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Preguntas y Respuestas


LAS DOCTRINAS ESPIRITUALES

En muchas ocasiones nos hemos planteado por qué existen tantas religiones, filosofías y creencias en nuestro mundo, cuando lo más sencillo, podemos pensar, sería unificarlas al máximo y crear una doctrina universal que pudiera valer para todos.

Esta opinión, que a veces está muy generalizada, es difícil de llevar a la práctica en los momentos actuales de nuestra humanidad, pues hemos de tener en cuenta que cada creencia ha venido a desenvolverse en un punto concreto de nuestro planeta, en un determinado pueblo, en un momento social y cultural propicio para ello... por lo cual querer cambiar esas costumbres arraigadas desde hace muchos siglos (en ocasiones) debe ser algo paulatino y progresivo, sin exigir que nadie abandone o dé de lado a sus convicciones anteriores.

Resultaría muy laborioso tener que estudiar cada una de ellas para valorarlas en su justa medida, a fin de hacernos una idea bastante completa de su contenido y premisas fundamentales, por lo que lo más aconsejable sería conocerlas a medida que éstas van apareciendo a nuestro paso.

Calmar nuestro afán de búsqueda y dar una correcta salida a nuestras inquietudes espirituales constituye un aspecto importante en la vida de la persona, si no somos capaces de llenar ese hueco, el hastío, el materialismo y el ritmo que marca nuestra sociedad nos alejarán cada día más de nuestro verdadero cometido aquí en la Tierra: la evolución espiritual.

Es importante tener la capacidad para saber “cambiar” o mejorar aquellas ideas espirituales que podamos tener, bien porque desde nuestra infancia nos las hayan infundido nuestros padres o porque libremente, mediante nuestro análisis y estudio, al llegar a cierta edad, hayamos considerado conveniente admitirlas como válidas para encaminar nuestras vidas de acuerdo a sus postulados.

Una mente abierta, sin que ello signifique renunciar al necesario análisis y reflexión a la luz de la razón de cuantas ideas nos lleguen del exterior, nos puede permitir valorar en su justa medida cualquier concepto espiritual, sea éste de nueva aparición o ya existente.

Sería deseable que se pudieran establecer los medios oportunos para que progresivamente esto fuera una realidad, pero puede resultar más interesante dirigir nuestros esfuerzos para sentar unas bases lo suficientemente sólidas permitiendo que esa “fraternidad” fuera una consecuencia natural de un trabajo previamente realizado. Así pues, en primer lugar, debemos fomentar el RESPETO entre las diferentes doctrinas y filosofías espiritualistas, valorando sus opiniones si deseamos que se tengan en cuenta las nuestras.

Es fácil caer en la crítica destructiva, menospreciando ideas, actitudes o posturas que a nuestro juicio no son válidas; evitemos esta postura propia de personas intransigentes y FANÁTICAS, respetemos esas diferencias sin darles demasiada importancia, antes bien, debemos conceder más valor a los puntos comunes que todas las ideologías tienen:

-AMOR FRATERNAL Y RESPETO ENTRE TODOS LOS SERES HUMANOS.

-CREENCIA EN UN SER SUPERIOR.

-EXISTENCIA DEL ESPÍRITU O ALMA, etc.

En esos puntos debemos de encontrarnos UNIDOS a otras personas que no pertenecen a nuestra misma creencia, teniendo muy claro que lo importante no son las IDEAS sino las OBRAS DE BIEN que realicemos en favor de los demás.

Todas tienen parte de la “VERDAD UNA” que se encuentra tan solo en poder de DIOS, es complejo establecer criterios para determinar esa cuestión, máxime porque cada cual pensará que la suya es más válida que las demás, aunque a nivel general podríamos decir que cualquier idea que nos ayude a acercarnos a DIOS y nos permita actuar en la Vida conforme a sus leyes, es tan válida como la que más.

No corresponde a nosotros juzgar la veracidad o no de cada una, pues es algo que debemos hacer de forma personal, planteándonos hasta qué punto VIVIMOS realmente los principios espirituales que nos enseña esa ideología o únicamente nos conformamos con estudiarla a nivel de conocimientos sin comprometernos ni responsabilizarnos con lo aprendido. Las “ideas” tienen un valor muy relativo, totalmente nulo si no somos capaces de llevarlas a la PRÁCTICA.

En ocasiones es necesario detenerse a reflexionar e intentar combinar FE y RAZÓN, pues una fe razonada nos permite adentrarnos en cualquier ideología sin peligro de caer en el fanatismo, la fantasía o la autosuficiencia, todo ello sin olvidar la necesaria PRUDENCIA para no caer en las denominadas “sectas destructivas” que manipulan la mente de muchas personas con buena voluntad y se aprovechan de ellas.

Para valorar si una “nueva idea” es positiva o no podemos ver cuál es el comportamiento de las personas que se llaman sus seguidores, si sus actuaciones son incorrectas, si no se preocupan por corregirse a nivel moral y en definitiva: hablan de lo que se ha de hacer pero ellos ni siquiera son capaces de llevarlo a la práctica, entonces quizás esas “nuevas ideas” no son tan positivas como dicen. En este sentido, recordemos la frase de Jesús: “Se reconoce al buen árbol por sus frutos”.

F.M.B.