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Los principios morales
En una sociedad como la actual, cada vez resulta más difícil tener firmes unos principios éticos y morales, debido fundamentalmente a que vamos avanzando más y más hacia una conducta en donde privan los intereses particulares y egoístas sobre el beneficio común, la justicia y la solidaridad.
De ahí la importancia que tiene adquirir una buena formación desde la más tierna infancia, para que a pesar de todas las dificultades e inconvenientes que sin duda la vida nos presenta, podamos mantener y defender a ultranza aquello que consideramos más justo y positivo tanto para la sociedad en su conjunto, como para nosotros mismos.
Esa formación debe constar principalmente de dos aspectos, uno el teórico, adquirir, comprender e ir ampliando y profundizando en ideas o conocimientos de tipo ético y moral, para saber en todo momento qué es aquello que nos beneficia y aquello que nos perjudica en nuestro desarrollo espiritual y humano. Y otro, a nivel de conciencia, es decir, el intuitivo, aquél que ante determinadas opciones de actuación, nos hace inclinarnos por la que es más justa, verdadera y sensata.
Es innegable que todos tenemos defectos y puntos débiles, por lo que somos vulnerables para caer en el fallo y el error, pero si tenemos unos principios morales sólidos y sabemos no poner precio a nuestra conducta, podremos tener la tentación de ir en contra de aquellos ideales en los que creemos, pero sin caer en abandonarlos por sacar algún beneficio de tipo material.
La tranquilidad de conciencia es algo que muchas veces no valoramos suficientemente, pero sin ninguna duda, es el estado interno ideal para sobrellevar con entereza todo el peso de las pruebas y experiencias difíciles que durante la vida nos acontecen.
Tener la paz interior que da obrar siempre según nos dicta la razón y la conciencia, es algo por lo que vale la pena luchar y esforzarse todos los días, al tiempo que hace que el espíritu progrese a pasos agigantados sin importar aquello que piensen o digan los demás.
Pensemos que no siempre podemos contentar a todos al mismo tiempo que a nuestra conciencia, sobre todo cuando lo que pretenden de nosotros no es lo correcto moralmente hablando. Ahí, en este tipo de situaciones, es donde debemos saber defender aquellos principios que se tengan. Si mantenemos abiertamente y sin titubeos la honestidad, la honradez, la sinceridad, etc., a pesar de que ello nos pueda perjudicar materialmente, podremos perder algo transitorio y humano, pero habremos ganado algo eterno y espiritual, una batalla con nosotros mismos, con nuestros egoísmos y demás defectos morales, que sin duda alguna tendrá un gran valor y beneficio en nuestro progreso espiritual, pues nos hará fuertes para vencer otras tentaciones mayores, así como por ley de causa y efecto, nos traerá consecuencias positivas, en donde gozaremos de muchas ventajas que tal vez ahora no tengamos.
Por eso debemos ser personas de principios, sin fanatismos ni obstinaciones, pero sí de ideas claras y comportamiento ejemplar. Siempre, más pronto o más tarde, se reconoce a nivel general, el valor y el mérito que tiene obrar de esta manera. Lo fácil es hacer en cada momento aquello que más nos gusta, que más nos interesa, o que mayores beneficios personales y materiales nos pueda dar, pero tengamos en cuenta que a veces en contra de nuestros intereses espirituales, porque no olvidemos que a la Tierra venimos a progresar y a saldar viejas deudas del pasado, y para conseguirlo de verdad, debemos dejar a un lado aquello que nos dice normalmente la materia y las imperfecciones morales, para hacer caso a lo que nos indica la razón y la conciencia.
Una persona íntegra, es aquella que no se deja dominar por ningún tipo de presión, ni interna ni externa, es aquella que tiene principios morales sólidos y los mantiene a pesar de todo lo que le pueda venir en contra, pero que al final lo importante siempre, es sentirse bien por dentro, con la conciencia tranquila y con la satisfacción del deber cumplido.
Tengamos pues pleno convencimiento en la justicia divina, que siempre da a cada uno aquello que por mérito o por debilidad merece, y en definitiva, tengamos la seguridad de que todo acto que realicemos correctamente, nos reportará un gran beneficio espiritual, que es en realidad lo más importante, ya que el futuro es la consecuencia del comportamiento presente.
ASOCIACIÓN PARAPSICOLÓGICA DE BOCAIRENTE