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Editorial


SENTIMIENTO Y SENTIMIENTALISMO


Distinguir aspectos tan intrincados y relacionados entre sí como son el sentimiento y el sentimentalismo no es tarea fácil y todavía se vuelve más complejo cuando estos se abordan desde un planteamiento meramente espiritual.

En el campo de las emociones y los sentimientos humanos la psicología y el moderno psicoanálisis han avanzado enormemente en este siglo. No obstante, y a pesar de todo, nos encontramos en los albores de estas ciencias puesto que el ser humano presenta una complejidad inimitable en sus reacciones y procesos internos, tanto es así que ante idénticas situaciones los seres humanos reaccionamos de formas completamente distintas unos de otros.

Si la moderna psicología y psiquiatría tomara en consideración la parte espiritual del ser humano y la estudiara en profundidad junto a las reacciones del psiquismo y de la mente, sin duda ninguna obtendría el puzzle completo para analizar con conocimiento de causa el origen de los problemas que el desequilibrio emocional, mental y psíquico lleva consigo.

Abordando de lleno nuestro tema y para poder llegar a entender la diferencia entre sentimentalismo y sentimiento debemos materializar algunos ejemplos que nos ayuden a entender qué es cada cosa y cuál es la más beneficiosa y cuál otra puede ser perjudicial.

No obstante, es preciso matizar que son muchos y de distinto tipo los sentimientos que puede experimentar el ser humano. Aquí, por las características que queremos resaltar, pretendemos establecer comparaciones siempre en sentimientos de bien, de amor, sentimientos que ennoblecen el alma humana y la elevan a un rango superior. Lejos de nuestro interés hacer mención a sentimientos de índole negativo como el odio, el rencor o las envidias, aspectos estos que llevan al hombre al sufrimiento y al error.

El ejemplo del Buen Padre o el Padre Bueno es ilustrativo en este tema; mientras que el primero se caracteriza por inculcar a sus hijos una educación recta, íntegra y que les prepare para afrontar la vida el día de mañana, el segundo cede con facilidad al sentimentalismo y no corrige adecuadamente las actitudes negativas de sus hijos, consintiendo sobremanera determinadas conductas que llevarán a esos hijos a una inmadurez para enfrentarse al mundo y sus problemas.

El exceso de celo y el cobijar a los hijos sin reprender y corregir sus comportamientos erróneos por un exceso de cariño mal entendido, no preparará mental y psicológicamente a esos hijos para el mañana, y cuando solos hayan de enfrentarse a la sociedad, no encontrarán los recursos necesarios para triunfar ante las adversidades.

Estas actitudes que caracterizan al Padre Bueno son perjudiciales para el futuro de esos hijos, mientas que el Buen Padre muchas veces a pesar de su sentimiento de amor a los hijos, debe tomar decisiones que los hijos no comprenden pero que son una inversión para el mañana puesto que a pesar de enfrentarse a ellos con frecuencia salen beneficiados con el paso de los años.

Entender el sentimiento únicamente como afecto es perjudicial pues el sentimiento noble y elevado sabe discernir con ecuanimidad, con justicia y con paciencia.

El sentimentalismo ciega así a numerosas personas que, por no tomar decisiones difíciles en un momento determinado, hipotecan el futuro de sus relaciones personales con los seres queridos, sean hijos, padres, hermanos, cónyuges, etc.

El auténtico sentimiento, siempre y cuando sea de bien, no suele ser presa de las emociones ni de los desequilibrios psico-físicos de la persona.

El sentimiento de amor es noble y suele ser ante todo justo y respetuoso para con el dolor ajeno, para con la disciplina, la obediencia y la personalidad integral del ser. Este sentimiento va más allá de la simple condescendencia, no se sitúa en el conformismo, se ubica en la realidad, ecuanimidad y objetividad de aquél que sabe cómo se puede ayudar verdaderamente a los demás sin inmiscuirse en las decisiones del otro, respetando su libre albedrío.

Como vemos, se trata de un tema enormemente complejo que a la luz del conocimiento espiritual puede hacernos valorar mejor nuestras reacciones sentimentales en la vida, ayudándonos a ser más objetivos y ecuánimes con los conflictos sentimentales que puedan afectarnos.

Este hecho nos aportará una madurez importante en nuestra formación integral como personas, observando y actuando con un mayor criterio de justicia y de responsabilidad, avanzando de manera firme y decidida en el camino del bien.

A.LL.F.