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CONTROL DE LAS EMOCIONES
El papel que desempeñan las emociones y sentimientos en nuestras vidas es muy importante. El ser humano no es una máquina que se comporte de manera automática y que actúe siempre igual ante los estímulos externos. Al contrario, se caracteriza por tener una serie de sensaciones y respuestas muy distintas según el momento en el que se encuentre y en su estado anímico.
La complejidad del comportamiento humano es muy grande y la mayoría de las personas apenas se han preocupado en estudiarse y en comprenderse. Sin embargo de ello se obtiene como resultado a la persona equilibrada y justa que ante las adversidades se mantiene firme y sabe en todo momento actuar de la debida forma.
Esto, que a simple vista puede parecer muy sencillo, encierra una mayor complejidad. El discernimiento claro y concreto ante las circunstancias que se nos van presentado día a día, no se consigue de inmediato, sino que requiere de un gran esfuerzo y constancia para conseguirlo.
Entre los aspectos en los que es muy importante el discernimiento se encuentra el de los sentimientos y emociones. Precisamente es en el campo donde existe una mayor ignorancia dentro de la sociedad cometiéndose por ello infinidad de equivocaciones.
La ignorancia de las leyes espirituales y del comportamiento del espíritu, así como de las consecuencias que tienen sus actos en un futuro más o menos lejano, hace que confundamos los términos en muchas ocasiones y no apreciemos la realidad.
Es muy frecuente ver, ante la pérdida de un ser querido, cuadros de dolor y de sufrimiento de los encarnados, dejándose llevar sin freno alguno por sus emociones. Dentro de nuestra sociedad materialista es un hecho bien visto y absolutamente comprensible y admitido. Inclusive aquél que no se comporta así es tildado de no tener sentimientos. Todo lo contrario, ese descontrol emocional en este caso particular no acarrea ningún beneficio para ambas partes. Por un lado el desencarnado sufre las consecuencias de esas fuertes emociones que recibe impactándole y entorpeciendo el proceso de desencarnación que ha iniciado; y por otro al encarnado, que lo desequilibra y no le permite ver las cosas en su justa realidad.
Tal vez sea este un hecho demasiado palpable para aquellos que estamos comprendidos en estos temas, sin embargo existen infinidad de situaciones que nos pasan más desapercibidas, que no les prestramos atención pero en las que nos dejamos llevar por nuestros sentimientos y cometemos graves errores, con nosotros y con las personas de nuestro alrededor.
Uno de los casos suele ser en la vida familiar, en la educación de nuestros hijos. En muchas ocasiones creyendo que dándoles a nuestros hijos todo lo que nosotros no hemos tenido lo estamos haciendo mejor; que no castigándolos cuando lo merecen somos mejores padres. Sin embargo lo único que estamos haciendo es caer en el sentimentalismo y en el paternalismo dejando de educar correctamente a nuestros hijos, hecho que el día de mañana podrá acarrearles graves consecuencias en la vida.
En el campo espiritual y personal existen infinidad de casos en los cuales el no controlar nuestras emociones puede repercutir gravemente en nosotros mismos. Esto es evidente. El ser encarnado está en desventaja ante las influencias que pueda sufrir desde el plano espiritual. Éstas son múltiples y variadas. El mundo espiritual negativo, que siempre está al acecho para que fracasemos en nuestros compromisos adquiridos, aprovecha muy bien las debilidades de la materia. Si no estamos atentos se nos introducen por la rendija más pequeña que podamos dejar, haciéndonos caer y descentrarnos de nuestro camino.
Precisamente, una de las rendijas que suele tener el hombre son sus sentimientos. Debido, como he dicho anteriormente, a la ignorancia, confundimos las manifestaciones de nuestras emociones interpretándolas como buenas cuando no lo son, esto lo aprovechan esos hermanos incentivándolas todavía más, lo que nos conduce directamente al desequilibrio y al fanatismo, con lo cual hemos sido totalmente anulados para el progreso espiritual.
Este suele ser el caso de infinidad de facultades que, llenas de fantasía, creen que todo lo que sienten y viven es motivado por espíritus muy elevados que son sus protectores. Así, centran todas sus atenciones en esas manifestaciones externas y dejan de comprender que la verdadera ayuda se encuentra en las cosas que menos llaman la atención, pero que nos ayudan a corregir nuestras imperfecciones.
Paralelamente, el fanatismo y el endiosamiento que producen estas situaciones en esas personas conduce a que desde los planos espiritules positivos, que siempre velan por nuestra salud espiritual, se vean impedidos a brindarnos una ayuda en esos momentos que lo necesitamos, al interponer entre ellos y nosotros esa barrera. Es pues muy importante tener este aspecto en cuenta y valorar las cosas tal y como son y nunca como queremos que éstas sean.
Nuestro Padre, cuando nos creó, nos dotó de una herramienta importante para nuestro progreso espiritual: la razón. Es obligación nuestra el saber usarla correctamente ya que con ella podremos evitarnos múltiples tropiezos. Analizando correctamente todo cuanto nos sucede, así como las señales que desde el plano espiritual nos han enviado a lo largo de los tiempos, podremos conseguir ir por el camino correcto, evitando caer en todas estas equivocaciones que por estar advertidas desde hace mucho tiempo no hemos dejado de caer en ellas.
J.F.M.A.
El gobierno de sí mismo es el más difícil. |
SÉNECA |