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Desgraciadamente este mundo está cada vez más desunido, más desarmonizado e influenciado por la negatividad. Cada día que pasa hay más familias destruidas, cada una por diferentes causas, pero en todos ellos coincide que los principales causantes son los defectos. Éstos, junto a las influencias, tienen mucho poder y pueden hacer mucho daño.
Nos podemos dar cuenta de como la gente de hoy se preocupa menos por las personas que más cerca tiene: su familia. Está deseando ser mayor de edad para hacer su vida como quiera y le guste, sin nadie que le moleste ni le pregunte, y muchas veces no nos damos cuenta de que esas personas que se interesan por nosotros, que intentan ayudarnos cuando estamos perdidos y a los que sin darnos cuenta a veces les hacemos daño, son las que más nos quieren.
Quizás nos habremos preguntado alguna vez, por qué estamos en esta familia y no en otra en la cual nos llevaríamos mejor con los demás. Las respuestas que se le puedan dar no se pueden generalizar porque cada caso es diferente. Una de ellas puede será porque así lo ha decidido el Padre ya que era necesario por alguna labor o para pasar unas determinadas circunstancias para nuestro progreso espiritual. Pero puede ser también que antes de encarnar hayamos pedido venir con los miembros de esa familia para quitarnos las diferencias que tenemos con ellos recogidas en otras existencias. Si es así, la responsabilidad que tenemos es muy grande si no logramos los propósitos determinados antes de nacer, ya que hemos pedido una oportunidad y el Padre nos la ha dado a nosotros en vez de a otro espíritu. Si luego en la Tierra no los cumplimos y no valoramos la vida correctamente, puede que en la próxima existencia vengamos de nuevo acompañados de esas personas pero en unas situaciones más difíciles y dolorosas.
Todos tenemos un libre albedrío y podemos tomar el camino que creamos más correcto pero después según nuestros actos actuará la Ley de Causa y Efecto, depende de nosotros. Todos formamos una familia y hay que demostrarlo, porque ¿a quién no le gusta que le den muestras de cariño, de apoyo, de confianza? A todos nos gusta que la gente nos apoye, que nos quiera, no estar solos y que los demás se sientan a gusto con nosotros..., pero no podemos estar esperando que la gente haga cosas por nosotros si somos los primeros en dar de lado a los demás, en entorpecerles cuando necesitan que les echen una mano, vamos por el mundo sin importarnos lo que ocurre a nuestro alrededor. Tenemos que demostrar que necesitamos ese amor de la familia, de las personas con las que diariamente convivimos. Tenemos que esforzarnos en dar de lado a nuestro orgullo, nuestro egoísmo y pensar cuáles son las diferencias que hacen que nos llevemos mal con alguien para corregirlo, debemos mirar nuestro interior y no pensar que lo hacemos todo bien y son los demás los que se equivocan, ya que caeremos en un gran error, porque nadie es perfecto. Hay que conseguir la confianza en nosotros mismos y con los demás, sobre todo con nuestros padres, y que si no la tenemos es debido a nuestros defectos: la comodidad, el orgullo, pensar que no importamos a los demás...
Son algunas de las cosas que nos impiden ese acercamiento. Por eso muchas veces sin darnos cuenta, por nuestra actitud y comportamiento hemos hecho daño a los demás. Por eso debemos poner tierra por medio a todo lo que nos impide conseguir la unión familiar tan necesaria para nuestra evolución y para la fortaleza de nuestro espíritu. Tenemos que esforzarnos porque sin esfuerzo no se consigue nada y todos esos aspectos carecen de valor.
No tenemos que pensar que nuestros padres no nos van a comprender, que ellos no entienden nuestros problemas, ya que aunque no tengan nuestra edad, son mayores que nosotros y por tanto han pasado por más experiencias y saben mejor cómo arreglar las cosas y lo que más nos conviene. Ellos son las personas que más nos quieren y las primeras que nos van a ayudar.
Si damos cabida a estos malos pensamientos estaremos dejando también paso a las influencias y éstas nos harán creer que los problemas son más grandes de lo que son, que somos unos inútiles, que los demás no nos necesitan... Por eso cuando notemos que no nos encontramos bien y veamos que hay algo en nosotros que no es normal y hace que nos sintamos peor, lo mejor que podemos hacer es rechazar la negatividad con todas nuestras fuerzas, desde el corazón y pedir ayuda a nuestro Padre, para que veamos la luz y, no dejar que el bajo astral se apodere de nosotros por medio de nuestros pensamientos.
Tenemos que tener presente que no podemos hacer lo que nos apetezca, ya que en cada momento hay que mantener unas normas que hagan posible una mejor convivencia entre todos, no estamos solos y al igual que los demás se preocupan por nosotros, tenemos que ser más altruistas y hacerles de algún modo la vida un poco más fácil y no más compleja de lo que es. Cuando en una familia hay diálogo, hay más unión, más amor y comprensión, del interior de cada uno nacen sentimientos de confianza, ganas de vivir, de paz interior al saber que las cosas marchan bien, pero no hay que descuidarse porque en cualquier instante suceden situaciones que pondrán en juego nuestra capacidad para demostrar de verdad el amor, el agradecimiento, el respeto que sentimos hacia los demás.
Sigamos adelante en este camino, sin dejar de unirnos a los demás por medio de la verdad, la humildad, el amor, teniendo en cuenta que una persona si está sola no puede hacer casi nada, en cambio si somos muchos todo parece más fácil y más agradable. Seamos todos una familia unida porque la unión hace la fuerza.
M.I.F.