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El Conocimiento
El mundo de la mediumnidad es muy amplio en cuanto a su contenido, por lo tanto su estudio y comprensión requiere esfuerzo y tiempo, de forma que no podemos asegurar que conocemos todos los aspectos de la mediumnidad sin haber estado dedicados al aprendizaje intelectual y en algunos casos práctico. Tanto es así que el médium necesita para desarrollar correctamente su facultad dos factores imprescindibles: predisposición moral y conocimiento espiritual. La predisposición moral, ya se trató en el artículo anterior, aunque dada su importancia y su total vinculación con la mediumnidad se hará constante referencia a él a lo largo de esta sección. En ese artículo, trataremos el desarrollo del conocimiento como complemento esencial e importante para que la mediumnidad sea constructiva y esté exenta de riesgos innecesarios.
Cuando alguien quiere ser arquitecto, médico, tiene que desarrollar en primer lugar los conocimientos técnicos inherentes a esas profesiones, y después de haberlos adquirido tiene que llevarlos a la práctica en el mundo real, para así dominar su profesión. En la mediumnidad sucede lo mismo, es necesario e imprescindible tener conocimientos espirituales, abarcando con ello las cuestiones más trascendentales (la existencia de Dios y de los espíritus, el progreso a través de la reencarnación y de las Leyes Universales que rigen nuestras vidas, ) y también las más específicas (aquellas que se refieren a la mediumnidad y al contacto con los espíritus).
El problema que surge en este caso, es que generalmente la aparición de la mediumnidad no es posterior a la adquisición del conocimiento necesario para el desarrollo, sino que en la mayoría de casos ésta se empieza a presentar de una forma espontánea (cuando el Padre lo cree conveniente), obligando al médium a concienciarse con su nueva obligación, haciéndole ver que no le sucede ninguna enfermedad psicosomática, sino que es una cuestión puramente espiritual proveniente de una facultad medianímica. Entonces el proceso se invierte, primero aparece la facultad mediúmnica y simultáneamente o posteriormente se estudia y aprende al respecto; pero en todos los casos se ha de investigar para poder comprender y dominar la situación, e impedir que la comunicación con el mundo espiritual sea inútil o perjudicial.
La mediumnidad como el resto de competencias y obligaciones de la vida, se ha de llevar con sentido común, y en primer lugar hay que comprender la importancia que tiene para el propio médium, porque este trabajo si se realiza adecuadamente le servirá para dar un buen paso hacia su progreso espiritual, y si no lo lleva a cabo correctamente, entonces además de perjudicarse a sí mismo, estará influenciando negativamente a personas que estén dentro de su ámbito de acción (amigos, familiares, ).
Conocida la responsabilidad del médium, el siguiente paso es comprobar que la naturaleza de la mediumnidad es enteramente espiritual. Es decir, los espíritus se expresan a través de una persona con facultad para ello. Pero como mediante el estudio sabremos que en el astral viven toda clase de espíritus, entenderemos pues, que cualquier entidad sea cual sea su condición moral puede comunicarse a través del médium, por lo tanto los mensajes que emanen de la mediumnidad serán afines a la condición moral del espíritu que se comunica. Lógicamente existe aquí un trabajo de discernimiento por parte del médium y sus posibles seguidores para saber discriminar aquellas comunicaciones constructivas y útiles, de las que tienen incongruencias, contradicciones, o que simplemente son estériles porque no dicen nada de interés.
Aquí hay que llamar especial atención, porque es común que ciertos espíritus aconsejan a los médiums que no estudien, explicándoles que las enseñanzas que ellos les proporcionan son suficientes y no necesitan completarlas con ningún otro conocimiento. ¿Por qué estos espíritus motivan esta actitud? Porque es la forma más sencilla de manejar a la gente. Utilizan la ignorancia, para adular al médium y a sus prosélitos; les ofrecen aquello que desean oír ( comunicaciones de familiares fallecidos, comunicaciones marianas o de santos, mensajes que les alaban constantemente su forma de ser, ) y de esta forma consiguen disfrutar engañando, y muchas veces perjudican con comunicaciones muy destructivas para el médium y sus seguidores. Desgraciadamente no es raro escuchar lamentables sucesos de esta índole, en los que se llega a atentar contra la vida de personas inmersas en ese mundo de fanatismo e ignorancia.
¿Qué daño le puede hacer a un espíritu evolucionado que se analicen sus opiniones? Si estamos hablando de un espíritu moralmente avanzado, convendremos que tendrá más desarrollada la humildad, la tolerancia, el equilibrio por lo tanto no le importará que intentemos estudiar su comunicación. Sino todo lo contrario, él sabe que sólo a través del análisis podremos discernir un comunicado incoherente de aquél que no lo es y por otra parte si es constructivo, es beneficioso profundizar en la enseñanza que proporciona, porque así entenderemos el mensaje que nos ha dado y podrá ser útil, que es el fin real de la comunicación. Sólo a aquellos que son espíritus de poca evolución moral, les importa que se les estudie y analice, porque así no pueden impedir que reconozcan su verdadera identidad e intenciones.
Existen muchos motivos para estudiar en profundidad la doctrina espírita, pero ahondando en el análisis de las comunicaciones espirituales, se puede entender mejor la necesidad de estudio, porque el conocimiento nos proporciona referencias sobre las que analizar coherentemente cualquier comunicado. Muchos mensajes provenientes del bajo astral conjugan planteamientos serios con falsedades y contradicciones, con la intención de engañar al médium. Y realmente es complicado en estos casos verificar la comunicación como correcta, si no se tiene un conocimiento sólido y profundo del espiritismo, y la mediumnidad.
Pero el conocimiento espiritual no es necesario únicamente por estos motivos, como se ha planteado inicialmente, es necesario que un médium conozca el funcionamiento correcto de su facultad. Sea cual sea el tipo de mediumnidad que desarrolle, porque el conocimiento le situará en el grado de responsabilidad que tiene, así como en la forma más correcta de ejecutar su facultad (evitando ritos, y métodos que en nada colaboran con la buena práctica del acto mediúmnico) y haciéndoles valorar su mediumnidad como un hecho útil para el propio progreso espiritual, y que por tanto no se debe mezclar ni utilizar para conseguir beneficios materiales.
R.F.C.