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La vida, como ya sabemos, es pasajera en los mundos materiales, vivimos múltiples existencias con sus respectivas situaciones dolorosas y felices para que aprendamos, para que asimilemos las experiencias que se desprenden de ellas. Además, si observamos a nuestro alrededor comprobaremos que cada individuo se encuentra en una situación distinta a la de los demás, no hay dos casos idénticos.
Las condiciones que nos impone la vida material nos empujan al esfuerzo, al trabajo diario y personal para conseguir subsistir, como indica el pasaje bíblico: "ganarás el pan con el sudor de tu frente". Lógicamente a mayor dificultad mayor progreso, es por ello la razón por la cual se progresa con más rapidez con materia física que en los planos espirituales, cuyos obstáculos son bastante menos pesados.
Por lo tanto, el placer y el dolor son aspectos transitorios de la vida material, de ellos hemos de asimilar importantes lecciones, hemos también de superar las distintas pruebas que nos susciten dichos estados.
En el caso del placer entendido como satisfacción o gozo, hemos de aprender a no estancarnos, a disfrutar pero recordar los deberes que tenemos para con nuestro prójimo. Siempre que nuestro placer sea motivo de perjuicio a los demás es siempre negativo para nuestro progreso. También hay que valorar lo siguiente; venimos al mundo para aprovechar el tiempo al máximo de nuestras posibilidades, debemos de hacer el bien en todo momento, sea cual sea su forma de manifestación, ese es nuestro compromiso primordial. Cuando hemos logrado ponernos en marcha y somos útiles a los demás, pasamos a vivir otro tipo de satisfacción, generalmente mucho más sutil y profunda que nos indica que vamos por el camino adecuado.
Muchas personas por desgracia se acomodan ante una situación material ventajosa, no haciendo nada útil por nadie. Son existencias estériles e inútiles, cuya consecuencia inmediata son nuevas vidas pero en condiciones menos ventajosas que las anteriores, para que aprendamos a valorar y aprovechar el tiempo que se nos concede en lo que significa una corta y limitada existencia física.
En el caso del dolor también nos puede aportar sabrosas experiencias, sobre todo si somos capaces de comprender su significado y no nos rebelamos ante el mismo. El sufrimiento puede suponer una prueba a nuestra paciencia y constancia, una lucha interna para no rebelarnos, un esfuerzo por comprender el dolor ajeno, o simplemente una expiación de faltas cometidas en el pasado. En todos los casos supone un ejercicio difícil y de mucha responsabilidad.
Concretamente el dolor moral puede venir motivado por la pérdida de seres queridos y sus inevitables consecuencias, o incluso por errores, bien cometidos por personas queridas, o bien faltas cometidas en el transcurso de nuestra actual existencia. En este apartado, como ya hemos comentado en innumerables ocasiones, nos puede servir de mucha utilidad el conocimiento espiritual para comprender el porqué y para qué estamos en la Tierra, y también las enseñanzas morales que todos los grandes maestros de la humanidad nos han legado para nuestro mejoramiento personal, y evitar así, el encadenamiento de nuevos errores que no nos permitan estar de acuerdo con nosotros mismos y vivir con mayor armonía interna.
En definitiva, como nos indican ciertas filosofías y religiones, la vida es hasta cierto punto una "ilusión", por ello hemos de intentar acercarnos todo lo posible a lo verdadero. En nuestro interior se encuentra la auténtica realidad que es el espíritu. Ese interior es eterno, y todo lo que experimentamos a lo largo de nuestra larga evolución queda impreso para siempre. Por lo tanto, debemos descubrir dicha realidad espiritual para valorar todas las situaciones materiales como acontecimientos transitorios cuyo valor es relativo, lo verdaderamente importante son nuestras reacciones ante dichos acontecimientos y nuestros esfuerzos por mejorar día a día.
ASOCIACIÓN PARAPSICOLÓGICA DE VALENCIA
El trabajo aleja de nosotros tres grandes males: el hastío, el vicio y la necesidad.
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