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Opinión Espírita


INTRODUCCIÓN


Desde que se inició la publicación de esta revista en agosto de 1.982, la sección “APARTADO ESPÍRITA” ha sido una constante hasta nuestros días. Con la intención de renovar esta sección pero sin perder la presencia del espiritismo como capítulo obligado y necesario, hemos considerado oportuno renovarlo bajo una similar denominación, “OPINIÓN ESPÍRITA”. En este inicio de año, muy próximos ya al comienzo del nuevo milenio, consideramos oportuno abordar temas actuales (en algunos casos tan antiguos como el mismo hombre) sobre los aspectos que nos preocupan en estos momentos.

Atrás quedan los análisis que hemos realizado sobre aspectos de la Codificación (lo que no significa que en algún momento volvamos a incidir sobre ellos), tanto del “Evangelio según el Espiritismo” como del “Libro de los Espíritus”. Aunque los principios fundamentales de la doctrina van a estar presentes en todas las “reflexiones” que mes tras mes vamos a ir plasmando en esta nueva sección. Temas como son: los valores humanos, problemas sociales, el materialismo, el espírita ante la sociedad, los malos ejemplos, el fanatismo y la fantasía, y un largo etc., van a ser núcleos de reflexión y análisis.

Para comenzar podríamos decir que vivimos en unos tiempos en que el materialismo domina por doquier, resulta pues necesario el que sean cada vez más las personas que realicen un llamamiento al estudio de nosotros mismos, valorando comportamientos, actitudes y capacidades.

Si empleamos todo el tiempo del día a estar centrados en la vida material y no le dedicamos ni un sólo minuto al análisis de nuestra conducta o examen de la conciencia, sin pararnos a pensar si hemos perjudicado a alguien con algún gesto, con alguna acción o palabra, la vida transcurrirá delante de nosotros y no habremos sido capaces de aprender ni hacer nada de lo que nos hace verdaderamente falta.

Además, nuestro espíritu al comprobar que muy poco o nada de lo prometido antes de encarnar se está cumpliendo sufre, y nos lo transmite a la materia a través de sensaciones como de vacío, nerviosismo inexplicable, ansiedad, depresión, etc. En definitiva, reacciones provocadas por la parte espiritual que nos manifiesta su malestar y desasosiego al no poder expresar nada del programa que tiene establecido para desarrollar en la vida física. Esa mezcla de vacío y de ansiedad provoca una mayor acentuación del interés por lo material; los placeres, las posesiones, el anhelo por algo más satisfactorio y confortable. Todo ello en una espiral interminable.

Sin embargo, algunas personas cansadas de tantas “ilusiones”, quizás por los posibles desengaños y porque por fin el espíritu consigue dominar a la materia y exteriorizar sus inquietudes, al acallarse o atenuarse el interés desenfrenado por lo material, comienzan a plantearse la vida desde otra perspectiva. La corriente poderosa que nos arrastraba deja de afectar tanto y el espíritu comienza a plantearse cuestiones importantes para encauzar su nuevo camino, a través de análisis de comportamientos, errores que se cometían habitualmente sin prestarles atención, etc.

También suele ocurrir, cuando se entra en dicha dinámica, que la persona se interesa más por los problemas ajenos, se vuelve más dialogante, más tolerante ante las faltas ajenas. Busca los momentos para reflexionar y dialogar con los demás. Ya no se rebela tanto y acepta las pruebas de la vida como tales, es decir, como situaciones de aprendizaje y proyección hacia los demás.

En definitiva, dependiendo de los casos, las reacciones pueden ser de lo más variadas, también hay que tener en cuenta el tiempo, a unos les cuesta más que a otros el reaccionar, aunque lo importante es que llegue el cambio en algún momento. Como dice el refrán: “Más vale tarde que nunca”.

En cualquier caso, lo importante es ir madurando en nuestro interior, alcanzar un cierto equilibrio entre lo material (como algo necesario para vivir) y lo espiritual (como elemento esencial para nuestro progreso y para la salud de nuestra alma). El volcarnos ciegamente en un sentido como en otro nos traerá malas consecuencias. Por lo tanto, procuremos esforzarnos por encontrar el camino más acertado, y hagamos caso a nuestra conciencia que es la que nos ayudará a conseguirlo.

ASOCIACIÓN PARAPSICOLÓGICA DE VALENCIA