|
Siguiendo este temario, nos encontramos ante una gran incertidumbre, como es la de apartarnos de la lógica impuesta por la ciencia, e intentar ahondar en caminos más sutiles, ideas innovadoras y dar luz verde en nuestras mentes a teorías no fáciles de aceptar por la razón.
No obstante así se construye el progreso de toda idea, tanto material como espiritual, pensando y dando formas a las ideas para adaptarlas de la mejor forma posible a la mentalidad actual. Todas las grandes innovaciones y adelantos se han gestado de igual forma, personas que rompen con los moldes establecidos en su época y que intentan avanzar un paso más en busca de nuevas estructuras que apuntalen nuestro progreso evolutivo.
Existe un dicho, como es arriba es abajo, que nos puede servir de aval para aquello que de ahora en adelante y en futuros capítulos intentaremos abordar con ideas racionales pero atrevidas, apoyándonos en aquello que tengamos como seguro para poder dar un paso hacia adelante sin perder de vista la idea central e intentando dejar bien unidos todos los puntos.
Nos enfrentamos a momentos transcendentales, en cuanto que se nos plantean acontecimientos inusuales que difícilmente se sostienen con las leyes preestablecidas. La evolución en su mecanismo imparable permite que el hombre abra las puertas de su inteligencia y le posibilita comprobar la grandeza de las leyes establecidas. El hombre ha ido conociendo la grandiosidad cósmica y día a día se asombra de que apenas sí conoce alguna de sus leyes. Se entusiasma y fascina ante lo inagotable de sus investigaciones, pero existe algo que nunca debe olvidar y sí valorar en su justa medida, el hombre descubre pero no crea.
Llegados a esta certeza hemos de aceptar de antemano nuestra pequeñez frente a todo lo conocido y desconocido, pues a pesar de nuestra suficiencia hemos de aceptar que el universo ya funcionaba y sus leyes regían cuando el hombre aún no pisaba este planeta. Así pues, si algo hemos de reconocer es la maravilla de orden y de perfección que se observa tanto en el macrocosmos como en el microcosmos. Todo funciona con un orden y sincronización perfectos, cuyos orígenes aún estamos muy lejos de conocer y entender.
Puntualicemos este detalle por importante: sin conocer la causa que lo origina notamos sus efectos en nuestras vidas. Luego existe algo anterior al hombre y muy superior en conocimientos que moviliza el universo y rige su expansión con una fiabilidad que no se puede poner en duda.
La ciencia actual sólo nos permite abarcar hasta aquí. Existen múltiples expectativas y especulaciones, pero la innegable realidad es que sólo somos descubridores de leyes ya existentes. El propio progreso del conocimiento de esas leyes nos permiten día a día avanzar en todos los campos sociales, consiguiendo logros y resultados que se plasman en la trayectoria ascendente del hombre. Incomprensiblemente vamos olvidando que desde el principio el hombre ha tenido ante sí dos formas de entender y aceptar la vida, una material y otra espiritual. El hecho de que le demos mayor importancia a lo mundano, no quita para valorar que de forma paralela siempre se ha tenido una orientación espiritual que nos permite avanzar hacia logros insospechados.
Si aquí abajo aceptamos la presencia y existencia de leyes desconocidas pero precisas que nos maravillan y nos ayudan a conseguir cotas de progreso para el hombre, y al propio tiempo nos abren perspectivas de nuevas ideas y logros en la medida que estudiamos y analizamos esas leyes, no hay ningún impedimento que nos permita afirmar que arriba deben regir las mismas propiedades, leyes y actuaciones que abajo.
El progreso es algo consustancial al hombre, independientemente del uso que haga del mismo, por lo tanto la presencia espiritual y las leyes que la rijen, son también consustanciales al género humano y si no notamos ni valoramos su progreso es simplemente porque no nos hemos detenido en su estudio y análisis; no nos hemos atrevido a vivir en su sintonía y no hemos practicado sus preceptos, por lo que hemos llevado a la espiritualidad al estacionamiento, habiendo perdido la esencia de su ser que no es otro que el ayudarnos a buscar y a encontrar mejoras personales que repercutan en la sociedad.
Hemos enclaustrado los conocimientos espirituales con la rigidez de las normas, que nos hacen acomodaticios, nos inhiben de la búsqueda de nuevas teorías y nos pierden en laberintos humanos que nos apartan de nuestra realidad espiritual y nos atrapan en las vivencias materiales.
No tengamos la menor duda de que igual que existe un mundo físico de una perfección de leyes inalcanzable para nosotros en estos momentos, existe otro igual a nuestro alrededor, lleno de leyes justas y perfectas, dispuesto para ser conocido, estudiado y vivido por el hombre, para alcanzar logros y frutos similares a los que en su avance material ha conseguido.
Constatar este hecho está al alcance de toda persona que desee enfrentarse al estudio de la ley de evolución, que nos permite conocer de dónde venimos, afrontar dónde estamos, y progresar para el hacia dónde vamos.
A.S.L.