven. No mucho tiempo después moría el abuelo Calixto.
El primer asentamiento familiar de esta rama de Aberásturi, se hizo en tiempos muy duros y en una zona donde no existía una colectividad vasca organizada. Esto significa que tuvieron que abrirse paso sin la solidaridad que significa la presencia cercana de paisanos y parientes dispuestos siempre a dar una mano.
Fallecidos los abuelos, Domingo, como hijo mayor se hace cargo de sus hermanos. Se trasladan entonces a San Justo, provincia de Santa Fe, porque allí sería factible poder estudiar. Domingo se recibe de Perito Mercantil (equivalente al contador público actual) en la Universidad del Litoral en 1908. El diploma se lo firma otro descendiente de vascos, Calixto Laxaga.
Los recuerdos se reúnen trabajosamente. Don Calixto no conoció a su abuelo paterno y del materno, vasco también de apellido Tellería, tiene una vaga imagen. Sabe que su padre, luego de recibirse se traslada a América, radicándose en la provincia de Buenos Aires para trabajar en una casa de ramos generales. La fecha cierta parece ser 1909. Entre ese año y 1914, pasa por Eduardo Castex, Trenel y recala finalmente en Caleufú. Allí y en ese año, se casa con Victoria Petrona Tellería Muñoz, nacida el 23 de diciembre de 1893.
El primer hijo del matrimonio es, como dijimos, Calixto, al que le siguen Héctor Roberto (30/12/1916), Bárbara Petrona (3/4/1918) y Rodolfo Isidro (6/12/1921). Aunque figura anotado en Ingeniero Luiggi, don Calixto es nacido en Caleufú, como sus hermanos. En aquellos años, el pueblo no tenía Registro Civil.
El 10 de marzo de 1923, cuando Calixto tenía siete años, su padre muere de tifus. No será necesario explicar lo duro de afrontar un hogar de cuatro hijos pequeños en aquellos años. Hoy está escribiendo los recuerdos de esos años difíciles. Sin infancia, madrugando para buscar las vacas para el ordeñe, o repartir el pan recién horneado o ensillar los caballos para el trabajo cotidiano.
Sin abuelos en la casa y sin padres que hubieran recibido la herencia de recuerdos y costumbres de la tierras de los ancestros, la huella del regreso se vuelve borrosa, se pierde. El abuelo materno, sin embargo, cree que es nacido hacia 1848. Francisco Tellería tuvo nueve hijos: Josefina, Miguel, Francisco, Rita, Luisa, Carlos, Elsa, Elba y Victoria, su madre. Hay vidas novlescas también por este lado, testimonios de la epopeya inmigratoria.
Calixto Francisco se casó con una pampeana, descendiente de dinamarqueses, una sociedad con vinculaciones históricas con los vascos, a través de sus lejanos parientes, los vikingos. El propio pueblo originario de estos dinamarqueses tiene un nombre de sonoridad euskérica: Roskilde. Cruzamientos familiares los emparentan en La Pampa con otras familias vascas.
Don Calixto ha empezado a transitar la huella del regreso. Cuando desplegamos ante él el mapa de Euskadi, buscó con avidez el sitio y luego se lo señalaba a su esposa: "Ahí, ahí". Busturia, la anteiglesia de Axpe, la ría de Mundaka, el rumor del Cantábrico, las nubes bajas y el paisaje verde. Ahí, donde la sangre nos lleva como un río del eterno retorno. Con los nombres que perfuma el tiempo, borrosos, pero definitivamente en nuestros corazones. Ahí, en Euskal Herria, puerto desde donde partimos nosotros y nuestros padres y nuestros abuelos. Hablando de ello, como decía Alberdi, estamos hablando de la mitad de lo que somos.