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Cuestiones Espirituales


LA CAPACIDAD DE ASIMILACIÓN


Todos los seres humanos, aun teniendo en nuestra propia naturaleza las mismas capacidades espirituales, las desarrollamos de forma diferente, depende de las experiencias, del esfuerzo y de la manera de reaccionar ante las situaciones que vivimos existencia tras existencia.

Y aunque todos sin excepción, tengamos que pasar por una serie de pruebas básicas para nuestro progreso espiritual, ello no significa que tengamos que vivir las mismas experiencias de los demás, pues entonces la cadena de reencarnaciones no tendría fin y la evolución sería extremadamente lenta.

Dios, en su infinita justicia y sabiduría, nos proporciona los medios y las situaciones imprescindibles para que evolucionemos lo más rápidamente posible, dotándonos de la capacidad de elegir nuestro camino (el libre albedrío), así como de la fuerza de voluntad suficiente para vencer todos los obstáculos que se nos puedan presentar.

Es a partir de ahí, desde el momento en que somos responsables de nuestros propios actos, en base a esa libertad para optar por un camino u otro, que nuestra evolución puede seguir por unos derroteros acertados y rápidos, o todo lo contrario, que caigamos en un estancamiento evolutivo por reincidir continuamente en los mismos errores.

Por eso necesitamos aprender a desarrollar la capacidad de asimilación, para que cuando veamos que algo no funciona bien, o que nos conlleva problemas de todo tipo, principalmente morales, sepamos ver inmediatamente las causas y las soluciones más idóneas.

Al igual que en la vida material, un estudiante que asimila con facilidad las lecciones, llega por lo general a ser un buen estudiante y aprueba los exámenes sin apenas dificultades, exactamente igual ocurre con las experiencias, con las pruebas y en definitiva, con todo aquello que nos ocurre en nuestra vida cotidiana.

No sólo se trata de saber y querer analizar y meditar las cosas, además hay que saber comprenderlas en profundidad, y sobre todo asimilarlas, es decir, dejarlas grabadas definitivamente en nuestra conciencia espiritual. Si nuestra forma de actuar con los demás, tiene algún punto débil, si fallamos repetidamente, seguro que tendremos problemas de relación. Y si buscamos dónde está la causa, o dicho de otro modo, la imperfección que origina dichos fallos e inmediatamente la subsanamos, en lugar de sufrir consecuencias negativas, obtendremos el efecto contrario, que los demás nos responderán de otra manera diferente, de forma favorable, pues en lugar de provocar su rechazo por cosas mal hechas, provocaremos su aprecio, su amistad y hasta su admiración, ya que en lugar de molestarles y entorpecerles, les facilitaremos las cosas con nuestro comportamiento y ejemplo.

Por tanto, debemos estar siempre en una constante renovación interna, preguntándonos a nosotros mismos si todo lo que hacemos está bien o algo se nos escapa. Observando también en los demás su actitud frente a nuestro comportamiento, sin que ello signifique condicionar nuestro libre albedrío a lo que piensen o digan de nosotros, pues entonces caeríamos en un grave error, pues debemos pensar y obrar por nosotros mismos, pero debemos valorar también la opinión que los demás tienen de nosotros, por si en algo estamos desacertados y su crítica o reacción de desapruebo nos puede ayudar a reflexionar y cambiar todo aquello que no hacemos bien.

Es en la infancia cuando tenemos mayor capacidad de asimilación, pues en esta edad se está más abierto mentalmente a las cosas, y por tanto se es más maleable en lo que al carácter se refiere. Poco a poco y con el tiempo, vamos adquiriendo hábitos y costumbres que sumados a lo que nos aflora de otras existencias, hace que cada vez nos cuesten más de corregir cuando éstos nos son perjudiciales.

Por eso es muy importante tener siempre ese espíritu de asimilación, de aprendizaje, de cambio, de saber reaccionar positivamente ante las situaciones nuevas, y frente a las que se repiten desde tiempo atrás, saber afrontarlas de manera distinta, con el fin de que no tengamos que sufrir siempre las mismas consecuencias negativas.

Por ello, podemos afirmar que experiencia o prueba que asimilamos, experiencia o prueba que ya no tenemos que repetir, viviremos otras, posiblemente más complejas o difíciles tal vez, pero que también necesitaremos para que nuestra evolución espiritual no se detenga.

Y todavía más importante es comprender que cuando necesitamos asimilar determinadas experiencias, si lo hacemos de forma consciente, voluntaria y sin rebelarnos, normalmente lo conseguimos sin traumas ni dificultades extremas. Todo lo contrario de cuando nos obstinamos en no querer comprender las cosas ni cambiar por las buenas, porque entonces aparece el dolor y el sufrimiento, como medio que Dios nos pone en nuestro camino para sensibilizar nuestro espíritu y doblegar así la rebeldía que podamos tener interiormente.

Seamos pues dóciles en nuestro comportamiento, abiertos y analíticos de mente, críticos con nosotros mismos, dándole mucha importancia a todo aquello que hagamos incorrectamente y muy poca a lo que hagamos bien, así conseguiremos centrar nuestra atención hacia el camino de la superación espiritual, engrandeciendo nuestra conciencia y no recreándonos en los triunfos conseguidos, pues la evolución es continua y por mucho que hagamos, siempre nos queda mucho más por hacer.

ASOCIACIÓN PARAPSICOLÓGICA DE BOCAIRENTE