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PLANIFICACIÓN ESPIRITUAL
Los jóvenes vivimos una época de cambio en la que pasamos de ser niños, donde sólo nos preocupamos por jugar, a una época en la que ya empezamos a ser mayores y en la que poco a poco vamos adquiriendo responsabilidades y en la que ya vamos teniendo inquietudes.
Para podernos trazar unos ideales primero debemos mirar cuál es el camino que vamos a seguir para llegar hasta ellos, pues son muchos los senderos por los que nos pueden guiar hacia un mismo lugar y antes de elegir cuál es el que vamos a seguir, debemos fijarnos si por intentar conseguir ese objetivo vamos a perjudicar a alguna de las personas que se encuentran a nuestro alrededor, si esto ocurre no habremos elegido la vía correcta para la consecución de ese ideal.
Uno de los mayores errores que se cometen ahora, es que simplemente planificamos nuestro futuro de forma material debido a los momentos en los que vivimos, en los cuales cada día nos estamos convirtiendo en una humanidad más materialista, en la que sólo nos importa el dinero y pocas veces miramos nuestro futuro desde el punto de vista espiritual. Esta es una de las mayores equivocaciones que cometemos, pues al igual que materialmente nos planteamos unos fines a alcanzar, como pueden ser: adquirir ciertos estudios para poder trabajar en una cosa u otra, también espiritualmente nos debemos trazar propósitos que sean verdaderos retos para nosotros y que nos ayuden a progresar. Estos ideales se han de obtener mediante el esfuerzo diario, pero siempre debemos pensar que estén dentro de nuestro alcance.
Para ponernos metas primero debemos mirar nuestro interior, pero sin engañarnos a nosotros mismos, debemos ser sinceros para que así sepamos cuáles son nuestros defectos y cuáles son nuestras virtudes. Este reconocimiento interior para que sea de gran efectividad, lo deberíamos realizar diariamente, en un pequeño rato que tengamos, para que mirando las acciones que hemos realizado nos demos más fácilmente cuenta de dónde flaqueamos. Pero no sólo debemos prestar atención a nuestros actos, sino también a lo que decimos, ya que en muchas ocasiones nuestro fallo está en nuestra forma de hablar o en aquello que decimos, pues sin querer, muchas veces se puede llegar a herir a las personas sin desearlo.
También debemos prestar atención a todo aquello que pensamos pues en muchas ocasiones, en nuestra mente aparecen pensamientos negativos, pero lo que no sabemos es que aunque la gente de nuestro alrededor no sea capaz de enterarse, ahí arriba sí que los tienen en cuenta. Debemos prestar atención, tanto a nuestras acciones, pensamientos y a todo aquello que decimos y una vez que hemos realizado esto podremos trazarnos metas dentro de nuestras posibilidades. Tras haber conseguido las iniciales, deberemos planificarnos otras, ya mayores o que nos sirvan para corregir otro defecto. Nunca debemos cansarnos de mirarnos interiormente para ver dónde flaqueamos, pues aunque poco a poco vayamos superándonos un poco más, siempre que tengamos un pequeño descuido nos volverán a aparecer nuevos defectos o los que ya creíamos superados.
Nuestro esfuerzo por superarnos debe ser constante, pues nunca estaremos lo suficientemente limpios de imperfecciones como para llegar al grado máximo de la superación. Nuestras aspiraciones, no sólo las debemos trazar para nuestro propio beneficio, sino también podemos trazarnos metas en las que ayudemos a los demás en todo aquello que necesiten.
En la actualidad no se le da la verdadera importancia que tiene a la planificación espiritual, pues si se la diéramos nos sería más fácil quitarnos los defectos que nos entorpecen y de esta forma nos encontraríamos con mayor facilidad en un ambiente en el que reine la armonía.
R.Q.F.